15 de febrero de 2021

Negrete, en la ruta perdida de las librerías malagueñas

El dicho popular, de dudosas raíces intelectuales, retrataba Málaga como una ciudad más que refractaria para acoger librerías en su entramado urbano. No es en absoluto verdad. Málaga tuvo significados establecimientos de esa naturaleza cuya imagen icónica, muchos años después de haber desaparecido a raíz de la llegada de la supuesta modernidad, aún pervive entre nosotros. Algunas de ellas brillan con luz propia pese a llevar tiempo formando parte del distinguido club de los comercios malacitanos históricos desaparecidos, tras dejar una huella imperecedera. Los integrantes de mi generación no podemos esgrimir que, en nuestra adolescencia, allá por la primera parte de los años setenta, escasearan esos lugares que atesoraban tanto saber, tanto conocimiento y tanta creación literaria, en una época en la que no podía predecirse, ni en clave de ciencia-ficción, las transformaciones que originarían las nuevas tecnologías. Aun así, éstas no han logrado erradicar esa inconmensurable invención de la mente humana que es el libro.

Ante un objeto de culto de semejante estatus, no es de extrañar que las librerías fueran lugares sagrados donde, en cualquier momento, podía producirse un milagro. Por ello era muy importante no perder la ubicación de todas ellas, cada una con su estilo y su sello particulares. En ese itinerario estaban templos de obligada visita como, entre otros, los de las librerías Denis, Ibérica, Cervantes, Proteo, Prometeo, Rayuela, Atenea, o Gibralfaro; en otras rutas de devoción nos encontramos, en algunos casos más tarde, con los rótulos de Picasso, Códice, Áncora, Jábega, o Luces. Algunas siguen en pie afrontando toda suerte de avatares y desafiando pronósticos agoreros.

Había grandes librerías y también grandes libreros. Uno de ellos regentaba un establecimiento cuyas reducidas dimensiones eran ensanchadas por sus vastos conocimientos bibliográficos y su pasión por los libros, cualquiera que fuera su género, tiempo o autor. Su pequeño santuario ocupaba un lugar destacado en las rutas a la búsqueda de contenidos literarios o académicos, enfrente de la iglesia donde Picasso visitó la pila bautismal. Pepe Negrete encarnaba la representación de la esencia del librero, y su imagen forma parte de la historia de la cultura malagueña.

Su figura se incorpora a las bases del proyecto MLK, de la mano de un gran conocedor del erudito, que, a través de un emotivo y documentado artículo (https://proyectomlk.blogspot.com/2021/02/la-libreria-de-pepe-negrete.html), fruto de su propia experiencia, nos acerca a ese inolvidable e inigualable personaje.

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