31 de mayo de 2021

El pasado a veces se confunde con el presente

 

“El más temible es el [grupo de republicanos] del señor [X], llamado progresista. La denominación no es muy clara. Ni puede serlo, no habiendo claridad en las ideas. Lo que distingue a este grupo es la acción, el propósito de establecer la república a todo trance y por cualquier medio. Después se verá. El señor [X] tiene, pues, un objetivo bien claro y definido, y a él va sin vacilaciones ni tiquismiquis.

… El señor [X] es un tipo muy extraño. Carece en absoluto de toda brillantez intelectual. No es orador; no entiende de teorías ni de filosofías. Tiene la rudeza del labriego y sus formas rudas. Sus partidarios sostienen que es la voluntad más enérgica que ha producido este país en los últimos tiempos. La falta de atractivos intelectuales está compensada en él por el don de la astucia, que posee en altísimo grado.

… Una de las cosas que mejor demuestran la marrullería de este sectario furibundo es la obstinación con que sostiene su ostracismo”.

Recibí en mi correo personal, hace ya bastantes días, este texto, seguido de una lacónica nota: “¿Quién puede ser el señor X? No te será fácil identificarlo, pero recuerda que el pasado a veces se confunde con el presente. Afectuosamente, Pericles (pero no, no soy el Pericles de Casabermeja)”.

Siempre me han gustado los enigmas y acertijos. En este caso se plantean por partida doble, por un lado, el relativo a la persona que lo lanza, al parecer la misma que, en mayo de 2020, remitía una adivinanza filosófica (BTV, 12-5-2020); por otro, el concerniente al contenido del mensaje transcrito. Como señala el remitente, no es una tarea fácil, y la pista aportada no es demasiado explícita. Ya me gustaría que Pericles, el “auténtico”, me echara una mano. Quizás vuelva a verlo pronto, con motivo de la conmemoración del 175º aniversario de la creación del Instituto provincial de Málaga. El martes tengo previsto acudir al Instituto de Martiricos, y tal vez allí pueda encontrar alguna inspiración.

La última vez que, como alumno, estuve en la biblioteca del venerado centro fue para consultar la novela “À la recherche tu temps perdu”.

30 de mayo de 2021

La incidencia de la fatiga en la toma de decisiones

 

Que la fatiga influya en el rendimiento laboral no parece que sea un gran descubrimiento. La comprobación de cómo aquélla afecta de manera concreta a la toma de decisiones sí reviste mayor interés. El sentido de las decisiones puede exhibir un marcado perfil temporal ajustado al ciclo del rendimiento a lo largo de la jornada laboral. Es lo que se desprende de la investigación reseñada en la columna Bartleby del número de The Economist de la última semana de mayo[1].

Así, en una investigación realizada por Tobias Baer y Simone Schnall[2], de la Universidad de Cambridge, “tomar decisiones a lo largo de períodos de tiempo extendidos es “cognitively taxing[3]” y puede llevar a una fatiga en la decisión, que esté vinculada a una preferencia a la opción ‘por defecto’, esto es, cualquier decisión que implique el esfuerzo cognitivo relativamente menor”.

En el estudio se evalúa la magnitud de las consecuencias negativas de la fatiga decisoria en el sector de las finanzas, concretamente en el proceso de resolución de solicitudes de crédito. En el caso examinado, los analistas financieros estudian 46 propuestas al día. Comienzan su trabajo entre las 8 y las 10 de la mañana, tienen el almuerzo entre las 13 y las 15 horas, y acaban a las 18 horas. Los investigadores encontraron evidencia de que la tasa de aprobación decae significativamente entre las 11 y las 14 horas, a medida que se aproxima la hora del almuerzo, luego se recupera a partir de las 15 horas, para decaer de nuevo en las dos últimas horas de trabajo.

A fin de cuantificar la pérdida económica asociada a la variabilidad en las decisiones constatada, efectúan una simulación de los ingresos adicionales que podría haber obtenido el banco de haberse analizado todas las operaciones durante las primeras horas de trabajo. La cifra obtenida asciende a medio millón de libras al mes.

El artículo de The Economist se hace eco de comportamientos diferentes en otras actividades en función del momento de la jornada laboral (vistas judiciales, prescripciones médicas, conducción de vehículos…). La actividad mental puede abocar a un agotamiento físico, por lo que las pausas (como resolver un crucigrama) pueden ser primordiales. Para The Economist, que no se permitan algunos pasatiempos en el lugar de trabajo “es irónico puesto que es improbable que perturben a otra persona, mientras que conversar con un colega… es visto como una diversión perfectamente aceptable”. Y concluye que “la lección para los gestores es que lo que parece que puede ser holganza es realmente un instrumento útil para mantener la productividad”.

Y hay otro aspecto relacionado no tanto con la fatiga como con el esfuerzo que puede tener una notable incidencia en la presentación de informes y propuestas. Cuando el formato es claro, sistemático y fácilmente entendible, es más probable que surjan objeciones. Por el contrario, cuanto menos se entienda, la probabilidad de ver allanado el camino es mayor. Emitir cualquier opinión requiere conocimientos, competencias, dedicación, y entendimiento. Los costes de la emisión de opiniones se relacionan positivamente con el recurso a tales ingredientes. Por supuesto, la antelación con que se disponga el documento y el momento en el que se exponga pueden tener también, en la práctica, bastante importancia.



[1] “The dangers of decision fatigue”, The Economist, 29 de mayo de 2021.

[2] “Quantifying the cost of decision fatigue: suboptimal risk decisions in finance”, Royal Society for Open Science, 7 de abril de 2021. Por cierto, se trata de “Open Science” y no de “Open Finance”, como se recoge en el artículo de Bartleby, tal vez afectado por alguna fatiga transitoria.

[3] Quizás sea mejor no buscar esta expresión en un diccionario en la web, ni atenernos a su literalidad. Podemos contentarnos con asumir que es agotador cognitivamente.


29 de mayo de 2021

Un nuevo faro en el horizonte urbano: extranjero en mi ciudad

 

Deambular por las calles del centro de nuestra ciudad de toda la vida es un acto altamente apreciable, especialmente como parte de una ceremonia de reconciliación con nuestro pasado. Aunque a veces nos duelan las heridas que el paso del tiempo, sin misericordia, ha ido infligiendo.

Si antes era ya un acto esporádico y atípico, la pandemia lo ha convertido en una reliquia casi olvidada. Por eso, cuando, después de un prolongado período, uno trata de redescubrir viejas rutas se ve a sí mismo como un visitante foráneo. Con los años, ha habido que asumir que somos extranjeros en nuestra propia ciudad. Es una sensación extraña que nos deja confundidos, sin saber a ciencia cierta si lo que ahora percibimos son nuevas realidades o más bien perfiles que antes habían pasado inadvertidos. Una mezcla de nostalgia y de percepción de la levedad de lo que una vez creíamos que eran piezas inmutables.

Las fotografías, ya borrosas, del pasado pugnan con las imágenes que ahora nos impactan, y nos vemos inclinados a creer que nos hemos transmutado a otros espacios o que aquellas vivencias fueron una simple ilusión.

Como cada día, me disponía a salir del garaje para afrontar una nueva jornada. Aún no había amanecido. Después de la leve lluvia nocturna, las calles estaban todavía mojadas. La sorpresa fue mayúscula, y a punto estuve de atropellarlo. Hacía meses que no lo veía. Se limitó a pedirme disculpas por su prolongada ausencia y me pidió encarecidamente que lo acercara al Puerto, donde, decía, tenía que hacer algo muy importante, ver el amanecer. O, al menos, es lo que interpreté. Su dominio del español no parecía haber mejorado mucho desde la última vez, cuando me lanzó extrañas advertencias.

Mis reticencias iniciales fueron considerables, pero, a las primeras de cambio, tan singular pasajero se acomodó en el asiento delantero.

Sin tener que solicitárselo, empezó a contarme sus últimas aventuras y, por fin, me enteré de que se llamaba Edmundo. A partir de entonces apenas recuerdo nada, tan sólo una mezcla de escenas de mis anteriores encuentros con el personaje.

Quise luego preguntarle algunos detalles que no comprendía, pero no encontré a nadie a mi lado. Me vi en las inmediaciones de lo que se me antojaba que era la avenida del Parque, en la que no había ningún otro vehículo. El silencio era absoluto.

Al verlo en la distancia fue como un shock. Por un instante, no sé por qué, pensé que había regresado a Tenerife, y que continuaba perdido en Punta de Teno, subyugado por el conmovedor paisaje. Un faro se alzaba en las alturas, como suspendido sobre una base imprecisa. Sin poder parar, seguí mi rumbo por la ruta desierta. Pronto me encontré con perfiles arquitectónicos familiares, y quise creer que a la Farola le había salido un competidor cercano.

La magia se desvaneció pronto y las formas recuperaron su compostura habitual. Aun así, la cúspide de la Equitativa se alzaba majestuosa en la quietud de la madrugada.

El Sol estaba ya alto cuando me desperté. Estaba sentado junto a mi escritorio. Desorientado, tenía la sensación de que era un extranjero en mi ciudad, pero, pese a todo, seguía sintiendo una gran devoción por ella. Sé que hoy tenía que entregar algún trabajo, pero compruebo que mi cuaderno de notas está en blanco. Junto a él veo unos apuntes y unos esquemas sobre el teorema de la imposibilidad de Arrow.

Aterrorizado, me doy cuenta de que tenía clase en la Facultad. Angustiado, salgo corriendo para el campus, pero no sé si llegaré a tiempo. Aunque me surge la duda de si hoy tocaba sesión telemática.




28 de mayo de 2021

La agenda de la política impositiva de la Unión Europea: BEFIT en el horizonte

 

A mediados del presente mes de mayo, la Comisión Europea ha adoptado una comunicación dirigida al Parlamento y al Consejo de la Unión Europea (UE)[1] en la que se trazan las líneas maestras del marco fiscal de las empresas en las décadas venideras.

Inicialmente el texto se hace eco de cómo se ha alterado el contexto de la política impositiva empresarial de la UE en el curso del último año. La irrupción de la pandemia del coronavirus ha tenido lugar en un escenario en el que se venían manifestando importantes tendencias económicas y sociales (envejecimiento poblacional, cambio climático, deterioro medioambiental, globalización, y transformación del mercado de trabajo).

Al margen de las repercusiones de estos cambios en la configuración de las bases imponibles, se hace alusión a la existencia de un “consenso” en el sentido de que los conceptos fiscales fundamentales de la residencia y de la fuente, en los que ha venido basándose el sistema impositivo internacional durante el último siglo, han quedado desfasados. En el contexto actual, las discusiones internacionales van encaminadas a lograr una solución global a la reforma de la fiscalidad de las corporaciones en el ámbito internacional, sobre la base de una reasignación de los derechos de imposición y de una tributación efectiva mínima.

La Comisión se encomienda a tres principios básicos –meramente enunciativos- como inspiradores de la agenda impositiva de la UE: justicia, eficiencia y simplicidad. Cómo no, no falta una mención explícita al propósito de apoyar “la recuperación y la transición verde y digital mediante la creación de un entorno conducente a una inversión y un crecimiento justos, sostenibles e intensivos empleo”.

A tal efecto, dos son las prioridades: i) posibilitar un crecimiento sostenible y justo (European Green Deal, agenda digital, nueva estrategia industrial, unión de los mercados de capital, y fiscalidad verde); ii) asegurar una tributación efectiva (lucha contra el fraude, la evasión y la elusión fiscales, nuevos recursos propios para la UE, mecanismo de ajuste por carbono en frontera, impuesto digital, e impuesto sobre transacciones financieras).

Estas líneas de reforma tendrán importantes implicaciones en el ámbito empresarial. A este respecto, se pretende que la carga fiscal sea distribuida equitativamente entre empresas y que la renta gravable sea compartida de forma equitativa entre diferentes jurisdicciones. Sin perjuicio de ello, se propugna que el sistema global sea simple, a fin de reducir los costes de cumplimiento, y que facilite la inversión y el crecimiento. Igualmente se aboga por que el sistema fiscal minimice las distorsiones no intencionadas de las decisiones empresariales.

Especial atención se presta al marco internacional de la tributación empresarial. La referencia a las iniciativas de la OCDE es ineludible, centrándose en el denominado Pilar 1 (reasignación parcial de los derechos de tributación) y en el Pilar 2 (tributación efectiva mínima de los beneficios de las multinacionales).

Más allá de los acuerdos de la OCDE, se traza la agenda fiscal para los próximos dos años. En aras de lograr una mayor transparencia pública acerca de los impuestos pagados por los grandes actores económicos, se plantea aprobar la publicación anual del tipo efectivo del impuesto sobre sociedades de las grandes compañías que operen en la UE. El tipo efectivo se calculará con referencia a los beneficios contables, en lugar de la base imponible del impuesto. Por otro lado, se combatirá el uso de empresas pantalla (compañías con nula o mínima presencia sustancial y actividad económica real).

En otro apartado, se revisará el tratamiento nacional de las pérdidas, y se atacará el sesgo hacia la deuda vinculado a la deducibilidad de los intereses de préstamos, en contraposición con la retribución de los recursos propios. La alternativa conocida como “ACE” (“allowance for corporate equity”), consistente en la consideración como deducible del coste de la retribución de los recursos propios, se perfila como la opción elegida.

La Comisión, en suma, propondrá un nuevo marco para la imposición de los beneficios de las empresas en Europa, lo que nos sitúa ante un nuevo acrónimo: “BEFIT” (“Business in Europe: Framework for Income Taxation”). BEFIT se concibe como un código único del impuesto sobre sociedades para la UE, basado en los rasgos clave de una base imponible común y la asignación de los beneficios entre los Estados Miembros según una fórmula de reparto. BEFIT consolidará los beneficios de los Estados Miembros de un grupo multinacional en una base imponible unitaria, que será asignada a cada país, de manera que se grave en función de los tipos nacionales.

Acaba la Comunicación haciendo hincapié en el diseño de un marco fiscal adecuado para afrontar los retos del siglo XXI y avanzar hacia un Mercado Único que funcione correctamente.

Resulta extraño, no obstante, que no se haga mención explícita del régimen de aplicación del IVA en las transacciones empresariales intracomunitarias. No puede olvidarse que el Mercado Único arrancó el 1 de enero de 1993, ni que, más de 28 años después, siga en vigor –“transitoriamente”- el principio del país de destino, sin que se vislumbre la adopción del principio del país de origen.







[1] European Commission, “Business Taxation for the 21st Century”, “Communication from the Commission to the European Parliament and the Council”, COM(2021) 251 final, 18-5-2021.

27 de mayo de 2021

La sobrecarga del alquiler de la vivienda: el reto de una vivienda asequible

 

El acceso a la vivienda por parte de los jóvenes es un problema estructural, especialmente en las grandes ciudades, que se ha agravado en los últimos años. Diversos estudios ponen de relieve la sobrecarga que puede representar el alquiler respecto a los ingresos familiares, así como las dificultades para el acceso a una vivienda en propiedad[1].

Según un informe del Fondo Monetario Internacional referido a 17 países europeos[2], “un inquilino típico destinaba alrededor del 25% del ingreso al alquiler en 2018, y una familia joven, alrededor de una tercera parte. En el caso de un hogar en el 20% más bajo de la distribución del ingreso, la proporción del ingreso destinada al alquiler era mucho más alta: 40%”.

A mayor abundamiento, se destaca que “es estremecedor constatar que en casi tres cuartas partes de los países analizados, la mitad o más de los inquilinos de bajos ingresos se encontraba sobrecargado en 2018”, tomando como referencia el mencionado umbral del 40%.

En el gráfico adjunto puede comprobarse que, entre los países de la muestra, España es uno de los más afectados por este problema, que se ha visto empeorado por la crisis de la pandemia.

Para hacer frente a esta situación, diversas son las soluciones propuestas, algunas de ellas abiertamente contrapuestas. Habrá que reflexionar acerca de cómo los diseñadores del “Great Reset” plantean abordarlo. A la vista de los indicios, parece habilitarse la senda para la implementación de las propuestas pikettianas.

Mientras tanto, los autores del referido estudio propugnan que “la herramienta de política inmediata más poderosa es incrementar los niveles y la cobertura de la ayuda portátil para la vivienda que puede utilizarse con flexibilidad en distintas localidades”. Asimismo defienden la ampliación de la oferta de vivienda asequible, en particular mediante una mayor inversión pública en vivienda social de alquiler.






[1] “Costes relacionados con la vivienda y régimen de tenencia”, Blog Tiempo Vivo, 22 de marzo de 2021.

[2] Vid. A. Kammer, A. Schaechter y A. Tudyka, “La vivienda de alquiler asequible como parte de la recuperación en Europa”, IMF Blog, 26 de mayo de 2021.

26 de mayo de 2021

La ecuación ‘propiedad-riqueza’ vs ‘carencia de propiedad-pobreza’, según Hannah Arendt

Aunque teóricamente es fácil establecer una clara demarcación entre lo público y lo privado, en la práctica se evidencia como una ardua tarea en la que, en bastantes ocasiones, nos encontramos con límites equívocos o desdibujados.

No es ninguna novedad para quienes hayan tratado de llevar a cabo esa tarea en el ámbito económico. Tampoco lo es en el plano filosófico. Así lo reflejaba Hannah Arendt en un profundo estudio publicado en 1958 con el título “La condición humana[1].

La profunda relación entre público y privado, manifiesta en su nivel más elemental en la cuestión de la propiedad privada, posiblemente se comprende mal hoy día debido a la moderna ecuación de propiedad y riqueza por un lado y carencia de propiedad y pobreza por el otro. Dicho malentendido es sumamente molesto… Resulta… fácil olvidar que riqueza y propiedad, lejos de ser lo mismo, son de naturaleza por completo diferente. El actual auge de reales o potencialmente muy ricas sociedades que, al mismo tiempo, carecen en esencia de propiedad debido a que la riqueza del individuo consiste en su participación en la renta anual de la sociedad como un todo, demuestra con claridad la poca relación que guardan estas dos cosas”.

La diferenciación entre los conceptos de renta y riqueza ha sido objeto de una de las cuestiones planteadas en algunas ediciones de las Jornadas de Educación Financiera para Jóvenes de Edufinet. La distinción, desde un punto de vista económico, basada en la contraposición entre variable “flujo” (la renta) y variable “stock” o “saldo” (la riqueza), es meridiana. Por eso no deja de sorprender la categórica afirmación de la autora de “Los orígenes del totalitarismo”. A menos que no fuera tan sólida en sus fundamentos económicos como en los de la teoría política, la gran filósofa de origen germano nos lanza un desafío intelectual en toda regla. Un reto más.

Ahora bien, hay una cosa bastante evidente, que casualmente me recordaban esta tarde Charles Aznavour y Frank Sinatra: “For as rich as you are, it’s much better by far to be young at heart”. Sí, también tenemos que saber distinguir entre riqueza tangible y riqueza intangible.





[1] Versión española, Austral, 2020. 

25 de mayo de 2021

IRPF y matrimonio: algunas paradojas

 

Hoy día existe una considerable variedad de modelos, pero la familia sigue siendo el núcleo básico en torno al que se articula la sociedad. También, la unidad de referencia del potencial de consumo y de ahorro de sus miembros. De ahí que sería totalmente lógico que el IRPF, un impuesto que pretende gravar la capacidad económica (efectiva) de las personas físicas, tomara como unidad declarante o contribuyente al matrimonio junto con los hijos menores de edad. De esta manera se lograría respetar un principio impositivo fundamental en la vertiente de la justicia, el de equidad horizontal: que dos matrimonios con los mismos ingresos totales (e iguales cargas familiares) paguen la misma cantidad de impuesto.

Sin embargo, la utilización de la tributación conjunta del matrimonio, en presencia de una escala de gravamen progresiva, origina un problema derivado de la acumulación de las rentas de los cónyuges, cuando ambos son perceptores de ingresos. Se atentaría así contra el principio de neutralidad ante el matrimonio: dos personas solteras verían incrementada su carga tributaria si decidieran contraer matrimonio. Ante esta situación, el Tribunal Constitucional rechazó que la tributación conjunta fuese obligatoria, con lo que en España se implantó la tributación individual como fórmula ordinaria de declaración en el IRPF.

De esta forma se evitó radicalmente el problema de la penalización fiscal por contraer matrimonio, pero, sorprendentemente, sin que nadie se preocupara de ello, a costa del cumplimiento de la equidad horizontal. Con la tributación individual, la carga tributaria de dos matrimonios con iguales ingresos conjuntos es claramente superior en aquel que tenga un solo perceptor de ingresos, frente a otro con dos perceptores.

A fin de compensar parcialmente ese desequilibrio, la Ley del IRPF prevé una reducción de la base imponible por importe de 3.400 euros anuales, en concepto de tributación conjunta. Al aplicarse como una cantidad que se detrae de la base imponible, el ahorro en cifras absolutas depende del tipo de gravamen marginal (el tipo aplicable a la última parte de la renta) de cada matrimonio. Hablamos de sumas que van de unos 800 a unos 1.700 euros anuales.

Aun con esa reducción, la discriminación es evidente. Consideremos dos matrimonios con una renta bruta total (del trabajo) de 60.000 euros anuales. El matrimonio en el que haya un solo perceptor de ingresos pagará cerca de 4.000 euros más en concepto de IRPF que otro matrimonio con dos perceptores con ingresos de 30.000 euros cada uno.

Al hilo de esta exposición no puede obviarse un aspecto crucial. Es algo admitido que la normativa fiscal tiene autonomía respecto a otros ámbitos normativos o respecto al punto de vista económico. Es frecuente que se den divergencias, pero eso no quita que algunas sean curiosas. Así, nos encontramos con que, en un matrimonio sujeto al régimen de gananciales, aunque las rentas del trabajo obtenidas por uno de los cónyuges se atribuyen -en el momento de la disolución de la sociedad de gananciales, por las causas legalmente previstas- por mitades a cada uno, la normativa del IRPF las asigna exclusivamente a quien genera el derecho a su percepción.

Existe un sistema de tributación que, a efectos prácticos, reconoce que toda la renta del matrimonio corresponde, a partes iguales, a ambos cónyuges. Se trata del sistema “splitting” (la renta del matrimonio se divide por dos, se calcula la cuota, y ésta se multiplica por dos). Dicho sistema, que no perjudica a ningún tipo de matrimonio, aunque puede tener implicaciones sobre la oferta de trabajo, se aplica en algunos países –como Alemania, Francia o Portugal- y, hace tiempo, se encontraba en la agenda de una importante formación política española.

Con vistas al diseño de un buen sistema impositivo, para un hacendista resulta fundamental que quienes hayan de tomar las decisiones le especifiquen los principios que deben prevalecer. En la situación actual en España, con la tributación individual se respeta estrictamente la neutralidad ante el matrimonio, y se incumple flagrantemente la justicia, al sacrificarse la equidad horizontal. En caso de que se opte por suprimir la reducción vigente por tributación conjunta, dicho incumplimiento se acentuaría.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

23 de mayo de 2021

La lucha por la vida: ¿quién dijo que era fácil?

Tenía las ardillas mitificadas como pequeños y adorables animales, hábilmente adiestrados para gestionar sus preciadas provisiones de frutos silvestres. Los dibujos animados o las películas procedentes de la factoría Disney han contribuido eficazmente a transmitir imágenes estereotipadas de las diferentes especies de animales, en numerosas ocasiones atribuyéndoles rasgos o cualidades no siempre ajustados a sus perfiles reales.

La primera vez que vi ardillas en un entorno urbano fue en una apacible ciudad de New Jersey que tuve la oportunidad de visitar hace bastante tiempo. Fue una experiencia inolvidable verlas corretear entre árboles teñidos de impresionantes colores otoñales.

Años después comencé a verlas esporádicamente en algunos lugares más cercanos a mi entorno habitual. Las que tenían su hábitat en Málaga parecían tener una fisonomía un tanto diferente y mostrar un comportamiento menos amigable, como sumidas en un estado de inquietud total y desenfrenado al sentirse observadas.

Hoy, en un parque de mi barrio, he sorprendido a una que trepaba sigilosamente por el tronco de una palmera en busca de un aparentemente extraño manjar colgante de la copa del árbol. Una vez en la cima, se empleaba con sumo ahínco en tratar de desprender el objeto de su deseo. A tenor del esfuerzo desplegado, cabría añadir la perseverancia a sus rasgos caracterizadores.

Tal vez, como la paloma albertiana, la ardilla se equivocaba o estaba confundida, pues el botín elegido no parecía reunir demasiados atractivos. O quizás se equivocaba el observador. Quién puede saberlo. De lo que no cabe duda es de que la lucha por la vida está plagada de un catálogo inacabable de vericuetos y señuelos. Y las cosas no son siempre fáciles de conseguir, ni siquiera para las habilidosas ardillas. ¿Quién dijo que la lucha por la vida era fácil? 



22 de mayo de 2021

El retroceso del tiempo y el año del gato

 

On a morning from a Bogart movie in a country where they turn back time…”

Hoy, sin pretenderlo, he experimentado una especie de viaje en el tiempo, de retorno al pasado. Hacía años que no escuchaba la canción “Year of the cat”, que gentilmente me ofrecía YouTube, por medio de un vídeo de su coautor e intérprete, Al Stewart. Yo era todavía bastante joven cuando el músico escocés nos seducía con esa inconfundible melodía, salpicada de palabras intrigantes.

También cada mañana retrocedo en el tiempo durante unos segundos cuando sale a mi encuentro la torre del homenaje de la Alcazaba. Ver su imagen enaltecida por la luz que la auxilia en la quietud de la madrugada es un privilegio. Al contemplarla fugazmente es como si el tiempo se hubiera detenido hace siglos y uno se siente transportado por un instante. Qué habría sido de nosotros dentro de aquella fortaleza…

Inmediatamente aparece el paseo del Parque, todavía adormecido. En medio de la calzada estaba el gato, que, sobresaltado, se detiene ante la aparición del vehículo, que, al verlo, aminora su marcha. Ambos se observan y parecen intercambiar mensajes. El felino está ya cerca del paseo y lo lógico es que prosiga su aproximación hacia un terreno más seguro. Sin embargo, contra todo pronóstico, se dirige apresuradamente en sentido contrario para converger con la trayectoria de su oponente. Sólo milagrosamente esquiva el impacto y huye desbocado sin rumbo fijo. Nunca hay que fiarse de las estrategias anunciadas. A veces es más conveniente considerar que los otros contendientes o jugadores pueden moverse en distintas direcciones. Puede ser arriesgado iniciar un movimiento presuponiendo una conducta que puede ser muy distinta de la que finalmente se lleve a cabo.

Year of the cat” es una canción cautivadora e inquietante, como lo es el hecho de recibir una invitación para reencontrarse con ella poco después de haber tenido un encuentro con tan peculiar vagabundo mañanero. ¿Hasta dónde pueden llegar los ojos y los oídos de los grandes hermanos?

Quizás lo más aconsejable sea recordar cómo sonaba la canción hace 40 años, y, la próxima vez, percibir más sosegadamente la imagen recortada de la imponente torre… “in the rhythm of the newborn day…”. “Don’t bother asking for explanations”. A veces es preferible.



21 de mayo de 2021

Propiedad privada e interés social: huellas en la obra de Ayn Rand

 

Seguramente como otras muchas personas de mi generación, mi primer encuentro con Ayn Rand tuvo lugar, a través de la pequeña pantalla, de la mano de Gary Cooper. Un encuentro totalmente inconsciente y aislado. “El manantial” fue una de las películas que más impacto y desazón me ocasionó en la infancia.

Más de medio siglo después, la figura de la escritora de origen ruso parece que ahora se multiplica, y se manifiesta abiertamente, aunque con su conocido seudónimo.

Desde que William Ramsey me regaló, no hace mucho, un ejemplar de “La rebelión de Atlas”, me veo impelido a adentrarme en su misteriosa y compleja trama. Sus 1.224 densas páginas se antojan, sin embargo, un reto insuperable para un lector micropart-time. La impotencia lectora no hace más que acrecentar el desasosiego y la frustración, después de haber hecho fugaces incursiones para descubrir crípticos diálogos y descripciones de situaciones extrañas.

El desconcierto es mayúsculo cuando uno se encuentra, por boca de algunos personajes, con expresiones abiertamente contradictorias con los postulados de la filosofía randiana.

“Mi objetivo –declara uno de los empresarios que forman parte del reparto- es la preservación de una economía libre… A menos que demuestre su valor social y asuma sus responsabilidades sociales, la gente no la respaldará. Si ella no desarrolla un espíritu público, se acabó, no tengas duda de eso”. “La única justificación para la propiedad privada –sentencia, más adelante, el mismo personaje- es el servicio público”. Al margen de la desafortunada multiplicidad semántica del calificativo “público”, más de un prócer de la responsabilidad social corporativa se haría cruces si frases tan emblemáticas como las reseñadas se asociaran, directa o indirectamente, y aunque no se avalen expresamente, con una de las fuentes filosóficas inspiradoras de Ronald Reagan[1].

“La rebelión de Atlas”, publicada en el año 1957, está dedicada a Frank O’Connor, esposo de la autora. Ésta señaló que “El manantial” “fue sólo una obertura” a “Atlas shrugged”. Habrá que esperar para ver por qué Atlas decidió encogerse de hombros… Pero estaba escrito: “Todo está escrito. Y lo que está escrito, tarde o temprano, sucede”[2].





[1] Ayn Rand, “La rebelión de Atlas”, Ediciones Deusto, 2019, pág. 54.

[2] Juan Ceyles, “It”, Ed. etc el toro celeste, 2021, pág. 187.

El bitcoin y el régimen económico efectivo del matrimonio

 

¿Bitcoins? ¿O tal vez “Ubi(t)coins”? Realmente no se sabe dónde están, pero están en todas partes. La verdad es que llega a ser difícil hacer un seguimiento de los derroteros de la más famosa criptomoneda. En un mismo día se acumulan noticias sobre ella en los periódicos y, por diferentes motivos, en distintas secciones.

Las implicaciones de una moneda de esta naturaleza son múltiples, y alcanzan incluso a las interioridades de las economías domésticas, especialmente cuando las relaciones internas están en horas bajas. Así, de manera bastante ilustrativa, una lectora del Financial Times, hace unos días, exponía amargamente su caso: “Desde hace un año más o menos he estado oyendo cómo mi marido le contaba a sus amigos lo bien que iban las inversiones en bitcoins que había hecho. Ahora nos estamos divorciando y me doy cuenta de que no tengo ni idea de cuánto valen sus posiciones ni de cómo descubrirlas”[1].

“Éste es un dilema cada vez más común de la era digital”, como expone Harriet Erringtin, asesora jurídica, que explica que “las criptomonedas se mantienen en carteras digitales que crean ‘direcciones’ para las transacciones, ninguna de las cuales son registradas a individuos. Si tu cónyuge rehúsa declarar sus saldos de bitcoins, es muy difícil verificarlos pues ni hay ninguna autoridad central a través de la cual podamos poner nombre a los activos. La clave es identificar el punto de entrada o de salida de las criptomonedas… si puede encontrarse una transacción que incluya una dirección de bitcoin, o la cartera digital que puede estar vinculada a tu cónyuge, entonces sería posible rastrear sus transacciones”[2].

La referida asesora, no obstante, advierte en el sentido de no acceder sin autorización al ordenador o al teléfono móvil del cónyuge: “hacerlo puede complicarnos las cosas con los tribunales de familia y potencialmente llevar a afrontar consecuencias penales[3]”.

Puede que ese atributo de la opacidad no llegue a eclipsar la estrella del bitcoin –quizás todo lo contrario-, pero la moneda exhibe otro rasgo que podría ponerlo en un aprieto. A tenor de los requerimientos de energía en su proceso de producción -aunque no hay que olvidar que está previsto que tenga una oferta limitada- ha sido calificada como una “moneda sucia”[4].



[1] Vid. L. Warwick-Ching, “We’re divorcing – has my husband got hidden bitcoins?”, Financial Times, 18 de mayo de 2021.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Vid. K. Martin, y B. Nauman, “Bitcoin’s growing energy problem: ‘It’s a dirty currency’”, Financial Times, 20 de mayo de 2021.

19 de mayo de 2021

Nacionalismo vs patriotismo: la delimitación de Orwell

 

Algunos términos están dotados de una carga semántica muy especial que puede variar en razón de contextos diferentes. En ciertos casos admiten un considerable espectro interpretativo, que puede llegar a tener enormes consecuencias prácticas. Hay también términos caracterizados por un alto grado de relativismo. Su significado y su percepción pueden verse condicionados por el estatus de quién los utilice o de a quién afecten. No hay categorías absolutas. No hay jóvenes ni viejos; depende de quién sea el joven y de quién sea el viejo. No hay actuaciones buenas o malas; depende de quién sea el que las lleva a cabo. No hay obras artísticas admirables o rechazables; depende de quién sea el artista. Así sucesivamente.

Un tal Eric Arthur Blair, más conocido como George Orwell, ya alertó de cómo puede manipularse la conciencia social: “War is peace; freedom is slavery; ignorance is strenght”.

Además de novelista premonitorio, el escritor británico fue autor de numerosos ensayos. En uno de ellos pretende sentar las bases de la diferenciación entre dos conceptos sumamente relevantes a lo largo de la historia, y que siguen teniendo plena vigencia, ejerciendo una enorme influencia a escala mundial: nacionalismo y patriotismo[1].

Orwell aboga por no confundir ambos términos: “… ambas palabras se suelen utilizar con tanta vaguedad que cualquier definición es susceptible de ser sometida a discusión”. Sin embargo, “aluden a dos cosas distintas, incluso opuestas”. Por patriotismo “entiendo la devoción por un lugar determinado y por una determinada forma de vida que uno considera los mejores del mundo, pero que no tiene deseo de imponer a otra gente. El patriotismo es defensivo por naturaleza[2], tanto militar como culturalmente”. Y sigue diciendo que “el nacionalismo, en cambio, es inseparable del deseo de poder; el propósito constante de todo nacionalista es obtener más poder y más prestigio, no para sí mismo[3], sino para la nación o entidad que haya escogido para diluir en ella su propia individualidad”.




[1] George Orwell, “Notas sobre el nacionalismo”, 1945; reproducido en: George Orwell, “Ensayos”, Debolsillo, 2016, págs. 591 y sigs.

[2] ¿También “conservador”?

[3] En este caso, un tanto extrañamente, el autor de “1984” no llegó a prever determinados comportamientos, amparados en ese mantra, no orientados precisamente al “bien común”.

18 de mayo de 2021

La edad óptima de un CEO: el enigma continúa

 

¿Cuál es la edad óptima para un CEO, para el primer ejecutivo de una compañía?

Si tenemos en cuenta que el principal CEO –por analogía- del mundo, el presidente de Estados Unidos, tiene 78 años, nos vemos obligados a no precipitarnos en la respuesta. Y, si recordamos los que atesora el joven Buffet, presidente de Berkshire, sólo 90, definitivamente hemos de desterrar los prejuicios.

Algo ciertamente difícil para alguien como el que escribe estas líneas, que a los 10 años se consideraba muy mayor para llevar pantalones cortos… De alguna manera, esa misma sensación se ha mantenido al ir llegando a los diferentes hitos, para comprobar, ya sin remedio, que la percepción sobre las cotas anteriores era totalmente desatinada. Sin embargo, el proceso se repite indefectiblemente, cada vez con menos margen de reacción.

En las antípodas de tales sensaciones se sitúan personajes como Joe Biden, quien, sin complejos de ningún tipo, convirtió su notable edad en un punto fuerte de su candidatura, al manifestar a los estadounidenses que con la edad se adquiere sabiduría y experiencia.

La observación de la experiencia empresarial revela que no se da una tendencia clara. El reinado de Buffet coincide en el tiempo con el de primeros ejecutivos como Mark Zuckerberg, que, con 37 años, tiene 53 menos que el sabio de Omaha. A partir de semejante evidencia empírica, cualquiera se atreve a tratar de pergeñar alguna regla de validez universal.

Ahora bien, según informaciones recientes, la edad media de los CEOs de nueva designación de las empresas del S&P 500 ha aumentado 10 años desde 2005, situándose ahora en 54 años (57 para el conjunto de cargos vigentes)[1]. “Fuente de juventud versus sabiduría de la edad”: ¿dónde se sitúa el punto óptimo? El enigma continúa…



[1] Vid. Financial Times, “Chief executives: fountain of youth versus wisdom of age”, Opinion Lex, 16 de mayo de 2021.

17 de mayo de 2021

La imposición sobre herencias: la nueva doctrina OCDE

Acaba de ver la luz un informe de la OCDE acerca de la imposición sobre las herencias en los países integrantes de esta organización supranacional[1]. En él se expone la que podría considerarse la nueva doctrina de la OCDE relativa a esta vertiente de la imposición, plenamente concordante con los postulados del “Great Reset”, y en línea con el posicionamiento de los organismos económicos internacionales y de la Administración Biden de poner en marcha políticas reforzadas, tanto en el terreno de la fiscalidad como en el del gasto público, para hacer frente al problema de la desigualdad económica.

El informe está accesible online en la web de la OCDE, donde asimismo puede descargarse un folleto[2]. En el resumen incluido en este documento se indica que el estudio evalúa los argumentos a favor y en contra de la imposición sobre las herencias. Sin embargo, en el folleto sólo se recogen los primeros, sin mención de ninguno de los segundos.

Según la OCDE, la imposición sobre las herencias puede desempeñar un papel importante en: i) obtener ingresos; ii) abordar las desigualdades; y iii) mejorar la eficiencia. Dicha forma de imposición puede “mejorar la igualdad de oportunidades y reducir la concentración de la riqueza”. Asimismo se estima que puede generar menores costes de eficiencia que otros impuestos sobre la riqueza y, además, que tiene una serie de efectos positivos en este apartado, como “estimular que los herederos trabajen y ahorren más”. Por otro lado, se alude a las ventajas administrativas: ¡se suelen aplicar sólo una vez en la vida!

En el estudio se ponen de relieve inicialmente los siguientes aspectos:

La riqueza de las familias está altamente concentrada en los tramos más altos de la distribución de la riqueza. El 10% de las familias posee la mitad de la riqueza familiar, en promedio, en 27 países de la OCDE (para los que hay datos), en tanto que el 1% más rico posee un 18%.

Existe una clara relación entre la renta y la riqueza.

La riqueza familiar ha crecido sustancialmente en algunos países en las últimas décadas, y este proceso se ha visto acompañado por un aumento de la concentración de la riqueza.

Entre una cuarta parte y la mitad de las familias declaran recibir una herencia o una donación sustancial.

La parte de la riqueza heredada en la riqueza privada total ha aumentado en algunos países durante las últimas décadas.

En 24 de los 37 países de la OCDE existe un impuesto sobre sucesiones.

La recaudación por los impuestos sobre sucesiones y donaciones representa en promedio un 0,5% del total. La razón de este escaso peso estriba en la existencia de bases imponibles estrechas debido al juego de las exenciones a parientes cercanos[3] y al tratamiento fiscal preferente dado a ciertos activos.

De los 24 países con un impuesto sobre herencias, 15 utilizan una tarifa progresiva, y 7 un tipo fijo[4]. No se menciona el caso de España, donde, en aquellas Comunidades que no hayan hecho uso de su capacidad normativa, los tipos máximos pueden superar el 80%, cota que marca el máximo referido en el informe (correspondiente al caso de Bruselas-Región Capital).

El documento se completa con una serie de recomendaciones de política tributaria orientadas a aumentar la carga impositiva. A lo largo del texto no se hace mención del hecho del afortunadamente considerable retraso con el que, en la mayoría de las familias, acontecen los hechos desencadenantes de las transmisiones hereditarias. Gracias a ello, no suelen estar en edad infantil los beneficiarios de herencias y legados, que, en consecuencia, no pueden apoyarse en tales activos para el diseño de su curso económico vital. La potencial desigualdad de oportunidades fruto de herencias ha de demorarse bastante en el tiempo.

Los autores del informe tampoco tienen en cuenta el número de generaciones de acumulación de riqueza a la hora de graduar la carga tributaria. No es lo mismo ser heredero “de primera generación” que miembro de una familia que acumula sucesivas transmisiones intergeneracionales. Tampoco se hace mención al origen de los fondos acumulados que se transmiten vía herencia –trabajo, capital, actividad empresarial, premios de lotería…- ni a la carga impositiva acumulada por tales fondos.




[1] OCDE, “Inheritance taxation in OECD countries”, 2021.

[3] Los umbrales de exención para niños van desde USD 17.000 (Bruselas-Región Capital) a ¡USD 11,6 millones en Estados Unidos!

[4] No aparece información para los dos países restantes.





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