21 de mayo de 2021

El bitcoin y el régimen económico efectivo del matrimonio

 

¿Bitcoins? ¿O tal vez “Ubi(t)coins”? Realmente no se sabe dónde están, pero están en todas partes. La verdad es que llega a ser difícil hacer un seguimiento de los derroteros de la más famosa criptomoneda. En un mismo día se acumulan noticias sobre ella en los periódicos y, por diferentes motivos, en distintas secciones.

Las implicaciones de una moneda de esta naturaleza son múltiples, y alcanzan incluso a las interioridades de las economías domésticas, especialmente cuando las relaciones internas están en horas bajas. Así, de manera bastante ilustrativa, una lectora del Financial Times, hace unos días, exponía amargamente su caso: “Desde hace un año más o menos he estado oyendo cómo mi marido le contaba a sus amigos lo bien que iban las inversiones en bitcoins que había hecho. Ahora nos estamos divorciando y me doy cuenta de que no tengo ni idea de cuánto valen sus posiciones ni de cómo descubrirlas”[1].

“Éste es un dilema cada vez más común de la era digital”, como expone Harriet Erringtin, asesora jurídica, que explica que “las criptomonedas se mantienen en carteras digitales que crean ‘direcciones’ para las transacciones, ninguna de las cuales son registradas a individuos. Si tu cónyuge rehúsa declarar sus saldos de bitcoins, es muy difícil verificarlos pues ni hay ninguna autoridad central a través de la cual podamos poner nombre a los activos. La clave es identificar el punto de entrada o de salida de las criptomonedas… si puede encontrarse una transacción que incluya una dirección de bitcoin, o la cartera digital que puede estar vinculada a tu cónyuge, entonces sería posible rastrear sus transacciones”[2].

La referida asesora, no obstante, advierte en el sentido de no acceder sin autorización al ordenador o al teléfono móvil del cónyuge: “hacerlo puede complicarnos las cosas con los tribunales de familia y potencialmente llevar a afrontar consecuencias penales[3]”.

Puede que ese atributo de la opacidad no llegue a eclipsar la estrella del bitcoin –quizás todo lo contrario-, pero la moneda exhibe otro rasgo que podría ponerlo en un aprieto. A tenor de los requerimientos de energía en su proceso de producción -aunque no hay que olvidar que está previsto que tenga una oferta limitada- ha sido calificada como una “moneda sucia”[4].



[1] Vid. L. Warwick-Ching, “We’re divorcing – has my husband got hidden bitcoins?”, Financial Times, 18 de mayo de 2021.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Vid. K. Martin, y B. Nauman, “Bitcoin’s growing energy problem: ‘It’s a dirty currency’”, Financial Times, 20 de mayo de 2021.

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