30 de julio de 2021

La inversión en clubes deportivos: ¿ventajas fiscales inapropiadas?

 

Hoy día, se presta una atención cada vez mayor a las actuaciones económicas que tienen implicaciones fiscales (¿hay alguna que no las tenga?). Especialmente cuando aquellas se circunscriben a personas con un estatus económico muy destacado y van ligadas a una disminución de las obligaciones fiscales, quedan bajo el foco de organizaciones y observatorios preocupados por la justicia fiscal. Son numerosos los estudios y abundante la información, en algunos casos de gran interés, que provienen de tales instancias. Ojalá que esa labor, necesaria y conveniente, caracterizada por un gran celo motivado por el afán de justicia, se extendiera también a ámbitos tan básicos como el de la patente desigual distribución del disfrute de los derechos y libertades esenciales.

La compra de clubes deportivos profesionales está asociada normalmente a megarricos, lo que no causa mucha sorpresa, especialmente cuando se trata de entidades de alta competición. Una persona de a pie, como mucho, aspira a tener una o unas pocas acciones de su club favorito o, las más sofisticadas, ven en el mercado bursátil deportivo una oportunidad de practicar otro tipo de juego.

Recientemente, en Estados Unidos han aparecido informes que cuestionan cómo los contribuyentes más ricos adquieren clubes deportivos a fin de reducir sus facturas fiscales.

Así, por ejemplo, se ha señalado que “propietarios como Steve Ballmer [Los Ángeles Clippers] pueden aplicar las deducciones por la compra de activos -cualquier cosa desde acuerdos con medios a contratos de jugadores- que los empresarios industriales aplican por el equipamiento de las factorías. Esto les ayuda a pagar menores tipos impositivos que los jugadores e incluso que los trabajadores del estadio”[1].

Asimismo, se ha destacado que “a medida que los equipos generan beneficios y son cada vez más valiosos, los propietarios multimillonarios declaran pérdidas en sus declaraciones de renta basadas en las deducciones por amortizaciones [de activos intangibles como el fondo de comercio]”[2].

El anterior diagnóstico no es, sin embargo, compartido por algunos expertos fiscales. Algunos consideran que está plenamente justificada la aplicación de deducciones por la amortización de activos intangibles, y sostienen que, desde una perspectiva contable, deducir, de la renta gravable, el coste de la adquisición de un equipo a lo largo del tiempo ayuda a casar las deducciones con los ingresos que se genera en el futuro para calcular una medida estable de renta neta.

En este contexto, se considera que, si el inversor no pudiese deducir el coste de su adquisición, dicho inversor quedaría gravado efectivamente por la compra del equipo y por el ingreso futuro generado, en vez de por la renta neta producida por el equipo[3].

Un apasionante partido se disputa, pues, en el terreno de las amortizaciones. Es probable que el resultado final sea ajustado, y que quien salga derrotado pueda presentar alguna reclamación.

¡Qué buen tema, por cierto, para un TFG!



[1] Vid. R. Faturechi, J. Elliott y E. Simani, “The billionaire playbook: how sports owners use their teams to avoid millions in taxes”, ProPublica, 8 de julio de 2021.

[2] Vid. S. Anderson y B. Lord, “Sport teams: the everlasting tax shelter for billionaires”, Inequality.org, 12 de julio de 2021.

[3] Vid., por ejemplo, G. Watson y E. York, “Amortization deductions for sports teams properly part of the income tax system”, Tax Foundation, 26 de julio de 2021.

29 de julio de 2021

Verdades sobre la pandemia que desafían la intuición, según Harford

 

Las contribuciones de Tim Harford se caracterizan esencialmente por una lúcida y brillante aplicación del análisis económico a las más variadas situaciones. La relevancia social y económica de un evento como la pandemia de la Covid-19 viene espoleando, desde hace año y medio, su fértil actividad analítica. Muchos son los artículos que ha dedicado a este evento tan adverso, cambiante y persistente. También es típico de Harford motivar al lector con proposiciones que desafían su intuición. Esto es lo que pretende hacer en un reciente artículo en el que recoge lo que plantea como cinco verdades pandémicas en esa línea: “Five pandemic truths that defy intuition” (Financial Times, 23-7-2021). La consideración de las tesis que apunta tiene gran interés desde distintos puntos de vista: sanitario, económico, filosófico, psicológico y sociológico.

Estas son las verdades proclamadas:

1ª. Si una elevada proporción de las personas hospitalizadas están vacunadas, ello es una señal de éxito.

2ª. La inmunidad de rebaño no es el fin de una pandemia.

3ª. Las mascarillas importan, pero no por las razones que la gente cree.

4ª. Los confinamientos también importan menos de lo que todo el mundo piensa.

5ª. El Covid no ha sido, en el fondo, un fenómeno tan adverso.

Repasemos sucintamente los argumentos esgrimidos por el economista británico:

1ª. La aplicación de una vacuna no llega a proteger al 100% de la población vacunada, sino, por ejemplo, al 95%. Supongamos que, en una población de 1.000.000 de habitantes, se vacunan 950.000 personas y el resto (50.000) no. De estos últimos, un 1% es ingresado (500). De las 950.000 personas vacunadas, 9.500 estarían en riesgo de ingreso hospitalario, pero son protegidas por la vacuna, salvo un 5% (475). Las personas vacunadas representan un 48,7% del total de ingresos hospitalarios, pero la vacuna ha logrado que, en lugar de 10.000 ingresos potenciales, haya solo 975 ingresos efectivos. Si nos atenemos a los grandes números, la efectividad de las vacunas, desde el prisma del análisis coste-beneficio, está fuera de toda duda. No obstante, a escala individual, desde un punto de vista estrictamente estadístico, cada persona debería hacerse el siguiente planteamiento: comparar la probabilidad de contraer secuelas graves e incluso de fallecer, en caso de no recibir la vacuna, con la probabilidad de tales situaciones por la misma enfermedad, teniendo también presente la probabilidad de posibles efectos negativos derivados de la propia vacuna. Aunque sólo sea como un ejemplo ilustrativo de una toma de decisiones bastante relevante, merecería la pena una consideración específica.

2ª. Por inmunidad de rebaño se entiende el momento en el que ya hay muchas personas inmunes, de manera que la epidemia empieza a remitir por sí misma. Sin embargo, puede llevar mucho tiempo que se detenga totalmente.

3ª. Aunque hay posiciones contrapuestas respecto al uso de las mascarillas, aporta una serie de ventajas apreciables en comparación con la incomodidad que generan. Su uso puede quedar más justificado si se interpreta como una señal de "lealtad tribal".

4ª. Harford considera que, en ausencia de un confinamiento forzoso, la mayoría de la gente lo habría practicado de forma voluntaria. Un confinamiento que no sea ampliamente aceptado no es efectivo ni sostenible.

5ª. En verdad cuesta trabajo situar algunos de los anteriores argumentos entre los más brillantes y ocurrentes del economista camuflado, pero esa apreciación se da singularmente cuando nos recuerda que la incidencia de la pandemia podía haber sido mucho peor. No cabe duda de que podría haber sido así. Su planteamiento lleva, sin dejar de computar los costes, a agradecer lo que se tiene, y, de manera especial, nuestra preparación para la próxima pandemia.

28 de julio de 2021

El riesgo financiero climático: ¿autenticidad o falacia?

 

La consideración de los riesgos ligados al clima y al medioambiente se ha incorporado de lleno al sector financiero, después de tomar conciencia del impacto que aquellos pueden tener sobre la estabilidad de las entidades financieras. Dicho impacto puede provenir de diversos frentes: de desastres naturales que arruinen las garantías reales que sustenten las carteras de créditos, de la incidencia en la calidad de los activos a raíz de las dificultades de los prestatarios para sobrellevar la fase de transición hacia una economía con bajo contenido de carbono, o la posible relevancia de los activos varados. Ante la creciente percepción de la importancia de los referidos riesgos, los supervisores bancarios han situado estos en el foco de su actividad supervisora y concebido pruebas de estrés para calibrar la capacidad de resistencia de las entidades a eventos negativos. Por lo demás, el despliegue regulatorio está alcanzando unos niveles verdaderamente abrumadores. El paradigma de las finanzas sostenibles se ha instalado en toda su plenitud. Y es raro no encontrarnos cada día con sucesivas y continuas manifestaciones que se suman en la misma dirección.

Por eso resulta enormemente sorprendente encontrarse con una contribución escrita con un título tan llamativamente a contracorriente como la de John H. Cochrane, miembro de la Hoover Institution: “La falacia del riesgo climático” (Project Syndicate, 21 de julio de 2021). He de reconocer que, cuando vi el artículo, pensé que podría haber incurrido en algún error interpretativo. Sin embargo, su lectura permite despejar claramente cualquier duda. El autor, de manera tan directa como desafiante, señala que la justificación (para la incorporación de la política climática en la regulación financiera estadounidense) de que el riesgo climático plantea un peligro para el sistema financiero “es una afirmación absurda”. En su opinión, “Se está utilizando la regulación financiera para introducir a las escondidas políticas climáticas que, de otra manera, serían rechazadas por impopulares o inefectivas”.

Asimismo, subraya que “Si los reguladores en general les tienen miedo a riesgos inéditos que pongan en peligro el sistema financiero, la lista debería incluir guerras, pandemias, ciberataques, crisis de deuda soberana, crisis políticas y hasta ataques de asteroides. Todos excepto estos últimos son más probables que el riesgo climático”.

Como una especie de asteroide belicoso es en cierto modo el texto comentado, un elemento descontrolado y no previsto dentro de una constelación profinanzas sostenibles que no deja de expandirse. Encontrarse con argumentos como los reseñados o este otro llega a causar una cierta conmoción y nos invita a solicitar una pausa para asimilarlos y analizarlos: “La regulación financiera climática es una respuesta en busca de una pregunta. El punto es imponer un conjunto específico de políticas que no pueden prosperar mediante una legislación democrática regular o una potestad reglamentaria ambiental regular, que exige al menos la pretensión de un análisis costo-beneficio”.

27 de julio de 2021

Blog “Tiempo Vivo”: cuarto aniversario (2017-2021)

 

Estos días de calor tórrido se cumple el cuarto aniversario de este minúsculo lugar perdido en la inmensidad del universo cibernético, en expansión continua, en el que es imposible conocer siquiera cuáles son los perfiles de su difuso y cambiante contorno. Sigo teniendo la duda de si fue una buena decisión. A la vista de su limitada o, más bien, nula capacidad de penetración, es evidente que no. Sin embargo, paradójicamente, desde una óptica personal, quizás sí lo fue. El blog se ha convertido en una suerte de archivo particular que acoge, cronológicamente, las sucesivas entradas y que, incluso, actúa como solícito y silencioso bibliotecario.

Es como una especie de diario personal a la antigua usanza, aunque desprovisto de candado. La generosidad del gigante Google nos ofrece cobijo, no sólo sin facturar un coste explícito, sino ofreciendo también algunas utilidades. Aparte del contador de las sucesivas entregas, que indica que se ha alcanzado ya la cota 600, igualmente proporciona una contabilidad de los accesos. Un simple repaso, salvo alguna excepción accidental o fortuita, acredita el carácter antes evocado de diario estrictamente cuasipersonal. Uno o ninguno, es el guarismo que, en su condición estadística de moda, más se repite a lo largo del ya dilatado curso de los cuatro años transcurridos.

Eso no impide que las herramientas googleianas, de vez en cuando, generen alguna confusión. Hace sólo unos días me di cuenta de que una entrada que creía haber publicado hace varios meses aparecía aún como borrador (“La izquierda está ganando la batalla de las ideas”, 4-5-2021, Tiempo Vivo : La izquierda está ganando la batalla económica de las ideas (neotiempovivo.blogspot.com)). A pesar de ello, llamativamente, dicha entrada figura con algunos supuestos accesos computados.

Con todo, la faceta utilitarista propia cobra cada vez más peso, al actuar como una especie de ayudante bibliográfico casero. Pero eso no evita vernos en una situación de interinidad o de precariedad al percibir la dependencia de una estructura etérea en la que no tenemos ninguna capacidad de control. Nuestro pequeño sistema de custodia documental se puede desvanecer en cualquier momento. Es imposible desprenderse de esa sensación de desamparo. Ahora, casualmente, aparece un mensaje en el que se alerta de que pronto dejará de funcionar el sistema de avisos automáticos a los suscriptores del blog. La verdad es que no sé por qué me envían ese mensaje, si en el cuadro estadístico aparece que no hay ningún seguidor.

En fin, si Groucho Marx sostenía con total dignidad que “Nunca pertenecería a un club que admitiera a alguien como yo [él]”, cabría trazar algún paralelismo respecto al universo bloguero, siquiera como elemento autojustificativo de la exclusividad lectora.



26 de julio de 2021

La plumaria como milagro de la época estival

 

“… olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera” (Antonio Machado).

 

Me aventuré esa mañana a salir a la calle. Aún era temprano, pero el calor era ya sofocante. Al llegar al parque del barrio me encontré con Marcelo. Pese a ser sábado, allí estaba, como casi siempre, esmerándose en el cuidado de sus plantas. Me recuerda a Gabriel, el ejemplar y entrañable jardinero del edificio del Rectorado en el Ejido y de la Facultad de Económicas. Hace tiempo que nos dejó, pero lo sigo recordando con gran afecto y admiración.

Desde que leyó la entrada de este blog dedicada a la strelitzia que el plantó, Marcelo se muestra entusiasmado al mostrarme los resultados, a veces asombrosos, de sus habilidades y conocimientos botánicos. Esta vez presentía, por su actitud, que me tenía reservada una sorpresa considerable.

Hacía tiempo que no veía tan bella planta, asociada tradicionalmente a la flora malacitana, pero que, seguramente por una excesiva concentración de hábitos urbanos y una ausencia total de paseos por zonas apropiadas, casi había dado por extinguida. No sé si por este motivo, o tal vez por la intensidad de la implacable época estival, el impacto visual y sensorial fue mayúsculo.

Sobrecogido por tanta belleza, no pude evitar creer que estaba viviendo algún tipo de espejismo provocado por la insolación. Aturdido, me dispuse a sacar una fotografía, pero me di cuenta de que no llevaba el teléfono móvil. Tampoco Marcelo, que se resiste a utilizar -afortunado él- este tipo de aparatos. No pasaba nadie por el parque, y quedé sumido en la desesperación, porque estaba convencido de que la imagen no era real o de que, en el mejor de los casos, tendría una vida muy efímera.

Casi había tirado la toalla cuando vi que alguien, a paso veloz, se acercaba a nosotros. Parecía que era Edmundo, y alzaba la mano mostrando un celular. Era mi salvación.

Pude sacar la foto, pero mientras lo hacía tomé conciencia de que en mi barrio no había ningún parque. Me encontraba solo. Entonces llegó la enfermera para decirme que no debería adentrarme solo en esa zona del jardín de la clínica, y que era la hora del reconocimiento médico.

Después de rogarle mucho, Elisa accedió a enseñarme la foto. Al día siguiente acudí al mismo lugar, pero no localicé a Marcelo, ni tampoco ningún rastro de la plumaria.




25 de julio de 2021

Libertad económica y libertad intelectual: una relación biyectiva

 

“Cuando uno menciona el totalitarismo piensa de inmediato en [países como…]; pero creo que debemos afrontar el riesgo de que este fenómeno pase a ser mundial. Es evidente que el período de capitalismo liberal está tocando a su fin, y que los países, uno detrás de otro, están adoptando una economía centralizada que podemos llamar ‘socialismo’ o ‘capitalismo de Estado’ según se prefiera. Con ello, la libertad económica del individuo, y en gran medida su libertad para hacer lo que quiera, escoger trabajo y moverse de un lado a otro de la superficie del planeta, llegan a su fin. Bueno, hasta hace poco no se habían previsto las implicaciones de esto. No se había comprendido por completo que la desaparición de la libertad económica tendría algún efecto sobre la libertad individual… El totalitarismo ha abolido la libertad de pensamiento hasta unos límites inauditos en cualquier época anterior. Y es importante que comprendamos que este control del pensamiento no es solo de signo negativo, sino también positivo: no solo nos prohíbe expresar -e incluso tener- ciertos pensamientos; también nos dicta lo que debemos pensar, crea una ideología para nosotros, trata de gobernar nuestra vida emocional al tiempo que establece un código de conducta…”.

¿Son las anteriores las reflexiones de algún liberal compungido ante la imparable tendencia a las restricciones factuales selectivas sobre ciertas formas de pensamiento y de comportamiento? ¿Tal vez la expresión de un frustrado defensor a ultranza de la libertad de empresa? ¿Quizás la plasmación de las inquietudes de alguien que asiste alertado al avance incontenible del mantra del Gran Reinicio? ¿O simplemente las disquisiciones de un observador preocupado por el hecho de que no aprecia un reparto equitativo de los derechos subjetivos para discernir entre el bien y el mal? ¿O, por qué no, de un futurólogo?

Las palabras recogidas en el texto inicial son una transcripción de las lanzadas al aire desde una emisora de la BBC hace algún tiempo. El locutor era Eric Blair, aunque es más conocido como George Orwell. Corría el mes de mayo del año 1941[1].



[1] G. Orwell, “Literatura y totalitarismo”, en George Orwell, “Opresión y resistencia. Escritos contra el totalitarismo 1037-1949”, Penguin, 2021, págs. 102-103.

24 de julio de 2021

Fútbol en la élite: ¿todo es cuestión de finanzas?

 

La explotación de los combustibles fósiles ha tenido y tiene mucha importancia para el medioambiente. También, en los últimos tiempos, de manera muy destacada para el medioambiente futbolístico. Y, frente al impacto negativo en el capítulo de las emisiones de CO2, su extensión al ámbito deportivo va ligada al florecimiento de los clubes receptores de las emisiones de cuantiosos fondos. Existe una geografía del fútbol del hidrocarburo que se extiende ya por varios continentes.

De hecho, la historia reciente del fútbol malacitano está marcada por tales flujos, con soporte real y manifestación financiera. Hace años, circunstancialmente, tuve la oportunidad de conversar con uno de los asesores de los entonces propietarios de la entidad deportiva cuya imagen se asocia al -para algunas personas, como es mi caso- mítico estadio de “La Rosaleda”. No había escasez. Todo era cuestión de manejar bien la llave de paso del suministro del combustible: si hacía falta dinero, se aflojaba la llave; si ya había suficiente, se apretaba. Tan simple como eso. La verdad es que no llegué a enterarme si, posteriormente, pudo llegar a producirse o no algún tipo de avería en ese mecanismo clave.

Donde, desde luego, no parece que se haya producido ningún atasco, ni en la llave, ni en el recorrido, es en el caso del oleoducto virtual que llega a la ciudad de Manchester, más exactamente al Manchester City. No en vano se encuentra encaramado en los primeros lugares de la “Liga Futbolística del Dinero”, como uno de los siete clubes que superaron los 500 millones de euros de ingresos en la temporada 2019/20[1].

El City es propiedad, mayoritariamente, del City Football Group (CFG), una sociedad holding controlada por Abu Dhabi United Group, una compañía privada de inversión y desarrollo perteneciente a “His Highness Sheikh Mansour bin Zayed Al Nahyan[2]”, que posee también otros clubes en Estados Unidos, Australia e India.

Aunque el City no haya podido conquistar la Champions League este año, su compañía matriz sí ha alcanzado un registro extraordinario en las operaciones de crédito concertadas en el ámbito del fútbol, merced a un préstamo obtenido por un importe de $650 millones. Con esta suma, CFG pretende financiar proyectos de infraestructuras como un nuevo estadio para el New York City FC. Adicionalmente, CFG ha organizado una línea de crédito por £100 millones[3].

La opción elegida por CFG para captar recursos, a través de una operación de deuda en vez de capital, se ha tomado al considerar que era una fórmula más barata. La contraposición entre la apelación a recursos ajenos o a recursos propios es siempre una cuestión de gran interés analítico. En este caso, no hay que perder de vista que la significación del importe captado habría representado una porción más que apreciable del capital societario.

El Manchester City es considerado uno de los proyectos deportivos más exitosos del fútbol inglés en los años recientes. En las últimas cuatro temporadas se han incorporado tres títulos a sus vitrinas[4]. El éxito ha sido grande, aunque no sin costes también elevados. Se estima que el magnate primer propietario del Club ha invertido £1.000 millones en su transformación deportiva.

Inadvertidamente, no he podido dejar de recordar una célebre frase que, al parecer, utilizaba un antiguo presidente de un importante club de fútbol español, y que solía repetir Rafael Jiménez, en su etapa -sujeta a restricciones presupuestarias- como gerente del Club Baloncesto Málaga. Traducida a un lenguaje más o menos civilizado, venía a decir que con un presupuesto amplio era bastante más factible y fácil disfrutar de los éxitos deportivos.

Las disponibilidades presupuestarias son tales que a veces, incluso, no se respetan las reglas del “fair play” financiero[5]. Normalmente, los seguidores de los clubes tienden a acoger con entusiasmo la llegada de fondos abundantes, aunque no faltan otras opiniones críticas como las que sugieren, en el caso del City, que tal dispendio “ha sesgado la competición en Inglaterra y Europa, mientras que los activistas de derechos humanos dicen que es parte de un proyecto de ‘sportswashing’ diseñado para lavar la imagen global de los Emiratos Árabes Unidos”[6].

¿Cabría concebir una clasificación de los equipos, aunque fuera meramente testimonial, basada en resultados deportivos ponderados por el gasto incurrido? Además de la huella del carbono, ¿podría calcularse la “huella del petróleo” en los clubes de élite? ¿Deberían establecerse hándicaps a efectos de los puntos alcanzados en las clasificaciones?



[1] Vid. Deloitte, “Testing times. Football Money League”, 2021, pág. 11.

[2] Vid. www.cityfootballgroup.com.

[3] Vid. S. Agini, M. Ahmed, R. Smith, y S. Morris, “Manchester City owner raises $650m in one of football’s biggest debt deals”, Financial Times, 16 de julio de 2021.

[4] Vid. S. Agini, “Manchester City win Premier League”, Financial Times, 11 de mayo de 2021.

[5] Vid. M. M. Ahmed, “Manchester City Champions League ban overturned”, Financial Times, 13 de julio de 2020.

[6] Vid. Agini et al., op. cit.

23 de julio de 2021

El euro digital en el horizonte cercano: comienza la cuenta atrás

 

No parece que el del euro digital sea un proyecto destinado a acumular polvo en los anaqueles. Si todo marcha según lo previsto, ya en el año 2026 podría estar en funcionamiento. El día en el que se conmemoraba el 232º aniversario de la toma de la Bastilla, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) anunciaba su decisión estratégica de preparar la fortaleza digital del euro. Haciendo gala de la prudencia tradicional de la institución, se matizaba que lo que se ha aprobado es la puesta en marcha de un proyecto para estar preparados con vistas a la posible emisión de un euro digital, no así la decisión firme de llevarla a cabo.

En cierto modo, a alguien le podría extrañar que se hable del euro digital como una verdadera novedad, si está acostumbrado a realizar sus transacciones económicas a través de euros que viajan electrónicamente sin necesidad de contacto con monedas y billetes físicos. Sin embargo, mientras que ahora ese uso se canaliza a través de las cuentas abiertas en los bancos comerciales, el euro digital permitiría que cualquier usuario particular operase directamente mediante una cuenta con el BCE.

El propio BCE admite que las soluciones privadas ya existentes para los pagos online y digitales aportan importantes ventajas en términos de comodidad, velocidad y eficiencia, pero, al mismo tiempo, apunta la existencia de posibles riesgos conectados con la privacidad, la seguridad, la accesibilidad, y el coste para algunos usuarios. Como ha destacado Fabio Panetta, miembro de la Comisión Ejecutiva del BCE y presidente del grupo de trabajo sobre el euro digital, “a lo largo de muchos siglos, los soberanos han proporcionado su propia moneda a los ciudadanos como un símbolo de estabilidad, seguridad y confianza. Proveer dinero como bien colectivo es esencial para la misión de los bancos centrales”[1].

Ante un panorama en el que surgen diversas alternativas de dinero, muchas de ellas “deslocalizadas” y de enorme alcance potencial, y no menos riesgos, el BCE no puede incurrir en el de que el euro, el pilar de la Unión Monetaria Europea, se vea desplazado por otras soportes ajenos al espacio europeo integrado[2].

Como la mayoría de los proyectos económicos europeos, la adopción del euro digital se concibe en un marco temporal por etapas[3]: i) la primera consistió en la elaboración de un informe en el que se plasma la fundamentación de su emisión[4]; ii) posteriormente se efectuó una consulta pública, en la que se ha constatado un considerable interés de los europeos por el euro digital[5], y se desarrolló un trabajo experimental para valorar su factibilidad técnica[6]; iii) se abre ahora una etapa de dos años con objeto de perfilar el diseño del euro digital; y iv) finalmente, en caso de que se adoptara la decisión, comenzaría el desarrollo definitivo, lo que requeriría de un período de unos tres años de duración.

Algunos de los atributos de la moneda digital europeo han sido anticipados. De entrada, se subraya que el euro digital no pretende reemplazar totalmente al dinero en efectivo, sino complementarlo. Reducir el coste de las transacciones, reforzar la seguridad y proteger la privacidad personal frente a su uso comercial o a una intrusión injustificada, igualar el terreno de juego de los operadores, y fomentar la innovación son, a su vez, las encomiendas que figuran de partida en la agenda de trabajo. A estas se añaden otros requerimientos como los de asegurar que el euro digital sea utilizado como un medio pago en vez de como una forma de inversión, y que se preserve la estabilidad financiera.

El euro digital inicia su camino hacia la rampa de despegue, en línea con lo expresado en la declaración de la Cumbre del Euro de marzo de 2021. En esta se hacía un llamamiento a favor de un sector financiero digital innovador y más fuerte, y se recordaba algo no por obvio menos fundamental: “El euro es la moneda de la Unión. Es tanto un símbolo como un motor de la integración económica europea”[7]. Para poder seguir desempeñando esos roles, el euro necesita adaptarse a un ecosistema sujeto a fuerzas disruptivas y en pleno proceso de transformación.

(Artículo publicado en “EdufiBlog”)



[1] Vid. F. Panetta, “Preparing for the euro’s digital future”, The ECB Blog, 14 de julio de 2021.

[2] Vid. José M. Domínguez Martínez, “La anunciación del euro digital”, diario Sur, 7 de diciembre de 2020.

[3] Vid. F. Panetta, op. cit.

[4] BCE, “Report on a digital euro”, octubre 2020.

[5] BCE, “Eurosystem report on the public consultation on a digital euro”, abril 2021.

[6] BCE, “Digital euro experimentation scope and key learnings”, julio 2021.

[7] Vid. Statement by the Members of the Euro Summit, Bruselas, 25 de marzo de 2021.


20 de julio de 2021

Una exacción fiscal sobre los viajeros aéreos frecuentes

 

Desde hace algún tiempo nos hemos adentrado en una era de auténtico ensueño para los hacendistas, que apenas dan abasto para incorporar a su campo de estudio lo que es ya un aluvión de nuevas figuras impositivas. También, cómo no, aunque por motivos diferentes, para quienes suspiran por un sector público que amplíe las redes de su intervención en la economía y la sociedad. La versatilidad de los impuestos para adaptarse a los más variados entornos y a las más diversas circunstancias está fuera de toda duda. Los impuestos constituyen en la práctica un potente elemento que condiciona las conductas económicas, aunque a veces, para una mayor efectividad, requieran del complemento inapelable de una regulación taxativa.

Los tiempos han cambiado radicalmente. No hace demasiado, la proliferación de los viajes en avión, aprovechando las extraordinarias oportunidades en forma de multitud de opciones a precios irrisorios, era vista como una expresión de la libertad individual y una forma de realización personal. Como sobre tantas otras actividades, pesa hoy un poderoso estigma sobre los vuelos en avión. La fiscalidad, a través de distintas fórmulas, se abre camino para frenar unas actividades que generan efectos contaminantes, aunque su peso dentro de las emisiones totales de carbono en la Unión Europea sea bastante menor del que podríamos esperar[1].

La aplicación de un impuesto sobre el queroseno se plantea, entre otras medidas, por parte de la Comisión Europea[2]. Dicho tributo responde al esquema de un impuesto corrector de efectos externos (pigouviano) estándar. Hay, sin embargo, otras alternativas más novedosas como la del impuesto sobre los viajeros aéreos frecuentes (“a frequent flyer levy”)[3]. Éste consistiría en una exacción establecida como una carga creciente aplicada por cada vuelo en el período de un año. La escala de gravamen comenzaría con un tipo nulo para el primer vuelo (de ida) y luego aumentaría progresivamente con cada vuelo adicional, por ejemplo: 0-10-30-50-70-100 (libras esterlinas por cada vuelo, de manera incremental)[4].

Una duda que, sin duda, puede suscitarse para un pasajero aéreo asiduo es la del gravamen que debería aplicarse a quienes son pasajeros, frecuentes o esporádicos, de vuelos en aviones (estrictamente) privados. Al fin y al cabo, quienes abogan por la reducción de los vuelos se basan en buena medida, como recuerda uno de sus más destacados valedores, en que “los viajes aéreos siguiendo siendo el dominio de los ricos”[5].





[1] Sólo un 4% en los últimos años, antes de la pandemia del coronavirus. Vid. Financial Times, “The case for taxing European flights”, The Editorial Board, 16 de julio de 2021.

[2] Vid. M. Khan, “Brussels targets aviation fuel tax in drive ro reduce carbon emissions”, Financial Times, 11 de julio de 2021.

[3] Vid. S. Devlin y S. Bernich, “Managing aviation passenger demand with a frequent flyer levy”, New Economics Foundation, 2015.

[4] Vid. A. Chapman, L. Murray, G. Carpenter, C. Heisse, y L. Prieg, “A frequent flyer levy. Sharing aviation’s carbon bidget in a net zero world”, 2021.

[5] Vid. A. Chapman, “Up in the air”, New Economics Foundation, 12 de julio de 2021.

19 de julio de 2021

El precio ascendente del grano de café: ¿vaticinio de inflación?

 

El café es, sin ningún género de dudas, una de las grandes invenciones de la humanidad. ¿Qué sería, sin su estimulante auxilio, la existencia cotidiana de millones de personas? Como en otras facetas, no fui un consumidor precoz, pero, tal vez por eso, el descubrimiento retardado alimentó la creciente e irreversible adicción, después de recorrer progresivamente el arco que va desde una nube al crema más intenso. El saber malacitano ha documentado un extenso repertorio en el que las distintas variedades se muestran minuciosamente diferenciadas. Todo un alarde de precisión germana que actúa como foco inspirador desde el sur peninsular.

No son buenas las noticias que llegan estos días para los súbditos de esa deidad cuyos poderes máximos se despliegan en las horas matutinas. El precio del grano de café se ha disparado recientemente en los mercados internacionales. Dicha evolución obedece al daño causado en las cosechas en Brasil como consecuencia de la peor sequía en casi un siglo, a lo que se suma el freno de las exportaciones de Colombia a raíz de las protestas antigubernamentales[1]. A comienzos del pasado mes de junio, el precio de los contratos de futuros del café arábica era un 70% superior al de un año antes.


Los analistas tratan de transmitir calma a los hiperconsumidores cafeteros, cuando recuerdan que el coste del grano de café representa sólo una pequeña proporción del precio de un café en un establecimiento especializado. Los gastos del alquiler del local y del personal representan normalmente más de la mitad del coste total [2].

Por otro lado, si adoptamos una perspectiva temporal amplia, observamos que el precio del café muestra una considerable volatilidad y que, a pesar de los altos niveles actuales, éstos son, a precios constantes, equiparables a los existentes en 1977 y 1987 (gráfico adjunto).

Con todo, la preocupación no decae, al constatar el origen principal del alza del precio, vinculado a un evento climático tan adverso, como tampoco el temor a que la evolución del precio del elemento base de la pócima, divina o diabólica, pudiera ser un indicio insospechado de la extensión de la inflación.

En cualquier caso, no está de más reivindicar que la ciudad de Málaga alberga, en cierto modo, la cátedra del café, y está llamada a ocupar, por derecho propio, un lugar destacado en el circuito cafetero internacional. Dicen también que la pandemia ha hecho decaer de manera definitiva la demanda de café, pero, para quien pueda hacerlo, el centro histórico local tiene aún lugares emblemáticos para disfrutar de una relaxing cup of café con leche, o también solo.

                                            Fuente: ICE Futures U.S.




[1] Vid. A. Hamer y E. Terazono, “Jump in coffee bean prices set to filter through to you morning brew”, Financial Times, 7 de julio de 2021.

[2] Vid. Hamer y Terazono, op. cit.

18 de julio de 2021

Principios de Finanzas Sostenibles: un texto de referencia

 

Tengo ante mí el primer libro que tomo a préstamo -por mediación de un docto usuario interpuesto- de la biblioteca física de Edufinet (¿"Edufi(ex)Libris"?).

Incluso en un proyecto que nació con una decidida vocación internauta, como es Edufinet, disponer de un centro físico aporta una valiosa referencia y un punto de encuentro que posibilita no perder el siempre gratificante, estimulante y reconfortante contacto personal directo. Se cumplen ahora seis años desde que el Centro Unicaja de Educación Financiera abrió sus puertas en Avenida de Andalucía, nº 23, de la ciudad de Málaga.

Allí mismo acoge desde ahora un pequeño espacio dedicado al libro en su formato tradicional. Simplemente su presencia nos transporta a otros tiempos pretéritos en los que, en otros recintos especializados, buscábamos, llenos de emoción, algunas de las claves para adentrarnos en la ardua senda del conocimiento. Tener la posibilidad de tener entre nuestras manos un ejemplar de una obra impresa es una experiencia que no tiene parangón. Así sea por los siglos de los siglos.

“Principles of sustainable finance” (Oxford University Press, 2019), de Dick Schoenmaker, profesor de la Rotterdam School of Management (Erasmus University), y Willem Schramade, especialista en inversiones y profesor invitado de la misma Universidad, es la obra tomada a préstamo.

El libro tiene su origen en un curso sobre finanzas sostenibles y, según sus autores, difiere de otros textos por su amplia cobertura temática, que aborda los diferentes elementos de las finanzas sostenibles, apoyados con ejemplos.

Está integrado en 12 capítulos, agrupados en 4 partes: i) ¿Qué es la sostenibilidad y por qué es importante?; ii) Desafíos de la sostenibilidad para las corporaciones; iii) La financiación de la sostenibilidad; y iv) ¿Cómo realizar la transición desde un régimen antiguo a otro nuevo?

Un simple repaso nos sugiere que se trata de un manual sumamente útil para introducirnos de manera sólida en el ámbito de las Finanzas Sostenibles, con una clara orientación pedagógica, asentada en un análisis económico riguroso y documentado. El considerable repertorio de esquemas ilustrativos refuerza su atractivo, y la obra en su conjunto nos invita a sumergirnos en ella sin dilación.

Al no tener, de momento, esa posibilidad, procederé a reponerlo inmediatamente a la nueva biblioteca Edufinetiana, de forma que pueda estar disponible para cualquier estudioso interesado en esta nueva rama de las finanzas, que ha alcanzado ya una velocidad de crucero.



17 de julio de 2021

La nueva fiscalidad de las multinacionales

 

El marco impositivo aplicable a las empresas que operan a escala internacional fue establecido hace casi cien años, y desde entonces se ha mantenido sin grandes cambios. Dada la concurrencia de dos principios impositivos esenciales, el de residencia (derecho de un país a gravar los beneficios mundiales de las sociedades con sede en su territorio), y el de la fuente (derecho de un país a gravar los beneficios obtenidos en su territorio por empresas con sede en otros países), dicho marco prevé una serie de reglas para evitar la doble tributación.

Se trata de un sistema que funciona bastante bien cuando las economías nacionales están poco integradas y el grueso de las transacciones económicas corresponde a bienes y servicios tangibles. A medida que se produce una mayor integración económica, se avanza en la digitalización y aumenta el peso de los intangibles, sus deficiencias se ponen de manifiesto.

Ante un panorama tributario con amplios contrastes entre países, tiende a producirse el fenómeno conocido como BEPS (“Base Erosion and Profit Shifting”), consistente en la erosión de las bases imponibles del impuesto sobre sociedades (IS) mediante el traslado artificioso de beneficios a filiales radicadas en territorios de baja tributación. Se estiman unas mermas de recaudación cifradas entre 200.000 y 300.000 millones de dólares anuales.

La reforma del marco internacional de tributación de las corporaciones multinacionales se viene planteando desde hace años en diferentes foros, con un claro protagonismo de la OCDE. A raíz de las propuestas lanzadas recientemente por la administración Biden, las negociaciones parecían ya bastante maduras para alcanzar un acuerdo. Éste finalmente se ha producido en el marco de la reunión del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) celebrada a primeros de junio de 2021.

El acuerdo fue comunicado con fecha 5 de junio: “Los ministros de finanzas del G7 llegan a un acuerdo sísmico sobre la reforma fiscal global que significará que los mayores gigantes tecnológicos multinacionales paguen su parte justa de impuestos en los países en los que operan”, con un tipo mínimo global del 15%. El acuerdo -ciertamente complejo- ha obtenido el refrendo del G20 y de 130 países, a la espera de su plasmación final en octubre de este año.

Dos son los pilares en los que se sustenta el nuevo marco de la fiscalidad internacional de las grandes corporaciones. Bajo el denominado Pilar Uno, las multinacionales mayores (cifra de negocio superior a 20.000 millones de euros anuales) y más rentables (tasa de beneficio igual o superior al 10%) pagarán impuesto en los países donde tienen actividad y no sólo donde tienen su sede. Entre el 20% y el 30% del beneficio de las multinacionales por encima de ese margen se reasignará y quedará sujeto a tributación en los países donde operen y tengan ventas.

Por otro lado, bajo el Pilar Dos, para las empresas con ventas superiores a los 750 millones de euros anuales, se ha acordado un IS mínimo global al menos del 15%, operado según una base país a país. Es decir, si una empresa tributa un 5% en un país determinado, el país donde radica la sede central de la empresa tendrá derecho a efectuar un gravamen hasta completar el mínimo establecido. La denominada “carrera hacia el suelo”, plasmada en un descenso de tipos de gravamen, tiene los días contados. Las propuestas podrían generar, globalmente, unos ingresos adicionales de más de 150.000 millones de dólares anuales.

Al margen de combatir el BEPS, la propuesta es muy positiva para Estados Unidos, necesitado de ingresos para cubrir los costes de sus ambiciosos programas de gasto público. Asimismo, evitaría la pérdida de competitividad internacional derivada del alza del tipo de gravamen del IS planteada. Estados Unidos exige, por otro lado, que la adopción del nuevo sistema vaya acompañada de la supresión de los impuestos sobre servicios digitales implantados por algunos países como España, Francia o Reino Unido.

A pesar de la trascendencia del cambio en ciernes, no deja de ser llamativo el reducido número de compañías -en torno a un centenar- que se verían afectadas en todo el mundo (por el Pilar Uno), así como el umbral de rentabilidad establecido para la asignación de beneficios, y, aún mucho más, las excepciones solicitadas para determinados sectores y ubicaciones concretas. Otra cuestión clave es si las multinacionales afectadas acabarán trasladando parte de la carga tributaria adicional hacia sus trabajadores y proveedores.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

16 de julio de 2021

El gasto militar en el mundo: ¿hacia dónde va?

Las clasificaciones típicas del gasto público incluyen la categoría del gasto en defensa. Es la que había elegido como título de esta entrada, quizás un tanto inconscientemente. Sin embargo, se trata de una denominación, desgraciadamente, en ocasiones, un tanto impropia. Más que gasto para la defensa, a veces lo es para el ataque. Una expresión más neutra y objetiva, gasto militar, es la que se utiliza en un reciente artículo en el que se ofrece una visión panorámica de la evolución de dicho tipo de gasto en el mundo[1].

Nunca ha sido fácil disponer de unos datos fidedignos acerca del verdadero alcance del gasto militar. La ocultación o la opacidad de algunas las partidas dedicadas ha sido de una de las razones principales, especialmente en países poco transparentes o en fases de conflicto. La utilización del reclutamiento lleva, por otro lado, a infravalorar los recursos utilizados, como también puede hacerlo el hecho de no disponer de una contabilidad integral por programas.

A escala mundial, tomando como referencia las cifras medias no ponderadas por países, el peso del gasto militar respecto al PIB ha caído casi a la mitad, desde el 3,6% durante el período de la Guerra Fría (1970-1990) al 1,9% en el período 2010-2019.

Varios son los factores que explican esta evolución, según el estudio citado: i) la presión derivada de la situación de las finanzas públicas y los elevados niveles de deuda pública; ii) la asignación de una mayor parte de los presupuestos a las áreas de educación, salud, e infraestructuras; iii) la influencia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que requieren de un mayor gasto en el desarrollo del capital humano; y iv) la absorción de mayores gastos ocasionados por el proceso de envejecimiento poblacional.

Pese a la tendencia apuntada de la cifra media, la situación varía considerablemente entre países. Pueden establecerse varios niveles, como se refleja en el gráfico adjunto. España se encuentra entre los 83 países que gastan menos del 2% del PIB en defensa.

Por otro lado, los 15 países que más gastan aglutinan más del 80% del gasto militar a escala mundial.

Según los autores citados, hay varios condicionantes de la probabilidad de que un país se sitúe en uno u otro estrato: a) percepción de amenazas por el elevado gasto de un país vecino; b) episodios de inestabilidad política, violencia, y terrorismo dentro de su territorio; c) mayor o menor presión de otras partidas de gasto; d) pertenencia o no a una alianza militar.

Imagine all the people living life in peace…”

¿Se cumplirá algún día el sueño de John Lennon? Hoy, desafortunadamente, sigue siendo una utopía. Bastante menos quizás lo son otros anhelos contenidos en la composición, que, en algunas facetas, hoy puede verse como precursora del Gran Reinicio. Y tal vez no quede del todo claro, a la luz de la experiencia y de ciertas tendencias en curso, que todos puntúen con sobresaliente.

                                            Fuente: Clements et al., op. cit.



[1] Vid. B. Clements, S. Gupta, y S. Khamidova, “Military spending in the post-pandemic era”, Finance & Development, junio 2021. 

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