27 de julio de 2019

“El frío de la muerte”, de John Connolly: la ley de los rendimientos decrecientes

¿Qué tipo de rendimientos -crecientes, constantes o decrecientes- cabe esperar en la producción literaria de un escritor? Seguramente un experimentado y avezado lector es capaz de identificar los tres modelos en las trayectorias de distintos autores, e incluso en la de uno mismo en la que puedan delimitarse etapas diferenciadas. Por supuesto, es posible que tampoco falte quien aprecie que, en determinados casos, el signo de los rendimientos llega a ser negativo.

Ahora bien, cuando la actividad productiva se centra en la acumulación de historias de unos mismos personajes, dentro de unos registros temáticos similares, al menos a priori resulta harto difícil que no haga acto de presencia la ley de los rendimientos decrecientes.

Quien haya seguido la prolífica senda del escritor John Connolly en torno al detective Charlie Parker es probable que considere que aquél ha sido capaz de superar el reto. Pese a la cada vez más intensas incursiones de corte sobrenatural o de la sucesión de tópicos asidos al perfil de algunos de los protagonistas, la incorporación de misterios ancestrales y la sucesiva aparición de los personajes más abyectos, repulsivos y letales que se puedan imaginar constituyen ingredientes que difícilmente pueden causar indiferencia.

Sin embargo, aun reconociendo la profundidad de ese inquietante repertorio devastador, en su última entrega (“El frío de la muerte”), la sombra de los rendimientos decrecientes es claramente perceptible. Quizás la cuerda ha llegado a estirarse demasiado. Y, al meditar sobre esto, acudo a las hojas de “Hipérbaton”, libro en el que se recopilan algunos artículos propios de una etapa anterior, para comprobar, con asombro e incredulidad, que mis primeras impresiones escritas sobre el hoy día afamado novelista dublinés se remontan a los años 2009 y 2010. Y me parece que fue ayer cuando leí la primera entrega de la serie, “Todo lo que muere”, cuando en realidad corría el año 2004. Verdaderamente me cuesta trabajo creerlo, por lo que tendré que comprobar, en caso de que sea capaz de localizar el ejemplar, si llevé a cabo alguna datación que me lo pueda acreditar.

El título de la última obra en la edición española se aparta considerablemente del original, “A game of ghosts”, mucho más expresivo e ilustrativo de lo que, de forma casi permanente, se puede encontrar quien se adentre en sus páginas. Aunque siempre con el tono un tanto ambiguo y desconcertante con el que John Connolly suele impregnar sus relatos, sumiendo al lector en un mar de dudas y confusiones.

Algo más comedidos en sus conductas, Parker y su inseparable y peculiar dúo de acompañantes se afanan, por encargo de un agente del FBI, en la búsqueda de las huellas de un investigador privado desaparecido, que había concentrado sus esfuerzos en averiguar las causas de una serie de muertes y desapariciones aparentemente inconexas. Como suele ser habitual, los trabajos de Parker se convierten en un punto de confluencia de intereses complementarios o contrapuestos. Y, como siempre, como telón de fondo, la trama se ve acompañada de las complicadas relaciones con su hija a tenor de las estrictas condiciones establecidas en su acuerdo de separación matrimonial, agravadas por acontecimientos más recientes.

Apenas falta, en suma, ninguno de los elementos “connollianos” habituales, pero, como antes señalaba, después de tanto tiempo y tantas entregas, es casi inevitable hacer alguna reflexión sobre el imperio de la ley de los rendimientos decrecientes.

En verdad no me atrevería a emitir sobre la marcha un veredicto categórico, aun cuando, desde luego, no situaría la referida novela en la cúspide de su producción literaria. Pensándolo bien, creo que, hace ya algún tiempo, llegó a un punto de inflexión, pero en el sentido estricto. Ha seguido añadiendo valor, en la forma de entretenimiento, pero a un ritmo descendente. Sin embargo, dada la fértil imaginación del escritor para crear personajes execrables y concebir relatos tenebrosos, sería bastante arriesgado excluir que pueda reaparecer con impactos insospechados. Quien haya leído alguna novela de la serie comentada no podrá evitar dudar acerca del aserto de que la realidad supera la ficción. La ficción de John Connolly se antoja difícil de superar incluso por la realidad.

23 de julio de 2019

El sistema bancario en España: retos planteados


Después del intenso proceso de ajuste a raíz de la reciente crisis económica y financiera, las entidades bancarias españolas desarrollan su actividad en un entorno complejo, en el que se enfrentan a numerosos retos:

A.      Escenario económico:


  1. Con un panorama económico general marcado por signos de desaceleración económica, y sin que acabe de despejarse la sombra de un posible “estancamiento secular”, e incluso de deflación.
  2. Limitaciones para las políticas económicas aplicables, como la inexistencia de “espacio fiscal”, con una elevada ratio de deuda pública, y unos tipos de interés ultarreducidos.
  3. Orientación de medidas fiscales hacia el sector financiero, que afronta ya una notable carga fiscal, incluso con tributos específicos, como el impuesto sobre depósitos, además de hacer frente a tasas relacionadas con la supervisión. A la hora de formular propuestas fiscales no suelen tenerse en cuenta las enseñanzas de la teoría económica: a) son las personas físicas, y no las entidades, quienes soportan realmente los impuestos; b) es indiferente el lado del mercado –oferta o demanda- sobre el que se apliquen aquellos.
  4. Influencia de algunos nuevos paradigmas: a) propuesta del “dinero soberano”, que propugna unas reservas bancarias de los depósitos captados del 100%, con lo que se pondría fin a la intermediación bancaria; b) Teoría Monetaria Moderna, que sostiene que un Estado soberano que pueda endeudarse en su propia moneda nunca se verá forzado a impagar su deuda, puesto que tiene la posibilidad de imprimir billetes.

B.      Viabilidad empresarial:


  1. Solvencia: Pese a las mejoras de los últimos años, la ratio de CET1 (recursos propios de primera categoría/APRs) es baja dentro de la UE. Dicha situación obedece, en parte, a la forma de determinar los activos ponderados por riesgo (APRs), ya que en la UE está más extendida la utilización de métodos internos, en lugar del método estándar, que arroja unos APRs mayores y, de ahí, un mayor denominador de la ratio de CET1.
  2. Rentabilidad: Ésta se sitúa por debajo del coste del capital (tasa de rendimiento que exigen los inversores para invertir en una sociedad). Varios son los factores que limitan los ingresos recurrentes: a) la continuidad del desapalancamiento del sector privado; b) la diversificación de las fuentes de financiación de dicho sector; c) la existencia de niveles todavía elevados de activos improductivos; d) la irrupción de nuevos competidores; e) la prolongación de una etapa de tipos de interés muy bajos o incluso negativos.

C.     Marco de actuación y gobernanza:


  1. La vertiente regulatoria, claramente intensificada, dentro de un esquema “multinivel”: organismos internacionales, Unión Europea, Estado, organismos nacionales, y Comunidades Autónomas.
  2. A falta de ser complementada con un Fondo de Garantía de Depósitos común, desde 2014 está en marcha la Unión Bancaria Europea, de la que el Mecanismo Único de Supervisión y el Mecanismo Único de Resolución son pilares fundamentales.
  3. El Proceso de Evaluación y Revisión Supervisoras (SREP), llevado a cabo por el BCE, tiene una importancia crucial. Entre otros aspectos, determina los requerimientos de capital exigibles por encima de los regulatorios.
  4. A lo anterior se une la intensificación de la regulación en otros ámbitos, entre los que cabe destacar la protección del usuario de servicios financieros.
  5. Adaptaciones en el gobierno interno y corporativo de las entidades, con la implantación del modelo de las tres líneas de defensa, y el establecimiento del Marco de Propensión al Riesgo (Risk Appetite Framework, RAF).

D.     Mercado:


  1. Los desarrollos vividos han desembocado en un claro aumento de la concentración y en el fortalecimiento de las entidades con importancia sistémica.
  2. Continúa aumentando el peso de la “banca en la sombra”, que comprende los intermediarios financieros no bancarios.
  3. Han irrumpido nuevos competidores con base tecnológica, como son las “Bigtech” y las “Fintech”. Ha aumentado extraordinariamente la “contestabilidad” de los mercados bancarios, con un desmantelamiento de las barreras de entrada.
  4. Las entidades bancarias se esfuerzan por recuperar su imagen y su reputación social, dañadas durante la crisis.
  5. Y, desde hace años, se asiste a un acusado aumento de la litigiosidad, asociada en algunos casos a una falta de seguridad jurídica.
  6. La conjunción de los factores señalados está teniendo una notoria incidencia en las valoraciones de las acciones en el mercado bursátil, que se sitúan, con carácter general, muy por debajo del valor en libros.

E.      Cambio tecnológico:


La transformación digital implica una disrupción, con una clara alteración de los esquemas de oferta y de demanda de los servicios financieros, además de afectar a la organización, las formas de trabajo y los procesos internos de las entidades. Asimismo, desarrollos como los de la “Inteligencia Artificial”, el “Blockchain” o el “Machine Learning” están llamados a tener una incidencia creciente.

F.      Nuevos riesgos:


  1. El derivado de la cesión a terceros de datos de clientes, al amparo de la normativa de servicios de pago digitales (PSD2), dando lugar al sistema de “open banking”.
  2. Los relacionados con la ciberseguridad.
  3. Los ligados al medioambiente.

G.     Papel de las entidades bancarias en el sistema económico:


Tales entidades tienen una misión fundamental en una economía libre de mercado, con actuaciones básicamente orientadas a la captación del ahorro, a la provisión de un sistema eficaz y eficiente de medios de pago, y a posibilitar financiación para atender las necesidades de las familias y las empresas, así como la dotación de infraestructuras públicas. Por otro lado, el posicionamiento en materia de responsabilidad social corporativa (RSC) es particularmente relevante en relación con la contribución al desarrollo sostenible.

Sin perjuicio de la necesidad de adaptación, el sistema bancario (tradicional) sigue teniendo una importancia crucial para el desenvolvimiento de la actividad económica. Pero su papel sólo tiene verdadero sentido si sirve a la economía real. Es, así, esencial diferenciar entre las actividades de “financiación” y las de “financiarización”, y preservar los atributos de lealtad y prudencia, y también de ética, requeridos para gestionar el dinero de otras personas.

(Artículo publicado en el diario “Sur”, el día 22 de julio de 2019)

21 de julio de 2019

Blog “Tiempo Vivo”: segundo aniversario

Hace ya dos años, tal día como hoy, este blog arrancó su incierto periplo por los procelosos mares internáuticos, sin tener conciencia de cuán dura podía llegar a ser la navegación, cuando se intenta desprovistos de tripulación, víveres, aparatos, mapas y cartas marítimas. Aun lo es más cuando, después de haberse estrellado contra los arrecifes, el mástil de la nave está partido, y la vela, destrozada. Expuesto al albur de las corrientes, el barco -si todavía merece ese nombre- a duras penas sigue a flote, sin posición ni rumbo fijos.

Sin otro remedio que permanecer a merced de fuerzas ingobernables, he logrado recuperar el cuaderno de bitácora, para ir al reencuentro de las jornadas vividas.

Observo que en uno de los registros aparece la fecha del 21 de julio de 2018. Sin darme cuenta, me veo inmerso en una situación de aturdimiento. No sé quién escribió esas líneas ni por qué. Si realmente son de ayer o de hoy. Aparentemente ha pasado un año, pero apenas nada ha cambiado.

Poco hay, pues, que añadir. Salvo, naturalmente, reiterar mi más viva gratitud al reducido elenco de personas que han continuado dando aliento para que esta periclitada nave siga, milagrosamente, surcando los mares. Y, aunque a diferencia de Odiseo, no seamos capaces de calibrar la magnitud de la próxima que nos aguarda, podemos evocar su mítico reclamo: “¡Oh amigos! No somos novatos en padecer desgracias…”.

19 de julio de 2019

Lecturas para el verano: Economía para “non-stop lifelong learners”


Instalados ya en la estación estival, es lógico que el cuerpo y la mente reclamen un merecido descanso. Sin embargo, esta época, singularmente para quienes pueden disfrutar de vacaciones durante la misma, es también proclive a incursiones, más o menos esporádicas, y con mayor o menor nivel de formalidad, en el estudio de algunas disciplinas distintas a la que constituye el eje de la actividad profesional cotidiana. Bajo la premisa de que todo el conocimiento es bienvenido, el relativo a la Economía -dotado de un elevado grado de transversalidad- puede ser de gran utilidad para la interpretación de la realidad que nos circunda. Lograrlo a través de la lectura de textos de orientación generalista, que combinen la sencillez y la amenidad, sin por ello sacrificar el rigor argumental, es todo un reto. En este post se sugieren una serie de referencias con ese perfil.

Hasta no hace mucho, el mundo del conocimiento estaba caracterizado, si no por un panorama lleno de certeza, al menos sí por unas apreciables pautas de estabilidad y permanencia. Lo que se aprendía en la escuela y en la universidad permitía sustentar la trayectoria profesional de una persona hasta el momento de su retiro. Sin embargo, vivimos en un entorno sujeto a tal ritmo de cambios que ningún sistema de enseñanza es ya capaz de ofrecer un pasaporte válido sin fecha de caducidad. Los retos del saber se multiplican. Los oferentes educativos se encuentran ante la necesidad de adaptación a las nuevas realidades que se configuran, ante la tesitura de preparar a los estudiantes para desempeñar posiciones que aún no han surgido. Sea cual sea la que cada uno desempeñe en la sociedad, la existencia de una etapa formativa en sentido estricto pertenece al pasado. La formación constituye un elemento que nos acompaña a lo largo de toda la vida (“lifetime learning”). Empezando por quienes desempeñamos tareas docentes, estamos condenados a ser -bendita condena- “aprendices vitalicios”.

Dentro de este nuevo paradigma, cabe, desde luego, exonerar de ese componente formativo los períodos vacacionales. No obstante, para quienes no ven el aprendizaje como una carga o que, por circunstancias personales, hayan de aprovechar precisamente algunos paréntesis profesionales con esa finalidad, el parón estival -de mayor o menor duración- es una oportunidad para ampliar o abrir una nueva senda de conocimientos.

La relevancia de las cuestiones económicas y la vertiginosa evolución que se percibe en este ámbito, tanto en la realidad como en el plano doctrinal, hacen que la Economía opte a ser una candidata natural como foco de atención a tal efecto, ya sea con fines de iniciación, de revisión, o de profundización.

Y lo primero que se suscita, en cualquier caso, es la necesidad de afrontar diversas elecciones, algo que está en la base de la propia actividad económica: qué materias, qué contenidos, qué textos, qué dedicación, qué enfoque… La finalidad de este post es simplemente sugerir una relación de posibles lecturas (totales o parciales, según las preferencias y las circunstancias personales) ilustrativas de aspectos económicos básicos.

Y, al hacerlo, nos enfrentamos ineludiblemente a uno de los conceptos económicos fundamentales, si no el fundamental, el de coste de oportunidad. Toda elección conlleva un coste, el de no poder disfrutar de lo que se sacrifica por haber tomado una opción concreta. Aunque no haya que pagar un precio dinerario, si hay que renunciar a algo, existirá un coste de oportunidad. Teniendo en cuenta lo anterior, esta es la sugerencia que formularíamos, estructurada según ámbitos temáticos:

  1. Sistema económico. Una incursión en la configuración del sistema económico es siempre un ejercicio recomendable, aunque sólo sea para recordar la interdependencia existente entre los distintos agentes que sustentan la actividad económica, máxime para quien se aproxima por primera vez a este campo. La identificación de las principales operaciones que conforman dicha actividad resulta crucial para la determinación de los distintos agregados en los que puede sintetizarse la economía de un país. Un lugar preponderante le corresponde al producto interior bruto (PIB), considerado la magnitud económica por excelencia. La obra de Coyne (2017) ofrece una ilustrativa y didáctica panorámica acerca de la historia y de los pormenores de este indicador, sujeto a críticas, pero todavía hegemónico. A su vez, el lector interesado, con carácter previo, en la descripción de los aspectos básicos del circuito económico puede consultar Edufinet (2015).
  2. Interpretación de la realidad económica. La realidad económica es sumamente compleja, como resultado de la participación de una multiplicidad de agentes que interaccionan a través de las más diversas vías. Llevar a cabo un estudio de ese tupido mosaico sería imposible si no se dispusiera de un esquema analítico que lo facilite. Se necesitan instrumentos, no que reproduzcan la realidad en todo su detalle y riqueza, sino que permitan disponer de una visión representativa pero simplificada. Necesitamos, así, un marco conceptual, de clasificación, de medición, de registro, de cálculo, y de representación. En suma, antes de adentrarnos en la sala donde se proyecta la realidad económica es bastante recomendable ir provisto de unas gafas apropiadas y de un instrumental mínimo. En lugar de dar grandes saltos iniciales, es preferible ir peldaño a peldaño. De una altura bastante asequible son los que podemos encontrar en Edufinet (2015).
  3. Empresas. En una economía mixta, el mercado y la autoridad (el sector público) se reparten el protagonismo en la toma de decisiones económicas fundamentales. Como se muestra en Edufinet (2016), existen diferentes formas para realizar una actividad empresarial, sujeta a distintas fases. Las empresas han desempeñado un papel clave en el proceso de innovación, como se pone de manifiesto en la obra de Phelps (2017), quien, basándose en una amplia perspectiva histórica, pone de relieve cuáles son las instituciones, las actitudes y las creencias que actúan como fuente del dinamismo de las economías.
  4. Sector público. Incluso Adam Smith, reputado como defensor del liberalismo económico, dejó fundamentado que el Estado tiene que desempeñar, como mínimo, una serie de funciones básicas para que pueda funcionar un sistema económico. Desde que se publicó “La riqueza de las naciones” (1776), muchas han sido las transformaciones del sector público y, actualmente, se encuentra inmerso en una fase de reconfiguración para tratar de dar respuesta a los grandes retos sociales del siglo veintiuno. Micklethwait y Wooldridge (2015) son los autores de un apasionante y, en muchas facetas, sorprendente relato de las grandes revoluciones del Estado a lo largo de la época moderna y de la que ahora está en marcha.
  5. Sistema financiero. Durante los primeros años del presente siglo, el sistema financiero parecía ser una potente maquinaria perfectamente engrasada que aportaba combustible imprescindible para el funcionamiento del motor de la economía. A partir del verano de 2007 y, especialmente, desde el mes de septiembre de 2008, cuando se produjo la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, la gran crisis financiera internacional y sus terribles consecuencias han acaparado todas las miradas. Los libros dedicados a ese tenebroso episodio se cuentan por centenares. Hay un antes y un después del desencadenamiento de dicha crisis. Entre los innumerables análisis disponibles, tiene un gran interés conocer de primera mano el testimonio de tres destacados protagonistas que, desde puestos de la máxima responsabilidad en la Administración estadounidense, vivieron en primera línea la pesadilla del incendio financiero. La lectura del libro de Bernanke, Geithner y Paulson (2018) nos permite conocer de primera mano la versión de los tres grandes “bomberos” de la crisis, condición que no ha impedido que, en algunos casos, recibieran acusaciones de “pirómanos”. Quien no desee practicar dicha lectura en su idioma original, puede optar por la de la obra de Shiller (2012), que contiene un interesante conjunto de reflexiones acerca del papel del sistema financiero en una sociedad democrática avanzada. Una exposición de las funciones esenciales del sistema financiero puede encontrarse en Edufinet (2018).
  6. Psicología económica. No sólo es compleja, por su composición, la realidad económica; también lo son las conductas individuales de las personas. Para tratar de aportar una explicación cabal a la mismas se hace necesario recurrir a un enfoque multidisciplinar. Más concretamente, la vertiente psicológica desempeña un papel sumamente relevante en la adopción de las decisiones económicas. La incorporación de esa perspectiva nos ayuda a ver las cosas de otra manera y a entender comportamientos que, de otro modo, resultarían paradójicos. Las obras de Thaler, como la aquí referenciada (2016), representan un soplo de aire fresco que facilita la comprensión de muchas decisiones intrigantes.
  7. Pensamiento económico. La Economía es una ciencia social bastante joven, con un recorrido formal de poco más de dos siglos, pero a lo largo de ese período han sido muchos los economistas que han tratado de buscar las mejores fórmulas con las que poder satisfacer las necesidades humanas y elevar el bienestar social. El libro de Nasar (2012) da cuenta de las aportaciones de las principales figuras que tuvieron un papel crucial a la hora de convertir la Economía en un instrumento de conocimiento útil para la sociedad. La historia económica, el pensamiento económico y la vida de los economistas confluyen armónicamente en esta valiosa contribución.
  8. Razonamiento económico. La Economía es, ante todo, una forma pensar, una forma de aproximarnos al comportamiento de los individuos y, por extensión, de las organizaciones empresariales y administrativas. Los factores psicológicos tienen, como se ha indicado, mucha importancia, pero, asimismo, los incentivos o desincentivos, monetarios o no, que condicionan la toma de decisiones. Además, consciente o inconscientemente, los agentes económicos tienden a basar sus decisiones en un análisis coste-beneficio más o menos sofisticado. Una cuestión importante en este contexto es quiénes se ven afectados por los beneficios y los costes derivados de nuestras acciones individuales. Y, sin que haya que olvidar que, salvo la tierra, todos los factores productivos disponen de algún grado de movilidad y de respuesta, modulable a lo largo del tiempo, que utilizan para reaccionar ante medidas con impacto económico. La aplicación del análisis económico a situaciones concretas de la realidad nos permite percibir aspectos que permanecían ocultos, explicar comportamientos aparentemente absurdos, y pronosticar las consecuencias de determinadas medidas. Un maestro en la aplicación del razonamiento económico es Tim Harford, cuyas obras se han convertido en auténticos best sellers, como Harford (2016), de cuya lectura o relectura siempre pueden extraerse valiosas lecciones.
  9. La sociedad ante los retos económicos. Como se ha señalado, han sido considerables los esfuerzos de los economistas por alumbrar vías para mejorar el bienestar social, aunque no es menos cierto que, en no pocas ocasiones, propugnando planteamientos completamente antagónicos. Así pues, no sólo es lícito sino también necesario preguntarse si, a lo largo de los últimos siglos, la humanidad ha logrado progresar de manera efectiva o si, por el contrario, ha visto agravarse los problemas que afectan a la población. Se trata de un tema capital sobre el que existen posiciones claramente divergentes. Aun cuando es difícil no dejarse influir por juicios de valor y esquemas preconcebidos al abordar el panorama económico y social de un mundo heterogéneo y lleno de desafíos, la mejor manera de hacerlo es a través del análisis y la evaluación de indicadores objetivos que sean representativos. Tal es el enfoque que propugna Pinker (2018), en una obra que no concede tregua, y que proporciona una extensa base informativa y argumental para un debate sosegado sobre un ramillete de cuestiones auténticamente relevantes.
  10. Economía de España. En 2017 se cumplieron 40 años de la aprobación de los Pactos de la Moncloa, el programa económico en el que se cimentó la consolidación del proceso democrático en España a partir del año 1977. En 2019 se cumplen 60 años de la plasmación de otro hito quizás aún más importante en perspectiva histórica, el Plan de Estabilización de 1959. La lectura de un discurso en el que uno de los economistas más influyentes en la política económica española contemporánea, como fue el profesor Fuentes Quintana (2007), evoca dicho Plan, resulta sumamente instructiva. Muchos han sido los cambios registrados por la economía española desde entonces, de los que los informes elaborados por la OCDE han ido dando cumplida cuenta. Tales informes constituyen una magnífica referencia para el conocimiento de las transformaciones estructurales y el seguimiento de la coyuntura de la economía española. La lectura del último publicado (OCDE, 2018) posibilita calibrar las tendencias recientes e identificar los elementos clave para articular un análisis significativo de la economía nacional.

Puede que algún hipotético lector de este post, en el no menos hipotético caso de que hubiese llegado hasta aquí, decida renunciar a su intención inicial de incluir en su agenda veraniega una cierta dedicación al conocimiento económico. Aquí simplemente se sugieren algunas opciones que consideramos de interés, las cuales combinan en buena medida el rigor con un estilo asequible y relativamente ameno. Seguramente hay otras opciones más divertidas, pero no por ello quedan exentas de algún coste de oportunidad. La valía de una obra no debe medirse sólo por lo que aparentemente nos cuesta asimilarla, sino también por los beneficios que, a la postre, nos aporta. Pero esto es algo que únicamente podemos saber ex post.

Lo que sí debe quedar claro es que la Economía no es una disciplina que pueda dominarse en tres tardes. Hay que estar dispuestos a ser un “lifelong learner” comprometido, aunque, por supuesto, tres tardes o tres ratos son mejor que nada.


Referencias bibliográficas

Bernanke, Ben S.; Geithner, Timothy F., y Paulson, Henry M. (Jr.): “Firefighting. The financial crisis and its lessons”, Profile Books.

Coyle, Diane (2017): “El producto interno bruto: una historia breve pero entrañable”, Fondo de Cultura Económica.

Edufinet (2015): “Curso introductorio de educación financiera”, www.edufinet.com.

Edufinet (2016): “Guía Financiera para Empresarios y Emprendedores”, 2ª edición, Thomson Reuters Aranzadi; contenidos disponibles en www.edufinet.com (Edufiemp).

Edufinet (2018): “Guía Financiera”, 6ª edición, Thomson Reuters Aranzadi; contenidos disponibles en www.edufinet.com.

Fuentes Quintana, Enrique (2007): “Discurso del Profesor Enrique Fuentes Quintana con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa en Ciencias Económicas de la UNED”, http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,25536893&_dad=portal&_schema=PORTAL.

Harford, Tim (2016): “El economista camuflado ataca de nuevo: cómo levantar (o hundir) una economía”, Debolsillo.

Micklethwait, John, y Wooldridge, Adrian (2015): “La cuarta revolución. La carrera global para reinventar el Estado”, Galaxia.

Nasar, Sylvia (2012): “La gran búsqueda. Una historia de la economía”, Debate.

OCDE (2018): “Estudios económicos de la OCDE: España (visión general)”, www.oecd.org/eco/surveys/economic-survey-spain.htm.

Phelps, Edmund S. (2017): “Una prosperidad inaudita”, RBA.

Pinker, Steven (2018): “En defensa de la Ilustración”, Paidos.

Shiller, Robert J. (2012): “Las finanzas en una sociedad justa”, Planeta.

Thaler, Richard H. (2016): “Todo lo que aprendido con la Psicología Económica”, Deusto.

(Artículo publicado en “UniBlog”)

16 de julio de 2019

Fútbol y cisnes negros: el caso del Leicester


Los ecos de la conclusión de las temporadas futbolísticas nacionales se han ido apagando, ante la celebración de la UEFA Euro 2016, pero el triunfo del Leicester City Club en la Premier League ha generado una serie de efectos duraderos. Los análisis realizados van mucho más allá de los aspectos deportivos, abarcando consideraciones de orden económico, estadístico, cultural, estratégico o de gestión. La histórica victoria de “Los Zorros” tiene implicaciones en diversos ámbitos y, de manera destacada, representa un hito y un signo de esperanza para muchos clubes que no parten muy bien posicionados en las carreras por los títulos. La gesta conseguida ha sido calificada por The Economist como el mayor evento de éxito de un “perdedor esperado” en la historia del deporte.

El caso del club inglés está, pues, lleno de alicientes desde las perspectivas más diversas. Para colmo, su entrenador, Claudio Ranieri, apodado “The Tinkerman” (dícese del técnico que experimenta permanentemente), llegó a ser tildado de zombi por el propietario de uno de sus exequipos. De él también se había afirmado que era “el perfecto Perdedor, con p mayúscula”.

Si, por otro lado, recurrimos a los criterios que, según los analistas, mejor pronostican la posición final de un equipo, el puesto obtenido en la última competición y el importe de la masa salarial, tampoco el Leicester contaba con demasiado respaldo. Así, en la campaña anterior, 2014/15, era considerado un candidato al descenso, que pudo eludir gracias a un progreso “milagroso” en la recta final. Por lo que a los ingresos se refiere, ocupaba el puesto 12º entre los equipos de la Premier League.

Nicholas Taleb ha popularizado el concepto de “cisne negro”. Durante años, en los mercados financieros se vivió bajo la ficción de que los sucesos altamente improbables, para los que ni siquiera existían precedentes históricos, no podían darse en la práctica. A partir de una serie de sofisticados indicadores que mostraban los resultados esperados en un 95% o en un 99% de las posibles situaciones,  los gestores vivían con una gran confortabilidad, irradiando un ambiente de confianza y control. Los modelos contemplaban eventos extraordinarios que podrían generar un gran impacto negativo, pero, dada su rareza, casi podía esperarse que no llegarían a ocurrir.

Algo parecido debieron de pensar los corredores de apuestas que estaban dispuestos a pagar 5.000 libras por cada libra apostada a favor de que el Leicester conquistara el título de liga. Si pudiésemos retrotraernos al inicio de la temporada 2015/16 y repetir el experimento 5.000 veces, la expectativa era que se proclamara campeón solo una vez. Algunos especialistas habían afirmado que era más probable que se descubriera el monstruo del Lago Ness que ganar la liga con una posición de 5.000 a 1.

El hecho de que, contra todo pronóstico, lo haya logrado difícilmente puede atribuirse a una explicación única. Entre otras, se ha apuntado el acierto en la contratación de algunos jugadores, la ausencia de lesiones, la no participación en competiciones europeas e incluso algunas decisiones arbitrales favorables. Por otro lado, ha hecho un uso intensivo de las nuevas tecnologías para analizar miles de datos sobre la actuación de los jugadores. Asimismo, ha invertido en actuaciones que dan fruto a largo plazo, como la construcción de un estadio de entrenamiento, la potenciación de la cantera o el “scouting” de talentos en el mercado.

El caso del Leicester, al margen de su importancia intrínseca, se ha convertido en un referente de primera magnitud para otros clubes sin grandes títulos en sus vitrinas. ¿Podría el Málaga, C. F., emular algún día la hazaña del club inglés? Si cualquier aficionado del club de Martiricos ha soñado alguna vez con esa posibilidad, el logro comentado viene a refutar la idea de que los resultados deportivos han de responder a un determinismo puro, aunque, como reflejan los datos de los últimos años, sea cada vez más difícil escapar de la tiranía de los presupuestos.

Puestos a buscar, podemos incluso encontrar algunos paralelismos. Ambos clubes son más que centenarios, aunque el inglés, fundado en 1884, es más antiguo, y propiedad de inversores extranjeros. El mejor resultado anterior del campeón inglés (un segundo puesto) se remontaba al año 1929. Mucho más reciente es la más que meritoria cuarta plaza alcanzada por el club malacitano en la liga española. Con una población bastante inferior a la de Málaga (330.000 habitantes), la ciudad de Leicester es destacada por su diversidad demográfica y vive actualmente una etapa calificada de renacimiento.

Sobre el papel, si atendemos a los datos estadísticos, la trayectoria histórica del Málaga arrojaría un mayor grado de dificultad. De los partidos disputados desde la temporada 1995-96, ha ganado un 29%, empatado un 26% y perdido un 45%; en un número similar de encuentros, los registros del Leicester son, respectivamente, del 42%, 28% y 30%. La probabilidad de alcanzar 85 puntos (promedio requerido para ser campeón de la liga española a lo largo de los últimos 20 años) con el mencionado historial es sumamente reducida; de hecho, solo un 7% de la que se le atribuiría al equipo de las “Tierras Medias”. Pero la rareza estriba precisamente en el desafío a lo esperable.

Una de las claves de su éxito ha sido, según numerosas opiniones, haber conseguido que prevaleciera el espíritu de equipo. Algunos afamados analistas se han apresurado a matizar que, en el fútbol, el espíritu tiende a acompañar los resultados, en vez de causarlos. Quizás no haya más remedio que aceptar esa demoledora tesis a la luz de los bucles que se observan en la realidad entre los resultados y las dinámicas de los equipos, pero sería demasiado duro tener que renunciar a la creencia de que una estrategia sustentada en estrictos principios deportivos pueda conducir al olimpo. Ya que han aparecido cisnes negros futbolísticos, que destrozan las inercias históricas, no habría que perder la esperanza de que algún día, en la ribera del Guadalmedina, lo haga también un mirlo blanco o, mejor aún, blanquiazul.

(Artículo publicado en el diario “Sur”, el 14-7-2016; se incluye en este blog en julio de 2019, a sugerencia de Juan Francisco García Aranda, experto en Economía del Deporte)urocup, pero el gando,

Lecciones del fútbol para la gestión empresarial


Desde hace años, la influencia del deporte profesional se viene extendiendo a facetas cada vez más diversas y distantes de los estadios. El ámbito de la gestión empresarial, en general, y el de los recursos humanos, en particular, se encuentran entre las áreas donde más ha florecido la aplicación de enfoques y prácticas seguidos en el mundo del deporte. De hecho, la disciplina orientada al adiestramiento de personas con vistas a la consecución de objetivos o a la asimilación de técnicas ha adoptado una denominación (coaching) enraizada en un rol tan relevante como el del entrenador. Ni que decir tiene que los entrenadores máds exitosos y experimentados han encontrado ahí un amplio filón ante una demanda generalizada de encontrar las claves para desenvolverse en un entorno competitivo y complejo, armónicamente combinada con una hábil oferta de prometedores efectos revolucionarios.

El deporte profesional ofrece un campo sumamente sugerente de experiencias para el análisis económico y la gestión empresarial. La concentración del talento en los equipos de élite y la ocurrencia de eventos singulares que han de afrontarse en condiciones de máxima exigencia, en los que algunas decisiones pueden ser determinantes del éxito o del fracaso, hacen que puedan extraerse provechosas lecciones de la trayectoria vivida por tales conjuntos y, en particular, de las estrategias adoptadas por los máximos responsables de las decisiones para la conducción del colectivo de jugadores.

En un artículo publicado en el Financial Times el pasado mes de mayo, Mike Forde, auxiliado por Simon Kuper, identifica algunas lecciones deportivas para la gestión del talento. El primero, consultor en este ámbito, fue director de operaciones del Chelsea; el segundo, columnista del diario británico, especialista en cuestiones deportivas. Las lecciones identificadas proceden de la experiencia de los entrenadores más destacados, a quienes consideran, por encima de todo, gestores del talento:

  1. Talento y ego: El gran talento viene acompañado habitualmente de un elevado ego. La organización necesita de la aportación de los grandes talentos, especialmente en situaciones cruciales. Ellos son conscientes y se aprovechan de su poder. Aunque el saber convencional considera que otorgar un estatus privilegiado puede perjudicar una organización, recomiendan aceptar los caprichos de las estrellas.
  2. El test de la madurez: Hasta los profesionales excelsos necesitan haber pasado por un proceso de maduración. Para calibrar el potencial de una persona es importante identificar si ha superado o no dicha etapa.
  3. Espíritu de sacrificio por el grupo: Alabar a quien se sacrifica por el bien del grupo es un aliciente para que otros lo imiten.
  4. El rol del entrenador: La apuesta es por el objetivo de ganar partidos, aparcando la misión de dominar el comportamiento de las figuras. Más que liderazgo absoluto, se impone un liderazgo “sirviente”.
  5. La selección de las estrategias: Incluso ante la toma de decisiones en momentos clave, hay entrenadores que se inclinan por dar protagonismo a quienes tienen que ejecutarlas. Es lo que se denomina el “apoderamiento de talento”, que difícilmente cabría entenderlo como ilimitado.
  6. La motivación del talento: Frente a otras interpretaciones que defienden la misión motivadora del entrenador, se recogen testimonios que subrayan que los grandes talentos están habitualmente automotivados, por lo que lo esencial es no desmotivarlos al no plantearles los retos y objetivos que sus condiciones requieren.
  7. El valor de la confianza horizontal: En coyunturas cruciales, la relación de confianza clave es la que debe existir entre quienes tienen que realizar conjuntamente el trabajo.
  8. Nadie queda excluido de la necesidad de mejorar: Los buenos gestores son quienes crean una cultura de aprendizaje en la que todos los intervinientes puedan mejorar. Concentrar los esfuerzos de mejora en los primeros espadas puede ser más productivo que hacerlo con actores secundarios.
  9. El talento interno está por descubrir: Los destellos de las estrellas exteriores no deben deslumbrar hasta el punto de impedir ver los brotes del talento interno. No reconocerlo a tiempo puede representar incurrir en elevados costes futuros.
  10. La movilidad inherente al talento: Las figuras más sobresalientes son un factor intrínsecamente móvil. Más que apelar a una permanencia basada en una posible “lealtad” a unos colores, la búsqueda de la productividad suele ser más interesante y eficaz. La correcta evaluación de cuándo alcanza cada jugador su cima deportiva es básica a este respecto.

Los anteriores puntos son una apretada síntesis de las enseñanzas destiladas por Forde y Kuper, provenientes de las vivencias de algunos de los más acreditados entrenadores de fútbol y de otras disciplinas deportivas. Cada una de ellas puede ser objeto de una amplia discusión. Sin perjuicio de que aportan perspectivas interesantes, es evidente que la realidad en la que se lleva a cabo la actuación de las organizaciones empresariales mundanas es bastante distinta de la que viven los clubes deportivos de élite. El proceso de producción de estos presenta una serie de características irrepetibles que hacen que no puedan extrapolarse sin más las situaciones vividas.

Por lo demás, todo el razonamiento expuesto está impregnado de una filosofía eminentemente ganadora. Lo único verdaderamente importante es la victoria a toda costa. Los títulos son los que cuentan al fin y al cabo; son los que otorgan el pasaporte para pasar a la historia. El problema de este enfoque no es esa búsqueda monolítica, sino que, en la práctica, no va demasiado desencaminado, hasta tal punto de que llega a eclipsar otros valores fundamentales del deporte, sea o no profesional.

(Artículo publicado en el diario “Sur”, el 11-9-2015; se incluye en este blog en julio de 2019, a sugerencia de Juan Francisco García Aranda, experto en Economía del Deporte)

13 de julio de 2019

El Plan de Estabilización de 1959: 60º aniversario


El día 22 de julio de 1959 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el Decreto-Ley 10/1959, de ordenación económica. A través de un escueto articulado se daba paso a la adopción de una serie de medidas de política económica que cambiaron decisivamente el rumbo de la economía y, con ello, de la sociedad española. Se cumplen ahora sesenta años de la puesta en marcha del Plan de Estabilización.

Dicho Plan marcó un antes y un después en la historia de España de las últimas décadas. No en vano, como ha señalado el profesor Miguel González Moreno, se trata de la mayor obra de ingeniería económica de la historia reciente de nuestro país. En palabras de Enrique Fuentes Quintana, uno de los economistas que lo impulsó, “no nos creíamos que fuera verdad lo que al fin sucedió”. Y lo que sucedió es que España puso término al modelo de autarquía económica y de aislamiento exterior, que había prevalecido a lo largo de los años cuarenta y cincuenta, para dar paso a otro que incorporaba mecanismos propios de una economía de mercado, y de apertura al extranjero.

La Guerra Civil española, además de sus trágicas consecuencias humanas, tuvo también efectos económicos devastadores. El producto interior bruto (PIB) del año 1940 era, en términos reales, una cuarta parte inferior al de 1935, a lo que había que sumar la destrucción de buena parte del aparato productivo y la irrecuperable pérdida de capital humano. Para hacer frente a la reconstrucción de la economía nacional, el régimen franquista apostó por un modelo inspirado en el principio de reservar el mercado interior a la actividad productiva nacional, basado en una drástica política de sustitución de importaciones.

La escasez y la penuria padecidas por la población en los años de la posguerra son fiel reflejo del fracaso de la ruta económica elegida. No sería hasta el año 1952 cuando pudo recuperarse el nivel de renta per cápita real de antes del conflicto bélico. Aun así, el régimen parecía decidido a mantener sus esencias. En mayo de 1958, las Cortes aprobaron la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento. En su intervención ante la Cámara, el jefe del Estado admitía la posibilidad de “determinadas dificultades” o de “situaciones transitorias de desequilibrio”, pero sostenía que “no había motivo razonable para dar abrigo al pesimismo que conduce a la desesperación”.

Sin embargo, la situación era verdaderamente desesperante. El sistema económico estaba al borde del colapso, asfixiado por una carencia absoluta de divisas con las que efectuar las importaciones de los productos más básicos y necesarios. El modelo autárquico, que prometía la autosuficiencia, había abocado a una dependencia irredimible. Adicionalmente, unas elevadas tasas de inflación, de dos dígitos, mermaban el poder adquisitivo de los ya empobrecidos asalariados y restaban competitividad exterior a nuestras exportaciones, acentuando el problema del déficit comercial. La precaria situación de las finanzas públicas no venía, por su parte, sino a agravar el panorama.

Pese a todo, el general Franco se mostraba reacio a dar su brazo a torcer. El historiador Paul Preston ha relatado la trascendencia del momento histórico de un despacho con el ministro de Hacienda, Mariano Navarro Rubio. El dictador se resistía a seguir las directrices del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. “Sólo cuando Navarro Rubio, en un episodio muy tenso, le amenaza con la vuelta de gasógenos a las calles de España, Franco, de muy mala gana, se encoge de hombros y dice: ‘Pues bien, usted haga lo que quiera’”.

Como ha dejado escrito Fuentes Quintana, cuatro fueron las ideas económicas que sustentaron el Plan de Estabilización de 1959: i) el restablecimiento de la disciplina financiera, tanto en la política presupuestaria como en la monetaria; ii) la fijación de un tipo de cambio único y realista para la peseta; iii) la liberalización del sector exterior; y iv) acabar con la economía “recomendada”, sustentada en subvenciones e intervenciones discrecionales.

Numerosas fueron las medidas aplicadas dentro de ese marco, entre las que pueden mencionarse: a) reforma fiscal; b) limitación de la financiación del gasto público mediante el recurso al Banco de España; c) devaluación de la peseta frente al dólar, cuyo tipo de cambio pasó de 42 a 60 pesetas; d) declaración de la convertibilidad de la peseta; e) apertura a las inversiones extranjeras en sectores clave; f) revisión de los aranceles; g) flexibilización del mercado de trabajo; h) inversiones en infraestructuras públicas; i) estímulo de la inversión privada.

Ante la batería de medidas desplegadas, la economía acusó inicialmente un impacto negativo, para dar luego paso a una etapa de intenso crecimiento. Al propio tiempo, las reformas implementadas, de forma gradual, aumentaron el protagonismo de los esquemas de mercado, con mayores dosis de flexibilidad en cuanto a su funcionamiento interno, de competitividad, y de apertura al exterior. Afortunadamente, el Plan de 1959 no supuso una estabilización, en sentido estricto, de la situación que se arrastraba, sino de transformación, modernización y acercamiento a los estándares europeos.

En opinión de José Carlos Herrán, ese proceso de reformas “salvó al régimen, pero permitió un desarrollo social que finalmente lo haría obsoleto e inviable a largo plazo”. Aunque siempre es posible construir ucronías acerca de qué habría sucedido en el plano político de no haberse puesto en marcha dicho Plan, es quizás más oportuno reconocer la visión y el empuje del equipo de economistas que lo hicieron posible.

Según Fuentes Quintana, “era de esperar, y de temer, que las ideas e intereses de la vieja política, humillados y rendidos por la situación de quiebra exterior de 1959 que forzó su voluntad para aceptar las medidas salvadoras resurgieran en cuanto la economía recuperase vigor y solvencia frente al exterior… El Plan de Estabilización de 1959 constituye, pues, una buena oportunidad para recordar que la definición y defensa de un sistema de mercado sigue siendo una exigencia que debe atender prioritariamente la economía española. Una tarea pendiente…”. Lo curioso es que estas palabras eran pronunciadas en fechas relativamente recientes, en 2007. ¿Que diría hoy uno de los ideólogos del Plan de Estabilización de 1959, y artífice de los Pactos de la Moncloa de 1977?

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

10 de julio de 2019

Información, desinformación y posverdad

Las nuevas tecnologías han alterado profundamente los cauces de la demanda y de la oferta de información. Hoy vivimos una situación en la que prevalece la inmediatez, la multiplicidad de fuentes, en la que las redes sociales tienen una enorme influencia, y en la que hay una tendencia a aceptar informaciones no contrastadas.

Estamos inmersos en un entorno en el que hay una superabundancia de información, que ya no es un bien escaso, pero sí lo es la información fidedigna y de calidad.

En este contexto, es fundamental tomar conciencia de que la forma de transmitir la información afecta a las ideas y a la ideología de las personas. A este respecto, Steven Pinker sostiene que una de las causas que contribuye a alimentar las visiones pesimistas sobre la sociedad es la naturaleza de las informaciones que se difunden. Las noticias conciernen a las cosas que ocurren, no a las que no ocurren. Se crea así una distorsión debido a la denominada disponibilidad heurística: la gente estima la probabilidad de un evento o la frecuencia de una clase de cosas por la facilidad con la que los ejemplos vienen a la mente.

El remedio para el sesgo de disponibilidad radica en el pensamiento cuantitativo, en el manejo de indicadores adecuados. La verificación de la calidad de los datos y su adecuado tratamiento e interpretación tienen una importancia crucial. Trazando un paralelismo con las entidades financieras, donde desde hace algunos años se ha introducido una nueva función, la de calidad del dato, algo parecido se impone en el ámbito periodístico.

En cualquier caso, la prensa libre ha sido siempre uno de los pilares imprescindibles de la democracia. Hace años, el filósofo francés Jean-François Revel recordaba que “La democracia no puede vivir sin una cierta dosis de verdad… La información en la democracia es tan libre, tan sagrada, por haberse hecho cargo de la función de contrarrestar todo lo que oscurece el juicio de los ciudadanos, últimos decisores y jueces del interés general. Pero, ¿qué sucede si es la información la que se la ingenia para oscurecer el juicio de los jueces?”

Lo anterior cobra especial relieve hoy día, cuando estamos instalados en la era de la posverdad, término que verdaderamente no resulta demasiado clarificador en cuanto a su significado. La voz empezó a ser un tanto sospechosa de esa deficiencia cuando, en un primer momento, tuvimos que acudir a Oxford Dictionaries para enterarnos de que se trataba de un término “relacionado con o indicativo de circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en conformar la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a la creencia personal”.

A tenor de la imparable extensión del uso de ese vocablo, no es de extrañar que sin mucha demora haya sido acogido por el Diccionario de la Real Academia Española, que lo define como sigue: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.

Con bastantes más trienios de antigüedad en tan autorizado inventario podemos encontrar la palabra “Desinformación”, asociada al verbo “Desinformar”, entendido como “Dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines”.

¿Podría asumir, entonces, el papel de la “posverdad”, cuya base es una mera manipulación preconcebida de la información? ¿Deberíamos denominar el fenómeno que se pretende describir simplemente como “prefalsedad”?



5 de julio de 2019

Franco, ese extraño periodista

Hace algún tiempo me contaron una graciosa anécdota. Dícese que un conocido ejecutivo español, acostumbrado a ejercer una considerable influencia en determinados medios de comunicación -bien que para asuntos de trámite mayormente- labrada a través de generosas inversiones publicitarias, no se sentía muy satisfecho con el tratamiento recibido por su firma en los artículos firmados en un diario digital por un periodista amparado en un conocido seudónimo, MacFarren, o algo así. Cansado de que los derroteros de esa afilada pluma no se ajustaran a sus expectativas inversoras, no dudó en llamar a las alturas gerenciales, con las que mantenía fluidas relaciones. “Quítame de enmedio, de una vez, a ese dichoso MacFarren; no tiene ni idea de qué habla, es un indocumentado…”, espetó sin dudarlo al director financiero. El mensaje era claro y determinante; el tiro, certero y contundente. El único problema es que el director financiero y MacFarren eran la misma persona.

Mutatis mutandis, ¿se imaginan una escena como ésta, hace unos setenta años?: “Excelencia, ¿ha leído el último artículo de ese tal Macaulay sobre la política económica? Está completamente desnortado, Excelencia. La verdad es que me atrevería a sugerir que, a pesar de que escribe en el diario “Arriba”, tendríamos que reforzar los necesarios controles ideológicos con otros de índole científica o académica”.

¿Cuál habría sido la reacción de ese hipotético interlocutor de haber sabido que Macaulay y “su Excelencia” eran la misma persona? No solo eso, el temido mandatario era en realidad un periodista “trinitario”: Francisco Franco, durante un amplio período, ejerció como articulista camuflado bajo tres nombres distintos: Jakim Boor, Hispanicus y Macaulay.

Tal vez, a más de uno la ficticia escena descrita pueda parecerle algo del todo inverosímil, pero quizás rebajaría un tanto su escepticismo, al enterarse de que, al menos en una ocasión, uno de los artículos surgidos de la pluma del dictador “fue devuelto a la redacción con tachaduras del lápiz rojo de los censores”. Así lo reflejan Juan Carlos Sánchez Illán y Daniel Lumbreras Martínez en un artículo (“Francisco Franco, articulista de incógnito (1945-1960)”, Historia y Comunicación Social, vol. 21, núm. 1, 2016) en el que dan cumplida cuenta de tan peculiar trayectoria periodística.

Aparte de la señalada, sus documentadas páginas están plagadas de curiosidades y considerables sorpresas. Merece realmente la pena hacer una incursión en ellas, adentrándonos en un vertiginoso viaje en el tiempo.

1 de julio de 2019

Errores financieros a evitar


Una de las premisas del enfoque metodológico seguido en el proyecto de educación financiera Edufinet es la renuncia expresa a realizar recomendaciones con vistas a la toma de decisiones por parte de los usuarios de los servicios financieros. La pretensión fundamental de dicho enfoque es aportar elementos que faciliten el análisis de las elecciones financieras, de manera que, con conocimiento de causa, cada persona pueda adoptar las decisiones que estime más pertinentes, en atención a sus objetivos, sus preferencias y sus circunstancias concretas.

Sin perjuicio de lo anterior, ha de constatarse que las definiciones de educación financiera comúnmente aceptadas internacionalmente tienen una orientación claramente finalista, en la medida en que se pretende que, gracias a dicha educación, los individuos mejoren su bienestar financiero.

Dentro de estas coordenadas, nos ha parecido interesante recoger una serie de pautas que pueden derivar en errores financieros, según la experiencia de Michael Martin, asesor financiero británico, reflejadas en un artículo publicado hace unos meses en el diario Financial Times (“Ten financial mistakes you need to avoid”, 21 de marzo de 2019). Dado que no se trata de recomendaciones sobre decisiones concretas, sino de líneas de conducta genéricas, nos parece oportuno recogerlas como elementos de reflexión.

Según el referido asesor, los errores financieros más comunes observados a lo largo de los veinte años de su experiencia como profesional son los siguientes:

  1. Dejarse arrastrar por la corriente. Apostar por la compra de activos que estén protagonizando episodios de adquisiciones masivas y de escaladas de precios, por el simple hecho de subirse al carro, puede ser peligroso si dichas tendencias responden a un proceso de burbuja económica. Son numerosos los casos tristemente célebres vividos en los últimos años que han ocasionado graves perjuicios a los inversores. En el artículo se citan los de una empresa “puntocom” y de una criptomoneda.
  2. Invertir en acciones porque de repente están muy baratas. El hecho de que una acción haya caído sustancialmente de precio no significa que su compra sea necesariamente un buen negocio, ya que puede seguir cayendo.
  3. Estar demasiado nervioso para invertir sensatamente. Bajo este título un tanto críptico, lo que realmente viene a decir es que, a la hora de medir la rentabilidad efectiva derivada de un activo financiero, deben tenerse presente los distintos factores que entran en juego. Así, mantener una posición en efectivo o en un activo no sujeto a valoración en el mercado, aunque pueda aparentar una opción “segura”, implica sufrir la merma de poder adquisitivo ligada a la inflación. Por su parte, una inversión en una cesta de acciones puede no generar aumentos de valor, pero, a través de los dividendos, puede permitir obtener una rentabilidad positiva en términos reales.
  4. Dejarse seducir por señuelos. En el artículo se hace mención de personas que se dejan seducir por ofertas de productos financieros basadas en unos tipos de interés muy atractivos inicialmente, y que luego se retiran de los mismos cuando aquellos se reducen. Un examen previo de todas las opciones disponibles es preferible.
  5. Ignorar los planes de pensiones. Muchas personas ignoran el ahorro de los planes pensiones porque no lo entienden completamente. La no utilización de tales productos puede dar lugar al no aprovechamiento de importantes ventajas fiscales en el ámbito del impuesto sobre la renta de las personas físicas.
  6. Asegurar el teléfono móvil pero no la vida. Se llama la atención en el sentido de que muchas personas tienden a asegurar algunos dispositivos móviles o electrodomésticos, pero no la vida, que es sin duda el activo más valioso. Para una persona joven, el coste del seguro de un teléfono móvil puede duplicar el de un seguro de vida con una cobertura significativa.
  7. Adoptar decisiones absurdas con objeto de ahorrarse impuestos. El deseo de evitar pagar el impuesto sobre las plusvalías puede llevar a estrategias perjudiciales: “Pagar el impuesto sobre las plusvalías es una cosa estupenda. Significa que tu dinero está aumentando. Perder un 20% es mejor que ahorrarse el 100% de nada”.
  8. Obsesionarse por el seguimiento continuo. Es preferible invertir en una cartera bien diversificada, que no haría falta “vigilar” permanentemente, que efectuar transacciones de manera continua. Un seguimiento constante de las inversiones implica una preocupación innecesaria y un activismo excesivo (“overtrade”), que puede dar lugar a compras y ventas en momentos inapropiados.
  9. Anteponer la codicia a la necesidad. En penúltimo lugar, se invita a rechazar aquellas ofertas que sean extraña y llamativamente atractivas: “Si una oferta no puede ser explicada en 30 segundos, evítala”.
  10. Escatimar el coste del asesoramiento. Finalmente, Michael Martin señala, sin ocultar su condición de representante de la profesión, que, en su opinión, a largo plazo, los buenos asesores ahorran a sus clientes más de lo que cuestan.

Puede que así sea, pero también estamos convencidos de que, como afirmábamos en la presentación del MOOC “Claves de educación financiera para la ciudadanía” de Edufinet, la educación financiera es una buena inversión, una inversión rentable: no para ganar dinero en los mercados, sino para conseguir una mayor autonomía individual para evaluar las decisiones financieras. Conocer patrones de conducta que, según experiencias constatadas, son fuente de perjuicios, forma también parte de la educación financiera.

(Artículo publicado en EdufiBlog)

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