18 de abril de 2022

Rendimiento de los bonos: ¿hacia el fin de la anormalidad?

 

Los rendimientos negativos eran, hace algún tiempo, considerados inconcebibles, luego pasaron a ser una novedad, y más tarde se convirtieron en una característica establecida de los mercados globales. Esta breve reseña, realizado por T. Stubbington[1], sintetiza bastante bien cómo ha ido evolucionando la percepción de los tipos de interés a lo largo de los últimos diez años. En varias ocasiones, hemos hecho alusión a las vivencias que hemos tenido en el “país de Alicia”. Y no sólo en el terreno de los tipos de interés.

Desde fechas más recientes, algunos analistas se atrevían a vaticinar que el lobo de la inflación iba a aparecer por el bosque, después de años de ausencia. Casi nadie, sin embargo, veía sus orejas, pero, de pronto, se ha plantado en escena con los colmillos bien afilados.

Con bastante parsimonia, los bancos centrales han empezado a anunciar su intención de poner término a los masivos programas de compras de activos, y a estudiar posibles subidas graduales de los tipos de interés.

La reacción en los mercados de bonos no se ha hecho esperar. Así, el saldo de deuda con rendimientos negativos ha alcanzado su mínimo del período 2014-2022. Frente a un montante de $17 billones (huelga decir que hispanos) de dólares, se ha pasado a una suma de $2,7 billones (gráfico adjunto).

Sin embargo, debido a la prevención de las autoridades monetarias europeas ante los efectos económicos derivados de la invasión de Ucrania, no parece que los tipos de interés negativos acaben su recorrido de manera inminente.




[1] “Inflation surge slashes $11tn from world’s negative-yielding debt”, Financial Times, abril 2022.


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