28 de octubre de 2023

Mais c’est long le chemin*

 

Aún no hacía demasiado tiempo que, en las tardes de verano, jugaba con sus primos, que residían en Francia, por los jardines del parque. Luego, indefectiblemente, echaban una carrera hasta la estatua de Rubén Darío. Después, regresaban al punto de encuentro, al quiosco de Sebastián, cerca del recinto dedicado a Eduardo Ocón. Noches de verano en el parque. Momentos de felicidad y dicha insuperables.

Ahora, en una mañana de otoño, caminaba por el parque, por el paseo del norte, cerca de la central de correos y telégrafos, recordando aquellas tardes y noches de estío. Apenas se había dado cuenta de lo que había ocurrido. Cómo, se preguntaba, no estaba a esa hora en el instituto. Qué raro es todo, pensó. Hace ya casi un mes que había empezado el curso, y no recordaba haber vuelto a ir por las mañanas.

De pronto, notó el peso de la maleta que transportaba, y la abrió expectante. Decepcionado, vio que no contenía ningún libro, sino abultados sobres que iban dirigidos a una empresa domiciliada en la plaza de José Antonio. Soltó la maleta y echó a correr alocadamente hacia la Catedral. No pudo llegar a su destino. Dos policías le habían dado el alto. Descompuesto, no pudo aportarles el carné de identidad, ya que aún no lo había obtenido. Su sorpresa fue mayúscula. No lo iban a detener por no estar en el instituto, sino por llevar un atípico uniforme de apariencia militar, sin poder desvelar su origen.

Mientras lo conducían esposado a comisaría, trató de buscar alguna explicación, pero se sintió incapaz. “Mais c’est long le chemin”, fue la frase que creyó adivinar, de la letra de una canción que un soldado que hacía el servicio militar en León había dedicado a su novia. Alguien tenía puesta la radio en un edificio de la calle Císter. Por un instante se olvidó de dónde estaba, y se deleitó con una melodía que le pareció conmovedora. Años más tarde, por fin, le encontraría explicación a aquel episodio, y al significado de aquella frase que le ayudó a proseguir su camino, que no estuvo sembrado de rosas.

Cincuenta años después, sentado en un banco del jardín de la residencia donde vive desde su jubilación, se pregunta cómo habría sido su vida si aquella lejana mañana de otoño se hubiese dado a la fuga.

(*: Reproducción literal del texto escrito por Crispín Sepúlveda, nombre elegido para la ocasión por un antiguo alumno del Instituto de Martiricos, con quien he mantenido el contacto a lo largo de los años, y que fue remitido con la petición de su publicación en este blog).

22 de octubre de 2023

El misterio del retorno de los tomates olvidados

 

Uno de los consejos incluidos en el código de prudencia bibliófila es no prestar nunca un libro a un amigo. Lo más probable -dicta el adagio- es que pierdas el libro y, si eres un coleccionista celoso, también el amigo. Naturalmente, las bibliotecas públicas no pueden aplicar regla semejante, contraria al cumplimiento de su misión institucional. Como todo prestamista, deberán adoptar sus propios criterios de evaluación y control de riesgos. Pese a ello, es probable que tales centros sufran alguna tasa de default.

El 21 de enero de 1974 alguien tomó prestado un ejemplar del libro “Tomatoes for eveyone”, de la Orkney Library, que lleva dando ese noble servicio desde el año 1683, en la localidad de Kirkwall, ubicada en una isla escocesa. No se sabe cuánto tiempo ha de pasar para que los administradores den de baja de su inventario un libro prestado, pero el mencionado ejemplar seguramente lo debió de superar con bastante holgura. Sin embargo, supuestamente de manera sorpresiva, el texto ha retornado a su lugar de origen casi cincuenta años después. Recuperado en buenas condiciones de conservación, se ha reintegrado al circuito para su posible utilización.

Soumaya Keynes realiza una serie de consideraciones acerca del papel de las penalizaciones a aplicar por los retrasos en la devolución de libros a las bibliotecas[1], sin que llegue a conclusiones claras. También la mayúscula demora en la entrega del libro en la biblioteca escocesa da pie para hacer especulaciones sobre el valor de los servicios perdidos que su no disponibilidad durante cinco décadas originó. ¿Cómo valorar el servicio potencial de un libro disponible en los estantes de una biblioteca? Dentro de un período dado, habría que calcular el número de lecturas completas que podrían compaginarse, y atribuirles un precio unitario. Teóricamente, cabría diferenciar varios componentes: uno correspondiente a la mera opción de lectura, otro al acto de la retirada, y otro tras haber completado la lectura. La existencia de precios de mercado resulta útil para establecer rangos. En la vertiente de los costes distintos a los de la biblioteca, habría que considerar, además de los transaccionales, el de oportunidad asociado a la lectura.

El análisis económico siempre puede aportar perspectivas de interés, pero, al menos en esta ocasión, las singularidades del caso planteado, el misterio del retorno de los tomates olvidados, hacen que el aliciente investigador radique, más bien, en la esfera puramente detectivesca. Aquí, efectivamente, hay tomates para todos.





[1] “Forgotten to return your library book? Don’t worry about it”, Financial Times, 20-10-2023.

21 de octubre de 2023

El papel de los museos desde un prisma económico

 

Hay actividades e instituciones sociales que, en términos cuantitativos, tienen una escasa relevancia dentro de las grandes cifras macroeconómicas, pero constituyen un componente esencial para la vida en sociedad. Los museos de arte pertenecen a esa categoría. La utilización del análisis económico aporta una perspectiva sobre su papel en la sociedad y las características de las actividades que desarrollan.

En una de las obras de referencia, el economista estadounidense Martin Feldstein señalaba que un museo tiene tres misiones principales: i) preservar los tesoros que las generaciones actuales han heredado del pasado; ii) coleccionar las obras resultantes de la actividad creativa del presente; y iii) actuar como instructores que ayudan al público a conocer y apreciar las obras de arte. A lo anterior hay que añadir una función primordial: los museos son un instrumento que transforman lo que técnicamente son bienes individuales (obras de arte reservadas exclusivamente a sus propietarios) en bienes colectivos, que pueden ser disfrutados por grupos de personas, simultánea o secuencialmente.

La mencionada transformación nos lleva a plantearnos la cuestión del precio para acceder a un museo y poder apreciar las obras expuestas. En este apartado, los economistas recuerdan que hay una regla básica que, idealmente, debe aplicarse para lograr una asignación eficiente de los recursos. Dicha regla dicta que el precio de un bien o servicio debe ser igual al coste marginal de admitir a un usuario o beneficio adicional. A este respecto, hay que tener en cuenta que, en el caso de los bienes o servicios colectivos puros, que admiten un número muy grande (o ilimitado) de usuarios sin detrimento de la calidad, el precio debería ser inequívocamente nulo. Sin embargo, cuando la incorporación de usuarios adicionales implica un coste, estaría justificado un precio a fin de racionalizar el uso y garantizar un nivel mínimo de calidad.

En relación con las obras de arte exhibidas en un museo, si el número de espectadores es muy bajo, no procedería cobrar ningún precio, pero sí en el supuesto de que hubiera aglomeraciones. Consiguientemente, desde esa perspectiva, quedaría fundamentado el cobro de un derecho de entrada con esa finalidad racionalizadora de la demanda. La no aplicación de tal derecho daría lugar a un precio implícito en la forma de tiempo en las colas y de peores condiciones de apreciación de las obras.

Dicho lo anterior, no hay que perder de vista que una cosa es el coste asociado a añadir usuarios adicionales, que puede ser nulo o bajo, y otra el coste de producción del servicio, las exposiciones en el caso que nos ocupa, y el del mantenimiento de los propios museos, que son muy cuantiosos. Los derechos de entrada, en línea con lo indicado, no pueden pretender cubrir todos estos costes. De ahí que la financiación de la oferta museística haya de descansar en los presupuestos públicos o en aportaciones del sector privado.

Los museos se enfrentan, además, a un problema típico de algunas actividades de servicios que son intensivas en el uso del trabajo humano y se prestan poco a la utilización de avances tecnológicos. Pocos ahorros caben en la celebración de un concierto, la representación de una ópera, o la organización de una exposición de pintura. Como muchos de los bienes culturales, las actividades museísticas están sujetas a lo que los economistas denominan “enfermedad de Baumol”. La propia naturaleza de las actividades hace que no puedan registrar incrementos de productividad ni, consiguientemente, disminuciones de los gastos. Ocurre justamente lo contrario, de manera que el coste relativo de estas actividades tiende a aumentar y, con ello, el desafío de su financiación.

Las circunstancias expresadas explican que el sostenimiento de las actividades de los museos no pueda encomendarse sin más a las fuerzas típicas de los mercados, que, además, no captan las externalidades positivas ligadas a la cultura. El respaldo público, de forma directa, o indirecta a través de beneficios fiscales, está justificado atendiendo a los importantes beneficios sociales -para las generaciones actuales y las futuras- que aportan los museos, así como el de las iniciativas filantrópicas, también directas o indirectas.

Hace treinta años, Feldstein se quejaba amargamente del tratamiento otorgado a los museos, incluso en la primera economía mundial: “Aunque los museos de arte son una parte vital de nuestra cultura, financieramente están relativamente ignorados, como hijastros de nuestra sociedad opulenta”. La actividad de los museos figura recogida en las cuentas nacionales dentro de la rúbrica del patrimonio, que, conjuntamente con la de archivos y bibliotecas, representa sólo un 0,14% del PIB en España. Pero sí, los museos constituyen un componente esencial para la vida en sociedad.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

15 de octubre de 2023

Pagar por no ir al gimnasio

 

En el año 2005, Stefano DellaVigna y Ulrije Malmendier publicaron una investigación con un título bastante expresivo, “Paying not to go to the gym”, que, seguramente, despierta evocaciones directas sobre experiencias propias de muchas personas. Un título claro que sintetiza de manera eficaz las conclusiones de la investigación.

El trabajo se basaba en el análisis del comportamiento, durante tres años, de unos 8.000 usuarios de gimnasios en Estados Unidos. Observaron que quienes estaban abonados pagaban un precio por visita esperada de más de $17, aunque podían pagar $10 por visita con un bono de 10 sesiones. En promedio, tales usuarios perdían unos ahorros de $700 durante su vinculación con el centro de referencia.

Por otro lado, los usuarios con abono mensual tenían un 18% más de probabilidad de permanecer enrolados por encima de un año en comparación con los usuarios comprometidos por un año. Los autores consideraban que esto era sorprendente ya que los abonados pagaban importes elevados por la opción de cancelar cada mes.

Como principales explicaciones para este tipo de comportamientos señalaban la confianza acerca de la eficiencia futura o sobre el autocontrol futuro. Los usuarios confiados sobrestiman la asistencia, así como la probabilidad de cancelación de contratos con renovación automática.




14 de octubre de 2023

El apocalipsis del bono alpino

 

Una de las preguntas típicas para medir el nivel de cultura financiera es del siguiente tenor, como se recoge en el cuestionario empleado por el Eurobarómetro:

“Si suben los tipos de interés, ¿qué les ocurrirá típicamente a los precios de los bonos?: a) Subirán; b) Disminuirán; c) Permanecerán igual, pues no hay ninguna relación entre los precios de los bonos y los tipos de interés; d) No sabe”.

Una persona que suscribiera títulos de la deuda pública a 100 años emitidos en el año 2017 por el Estado austríaco, y, con más motivo, quien comprara tales títulos en el mercado secundario en 2020 o en 2021, podría contestar dicha pregunta con pleno conocimiento de causa.

En el primer supuesto, si hubiese tenido que venderlos en 2023, habría incurrido en pérdidas del orden del 40%; de haberse tratado de un adquirente en 2020 o 2021, el deterioro habría llegado a cerca del 75%. Sí que hay, pues, relación entre los precios de los bonos y los tipos de interés.

Ya en un artículo anterior se comentaban las singularidades que concurren en un bono a muy largo plazo[1]. Ahora, como se recoge en el gráfico, adjunto, tomado del diario Financial Times, estamos ante un apocalipsis del bono alpino[2]. En cuestiones financieras, aunque a veces no se oigan, siempre están sonando las trompetas del Apocalipsis.



[1] Tiempo Vivo : Bono público centenario: ¿una rareza austríaca?, ¿una inversión temeraria? (neotiempovivo.blogspot.com).

 [2] R. Wigglesworth, “Argentina vs Austria, the smackdown of the century (bonds)”, Financial Times, 13 de octubre de 2023.


13 de octubre de 2023

La cara oculta de los tipos de interés ultrarreducidos

 

Salvo por los más recalcitrantes ahorradores libres de todo endeudamiento presente o futuro, las rebajas de los tipos de interés suelen ser recibidas con alborozo. En una situación de atonía de la demanda y de relajación en los mercados, es una medida típica para tratar de activar los flujos económicos. La intensidad de las disminuciones llevó los tipos a niveles insólitos, cercanos al cero, o incluso a introducirlos en terreno negativo, a raíz de la desalentadora “coyuntura estructural” vivida en los países occidentales desarrollados con motivo de la gran crisis financiera internacional y sus derivaciones. Durante muchos años ha prevalecido este panorama en el que el dinero tenía un precio nulo, si no negativo. Un marco idóneo para endeudarse masivamente. La apuesta fue muy fuerte, aunque de dudosa eficacia, a tenor de la parquedad de las tasas de crecimiento económico, antes de que se desatara la pandemia del coronavirus.

La política de tipos de interés ultrarreducidos es francamente beneficiosa para quienes se endeudan, ya sean familias, empresas o administraciones públicas. Sin embargo, tiene una cara oculta aderezada de notables inconvenientes. Tanto es así que Sheila Bair, expresidenta de la US Federal Deposit Insurance Corporation y asesora senior del Center for Financial Stability, llega a proclamar abiertamente que “Higher rates for longer are a good thing”. Frase ésta que da título a un reciente artículo publicado en el diario Financial Times.

Tomando como referencia el caso estadounidense, señala que, a pesar de que la Reserva Federal mantuvo el dinero gratis durante casi 14 años, en aras de estimular la economía, ese periodo de “política de tipo de interés nulo” (Zirp, por sus siglas en inglés; Ptin o Ptic en español) estuvo caracterizado por un tímido crecimiento, mayores concentraciones en los mercados, baja productividad, y una enorme desigualdad de la riqueza. La política de tipos de interés de cuantía significativa -asevera- es necesaria y llevará, después de penosos ajustes, a una economía más justa, más productiva y resiliente.

La teoría en la que se basa la Zirp es que estimula el consumo y las inversiones en capital productivo haciendo que, para empresas y consumidores, sea más barato endeudarse. La teoría no se ha confirmado en la práctica, y según algunos estudios, unos mayores tipos de interés están asociados con un mayor crecimiento económico.

Según Bair, el dinero gratis puede socavar en la práctica el crecimiento haciendo que la economía sea menos eficiente. Si no cuesta nada endeudarse, el dinero fluirá a todo tipo de usos improductivos. Se da pie, por ejemplo, a inversiones en criptoactivos, o a adquisiciones empresariales por las grandes corporaciones, con el consiguiente aumento del dominio del mercado. Por otro lado, se acentúa la desigualdad, al propiciarse un aumento del precio de activos en manos de las personas más ricas. Admite que los tipos ultrabajos de los préstamos hipotecarios han generado muchos beneficios a familias endeudadas, pero ha habido perjuicios para los arrendatarios de viviendas, que han visto como se disparaban los costes del alquiler.

El dinero gratis contribuye a la inestabilidad financiera, al generar un riesgo de crisis cuando haya que atajar la inflación. Estimula unos niveles excesivos de endeudamiento, y fomenta la asunción de riesgos para tratar de conseguir alguna rentabilidad. Cuando suben los tipos, estallan las burbujas, y los deudores muy endeudados entran en situación de impago.

12 de octubre de 2023

Claudia Goldin, Premio Nobel de Economía: "the parenthood effect"

La Real Academia Sueca de Ciencias ha concedido el Premio en Ciencias Económicas 2023 a Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard, por sus investigaciones, “que nos han aportado nuevas y a menudo sorprendentes visiones acerca de los papeles históricos y contemporáneos de las mujeres en el mercado de trabajo”.

En uno de los documentos justificativos publicados[1] se destaca, entre otras, su aportación en la explicación de la denominada “brecha salarial” entre hombres y mujeres. La difusión de las conclusiones del análisis realizado puede tener un gran impacto en la percepción social sobre esta importante cuestión[2]. A este respecto, se afirma lo siguiente: “Ahora podemos ver que la brecha de ingresos entre mujeres y hombres en los países de alta renta se sitúa entre el diez y el veinte por ciento, incluso aunque muchos de estos países tengan una legislación de retribución igualitaria y las mujeres a menudo tengan un mayor nivel educativo que los hombres. ¿Por qué se da esta situación?”.

Ante esta pregunta tan relevante e intrigante, podría hacerse una pausa y hacer sonar unos acordes musicales propios del suspense y la expectación…

Después de sortear el gráfico interpuesto, aquí reproducido, retomamos el hilo de la lectura para constatar que, en un artículo de 2010, escrito por la galardonada en colaboración con Marianne Bertrand y Lawrence Katz, se destaca que “las diferencias en los ingresos iniciales son pequeñas.  Sin embargo, cuando llega el primer hijo, la tendencia cambia; los ingresos caen inmediatamente y no se incrementan a la misma tasa para las mujeres que tienen un hijo que para los hombres, incluso si tienen el mismo nivel educativo e igual profesión”. Asimismo, se afirma que “Estudios de otros países han confirmado la conclusión de Goldin y la maternidad puede ahora explicar casi completamente las diferencias de renta entre hombres y mujeres en los países de alta renta… Puesto que las mujeres asumen a menudo una mayor responsabilidad que los hombres en el cuidado de los hijos, por ejemplo, esto hace que la progresión en la carrera profesional y los incrementos salariales sean más difíciles”.




[1] The Royal Swedish Academy of Sciences, “The Price in Economic Sciences 2023”, Popular Science Background.



10 de octubre de 2023

El otro espíritu holmesiano

El espíritu holmesiano es algo inherente a cualquier investigador, a cualquier estudioso que se afane por descubrir las claves explicativas de los hechos salpicados de misterio, intriga o desconocimiento. Ese espíritu empuja sin cesar cuando se inicia un proyecto y se quiere llegar a alguna meta, por muy intenso que sea el esfuerzo necesario. Mientras mayores son los retos más se hace notar. Es el ingrediente imprescindible para no claudicar ante las dificultades. Pero hay también otro espíritu que se activa una vez que se alcanza, en su caso, la meta. Es entonces, si llega esa anhelada situación, cuando se erige una barrera inexpugnable que lleva a olvidar o incluso anular lo ya acontecido. Se ha cerrado un capítulo y ya sólo hay que mirar hacia adelante, sin volver la vista atrás.

“Tal vez podría darme, de memoria, una idea del curso de los acontecimientos”, le dice Watson a Holmes, ya en la recta final de “El sabueso de los Baskerville”. A lo que el detective contesta: “Ciertamente, aunque no le garantizo que recuerde todos los detalles. La intensa concentración mental tiene un modo curioso de borrar todo lo que pertenece al pasado. El abogado que conoce un caso al dedillo y es capaz de discutir con un experto todos los detalles, encuentra que una o dos semanas después del juicio lo ha borrado de nuevo de su mente. Así, cada uno de mis casos desplaza el anterior…”.

A veces, no se trata de un proceso mecánico o natural, sino que es un producto de la voluntad de superar un pasado marcado por la desafección, la desazón o la pesadumbre. Algunas experiencias son lo suficientemente dolorosas como para volver a sufrirlas, ni siquiera en el recuerdo. 

9 de octubre de 2023

Gratitud por honores inmerecidos

 

Apenas me acordaba, pero en una época ya muy lejana, allá por mediados de los años setenta, surgió en Málaga un pequeño colectivo informal al que alguien bautizó como “GPS”, nombre inspirado en una barriada para la que el Monte Coronado es una emotiva referencia visual. Era algo más que un simple grupo juvenil; era tal vez una cuestión de coincidencia generacional o incluso genética, de identificación con el encumbramiento del arte y la cultura. La pertenencia a aquel grupo marcó en buena medida la trayectoria de sus integrantes y de otras personas allegadas. Con el paso del tiempo, el colectivo se fue desdibujando en cuanto a su actividad de carácter presencial, no así respecto a su rango formal, que nunca tuvo, pero su espíritu y los lazos afectivos siempre se mantuvieron vivos.

Eran sus artífices dos artistas irreductibles, dos apasionados ensayistas contagiados por un impulso irrefrenable para la creación y la innovación, que se resistían fieramente a claudicar ante los moldes y los corsés de la corrección estilística. Uno en el mundo de la música, otro en el de la literatura; ambos en la mixtura creativa. Ninguno tuvo nunca un camino fácil, ni para haber llegado hasta allí, ni a partir de entonces, pero ninguno abandonó su empeño ni se dejó amedrentar por las inclemencias del tiempo.

Medio siglo ha pasado desde aquellas fechas en las que todavía era un ilusionado e ingenuo teenager. A lo largo de ese período se ha mantenido imperturbable su pasión desmedida, los obstáculos no han sido pequeños, pero ahí está el fruto de su quehacer. Puede que no hayan conquistado las cimas del mercado, que sus obras no encabecen las listas de best sellers ni copen los programas de las mejores salas de conciertos, mas la originalidad de sus creaciones los lleva a descollar en las cotas de autenticidad, en la experimentación de nuevos estilos y técnicas, y en la apertura de nuevos horizontes musicales y literarios. Arte ardiente desde las entrañas, sin túnicas sagradas ni redes de seguridad. El arte y la creación como valores absolutos.

Dentro de aquel pequeño grupo, mi única cualidad reconocida era la de admirador del arte y la cultura. Claro que hubiese preferido situarme en el lado creativo, pero, al fin y al cabo, tampoco me puedo quejar. Es aquel un don no desdeñable, que tiende a acrecentarse con los años. Ahora, este año escrito y descrito con renglones torcidos me encuentro con dos inesperados regalos, con dos dedicatorias tan inmerecidas como sumamente apreciadas, en una y otra esfera, musical y literaria, de los dos “artistas con denominación de origen GPS”: la obra musical “Málaga la bella”, compuesta por Rafael Díaz, y la obra literaria “Azul griego”, escrita por Juan Ceyles.

Abrumado por tan grande honor, recuerdo la imagen de la caída del sol tras la cima del Monte Coronado. Eran tardes de primavera, cuando volvía del colegio. Entonces me preguntaba qué me depararía el futuro, pero hoy no encuentro el rastro de los sueños infantiles.

8 de octubre de 2023

Ética fiscal, educación tributaria, y educación financiera

 

Al igual que el nivel de cultura financiera de la población tiene importantes repercusiones para la estabilidad financiera global de un país, el nivel de conocimientos tributarios puede también tenerlos para el alcance recaudatorio efectivo del sistema tributario. Su mayor impacto puede obedecer a su posible efecto sobre la ética tributaria o fiscal. Se entiende por ésta la motivación intrínseca para pagar impuestos, o la voluntad de contribuir de esta forma a la sociedad. La OCDE considera que la ética tributaria es un aspecto vital del sistema tributario, que descansa en el “cumplimiento voluntario” de los contribuyentes. La educación tributaria consiste en la transmisión de conocimiento a los contribuyentes acerca del sistema fiscal.

Son tres los elementos esenciales que fomentan el cumplimiento tributario: a) la disuasión del incumplimiento fiscal, asociada a las sanciones y otros riesgos que asumen quienes incumplen sus obligaciones tributarias; b) la ética tributaria; y c) la educación tributaria.

Aun cuando la ética tributaria suele utilizarse como un concepto unitario, puede concebirse más adecuadamente, según sugieren Luttmer y Singhal, como un conjunto de motivaciones que subyacen al cumplimiento fiscal: i) motivación intrínseca; ii) reciprocidad (el pago de impuestos depende de la relación del individuo con el Estado); iii) efectos de las personas en situaciones similares e influencias sociales; iv) factores culturales a largo plazo; y v) imperfecciones de información y desviaciones de la maximización de la utilidad (por ejemplo, los individuos pueden interpretar erróneamente la probabilidad de ser descubiertos en la evasión de impuestos o pueden tener aversión a las pérdidas).

Hay un cuerpo creciente de investigaciones que demuestran que hay una relación significativa y positiva entre la ética tributaria y el cumplimiento fiscal en los países desarrollados y en desarrollo. Según la OCDE, hay factores socioeconómicos e institucionales que ayudan a explicar la ética tributaria de los individuos, que es superior en los siguientes colectivos: individuos con mayor nivel educativo, mujeres, personas de mayor edad, ciudadanos del país donde residen, individuos que declaran tener fe o una identidad religiosa, individuos que creen vivir en una sociedad meritocrática, quienes confían en su gobierno nacional, quienes consideran que la redistribución fiscal es esencial, y quienes perciben la democracia como el mejor sistema de gobierno para su país.

Entre las conclusiones alcanzadas se incluye el respaldo a la existencia de un “contrato fiscal”. Esto es, aunque prevalezca el principio impositivo de la capacidad económica, debe haber una cierta conexión entre las contribuciones al erario, y los servicios y prestaciones que se reciben del sector público. Asimismo, se señala que hay una amplia gama de instrumentos y enfoques que pueden ayudar a forjar la confianza en el contrato fiscal y en el gobierno en relación con la tributación. Entre estos se incluye una vinculación más explícita entre la vertiente de los ingresos y la de los gastos, una mayor transparencia presupuestaria, y la rendición de cuentas.

La educación cívico-tributaria constituye una forma de proporcionar a los ciudadanos los conocimientos e instrumentos necesarios para comprender el sistema tributario, reforzar la ética tributaria y, en último término, mejorar el cumplimiento de las obligaciones en materia impositiva.  En España, la Agencia Tributaria (AEAT) viene desarrollando, desde el año 2003, un programa de esta naturaleza. En la página web oficial de la AEAT está disponible el Portal de Educación Cívico-Tributaria, que contiene material didáctico para diversos niveles educativos. El despliegue de contenidos, material bibliográfico, glosarios, ejercicios y actividades es sumamente amplio, todo ello de gran interés pedagógico. Abundan las ilustraciones sobre el entorno administrativo, económico y social, así como sobre conceptos e instrumentos auxiliares, como los cálculos matemáticos.

La importancia del sistema impositivo justifica la puesta en marcha de programas específicos de educación tributaria, pero la vertiente de la fiscalidad está llamada a formar parte, de manera irrenunciable, de los programas de educación financiera. No ya sólo por la incidencia de los impuestos en la determinación del rendimiento financiero-fiscal de los instrumentos financieros o del coste neto de las opciones de financiación, sino también como soporte esencial del sector público, y condicionante de la posición económica neta de familias y empresas. En la transmisión de conocimientos existen también economías de alcance y de escala potenciales que, dadas las limitaciones de tiempo y de recursos, no deben desaprovecharse.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

7 de octubre de 2023

El laberinto de la taxonomía fiscal en perspectiva histórica

 

El conjunto de ingresos públicos constituye un complejo entramado integrado por una plétora de figuras sumamente heterogéneas en cuanto a su denominación. El panorama se simplifica notoriamente a tenor del predominio de algunas categorías en términos de aportación de recursos. Una visión global nos muestra un sistema dominado por unas pocas rúbricas de impuestos, pero esa aparente simplicidad esconde una amalgama de las más variadas exacciones. Nos encontramos con un paisaje laberíntico que, en algunas zonas, sorprende con areas movedizas. Basta acudir a alguno de los esquemas clasificatorios nacionales o internacionales para tomar conciencia de la situación, y no digamos si pretendemos delimitar claramente, en el caso español, los ámbitos de las prestaciones patrimoniales de carácter público, los tributos y los ingresos públicos no tributarios[1].

Sin embargo, no puede decirse que la diversidad terminológica en el terreno fiscal naciera ayer. Ya en El Quijote encontramos rastros de que los recursos públicos respondían a diferentes nombres[2]. A mayor abundamiento, como recoge Gonzalo Higuera en un señalado y docto artículo, algunos integrantes de la Escuela de Salamanca “en sus tratados nos ofrecen más de una treintena de nombres singulares de tributos… número que podemos redondear con otras añadiduras que no recogieron, o que fueron posteriores”[3].

En una nota a pie de página de dicho artículo se recogen las siguientes denominaciones examinadas por los tratadistas escolásticos: “gabella, census, tributum, vectigal, pedagium, guidagium, alcabala, pensio, tallia, collecta, praestantia (praestatio), angaria, parangaria, munus, telonium, imposito, portorium (portazgo), indictiones, superindictiones, canon, oblatio, servitium ordinarium et extraordinarium, assissium (sisa), moneda forera, martiniega, marzazgo, derramas, pedidos, emprestidos, pecho, aduana, exactio, salinarium, stipendium, decima…”.

A tenor de semejante despliegue, no puede decirse que el oficio de recaudador fuera sencillo, ni quedara exento de riesgos, como el propio autor de El Quijote pudo comprobar en su azarosa y amarga experiencia. No obstante, los eventuales inconvenientes y los riesgos asociados no llegaron a frenar las aspiraciones de Teresa Panza, quien, en una de sus cartas mientras su marido ejercía de gobernador, le confiesa que “no pienso parar hasta verte arrendador o alcabalero, que son oficios que aunque lleva el diablo a quien mal los usa, en fin en fin, siempre tienen y manejan dinero” (El Quijote, Parte II, cap. LII).



[2] Vid.: “El Quijote y los tributos: la fiscalidad en la época de Cervantes”, eXtoikos, número especial, 2016.

[3] Vid. G. Higuera, “Impuestos y moral en los siglos XVI y XVII”, Miscelánea Comillas, núm. 40, 1963.

5 de octubre de 2023

La conversión de Saulo en el ámbito fiscal

 

“Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor… Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor…”. La eficacia narrativa de los textos bíblicos llega a una de sus cotas más altas en el relato de la conversión de Saulo, inmortalizada en los Hechos de los Apóstoles. Contiene una lección útil. La aparente inmutabilidad de creencias y sentimientos personales puede verse alterada de manera súbita ante una luz temporalmente cegadora que, sin embargo, ayuda a redescubrir el mundo. Seguramente hay experiencias, propias y ajenas, que pueden esgrimirse frente a los escépticos.

Y no es descartable que una semejable haya acontecido en Portugal, país que cuenta con significados antecedentes de prodigiosas luces reveladoras. Difícilmente podría explicarse de otra manera que, de forma tan inesperada, se haya recuperado en la esfera gubernamental de ese país el sentido de la justicia fiscal. El anuncio, efectuado, además, fuera de los círculos parlamentarios, apunta a la supresión de un régimen fiscal que se ha demostrado bastante efectivo para atraer a grandes acaudalados de otros países. Mediante apreciables ventajas tributarias se trataba de inducirlos a fijar allí su residencia fiscal.

El principio impositivo de igualdad es un pilar esencial de la justicia fiscal que plantea un doble requerimiento, el de la equidad horizontal y el de la equidad vertical. La primera exige que dos personas, en igualdad de condiciones, reciban el mismo tratamiento tributario. Por definición, si en un país se aprueba una norma que otorga un trato fiscal ventajoso a personas que, cumpliendo ciertos requisitos, pasen a fijar su residencia en su territorio, se vulnera ineludiblemente la equidad horizontal: un residente anterior y otro nuevo que tengan la misma renta pagarían distintas cantidades de impuesto.

El análisis puede ser algo diferente desde la perspectiva de la recaudación. Antes de la medida de incentivación, la Hacienda del país sólo podía contar con los recursos provenientes de los residentes “fijos”; con la medida saldrá ganando, si logra atraer a nuevos residentes, aunque aporten cuotas tributarias bonificadas.

¿Por qué, históricamente, países con una larga tradición igualitaria impulsaron un impuesto dual sobre la renta, que establece una discriminación entre las rentas del trabajo, que son gravadas con una tarifa progresiva con tipos de gravamen elevados, y las rentas del capital, gravadas con un tipo fijo comparativamente mucho más bajo? Es una pregunta típica a los alumnos cuando se explica ese modelo impositivo, que, adaptada, puede aplicarse en el contexto antes descrito.

Pueden influir diversos factores, pero hay uno potencialmente relevante, la distinta elasticidad de la “oferta de los contribuyentes” respecto a su tratamiento fiscal, es decir, cuál es la capacidad de los perceptores de renta para desplazarse de un sitio a otro en función de la carga tributaria. Dos personas con una renta, por ejemplo, de 300.000 euros anuales no están, estrictamente, en las mismas condiciones, “no son iguales”, si una está asentada en un país, sin posibilidad de deslocalización, y otra dispone de facilidades para establecerse en cualquier país.

Ante este tipo de situaciones, en relación con los programas de atracción de “impatriados”, cabe plantearse algunos interrogantes: ¿qué prefieren los responsables de la recaudación tributaria?, ¿qué prefiere un contribuyente nacional estable: i) que no se establezcan tales programas, que no se instale en el país ningún extranjero (no residente), y, por tanto, que no se obtenga recaudación alguna por esta vía, o ii) que sí se pongan en marcha, surtan efecto, y que haya personas que aporten al erario, aunque menos que un contribuyente nacional con la misma renta?

Es oportuno realizar una comparación de los distintos regímenes tributarios, pero, antes de eso, es preciso despejar dudas fundamentales en el plano filosófico.

4 de octubre de 2023

El marco de competencias financieras para niños y jóvenes en la Unión Europea

 

En 2022, la Unión Europea aprobó el marco de competencias financieras para adultos[1]. Ahora, coincidiendo con la celebración del Día de la Educación Financiera, ha difundido el marco de competencias financieras para niños y jóvenes[2]. El planteamiento es mimético respecto al establecido para los adultos, con lo que los contenidos quedan estructurados en las cuatro áreas habituales utilizadas por la OCDE: Dinero y transacciones, Planificación y gestión de las finanzas, Riesgo y retribución, y Entorno financiero. Asimismo se incorporan una serie de dimensiones transversales (competencias en finanzas digitales, en finanzas sostenibles, en ciudadanía, en emprendimiento, y competencias relevantes cuando se llega a la edad adulta).

Las competencias se presentan de manera diferenciada para tres grupos de edad: de 6 a 10 años, de 11 a 15 años, y de 16 a 18 años.

Como otros marcos anteriores, este nuevo resulta de gran utilidad para el diseño de acciones formativas orientadas a los colectivos más jóvenes. Cuando se efectúa un repaso inicial de cuáles son los temas incluidos en las referidas áreas de contenidos, es difícil no verse sorprendido por el alcance de los que se prescriben para los niños de 6 a 10 años. Ya para tan temprana edad se prevé la impartición de conocimientos relacionados con el valor del dinero en sus diversas expresiones, las fuentes de la renta familiar, los métodos para movilizar el dinero, el concepto de presupuesto, el interés de los depósitos bancarios, la finalidad de las pensiones, los préstamos, las fuentes de riesgo, el papel de los impuestos, o los criptoactivos.

No se hacen, pues, concesiones ni siquiera a los parvulitos. La exigencia les afecta de lleno, sin tregua alguna. Los niños en tan delicada edad tienen ante sí un reto formativo, que es mayor para los formadores, quienes han de idear acciones creativas e innovadoras que les permitan asimilar conocimientos de forma amigable, disfrutando y sin apenas darse cuenta. Como se indica en el documento publicado (pág. 4), “la mayoría de las formaciones de hábitos, incluyendo los hábitos financieros, ocurren a una temprana edad, y los hábitos financieros malos son difíciles de corregir más tarde en la vida”.



[2] “European Union/OECD (2023), Financial competence framework for children and youth in the European Union”.


1 de octubre de 2023

El coste del reembolso anticipado de un préstamo hipotecario

 

Cabe pensar que un solicitante de un préstamo hipotecario que haya leído el artículo de The Economist referido en una reciente entrada de este blog tienda a descartar la opción del tipo de interés fijo. No en vano se señala en él que la suma adeudada para compensar al prestamista, en caso de reembolso del capital tomado a préstamo, sería muy elevada (“a lot”). La razón es que se parte de que dicha compensación consistiría en la diferencia entre el tipo de interés del préstamo y el tipo de interés de mercado en el momento del reembolso, multiplicada por una cifra representativa del saldo remanente y por el número de años que se anticipan.

En España, la Ley 5/2019, de 15 de marzo, reguladora de los contratos de crédito inmobiliario, prevé el abono de una compensación al prestamista, pero por una cuantía mucho más comedida. Así, cuando se trata de préstamos a tipo fijo, la compensación tiene un límite de un 2% sobre el capital reembolsado, si el reembolso se produce durante los primeros diez años, y del 1,5%, si tiene lugar a partir del décimo año.

La Ley 5/2019 (art. 23) determina que “La pérdida financiera sufrida por el prestamista… se calculará, proporcionalmente al capital reembolsado, por diferencia negativa entre el capital pendiente en el momento del reembolso anticipado y el valor presente de mercado del préstamo”, con los límites señalados.

Retomamos el ejemplo comentado en la referida entrada de blog, relativo a un préstamo de €200.000 a 30 años, a un tipo de interés fijo del 5% anual, y que se va a reembolsar cuando el tipo de interés ha bajado al 2%.

Si, por ejemplo, el préstamo se reembolsa al término del año 9º, el coste máximo a asumir por el prestatario sería el siguiente: 2% x 167.792 = €3.356; si el reembolso se produce al término del año 15º: 1,5% x 135.768 = €2.037. Nos encontramos con cantidades no desdeñables, pero, desde luego, no prohibitivas en la línea alertada ("a lot") por The Economist.

Las cantidades pendientes de amortizar se han obtenido del Simulador financiero de Edufinet. Con la ayuda de éste podemos calcular la diferencia entre los pagos de un préstamo por el período restante de 21 años, a tipos de interés del 5% y del 3%.

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