La controversia sobre las reglas fiscales de la Unión Económica y Monetaria Europea
(UEM) es una constante en el tiempo. Viene produciéndose un debate sobre ellas,
de hecho, desde antes de que arrancara el euro. El debate se ha ido acentuando
a lo largo del tiempo, especialmente con ocasión de la gran crisis económica y
financiera internacional de 2007-2008 y sus consecuencias en la Unión Europea,
donde estuvo a punto de dinamitar el euro. También, cómo no, más recientemente
con motivo de la pandemia del coronavirus. Ahora que, por fin, parece que puede
llegar verdaderamente una era post-Covid, la discusión es ineludible.
Las
reglas fiscales juegan un papel muy importante como vehículo para la aplicación
del paradigma de la estabilidad presupuestaria[1].
Desde el punto de vista pedagógico, es un buen momento –“a teachable moment”-
para hacer una recapitulación del esquema de las reglas vigentes y de su
aplicación efectiva, así como para vislumbrar las posibles líneas de reforma.
La tarea no es sencilla, toda vez que el edificio del marco regulatorio se ha
ido ampliando con la incorporación de sucesivas estancias. Inevitablemente, el
conjunto ha ido ganando complejidad y convirtiéndose en un laberinto. En este
sentido, O. Blanchard, en un trabajo con otros dos coautores sobre el rediseño
de las reglas fiscales de la UE[2],
llega a afirmar que el resultado de las reformas de dichas reglas “es
extraordinariamente complejo, y a menudo se asemeja a la Catedral de Ávila: La
estructura original es aún reconocible, pero las muchas adiciones hacen difícil
ver la consistencia del conjunto”. Tras esta afirmación, se remite a una figura
en la que se presenta supuestamente el plano de la Catedral de Ávila, que
resulta que es, en realidad, el de la Catedral de Sevilla. Extraña o caprichosa
confusión… ¿confusión de confusiones?
Intentar
orientarse dentro del laberinto de las reglas fiscales de la UEM es un verdadero reto. A
su lado, la amalgama del mosaico catedralicio hispalense se antoja un objetivo
más asequible, especialmente si se dispone de un plano detallado. Lo que es
seguro es que su estudio sería una actividad llena de alicientes, y una opción
a considerar seriamente como sustitutiva. A medida que pasan los años, algunos
costes de oportunidad se perciben con más nitidez e intensidad. Las oportunidades
perdidas nunca llegan a recuperarse. De hecho, ninguna es reeditable al cien por cien.
[1] Una
síntesis se expone en: Ensayos
y notas 4 2021.docx (edufinet.com).
[2] O.
Blanchard, Á. Leandro y J. Zettelmeyer, “Redesigning EU fiscal rules: from
rules to standards”, Peterson Institute for International Economics, Working
Paper, 21-1, febrero 2021, pág. 15.