30 de abril de 2022

La estructura funcional del gasto público en España

 

El gasto público desempeña un papel fundamental en la economía y en la determinación del bienestar económico de los ciudadanos. Sus efectos reales dependen de varios factores que pueden sintetizarse en algunos conocidos interrogantes: cuánto, para qué, en qué, por quién, y cómo se gasta. La cantidad es, por supuesto, un factor primordial, pero su valoración no puede disociarse de aspectos cruciales como la calidad, la eficiencia, la eficacia, la economía, y la calidad del gasto. Desafortunadamente, habitualmente nos tenemos que conformar con manejar las cifras del gasto monetario, que no arrojan ninguna información sobre los otros aspectos mencionados.

Tampoco las cifras correspondientes a las clasificaciones usuales del gasto, aunque sí aportan distintas perspectivas de interés. Es lo que ocurre con la clasificación del gasto por funciones. Según el sistema utilizado internacionalmente para la clasificación de las funciones del gasto público (COFOG), son diez las funciones diferenciadas.

En el cuadro adjunto se refleja la estructura del gasto público de España, Alemania, Francia e Italia, en 2020. Este año fue bastante atípico, por circunstancias sobradamente conocidas, y en él se dispararon los niveles de gasto público[1]. Por lo que concierne a la composición del gasto, puede comprobarse que España no desentona demasiado respecto a los países de referencia.



29 de abril de 2022

Los impuestos y el don de la ubicuidad

Aunque la ubicuidad sea un don reservado a las facultades divinas, si hay algo en el mundo terrenal que pueda intentar aspirar a adquirirlo son, sin duda, los impuestos. Una mente tan clarividente como la de Alexis de Tocqueville, cuya perspicacia sigue causando asombro hoy día, fue capaz de visualizarlo, y de postular escuetamente un principio de amplio alcance: “Como quiera que casi no hay asunto público que no tenga su origen en un impuesto o que no venga a parar en él”, recogía con rotundidad en su obra “El Antiguo Régimen y la Revolución”, publicada en el año 1856[1].

Aún recuerdo la emoción cuando, hace más de cuarenta años, al empezar la inacabable senda del estudio de la imposición, leía en un manual estadounidense cómo la fiscalidad, en la figura del censo, había condicionado el nacimiento de Jesús en Belén: “Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio… Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad…”, según se narra en el Evangelio de Lucas.

Seguramente habrá bastantes excepciones, que no vendrán a confirmar, sino a refutar, la regla de Tocqueville, pero, desde de luego, sí que es posible acumular un amplio inventario de sucesos confirmatorios.



[1] Alianza Editorial, 2018.


26 de abril de 2022

La extraña muerte de la salutación y el auge de la despedida conminatoria

 

Vi casualmente el artículo hace algún tiempo. El título era sugerente, pero quedó aparcado por diversas circunstancias. Hoy me he reencontrado con él, y he podido hojearlo. Pilita Clark, conocida columnista del Financial Times, considera que se ha producido la extraña muerte de la salutación en las comunicaciones más usuales[1].

Según ella, se ha implantado como costumbre que los remitentes de correos electrónicos prescindan de cualquier fórmula inicial de tratamiento o de cortesía, entrando directamente en materia sin ningún tipo de contemplaciones. A su entender, se trata de una pauta que puede ser admisible en las misivas entre colegas con una relación frecuente, pero no cuando hay un mayor distanciamiento.

Contrariamente a otras opiniones de sus colegas, entiende que la pérdida del saludo inicial no es imputable a factores generacionales, sino que existe transversalidad en la nueva práctica, que ella rechaza de manera contundente.

Pese a lo indicado por la articulista, personalmente he observado que, después de una etapa inicial en el uso del correo electrónico, tiende a prevalecer la pauta de utilizar algún tipo de saludo. Es más, habitualmente se suelen dar los buenos días, las buenas tardes, o las buenas noches, en función del momento horario del emisor, lo que tal vez puede prejuzgar el de la lectura y/o contestación. Mi experiencia reciente apunta en ese sentido.

No menos preocupante que la falta de salutación inicial es la tendencia bastante extendida a conminar la respuesta. Ahí sí que se observa un agudo deterioro de las formas tradicionales. La exigencia se ha convertido en moneda común. Puestos a elegir entre la omisión del saludo inicial y la despedida con requerimientos, no queda claro cuál de las dos opciones es más tolerable.




[1] “The strange death of salutation”, Financial Times, 30-3-2022.


23 de abril de 2022

El rango constitucional del compromiso de pago de la deuda pública

 

En la Constitución española de 1978, en su redacción originaria, la referencia a la deuda pública, en el artículo 135, era bastante escueta. No obstante, el compromiso con su atención era claro: “Los créditos para satisfacer el pago de intereses y capital de la Deuda Pública del Estado se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de los presupuestos y no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la ley de emisión”.

Dolorosas, y bien conocidas, circunstancias adversas llevaron a una reforma exprés del texto constitucional en el año 2011, tras estar al borde del precipicio y de la salida forzada de la Eurozona. A través de dicha reforma se amplió sustancialmente el contenido del mencionado artículo. Por lo que se refiere al párrafo transcrito, este se mantuvo casi literalmente, si bien se incluyó un inciso a fin de despejar cualquier atisbo de duda: “Los créditos para satisfacer los intereses y capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la ley de emisión”.

Mucha fue la controversia que suscitó la incorporación de ese compromiso reforzado. Sin embargo, pese a los precedentes históricos que alimentan la leyenda negra de la deuda española, tenemos vestigios notoriamente anteriores que evidencian aquella aspiración institucional. Así, por ejemplo, la Constitución de 1812 era bastante expresiva a este respecto: “La deuda pública reconocida será una de las primeras atenciones de las Cortes, y estas pondrán el mayor cuidado en que se vaya verificando su progresiva extinción, y siempre el pago de los réditos en la parte que los devengue, arreglando todo lo concerniente a la dirección de este importante ramo”.

De manera un tanto insospechada, encontramos, pues, en ese relevante texto unos indicios no desdeñables de ortodoxia financiera y del moderno paradigma europeo de la estabilidad presupuestaria.



21 de abril de 2022

Javier Imbroda: sentimiento, equipo y gloria

Era a comienzos del verano de 1992, hace ya casi treinta años. La reunión se celebraba en la sede de Los Guindos, y el consejo de administración de una recién constituida sociedad anónima deportiva denominada Baloncesto Málaga se disponía a adoptar una decisión trascendental. Con los ojos de hoy puede verse como una elección lógica, fácil y acertada, pero en su momento fue controvertida y arriesgada, además de generadora, como otras, de costes y efectos colaterales nada gratos. Javier Imbroda recibió la encomienda de regir los destinos deportivos del Unicaja en su nueva andadura. Precedido por su buen hacer en la sorprendente trayectoria de un club con hechura auténticamente colegial, pasaba a dar un salto cualitativo y a situarse en un nivel más elevado de exigencia.

Pronto me di cuenta de que, más que un entrenador típico, era un pedagogo, una especie de predicador incansable de una filosofía articulada en torno a un cuadro de valores ligados a la ética, el compromiso y el espíritu de superación, dispuesto a hacer frente a retos imposibles y apuntar hacia metas inverosímiles. Todo lo tenía escrito en su venerado cuaderno, donde iba recogiendo los fundamentos de su doctrina. En él atesoraba los mil y un programas que imaginaba, para incorporar a los jóvenes a una formación deportiva y vital integral. Pese a esa inspiración humanista y a su bonhomía natural, se transformaba luego en la cancha para dar paso a una energía desbordante y a una garra competitiva que irradiaba a sus jugadores, a quienes impulsaba por encima de sus propias capacidades.

Muchos se mostraban escépticos con la efectividad de su catecismo, pero, contra todo pronóstico, cuando nadie lo esperaba, logró obrar algo parecido a un milagro, y con ello cambió el rumbo de la historia deportiva y emocional de su ciudad de acogida.

Juntos trazamos proyectos ilusionantes y diseñamos un plan para su incorporación a otras esferas de promoción deportiva y educativa. Todo estaba listo para la rúbrica del documento, pero, desgraciadamente, simplemente por cuestiones de timing, no llegó a materializarse. Fue una gran decepción personal para ambos, pero eso no impidió seguir manteniendo el aprecio mutuo.

En el año 1998 se involucró en otros destinos profesionales, pero siempre mantuvo vivo el cariño hacia su club, y, de hecho, en más de una ocasión, me transmitió su deseo de retornar a él, algún día, para proseguir su labor fuera de las pistas. Por todos los sitios por donde pasó, en el mundo deporte, del emprendimiento, de la gestion pública, o del coaching (¿o habría que decir, más bien, “imbroding”?), fue fiel a su filosofía y a su estilo, y dejó huellas imborrables. “Unir sentimientos, esa es la esencia de un equipo”, fue el mantra que impregnó a todos. Javier, mejor que nadie, era capaz de convencer a los miembros de sus equipos, dentro y fuera de las canchas deportivas, de que esta célebre meditación de Marco Aurelio puede ser algo más que una mera construcción retórica: “Si algo te resulta difícil de realizar, no supongas por ello que es imposible. Piensa que, si algo es humanamente posible y propio, tú lo puedes lograr”.

Durante mucho tiempo anhelé que, alguna vez, conquistara un título que compensara el que rozamos con la yema de los dedos en mayo de 1995. Fue una frustración no haber vivido un evento como ese protagonizado por él, pero estaba equivocado. En realidad, Javier llevaba bastante tiempo consiguiendo títulos más valiosos. La extensión de su modelo personal, de su filosofía humanista, al ámbito del deporte y a otros órdenes de la vida, ha sido en sí misma su gran hito, la clave de su merecida gloria.

Hace años, pasó un día a recogerme para dar un paseo y tener una charla sobre nuestras inquietudes comunes. En el equipo de música de su automóvil sonaba una canción (“Fairground”) de un grupo que le entusiasmaba. Más adelante me di cuenta de que, en el fondo, él se dedicaba a interpretar la letra de esa canción en la vida real: “I love the thought of giving hope to you… Just a little ray of light shining through”. A partir de ahora, esté donde esté, conduciendo por una carretera sin fin, seguirá dándonos esperanzas a todo. Su recuerdo y su ejemplo permanecerán como un rayo de luz que nunca que se extinguirá.

(Artículo publicado en el diario “Sur”) 






20 de abril de 2022

LIFO, FIFO, NIFO: más allá de los criterios contables

 

El LIFO (last in, first out: último en entrar, primero en salir) y el FIFO (first in, first out: primero en entrar, primero en salir) son dos conocidos y prácticos criterios contables, muy familiares para contables, economistas y fiscalistas.

Al margen de esa funcionalidad para la que fueron concebidos, su significado intrínseco entraña, en un plano general, también distintas formas de entender la vida y de encarar las implicaciones en tareas y proyectos colectivos.

Quienes se atienen al FIFO siguen un planteamiento bastante lógico. Puesto que son los primeros en llegar, es razonable que también sean los primeros en poder retirarse. Otras personas, en cambio, consideran oportuno, si el sistema lo permite, regirse por el LIFO. Aunque se encuentren entre los últimos en llegar, ven oportuno estar igualmente entre los primeros en salir.

Hay quienes son más refinados todavía y practican el NIFO (next in, first out: próximo a entrar, primero en salir). Son aquellos que tienen la habilidad de escabullirse antes de haberse involucrado materialmente.

No obstante, hay otras personas que, consciente o inconscientemente, ejercen un criterio menos conocido, y que responde a las siglas FILO (first in, last out; primero en entrar, último en salir). Es, sin lugar a duda, la posición más difícil de llevar a cabo y, especialmente, de mantener en el tiempo.





18 de abril de 2022

Rendimiento de los bonos: ¿hacia el fin de la anormalidad?

 

Los rendimientos negativos eran, hace algún tiempo, considerados inconcebibles, luego pasaron a ser una novedad, y más tarde se convirtieron en una característica establecida de los mercados globales. Esta breve reseña, realizado por T. Stubbington[1], sintetiza bastante bien cómo ha ido evolucionando la percepción de los tipos de interés a lo largo de los últimos diez años. En varias ocasiones, hemos hecho alusión a las vivencias que hemos tenido en el “país de Alicia”. Y no sólo en el terreno de los tipos de interés.

Desde fechas más recientes, algunos analistas se atrevían a vaticinar que el lobo de la inflación iba a aparecer por el bosque, después de años de ausencia. Casi nadie, sin embargo, veía sus orejas, pero, de pronto, se ha plantado en escena con los colmillos bien afilados.

Con bastante parsimonia, los bancos centrales han empezado a anunciar su intención de poner término a los masivos programas de compras de activos, y a estudiar posibles subidas graduales de los tipos de interés.

La reacción en los mercados de bonos no se ha hecho esperar. Así, el saldo de deuda con rendimientos negativos ha alcanzado su mínimo del período 2014-2022. Frente a un montante de $17 billones (huelga decir que hispanos) de dólares, se ha pasado a una suma de $2,7 billones (gráfico adjunto).

Sin embargo, debido a la prevención de las autoridades monetarias europeas ante los efectos económicos derivados de la invasión de Ucrania, no parece que los tipos de interés negativos acaben su recorrido de manera inminente.




[1] “Inflation surge slashes $11tn from world’s negative-yielding debt”, Financial Times, abril 2022.


14 de abril de 2022

El esfuerzo para la adquisición de una vivienda

 

La posibilidad de acceder a una vivienda propia, una vez llegada la edad de emancipación, es un problema que parece firmemente arraigado, de forma estructural, en la sociedad española. Ahora bien, si atendemos al alto porcentaje de familias que son propietarias de su primera vivienda, en comparación con otros países, podría decirse que, al menos aparentemente, España ha dispuesto de un sistema bastante efectivo. Sin embargo, los cambios económicos, las consecuencias de la crisis económica, la situación del mercado de trabajo, y el declive de la política de vivienda social han venido a agravar el problema y a agrandar la magnitud del desafío.

Aun constatando estos últimos, resulta de interés conocer cómo han ido evolucionando los indicadores que reflejan la mayor o menor accesibilidad a la vivienda. Es lo que se pretende hacer en este artículo tomando tres referencias temporales, las de finales de los siguientes años: a) 2008, cuando todavía no se había registrado materialmente el desplome del mercado inmobiliario; b) 2012, bajo los efectos de la terrible Gran Recesión; y c) 2021, aún afectados, aunque ya no en su fase álgida, por la crisis económica ocasionada por la pandemia del coronavirus. El número de viviendas iniciadas, como media mensual, en cada uno de los referidos años es bastante revelador: 22.000, 3.680 y 9.026, respectivamente.

Dos medidas habituales de esfuerzo por la compra de una vivienda son: por un lado, el número de años resultante del cociente entre el precio de una vivienda y la renta anual neta de un hogar; por otro, lo que representa la carga financiera anual (amortización más intereses) de un préstamo hipotecario sobre dicha renta anual neta.

Tales indicadores de esfuerzo dependen, en la práctica, de un amplio número de factores, entre ellos los siguientes: precio de la vivienda, importe del préstamo hipotecario, plazo y tipo de interés de éste, renta familiar neta, zona geográfica… A título ilustrativo, tomamos un caso concreto, el de una vivienda libre de 90 m2, cuyo precio ha evolucionado, según estadísticas oficiales, de esta forma (euros): 181.620 (2008), 137.790 (2012) y 152.460 (2021). El precio equivalía a 6,3 veces la renta familiar neta media de 2008, en tanto que la proporción ha disminuido hasta 5 en los años siguientes. La cuantía de la renta se ha movido entre 28.000 y 30.000 euros.

El descenso de los tipos de interés de los préstamos hipotecarios, a lo largo del período considerado, ha sido muy notorio: 5,83%, 2,93% y 1,56% (anual). De esta manera, la carga financiera de un préstamo, a 25 años, equivalente al 80% del precio de adquisición, ha disminuido también muy considerablemente: de superar los 11.000 euros anuales en 2008, pasó a situarse en 6.200 en 2012, y en 5.900 en 2021. El peso de dicha carga financiera sobre la renta familiar neta ha seguido una dinámica descendente: 38%-22%-19%.

Ahora bien, no hay que perder de vista que la anterior medida de esfuerzo teórico para la adquisición de vivienda no tiene en cuenta que el comprador ha de cubrir la parte del precio no financiada por el préstamo hipotecario, así como el importe del IVA y el de otros gastos. Si incluimos dicho coste mediante una financiación al mismo plazo, aunque a un tipo de interés superior, el indicador de esfuerzo se eleva claramente: 52%-34%-31%. Asimismo, habría que tener en cuenta el efecto de la supresión de la deducción fiscal estatal por vivienda a partir de 2013.

Con una metodología algo diferente, la OCDE ofrece información del indicador basado en el cociente entre la carga financiera hipotecaria y la renta familiar disponible, para el año 2019. Las cifras oscilan entre el 7% (Suecia) y el 25% (Luxemburgo). El dato para España (17%) es muy similar al de Alemania e Italia.

Debido al juego de los factores descritos, el esfuerzo teórico para acceder a una vivienda ha disminuido apreciablemente en el curso de los últimos años. Sin embargo, la dificultad estriba en que los jóvenes puedan incorporarse al mercado de trabajo en puestos estables y con unos salarios del nivel requerido para afrontar holgadamente una transacción tan relevante como la compra de la primera vivienda. Tampoco puede ignorarse que, en España, como en el resto de los países desarrollados, la magnitud del esfuerzo es bastante superior en las familias situadas en los estratos de renta más bajos.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



13 de abril de 2022

La delimitación del sector público en la economía nacional: una búsqueda incesante

 

La importancia de la demarcación del papel del sector público en la economía solo está reñida con la de la dificultad de trazar con precisión los límites de su intervención real. A menos que la expresión vaya acompañada de alguna explicación metodológica, hablar de “sector público” sin más nos lleva a una situación de ambigüedad en cuanto a su alcance efectivo. Y hemos de ser conscientes de que, aunque se opte por la acepción habitual de su identificación con el sector de administraciones públicas según el cómputo efectuado por la contabilidad nacional, la visión resultante no será completa, y ello por varias razones.

De entrada, porque dentro del sector de administraciones públicas no se incluyen las operaciones realizadas por otras unidades públicas integradas en los sectores de sociedades no financieras y de instituciones financieras. Pero, incluso haciendo abstracción de esa omisión, debida simplemente a criterios metodológicos, no puede obviarse una cuestión fundamental. En lo esencial, la contabilidad nacional recoge aquellas operaciones que tienen una traducción presupuestaria, bien como ingresos o como gastos públicos. Su importancia es innegable, pero el Estado también interviene en la economía a través de otras vías que no dejan huella presupuestaria, lo que no impide que puedan tener una gran trascendencia en las vertientes de la asignación de los recursos, de la distribución de la renta y la riqueza, de la estabilidad económica, o del desarrollo económico.

El Estado dispone de una batería de instrumentos con un extenso alcance y una enorme potencia que no dependen de rúbricas presupuestarias o, en todo caso, solo de manera parcial o indirecta. Tal es el caso de las intervenciones llevadas a cabo a través de la regulación, de la política monetaria, de los beneficios fiscales, de las concesiones de licencias y servicios, de la expropiación, o de la conscripción. Algunos de los efectos son visibles inmediatamente, pero otros no, y solo se perciben con el transcurso del tiempo. En última instancia, tarde o temprano, todo acaba influyendo en las arcas públicas.

A pesar de los años de estudio de la economía del sector público, el reto de su delimitación sigue estando ahí.



12 de abril de 2022

Las ideologías de la imposición y la imposición de las ideologías

 

Con bastante frecuencia, he recibido ciertas recriminaciones, respecto a artículos publicados, por no haber mostrado claramente mis preferencias o mis opiniones al exponer algunas cuestiones económicas controvertidas. Vanamente, casi siempre he tratado de explicar que justamente era esa mi pretensión, plantear alguna discusión con base en una serie de elementos que permitieran al hipotético lector forjarse su propia opinión.

He decir, también en mi descargo, que no es una pauta académica insólita. Al reencontrarme con la obra “Las ideologías de la imposición”, de Louis Eisenstein[1], compruebo que este autor intentaba aplicar ese enfoque, apartándose de lo que tenía por costumbre: “Ya que mi propósito es, de principio a fin, resumir y analizar estas ideas, me he abstenido de introducir mis preferencias en la discusión… El lector es totalmente libre para sacar cualquier conclusión que le parezca bien sin la más mínima insinuación o exhortación por mi parte”. A pesar de ello, cualquiera que se adentre en las páginas de la obra descubrirá pronto que sus preferencias distan de estar completamente ausentes.

Sí lo consigue en su manifestación inicial en relación con los “sistemas racionales y retóricos ideados por distintos grupos e intereses con la finalidad de lograr una distribución que se corresponda con sus propios deseos pecuniarios. Estos sistemas son claras ideologías, esto es, complejos de ideas y de actitudes convenientemente dotados con el vocabulario preciso. Naturalmente, como todas las ideologías, se presentan bajo la forma de conjuntos de verdades objetivas que sólo pueden dejar de aprobar los interesados o los ignorantes”.

También nos recuerda que “la imposición es un proceso político y no deberíamos confiar, por consiguiente, en que las frases hechas nos suministren mucha más luz en este campo que en las restantes áreas de contienda política”.

Idealmente, pues, para analizar las ideologías de la imposición, resultaría fundamental poder aproximarse haciendo abstracción de la ideología propia. De lo contrario, es bastante probable que se acabe tratando de imponer esta última.




[1] 1961; versión española, Instituto de Estudios Fiscales, 1983.


9 de abril de 2022

Javier Imbroda, eterno soñador

 “I love the thought of giving hope to you… Just a little ray of light shining through”.

Es su imagen de pedagogo, entusiasta y soñador, ilusionado con cambiar el mundo, la que primero me venía a la cabeza cuando pensaba en él. Cada vez que tenía oportunidad, recurría a su cuaderno de notas, que utilizaba como eje para dar rienda suelta a su imaginación, apoyada en continuas reflexiones. No parecía un entrenador de un equipo profesional, era más bien una especie de predicador consagrado a la idea de construir un mundo mejor para los jóvenes a través del deporte como vía para una formación integral. Ante todo, en valores éticos.

A pesar de sus años de apostolado en pro de esa causa humanista llevada al mundo del deporte que haría suya para siempre, era capaz de transformarse en la pista para sacar todo su espíritu competitivo, y de transmitirlo a deportistas que conseguían elevarse por encima de sus capacidades. Muchos se mostraban escépticos con la efectividad de su catecismo, pero, contra todo pronóstico, cuando nadie lo esperaba, logró obrar algo parecido a un milagro, y con ello cambió el rumbo de la historia deportiva y emocional de su ciudad de acogida.

Juntos trazamos proyectos ilusionantes y diseñamos un plan para su incorporación a otras esferas de promoción deportiva y educativa. Para los aspectos técnicos del plan delegó en su querido hermano Blaje y en su primo Vicente, que, desafortunadamente, también, no hace mucho, nos arrebató una cruel enfermedad. Todo estaba listo para la rúbrica del programa, pero, desgraciadamente, por cuestiones de timing institucional, se demoró más de la cuenta sin que pudiera materializarse. Fue una gran frustración personal para mí, pero eso no impidió seguir manteniendo el aprecio mutuo.

El pasado domingo por la mañana, una persona muy allegada a Javier me comunicó la terrible noticia, que aún hoy, casi una semana después, soy incapaz de asimilar.

Solía decirme que nunca salía de mi encierro en el despacho, y que era necesario oxigenarse de vez en cuando. Un día, hace muchos años, pasó a recogerme para dar un paseo y tener una charla sobre nuestras inquietudes comunes. En el equipo de música de su automóvil sonaba una canción –“Fairground”- de un grupo que le entusiasmaba, Simply Red. Desde entonces, también a mí. A partir de ahora, esté donde esté, conduciendo por una carretera sin fin, seguirá dándonos esperanzas a todo. Su recuerdo permanecerá como un rayo de luz que nunca que se extinguirá.






1 de abril de 2022

El recuerdo nostálgico de las cajas de ahorros

 

Sus defensores decían que el modelo hispano de cajas de ahorros tenía el gran mérito de la posibilidad de conciliar los objetivos económicos empresariales con el desempeño de funciones de interés social. Esto último, al menos en una triple vertiente: i) a través del ejercicio de su función de intermediación financiera tradicional al servicio de la economía real, fundamentalmente, de las familias, pequeñas y medianas empresas, y corporaciones locales.

Indudablemente, el modelo adolecía de algunas deficiencias estructurales, tanto económicas (limitaciones para la captación de recursos propios) como de gobernanza (inexistencia de derechos de propiedad y posible interferencia de criterios no estrictamente corporativos en la toma de decisiones), que, no obstante, podían contrarrestarse con una buena gestión empresarial.

Sus oficinas estaban esparcidas por todos los barrios y por todos los pueblos de la geografía española. Formaban parte del paisaje municipal como un elemento intrínseco. Eran ejemplares en la extensión de la inclusión financiera a todos los colectivos y mantenían lazos especiales con los mayores, a los que atendían de manera personalizada en cuestiones financieras y, en la vertiente del ocio, el entretenimiento y la cultura, a través de una amplia red de centros de su obra benéfica y social, que respondía claramente a ambos atributos.

Hoy, cuando barrios enteros y municipios pequeños se quedan sin sucursales bancarias, y las nuevas tecnologías se erigen como barrera para una buena parte de la población, se echa de menos su presencia.

Hace años, en unas jornadas sobre la acción social de las cajas, celebradas en Zaragoza, apuntaba que dichas entidades eran una rara avis que se encontraba en peligro de extinción, y que merecería ser declarada especie protegida. Sólo las dos más pequeñas han logrado sobrevivir, quizás como muestra testimonial de un modelo que tal vez pertenecía a otra época, pero al que ahora se le añora entre lágrimas.



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