Hard times. Tiempos difíciles. El título de la
célebre obra de Dickens sirve para sintetizar la situación que hoy vive su
país. Tanto la economía, como los ciudadanos y también el gobierno. Así lo
expresa con claridad Martin Wolf, en un artículo en el que, en curiosa
coincidencia con el diputado tory David Davis aquí referido hace poco,
habla del foolish tax rise on the way, que no vendrá sino a empeorar las
cosas[1].
Pero quizás lo más destacable del texto es la rotundidad con
la que defiende la contención salarial como vía más efectiva y menos dolorosa
para doblegar una inflación que trepa a un ritmo bastante peligroso: “Si la
gente se dedica al juego de pasar la pelota, insistiendo en obtener mayores
salarios a fin de contrarrestar las rentas reales reducidas, el resultado sería
un estrangulamiento de los beneficios, que dañaría la inversión, o causaría una
espiral inflacionaria, que perjudicaría a casi todo el mundo”.
En este sentido, considera que la recomendación del gobernador
del Banco de Inglaterra, de que “se necesita ver una moderación de los
incrementos salariales… con vistas a resolver este problema [inflación] más rápidamente”,
aunque sea “ciertamente impopular y probablemente sin utilidad”, “analíticamente
es acertada”: “cuanto más busquen los asalariados restaurar su poder de compra
en una economía golpeada por estas pérdidas impuestas externamente [precios de
la energía], más alta será la inflación y más despiadado el endurecimiento
monetario requerido”.
Tiempos difíciles, pero Wolf no elige la referencia dickensiana
para su artículo, sino que opta por otra shakesperiana. Ya se sabe, las
desgracias nunca vienen solas… Y, desafortunadamente, los tiempos difíciles
pueden llegar a serlo aún más.