La importancia adquirida por las denominadas Big Techs está fuera de toda duda, en un
proceso en el que ya se van agotando todos los calificativos para expresar el
asombro y la admiración. Se han convertido en las grandes dominadoras de cuanto
acontece en la escena mundial. En el gráfico adjunto se refleja la
capitalización bursátil alcanzada (a 14-1-2021) por los nuevos grandes colosos económicos en
comparación con la de los principales bancos del mundo.
Agustín Carstens, director general del Banco
Internacional de Pagos de Basilea (“Public policy for big techs in finance”,
BIS, enero 2021), se pregunta por qué han llegado a alcanzar semejante tamaño,
y destaca que la clave del éxito de sus modelos de negocio radica en el “DNA”: “Data
analytics”, “Network externalities” e “interwoven Activities”, esto es, “analítica
de Datos”, “externalidades de Redes”, y “Actividades entrelazadas”, que, en
español, podríamos reordenar como “ADN”. Se trata, en suma de tres elementos,
que se refuerzan entre sí.
En el texto de referencia, se señala que el crecimiento
de las Big Techs está cambiando
rápidamente los mercados y planteando desafíos desde la perspectiva de los
objetivos de la política pública en el ámbito financiero, como en los
siguientes casos: a) eficiencia y competencia justa: prevención del dominio del
mercado; b) estabilidad financiera: consideración de la importancia sistémica;
c) integridad del mercado: mantenimiento de un adecuado control de los riesgos
de blanqueo de capitales y de financiación del terrorismo; d) protección del
consumidor: defensa de la privacidad de los consumidores.
Indudablemente, hay otras áreas aparte de la
financiera donde el protagonismo de las Big
Techs es muy relevante, como los de la libertad de expresión y la veracidad
de la información. Si la aplicación de políticas que “nivelen el terreno de
juego” es una tarea compleja en el ámbito financiero, el equilibrio en el
ámbito de los flujos de información es bastante más difícil de alcanzar.
Por último, por si a alguien no le satisface la
utilización de un acrónimo con connotaciones biológicas en un campo dominado
por la tecnología, en lugar de “ADN”, en español podríamos hacer un leve
ajuste para componer el de “RDA” (Redes-Datos-Actividades). Aparte de otros
posibles significados, dentro de esta selva de acrónimos en la que nos movemos,
no nos podemos olvidar de otro riesgo implícito en este último: “Risk Data
Aggregation”.