Oferta
vs demanda. Vaya ley. Aunque no se materialice en una formulación tan exacta y
elegante como una expresión newtoniana, su dictado es inapelable y se impone en
los más variados territorios. El de la educación universitaria no es una excepción.
Las consecuencias de restringir o no la oferta de plazas para cursar estudios
universitarios de las distintas especialidades son notorias. Tanto para el
mercado laboral como para los estándares de la enseñanza. Si los inputs
son distintos y también las condiciones del proceso formativo, no es de
extrañar que los resultados cognitivos, a la larga, también lo sean.
Siempre
me han llamado la atención las diferentes circunstancias que imperan en la
realidad entre algunas selectas titulaciones con acceso restringido y sujeto a
elevadas exigencias académicas, y otras sin limitaciones efectivas de cupos y
con niveles de exigencias académicas mucho más moderados. Pese a ello, puede
darse una situación en la que las titulaciones con una oferta de estudios más
limitada sean las más demandadas en el mercado laboral, incluso con acusados déficits
de profesionales. En España, los estudios de Medicina representan un caso paradigmático
con una sujeción tradicional a una estricta fórmula de numerus clausus,
que ha venido provocando no pocos dramas y frustraciones personales, y ha impedido
que muchas personas no pudieran desarrollar su vocación profesional. Adicionalmente
a las dificultades de acceso a los estudios universitarios, y a las exigencias
de éstos, el arduo y riguroso proceso de especialización ulterior no viene sino
a reforzar la capacitación para el ejercicio de la profesión. Una reflexión
casi ineludible es la siguiente: si la solidez formativa ha quedado demostrada
con este modelo, ¿no podría aplicarse uno similar a otras titulaciones
académicas con gran impacto en la sociedad?
Las
consecuencias negativas de la limitación de las plazas para el estudio de Medicina
se manifiestan con especial intensidad en el Reino Unido, donde existe un déficit
de más de 12.000 médicos en el National Health System. Para 2022, el número de solicitudes
ascendió a cerca de 30.000, frente a un cupo global de 7.500.
Bien
es cierto que la calidad del sistema educativo no puede garantizarse
expandiendo simplemente el número de plazas, pero es no impide constatar la “extraña
paradoja” que señala una estudiante británica inmersa en el itinerario escolar
para poder acceder a una Escuela de Medicina: “por un lado el NHS afronta una
crisis de personal y, por otro, los estudiantes del Reino Unido luchan desesperadamente
por las escasas plazas de formación”[1].
Una estudiante en la que no hizo mella la advertencia de algunos antiguos alumnos
de Medicina que proclamaban que era más difícil lograr el acceso a la Facultad
que el estudio en sí mismo.
[1]
Vid. M. Rana, “The health paradox: a dearth of doctors and a surplus of
applicants”, Financial Times, 28-10-2022.