La
inflación se ha asentado en los países de la Unión Económica y Monetaria a unas
tasas cercanas al 10% anual, una cota que no se recordaba desde hace décadas.
Desde los inicios de la pasada crisis financiera internacional, el Banco Central
Europeo (BCE) ha estado regando la economía de abundante liquidez. La pregunta
es casi inevitable y, de hecho, se repite con frecuencia: ¿ha sido el BCE responsable
del notorio repunte inflacionario que estamos sufriendo?
El
BCE niega categóricamente la acusación, y destaca la gran influencia de los
componentes energético y alimentario en la subida del índice de precios. Al
primero se le atribuye “casi la mitad de la inflación general”[1].
Por lo que respecta a España, el Banco de España señala que más del 80% del
incremento de los precios es imputable a ambos componentes, aunque no deja de advertir
el significativo nivel en el que se mantiene la inflación subyacente, por
encima del 4% anual[2].
No
obstante, algunos economistas inciden en el papel jugado por el BCE en la expansión
de la oferta monetaria y el incremento de la deuda pública. Tal es el caso de
Hans-Werner Sinn, quien apunta, además, que, debido al diferente curso de la
política monetaria frente a la Fed, se ha producido un debilitamiento del euro frente
al dólar que es también una fuente de inflación[3].
Martin Wolf argumenta de manera contundente cómo la fortaleza del dólar tiene
una gran importancia[4].
[1]
Vid. BCE, Boletín Económico, nº 6/2022, pág. 24.
[2]
Vid. P. Hernández de Cos, “Las perspectivas de la economía española en un
contexto de elevada inflación y de guerra en Europa”, Facultad de Ciencias Económicas
y Empresariales, Universidad de Málaga, 10-10-2022.
[3]
Vid. “El BCE ha venido impulsando la inflación en la UE”, Expansión, 5-10-2022.