Una de las
aportaciones más destacadas de Richard Thaler (Premio Nobel de Economía 2017) es
el análisis del papel de los denominados “empujoncitos” o “acicates” (“nudges”)
en la promoción de determinados comportamientos individuales. Thaler puso de
manifiesto la importancia del contexto de la toma de decisiones y cómo la
incorporación de estímulos o elementos de referencia puede tener una gran
influencia en las elecciones adoptadas.
A veces se
trata de algo tan simple como asegurar que la información básica está
disponible de manera clara y efectiva. En el caso de los productos financieros,
es de utilidad que exista una categorización por niveles de riesgo y que se
conozcan indicadores clave, bien calculados, sobre la rentabilidad o el coste
efectivos. En otras ocasiones, las elecciones se ven “facilitadas” mediante un
procedimiento “ventajista” consistente en plantear “opciones por defecto”, en
el sentido de que si, pasado un plazo, el individuo no manifiesta otra cosa,
asume la opción presentada. Es una de las fórmulas utilizadas para fomentar las
aportaciones a los planes de pensiones de empleo.
También en
el campo de la seguridad vial la utilización de “nudges” puede tener relevancia.
Así, ante el riesgo, para la integridad de los peatones, de las maniobras de
cambios de dirección por los conductores de automóviles, la realización de
pequeñas modificaciones en la trayectoria, mediante elementos físicos, puede
tener un impacto notable. Mientras que las pautas derivadas del conocimiento
pueden ser obviadas en momentos de estrés, los condicionantes de origen físico
dan a los conductores una retroalimentación sensorial inmediata.
En algunos
países, las intervenciones basadas en “acicates” se han expandido rápidamente
desde la esfera de los estudios académicos a aplicaciones a gran escala por
parte de unidades gubernamentales especializadas. Los estudios disponibles apuntan
que el impacto medio de los “acicates” es bastante grande. Se constata un
efecto de más un 30% de incremento respecto al comportamiento de los grupos de
control, a los que no se aplican los estímulos.
La
pandemia del coronavirus, además de todo el padecimiento causado, ha
significado un enorme experimento natural en numerosos apartados concernientes
a los ámbitos gubernamental, empresarial, social, familiar e individual.
Durante el prolongado período de incidencia de la enfermedad, sucesivamente
ampliado, mediante un procedimiento de prueba y error, se han llevado a la
práctica diversas estrategias basadas en “acicates”. La experiencia es muy
variada según geografías, pero, como señala Ravi Gurumurthy, primer ejecutivo
de Nesta, agencia de innovación del Reino Unido, que ha absorbido la denominada
“The Nudge Unit”, “a escala mundial, la experiencia de afrontar la Covid ha
demostrado que, cuando se aplican adecuadamente, los conocimientos conductuales
pueden funcionar… Cuando la ciencia del comportamiento fue incorporada como
parte de la respuesta a la pandemia, los resultados fueron positivos”.
La
creación del modelo mental acerca de la transmisión del virus ha jugado un
papel importante, así como la valoración de la tolerancia de los ciudadanos al
mantenimiento de restricciones. La aplicación del principio de hacer que sea
más fácil seguir las pautas más adecuadas desde un punto de vista sanitario,
rediseñando el entorno físico, ha tenido efectos positivos en países como Corea
del Sur. Por otro lado, se ha puesto de relieve el poder de las normas
sociales. Algunas pautas se extienden o se mantienen por el deseo de adaptarnos
a lo que otras personas perciben como algo típico o deseable.
Con
carácter general, el diseño de los servicios y el uso del análisis de datos
para perfilar medidas de estímulo eficaces pueden ser de gran utilidad con
vistas al logro de objetivos de interés social, tales como la protección del
medioambiente, el cuidado de la salud o la previsión de riesgos. Las políticas
de “acicates”, adecuadamente diseñadas, pueden ser alternativas más simples,
eficaces y baratas que otras basadas en intervenciones públicas convencionales
articuladas en programas de gastos e impuestos. No obstante, conviene
establecer una clara diferenciación entre los conocimientos del comportamiento
y los “acicates”. No hay garantía de que los primeros lleven necesariamente, en
la práctica, a unos buenos mecanismos inductores. En España, ha habido alguna
controversia respecto a la traducción de “nudge”, pero nuestro idioma
diferencia entre empujocinto, empujón y empujonazo.
(Artículo
publicado en el diario “Sur”)