30 de septiembre de 2021

“Confusión de Confusiones”: algunos principios inconfundibles

 

En “Confusión de Confusiones” nos encontramos, en efecto, con muchas confusiones, ancladas en una prosa alambicada. En verdad, hay que esmerarse bastante para tratar de extraer su verdadero significado. Dificultad para desentrañar el sentido de las estrategias y operaciones bursátiles descritas, en pugna con la admiración que causa constatar cómo semejante sofisticación existía ya en las postrimerías del siglo XVII. 

Dentro del juego rocambolesco al que nos invita el sagaz comerciante hispano-holandés Joseph Penso de la Vega, encontramos algunos principios provistos de una claridad meridiana, que, por muy conocidos y asentados, nunca conviene soslayar: “Las dificultades y los sucesos horrorosos en el negocio de la Bolsa nos han enseñado algunos preceptos”. Ahora, cuando asistimos a una tendencia de desplazamiento -inducido tanto desde el lado de la demanda como desde el de la oferta- de los ahorradores tradicionales hacia la toma de posiciones, directas o indirectas, en entidades cotizadas, podría ser bueno clavar un breve manifiesto con tales preceptos en la puerta de acceso al mundo inversor.

Cuatro son los principios expuestos en la citada obra:

1º. “Nunca aconsejes a nadie que compre o venda acciones, porque donde la perspicacia está debilitada, mal puede lucir airoso el consejo”.

2º. “Tomaos toda ganancia sin remordimiento por los beneficios perdidos, porque una anguila puede escaparse cuando menos se espera. Es prudente disfrutar de aquello que es posible, sin esperar la continuación de la coyuntura favorable ni la persistencia de la suerte”.

3º. “Los beneficios de la Bolsa son los tesoros de los duendes. En un momento dado pueden ser carbuncos, luego, carbones, luego diamantes, luego guijas, luego lágrimas de las auroras, luego lágrimas”.

4º. “Quien desee ganar en este juego, debe tener paciencia y dinero, puesto que los precios son muy inconstantes y los rumores muy poco fundados en la verdad”.

Son, sin duda, sabios consejos que, inconfundiblemente, han de recordarse en la antesala de cualquier inversión bursátil. Son preceptos que han de estar presentes en los programas de educación financiera, como aspectos básicos y elementales, y como referencia para el estudio de los sesgos financieros. Creo que no se infringe el principio de no efectuar recomendaciones para la toma de decisiones si se recomienda reflexionar sobre estos preceptos antes de lanzarse a una aventura en el mercado. Y es probable que, de esa forma, puedan evitarse algunas lágrimas dolorosas, al menos las que puedan aflorar sin conocimiento de causa.



28 de septiembre de 2021

Monte dei Paschi di Siena: se acerca el final

 

El largo viaje del Monte dei Paschi di Siena (MPS) encara ya su último tramo. Inevitablemente, nos invade la tristeza al asistir atónitos a estos momentos, no por anunciados y descontados menos agónicos y sobrecogedores, que pondrán punto final a un recorrido de, prácticamente, ¡550 años como entidad bancaria![1]

El destino del banco más longevo del mundo está marcado inexorablemente en la hoja de ruta, después de haber sobrevivido en los últimos años gracias al no poco sorprendente rescate estatal, en un contexto en el que, supuestamente, se había puesto coto a esa práctica[2].

Cuesta trabajo asimilar cómo una institución que, en tan prolongado período, sujeto a las más diversas vicisitudes, pudo subsistir y convertirse en un emporio financiero, haya sido víctima de sus propios errores de gestión a mediados de la segunda década del siglo veintiuno[3].

Al evocar su historia, es casi inevitable encontrar algunos paralelismos con otra entidad financiera bastante significada y singular como la Caja de Ahorros de Ronda (CAR), que, aunque mucho más tardíamente que el MPS, también comenzó su andadura como monte de piedad, en el año 1909. Milagrosamente, esa entidad se convirtió en una de las más destacadas y sólidas del en su día floreciente sector de cajas de ahorros españolas. Mediante la fusión con otras cuatro cajas andaluzas, en el año 1991 nació Unicaja. Al igual que el MPS, la Caja de Ronda, primero, y Unicaja, luego, respaldaron y patrocinaron sus propios equipos de baloncesto profesionales, que llegaron a competir entre sí en la élite europea. Para muchas personas, Monte dei Paschi y Unicaja eran, antes que nada, los nombres de dos clubes de baloncesto, más de que de entidades financieras. Con el tiempo, los montes de piedad primigenios se convirtieron en entidades cotizadas y tuvieron como accionistas de referencia a sus respectivas fundaciones bancarias. Siena y Ronda, localidades pequeñas, fueron el foco de importantes proyectos de instituciones financieras. La historia económica de Siena no podría entenderse sin el concurso del MPS, como tampoco la de Ronda sin el protagonismo de la CAR, ni la de Málaga sin el de Unicaja.

Lamentablemente, los paralelismos entre la entidad italiana y la española se acabaron hace unos años. La primera se ha mantenido gracias a la inyección de ayudas públicas por importe de €5.400 millones[4] y su equipo de baloncesto desapareció de las canchas europeas. La española, a pesar de la severidad de la crisis inmobiliaria, ha seguido su curso sin recibir ninguna ayuda pública, y, además, ha contribuido a la estabilización del sistema bancario español con la integración de otra entidad, que, gracias a dicha operación, pudo retornar al Estado una considerable suma de fondos públicos recibidos. En el plano deportivo, su equipo de baloncesto sigue activo en competiciones nacionales e internacionales.

Por otro lado, en este caso con un paralelismo con una ya extinta entidad financiera española, el Estado italiano es titular de un 64% del capital del MPS, tras la nacionalización en el año 2017. UniCredit está situado como la entidad mejor colocada para la adquisición fragmentada que pondrá término a una trayectoria tan relevante en el panorama financiero internacional.

“Ver al banco más antiguo del mundo ser vendido en piezas es realmente, realmente triste”, ha declarado al Financial Times un personaje muy allegado al MPS, la titular, de 72 años de edad, de un estanco situado a pocos metros de la sede central de la entidad[5]. Sic transit gloria mundi.






[2] A este respecto, no faltaron las críticas de algunos parlamentarios alemanes. Vid. J. Politi, “Price tag rises on Monte dei Paschi di Siena rescue”, Financial Times, 21 de diciembre de 2016.

[3] En 2016, el MPS fue investigado por un supuesto tratamiento contable inadecuado de operaciones con derivados entre 2011 y 2014. Vid. J. Politi, “Judicial investigation deals blow to Monte dei Paschi di Siena”, Financial Times, 8 de agosto de 2016. El uso de derivados complejos entre 2008 y 2012 ocasionó al banco italiano importantes pérdidas, a la postre letales. Vid. D. Ghilione y O. Walker, “Tension mounts as Monte dei Paschi di Siena nears its end”, Financial Times, 27 de septiembre de 2021.

[4] Vid. Ghilione y Walker, op. cit. En el año 2016 fracasaron algunos intentos de recapitalización privada. Vid. R. Sanderson, J. Politi, y M. Arnold, “Italy to bailout Monte di Paschi di Siena bank”, Financial Times, 21 de diciembre de 2016.

[5] Vid. Gighlione y Walker, op. cit.

27 de septiembre de 2021

Ingresos públicos y prestaciones patrimoniales: un mapa con perfiles difusos

 

Un nuevo curso está a punto de comenzar. Han pasado ya muchos años, tal vez demasiados, desde la primera vez. Tantos que uno podría esperar que el hastío emergiera algún día. Hasta ahora no ha sido así, al menos en el plano del conocimiento, ante el reto de ser capaz de transmitir los contenidos de una asignatura, bajo la premisa de respetar unos estándares adecuados, e inducir entre los destinatarios un interés por su estudio y aprendizaje. Se trata de un reto nunca superado completamente y que se renueva a sí mismo, año tras año.

Las propias mutaciones en la materia objeto de estudio, la aparición de aportaciones novedosas a incorporar, la constatación de experiencias reales, o el surgimiento de dudas, preguntas o controversias, la irrupción de enfoques metodológicos o didácticos alternativos, entre otros factores, no vienen sino a añadir alicientes. Poder preservar ese espíritu, y percibir esa sensación única, la del explorador que por primera vez llega a una tierra ignota o que regresa a parajes conocidos en viajes anteriores, es una de las mayores dichas de la profesión docente.

Para un profesor de Hacienda Pública, abordar la clasificación de los ingresos públicos es una tarea que, pese a que habitualmente se resuelve de manera taxativa o telegráfica, suscita siempre un buen número de cuestiones y dudas interpretativas. No es en absoluto algo sencillo trazar un cuadro completo y sistemático, y de demarcaciones inequívocas.

Tratar de esbozarlo puede ser una misión instructiva con vistas al inicio del estudio de la teoría de la imposición. La implicación en ella de los estudiantes puede ser de gran ayuda. Una simple pregunta o la expresión de una duda pueden ser a veces una valiosa aportación.

Con el único propósito de empezar a perfilar ese cuadro clasificatorio, el esquema adjunto -todavía abierto e incompleto- señala algunas posibles líneas de demarcación e incorpora algunos ejemplos ilustrativos.



26 de septiembre de 2021

El ruido silencioso: del juicio al perjuicio

 

La obra “Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman, publicada en el año 2011[1], se ha convertido en una referencia primordial para el estudio de la racionalidad y la formación de los juicios por parte de las personas. Para muchos, se trata del mejor libro escrito sobre la materia[2]. Ahora acaba de aparecer un nuevo libro de Kahmenan, en esta ocasión acompañado de Olivier Sibony y Cass Sunstein (KSC): “Ruido: un fallo en el juicio humano”. Un tanto sorprendentemente, la edición española está ya en las librerías.

El primer libro está centrado en los sesgos, que hacen que nuestros juicios sean erróneos de forma sistemática y predecible. El nuevo se ocupa del ruido (en sentido estadístico), que hace que los juicios tiendan a ser erróneos, a desviarse de lo correcto, sin un patrón predecible. En la introducción del libro, los autores ilustran las dos clases de errores asociados al sesgo y al ruido, tomando como referencia los resultados de los disparos de varios equipos a una diana. La existencia de sesgo viene indicada por la concentración de los disparos en una determinada zona apartada del centro de la diana. La de ruido, por la dispersión de los impactos de los disparos sin ningún patrón identificable.

Mientras que para evaluar la existencia de sesgo tenemos que conocer dónde está situado el centro de la diana, “una propiedad general del ruido es que se puede reconocer y medir sin saber nada sobre el objetivo o el sesgo”. Esta propiedad es esencial “porque muchas de nuestras conclusiones se extraen de juicios cuyo objetivo real es desconocido o incluso imposible de reconocer” (págs. 14-15).

KSC sostienen que “para comprender el error de juicio, necesitamos entender tanto el sesgo como el ruido. A veces el ruido es… el problema más importante. Sin embargo, en las conversaciones pública sobre el error humano y en las organizaciones de todo el mundo, el ruido rara vez se reconoce”. Consideran que “en las decisiones del mundo real, la cantidad de ruido suele ser altísima”, y recogen una lista de situaciones “ruidosas” (págs. 16-17). El proceso de la selección de personal a través de entrevistas es una de ellas, como se detalla en el capítulo 24. Manuel Conthe recomienda la lectura este capítulo especialmente para quienes son críticos con el sistema de oposiciones de acceso a la Administración pública[3].

KSC, tras analizar diversos casos reales, defienden que las causas del ruido pueden acotarse y ser objeto de gestión. Para disminuirlo, abogan por la aplicación de una serie de técnicas que engloban bajo la etiqueta de “higiene de las decisiones” (pág. 19).

“Los sesgos conducen a errores e injusticias. Y también el ruido. Sin embargo, hacemos mucho menos al respecto. El error de juicio puede parecer más tolerable cuando es aleatorio que cuando lo atribuimos a una causa, pero no es menos perjudicial. Si queremos tomar mejores decisiones sobre asuntos que importan, debemos tomarnos en serio la reducción del ruido”, concluyen (pág. 412).



[1] La versión española, en 2012.

[2] Vid. R. Armstrong, “Noise – humbling lesson in inaccuracy by Kahneman, Sibony and Sunstein”, Financial Times, 23 de agosto de 2021.

[3] Vid. “La lotería de los juicios”, Expansión, 21 de septiembre de 2021.


25 de septiembre de 2021

Cultura financiera y formación matemática

 

El déficit de cultura financiera es un problema generalizado en la mayoría de los países del mundo. Una auténtica cruzada se ha desatado a escala internacional para extender la educación financiera entre la población. Ya sea en el ámbito personal o en el profesional, es necesario adoptar continuamente numerosas decisiones financieras, algunas de ellas de enorme alcance, por lo que las competencias en este campo son claves para el desenvolvimiento en la sociedad actual.

Aun cuando es igualmente patente el elevado grado de correlación positiva existente entre el nivel de conocimientos en materia financiera y la formación matemática, una preocupación similar a la concerniente a la primera se extiende de manera específica a la segunda de estas dos vertientes. Por la relevancia de los conocimientos matemáticos, esa preocupación está más que justificada. Además de su importancia intrínseca, la subsanación de esa deficiencia en el área matemática es un requisito fundamental para el logro de una adecuada alfabetización financiera.

Sin embargo, ha de tenerse presente que la buena formación matemática es una condición necesaria, pero no suficiente, para un buen desempeño en la gestión de las finanzas personales. Como ha señalado Bobby Seagull, “ser bueno en matemáticas no te hace necesariamente bueno en la gestión de tu dinero. Uno puede ser capaz de usar el teorema de Pitágoras, ¿pero, cómo puede comparar las ventajas de una hipoteca a interés fijo con las de otra a interés variable?”. La concepción del conocimiento con una clara orientación hacia su aplicación para la toma de decisiones en contextos concretos, que reflejen situaciones reales, adquiere una gran trascendencia en ese sentido.

En unos momentos en los que el enfoque de la enseñanza de las Matemáticas es objeto de debate en España, la situación existente en el Reino Unido permite algunas reflexiones. Así, nos encontramos con el hecho de que, en un país con un sistema universitario tan prestigiado mundialmente, sólo uno de cada cuatro adultos tiene niveles “aceptables” de preparación aritmética (“numeracy”). A mayor abundamiento, casi la mitad de los adultos en edad laboral tienen competencias matemáticas por debajo de las esperadas para un niño de 11 años, lo que origina importantes problemas en el lugar de trabajo.

Las dificultades para la comprensión de la naturaleza y las características de una serie de productos financieros, así como para la cuantificación de variables e indicadores básicos quedan patentes en numerosos casos, y se manifiestan en la adopción de decisiones desfavorables para los interesados. La existencia de ese bajo nivel de competencias matemáticas genera también una merma de potencial económico. Para el Reino Unido, se ha estimado un valor total de diferenciales salariales negativos, debido a unas reducidas habilidades matemáticas, por importe de 30.000 millones de euros.

Si este diagnóstico se hace respecto de un país con algo menos de un 60% de la población adulta con competencias numéricas bajas, no debe perderse de vista que el mismo indicador se sitúa en España en el 70%. La lucha por acortar la brecha del conocimiento matemático se ha convertido en una prioridad. Cualquier avance en tal sentido se traduce, además, en una mejora de la capacidad para la adopción de decisiones financieras. Éste es un campo apropiado para llevar a la práctica dicho conocimiento, de manera que pueden lograrse simultáneamente dos objetivos. Ahora bien, dado que, como ha destacado Annamaria Lusardi, es muy difícil mejorar las habilidades numéricas entre la población adulta, es clave enseñar destrezas matemáticas en la escuela y entre los jóvenes.

La grandeza de las Matemáticas deriva de su universalidad como lenguaje y base del saber, de su certeza. Pese a ello, como señala Stephen Hawking en la introducción de la obra “Dios creó los números”, no puede ignorarse que el futuro sólo puede determinarse a través de la probabilidad”. Aunque, sin ningún género de dudas, lo que se enseñe a los niños y a las niñas de hoy va a tener una gran relevancia en su futuro personal y en el de la sociedad. No sólo el qué; también el cómo, el por quién, y el para qué.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



23 de septiembre de 2021

Evergrande: cuando las torres de deuda no pueden seguir creciendo

 

Los nombres de algunas compañías son curiosos; otros son premonitorios. A veces se conjugan ambas vertientes. Es lo que ocurre con Evergrande. El parque de viviendas en China fue ampliándose, al tiempo que también lo hacía el balance de Evergrande. Pero su balance no estaba demasiado “balanceado”. El gran promotor inmobiliario chino ha basado su modelo empresarial en un endeudamiento en continua expansión, que ha ido elevando la altura de sus imponentes torres de deuda.

La historia económica reciente muestra a las claras que las torres erigidas sobre activos financieros o inmobiliarios son frágiles y, en cualquier momento, pueden derrumbarse o perder buena parte de sus plantas superiores. En cambio, las torres de deuda se muestran incólumes y se mantienen firmes. Desafiantes, continúan su ascenso hacia el cielo, aunque se hayan retirado ya los andamios.

Durante más de una década, las acciones de las compañías de promoción inmobiliaria chinas habían sido una pesadilla para los vendedores en corto, se afirmaba en un artículo del Financial Times de primeros de diciembre de 2020: nada parecía ser capaz de frenar el “rally”[1]. Sin embargo, ya se advertía de que, a raíz de la ralentización del mercado inmobiliario, “China Evergrande, un titán fuertemente endeudado, ha[bía] bajado más de un 40% respecto a un pico alcanzado en julio”, y se alertaba de las dificultades para refinanciar su deuda.

Han tenido que pasar algo más de nueve meses desde entonces para que el problema aflorara de forma contundente. En agosto de 2020, el gobierno chino estableció “tres líneas rojas” (también curioso nombre) sobre los balances de los promotores inmobiliarios (ratios de pasivos/activos, deuda/capital y efectivo/deuda a corto plazo), difíciles de respetar en el caso de Evergrande. El “promotor inmobiliario más endeudado del mundo” acumula una deuda de $360.000 millones, aproximadamente un 2% del PIB de China.

Los promotores inmobiliarios de este tenor se basan en los préstamos de prestamistas especializados y sociedades de inversión, que serán los primeros en sufrir el impacto de los eventuales impagos, que puede transmitirse al sistema bancario.

Los análisis y pronósticos acerca de las consecuencias de la crisis de “Ever(+)grande” se han desatado, con escenarios para todos los gustos. Desde vaticinios apocalípticos, que superarían los estragos de la caída de Lehman Brothers, hasta impactos sumamente moderados, nos encontramos con un extenso cuadro de posibles incidencias. Pero “la lluvia radioactiva no ha hecho más que comenzar”[2]. Habrá que ver cuáles son su intensidad y su duración efectivas, y si las medidas de protección son verdaderamente eficaces para evitar el contagio. Hay algunas experiencias más o menos recientes, en ámbitos financieros y no financieros, que aconsejan no ser demasiado incrédulos respecto a la llegada del lobo.



[1] Vid. “China property/Evergrande: towers of debt”, 3 de diciembre de 2020.

[2] Vid. Financial Times, “Evergrande: predictability of defaults reduces contagion risk”, 21 de septiembre de 2021.

20 de septiembre de 2021

El cálculo del esfuerzo fiscal: el apunte olvidado de Bird

 

Después de años de estar sumido en el olvido, el índice Frank (IF), como expresión del esfuerzo fiscal desplegado por los diferentes países, parece haber recuperado terreno. Cada vez es más frecuente verlo recogido, no sólo en publicaciones de alcance general sino también en algunos trabajos de corte académico. Dicho índice se define usualmente del siguiente modo: IF = Presión fiscal/PIB per cápita = [(T/PIB) x 100]/(PIB/POB), siendo T el importe de la recaudación fiscal, PIB el producto interior bruto, y POB, la población del país considerado.

En diversas ocasiones nos hemos pronunciado acerca de la significación económica de este índice, cuando lo expresamos como sigue: [(T x POB) x 100]/(PIB2).

Realmente, la búsqueda de un adecuado indicador del esfuerzo o del sacrificio fiscal realizado por los ciudadanos en diferentes países sigue abierta, a pesar de las contribuciones de los hacendistas, especialmente desde mediados del siglo pasado. El gran hacendista Richard Bird, desgraciadamente, fallecido hace pocos meses[1], propuso un índice basado en una reformulación del de Frank, conocido hoy como el índice de Bird[2].

Merece la pena reflexionar en torno a este último índice, pero antes conviene repescar una interesante observación que, en el mismo artículo, el economista canadiense realizaba sobre el índice de Frank[3]. Bird ponía un ejemplo del siguiente tenor: consideremos un país A con un PIB per cápita de $10.000, y una presión fiscal (T/Y) del 25%. Con estos datos obtendríamos el siguiente IF: [(T/PIB) x 100]/(PIB/POB) = (0,25 x 100)/(10.000) = 0,0025. A su vez, un país B con la misma presión fiscal y un PIB per cápita de $40.000 tendría un IF de 0,000625.

¿Qué presión fiscal sería necesaria en el país B para que éste alcanzara el mismo esfuerzo fiscal que el país A?: 0,0025 = [(T/PIB) x 100]/40.000. Nos encontramos con que: 100 = [(T/PIB) x 100], o, lo que es lo mismo, T/PIB tendría que ser igual a 1, es decir, haría falta una presión fiscal… ¡del 100%!, para alcanzar el mismo esfuerzo fiscal, lo que no parece muy razonable, al menos de entrada.

Dejo al hipotético lector que calcule la presión fiscal necesaria en caso de que la presión fiscal de A fuese del 30%.

De lo anterior parece que, cuando menos, se desprende la conveniencia de adoptar algunas cautelas respecto a la interpretación mecánica del índice de Frank. Eso sí, con permiso de que a alguien no se le ocurra decir que se trata de una excepción que confirma la bondad de este indicador.



[2] “A note on ‘tax sacrifice’ comparisons”, National Tax Journal, vol. 17, nº 3, 1964.

[3] Vid. op. cit., pág. 306.

19 de septiembre de 2021

La valoración correcta de una compañía: el factor de descuento chino

 

¿Cuál es el precio correcto a pagar por una compañía de la que nunca seremos verdaderos propietarios?, se pregunta Robert Armstrong, en uno de sus siempre interesantes y, habitualmente, complejos artículos[1].

Su reflexión surge a raíz de los movimientos intervencionistas del gobierno chino sobre una serie de compañías tecnológicas chinas que cotizan en bolsa. El citado articulista sostiene que un accionista realmente no es propietario de acciones de empresas tecnológicas chinas cotizadas en Estados Unidos, en dos sentidos: i) hay restricciones sobre la propiedad de activos chinos en manos de extranjeros, con lo que la vía de acceso de las compañías chinas al mercado de capital estadounidense es a través de estructuras de “entidades de interés variable”, que sustituyen a las obligaciones contractuales de la propiedad; ii) uno sólo posee aquello que los gobiernos relevantes dicen que uno posee.

Este último rasgo es predicable de cualquier país, si bien hay diferentes situaciones en función del grado de seguridad jurídica. Sobre el papel, como se indica en el artículo, “el gobierno de China es más proclive que el de Estados Unidos, en este punto de la historia, a declarar su control sobre las compañías que un accionista ‘posee’ cuando mantiene acciones”. Por ello se pregunta lo siguiente: “¿Cuánto menos debe pagarse por una compañía tecnológica china que por una estadounidense con un perfil financiero similar? ¿Cuál es el descuento correcto por el PCCh?”.

No se trata de un cálculo sencillo, pero Armstrong, después de barajar algunos indicadores, sospecha “que el descuento de China -el descuento por el hecho de que ‘uno no es propietario’- es realmente grande, y creciente”. A tenor de sus manifestaciones, para George Soros ese factor ha de ser ahora muy, muy elevado[2]. Mientras, en un movimiento divergente, BlackRock ha obtenido $1.000 millones de dólares para su primer fondo de inversión en China[3].

Si el razonamiento lo hacemos extensivo al conjunto de los activos, no puede decirse, a la luz de la experiencia, que el factor de descuento por inseguridad jurídica sea nulo en España[4]. Tampoco en lo que todavía se denomina “mundo libre”, si prosperan algunos de los paradigmas que con tanta intensidad se dibujan en el horizonte cercano.



[1] “The China discount widens”, Financial Times, 13 de julo de 2021.

[3] Vid. T. Hale, “BlackRock raises $1bn for first foreign-run China mutual fund”, Financial Times, 13 de septiembre de 2021.

18 de septiembre de 2021

La búsqueda de la inmortalidad: ¿demasiado de una cosa buena?

 

Memento mori. Recuerda que eres mortal. Hasta los más gloriosos héroes, las más grandes figuras del intelecto y los más poderosos magnates se han visto hasta ahora limitados en su existencia terrenal por esa implacable imposición de la naturaleza, no siempre administrada con patrones miméticos ni predecibles. Es un sabio consejo para todo aquel que se ve a sí mismo elevándose desde el suelo.

Con todo, la esperanza matemática de la vida de una persona al nacer ha ido variando significativamente a lo largo de los siglos y aún hoy presenta un considerable recorrido en función de variables y circunstancias concretas. Sin embargo, en una especie de emulación tardía a conocidos personajes bíblicos, el gerontólogo biomédico inglés Aubrey de Grey -estos días sumido en una zona gris por razones no científicas- vaticinó, hace ya algunos años, que la persona que vivirá mil años ha nacido ya.

Sin embargo, para algunas personas un tanto ambiciosas y abiertamente desafiantes de los designios de la biología, ese dilatado período no parece suficiente. Aspiran a alcanzar la inmortalidad.

Recientemente, Jeff Bezos se ha convertido en uno de los “tech-empresarios” que ha decidido invertir en proyectos empresariales antienvejecimiento. Entre éstos se encuentra Altos Labs, cuyo propósito es lograr una reprogramación biológica con la intención de revertir el tiempo[1]. En realidad, no estamos más que ante una extensión del alcance del principio de “The winner takes it all”, para incluir el dominio del tiempo. Después de todo, “los tech magnates, acostumbrados a la creencia de que hay una solución tecnológica para cualquier problema, ven la vida como algo reparable”[2]. Hasta ahora, la literatura había desafiado que la búsqueda de la inmortalidad pueda ser un camino de rosas.

"¿Por qué Dante Alighieri acometió tan monumental proyecto?", se pregunta un personaje de "Las tripas de la razón" (Juan Ceyles, etclibros, 2021, pág. 228)  que busca la esencia del tiempo en la "Divina comedia" . "¿Cuál había sido su verdadero leitmotiv? ¿Qué pretendía con ello? ¿La gloria? ¿La inmortalidad? ¡Por supuesto! Como todos".

Imaginemos por un momento a Cervantes en su lecho de muerte. Sabe que está a punto de morir, pero entonces un ser supremo aparece ante él, y le ofrece la posibilidad de elegir entre dos opciones: adquirir la inmortalidad como cumbre de la literatura universal, después de dejar este mundo, o mantener la existencia física en él pero sin pena (sin cautiverios ni otros amargos avatares) ni gloria. ¿Qué habría elegido? ¿Qué elegiríamos nosotros?

Woody Allen parece tenerlo meridianamente claro por lo que a él respecta: “No quiero alcanzar la inmortalidad a través de mi obra. Quiero alcanzar la inmortalidad a través de no morir. No quiero vivir en los corazones de mis compatriotas; quiero vivir en mi apartamento”[3].

Otras personas no lo tienen tan claro, y consideran que una vida eterna puede ser tener demasiado de una cosa buena[4]

“Para concluir, diré que creo en la inmortalidad: no en la inmortalidad personal, pero sí en la cósmica. Seguiremos siendo inmortales; más allá de nuestra muerte corporal queda nuestra memoria, y más allá de nuestra memoria quedan nuestros actos, nuestros hechos, nuestras actitudes, toda esa parte maravillosa de la historia universal, aunque no lo sepamos y es mejor que no lo sepamos”. Palabra de Borges (“La inmortalidad”, 1978, en “Miscelánea”, Debolsillo, 2011, pág. 218).



[1] Vid. F. Papageorgiou, “Peter Thiel, Jezz Bezos and the quest for immortality”, Financial Times, 14 de septiembre de 2021.

[2] Vid. Papageorgiou, op. cit.

[3] Vid. Papageorgiou, op. cit.

 [4] Vid. R. Shrimsley, “Why eternal life is too much of a good thing”, Financial Times, 17 de septiembre de 2021.

17 de septiembre de 2021

Las reglas fiscales de la UEM y la Catedral de Sevilla

 

La controversia sobre las reglas fiscales de la Unión Económica y Monetaria Europea (UEM) es una constante en el tiempo. Viene produciéndose un debate sobre ellas, de hecho, desde antes de que arrancara el euro. El debate se ha ido acentuando a lo largo del tiempo, especialmente con ocasión de la gran crisis económica y financiera internacional de 2007-2008 y sus consecuencias en la Unión Europea, donde estuvo a punto de dinamitar el euro. También, cómo no, más recientemente con motivo de la pandemia del coronavirus. Ahora que, por fin, parece que puede llegar verdaderamente una era post-Covid, la discusión es ineludible.

Las reglas fiscales juegan un papel muy importante como vehículo para la aplicación del paradigma de la estabilidad presupuestaria[1]. Desde el punto de vista pedagógico, es un buen momento –“a teachable moment”- para hacer una recapitulación del esquema de las reglas vigentes y de su aplicación efectiva, así como para vislumbrar las posibles líneas de reforma. La tarea no es sencilla, toda vez que el edificio del marco regulatorio se ha ido ampliando con la incorporación de sucesivas estancias. Inevitablemente, el conjunto ha ido ganando complejidad y convirtiéndose en un laberinto. En este sentido, O. Blanchard, en un trabajo con otros dos coautores sobre el rediseño de las reglas fiscales de la UE[2], llega a afirmar que el resultado de las reformas de dichas reglas “es extraordinariamente complejo, y a menudo se asemeja a la Catedral de Ávila: La estructura original es aún reconocible, pero las muchas adiciones hacen difícil ver la consistencia del conjunto”. Tras esta afirmación, se remite a una figura en la que se presenta supuestamente el plano de la Catedral de Ávila, que resulta que es, en realidad, el de la Catedral de Sevilla. Extraña o caprichosa confusión… ¿confusión de confusiones?

Intentar orientarse dentro del laberinto de las reglas fiscales de la UEM es un verdadero reto. A su lado, la amalgama del mosaico catedralicio hispalense se antoja un objetivo más asequible, especialmente si se dispone de un plano detallado. Lo que es seguro es que su estudio sería una actividad llena de alicientes, y una opción a considerar seriamente como sustitutiva. A medida que pasan los años, algunos costes de oportunidad se perciben con más nitidez e intensidad. Las oportunidades perdidas nunca llegan a recuperarse. De hecho, ninguna es reeditable al cien por cien.

Catedral de Sevilla
Fuente: https://www.lacatedraldesevilla,org/en/cathedral-parts.html.

[1] Una síntesis se expone en: Ensayos y notas 4 2021.docx (edufinet.com).

[2] O. Blanchard, Á. Leandro y J. Zettelmeyer, “Redesigning EU fiscal rules: from rules to standards”, Peterson Institute for International Economics, Working Paper, 21-1, febrero 2021, pág. 15.


13 de septiembre de 2021

Un nuevo amanecer en China: las advertencias de Soros

 

En un trabajo publicado en el año 2020, José María López y yo mismo constatábamos las dificultades para encontrar una calificación estándar del sistema económico chino, así como las incógnitas e incertidumbres que se cernían para poder calibrar el rumbo del gigante asiático y su influencia efectiva en el orden mundial[1].

Puede que el dictamen sobre la verdadera naturaleza del sistema chino siga abierto en su diagnóstico final, pero el aldabonazo reciente dado por el magnate financiero George Soros desde las páginas del diario Financial Times ha venido a disipar bastantes dudas. Ya el título del artículo es de por sí bastante expresivo: “George Soros: Investors in Xi’s China face a rude awakening”[2].

Soros describe la ofensiva contra la empresa privada adoptada por el presidente chino, “que considera a todas las empresas chinas como instrumentos de un estado unipartidista”. Según el multimillonario financiero-filósofo-filántropo, “el presidente Xi Jinping no entiende cómo funcionan los mercados”. A diferencia de él mismo, huelga añadir. Como ahora casi nadie recuerda, dando lecciones magistrales de especulación, logró expulsar a la libra esterlina, en 1992, del Sistema Monetario Europeo, embolsándose, gracias a su jugada, una sustanciosa suma de dinero.

Soros advierte de que “el presidente del país [China] está poniendo en marcha una versión actualizada del partido de Mao Zedong”.

Da la impresión de que lo que el profesor Miguel González denomina “la cara oculta del modelo chino” empieza a hacerse visible. La vuelta al radicalismo está servida, tras la proclamación del máximo líder chino en el sentido de que “No es realista esperar una vida pacífica sin lucha”[3]. Ediciones de libros de texto para los estudiantes de todos los niveles del ciclo educativo, acerca del pensamiento de Xi Jinping sobre el “Socialismo con Características Chinas para la Nueva Era”, se distribuyen de forma masiva.

Un lector del Financial Times, desde Hong Kong, se atreve a disentir de la posición de Soros[4]. En una escueta carta recuerda que “desde 1987, China ha seguido el principio de que el desarrollo es la tarea central del gobierno”, pero basándose en el “camino socialista” y en la aceptación de que el sistema es una “dictadura democrática popular”: “Las recientes acciones por el gobierno chino vienen a recordar a la gente que el gobierno central está y ha estado jugando siempre un papel importante en la economía de China cuando el mercado no está funcionando en beneficio de todos los stakeholders, Ha sido siempre evidente. Es sólo que algunas personas eligieron olvidar y ahora pretenden recordar”. 

Como G. Rachman recuerda el peligro que conlleva el culto a la personalidad: “The Xi personality cult is a danger to China” (Financial Times, 13-9-2021). Al hilo de esta advertencia, surge una duda, una pregunta que dejo a los politólogos y sociólogos: ¿Se trata de una práctica exclusiva de las tiranías y las dictaduras, o puede darse también en regímenes formalmente democráticos, e incluso en organizaciones empresariales e institucionales?






[1] Vid. “El liderazgo mundial de China: entre la economía y la política”, Instituto Econospérides, Documento de Trabajo nº 15/2020.

[2] Financial Times, 31 de agosto de 2021. El artículo, traducido al español, ha sido publicado en el diario Expansión, con fecha 1 de septiembre: ”Los inversores en China afrontan un duro despertar”.

[3] Vid. Financial Times, “Xi Jinping is aiming to redraw Chinca’s social contract”, The Editorial Board, 3 de septiembre de 2021.

[4] T. SK Li, “Letter: Beijing’s stance cannot be a surprise to investors”, septiembre 2021.

12 de septiembre de 2021

Compartir con el competidor: ¿vuelve la “coopetencia” bancaria?

 

Durante bastante tiempo, el éxito de las cajas de ahorros españolas se atribuía en alguna medida a que habían logrado llevar a la práctica de manera eficaz un concepto conocido a través de un horrendo vocablo, “coopetencia” (= “Cooperación” + “Competencia”). La combinación de un sistema centralizado de prestación de numerosos servicios[1], a través de una potente organización, la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorro), con una competencia abierta en la prestación de servicios bancarios permitía que muchas entidades, incluso aquéllas de reducido tamaño, pudieran llevar a cabo una destacada labor de intermediación financiera y otra de carácter social, cultural y asistencial. Hoy día subsisten sólo dos cajas de ahorros genuinas, las que tenían justamente un menor tamaño, y se mantiene la CECA, acompañada por Cecabank, como banco especializado en la prestación de servicios financieros a entidades privadas y públicas en general.

El recuerdo es inevitable al constatar la tendencia observada en el Reino Unido según la cual bancos rivales comparten oficinas a fin de ahorrar dinero. Las semejanzas con la “coopetencia” son palpables, si bien esta nueva práctica responde a una motivación diferente, la ineludible necesidad de reducir costes -y/o aumentar los ingresos- para poder seguir manteniendo la oferta de servicios a través de oficinas tradicionales.

La gran crisis económica y financiera internacional de 2007-2008, unida al impacto del proceso de transformación digital, con el agravante de los cambios de hábitos impuestos por la pandemia de la Covid-19, han menoscabado enormemente el papel de las oficinas físicas. Otros factores han influido igualmente, sin que haya que olvidar la incidencia de las entidades con fuerte componente tecnológico que prescinden totalmente del contacto físico para la prestación de sus servicios. De una situación caracterizada por la crítica a una excesiva densidad bancaria, hemos pasado a otra en la que se denuncia un acusado déficit en determinadas zonas -no sólo rurales- y para atender a ciertos colectivos poblacionales no adaptados al mundo digital[2].

En el Reino Unido, seis de los mayores bancos han acordado extender un programa piloto consistente en compartir servicios de atención presencial en un “Bank Hub” operado por la Oficina de Correos. Existen limitaciones sobre las operaciones que pueden hacerse en una oficina compartida, en la que, por ejemplo, los clientes no pueden solicitar un préstamo hipotecario[3].

Una cuestión clave es cómo deben distribuirse los costes de mantenimiento de las oficinas compartidas. ¿Debe haber una contribución generalizada de todo el sector, incluidos los bancos digitales? ¿Deben establecerse comisiones por los servicios prestados? ¿Podría estar justificada alguna colaboración pública, directa o indirecta?



[1] Institucionales, asesoramiento, operaciones, medios de pago, intercambios, oficinas de representación en el extranjero…

[3] Vid. C. Barrett, “Could banks find that sharing is caring?”, Financial Times, 23 de agosto de 2021.

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