24 de enero de 2021

La cuestión de la discriminación racial: lecciones en perspectiva histórica

 

La lectura de la extensa y densa obra de Thomas Piketty “Capital e ideología” es fuente de numerosas sorpresas. Por encima de todo, su mayor interés estriba en poder documentarse acerca de una enorme variedad de episodios históricos, sustentados en una impresionante base de datos de alcance mundial, de gran utilidad para explicar la evolución económica, social y política en un amplio número de países.

En una época en la que las cuestiones relacionadas con las diferencias interraciales han tenido tanta trascendencia en la evolución reciente de la sociedad norteamericana, el relato de la experiencia histórica de Estados Unidos aporta unas perspectivas particularmente ilustrativas. Piketty efectúa un repaso de los problemas ideológicos existentes en el siglo XIX para poner fin a la esclavitud. Para John Calhoun, vicepresidente entre 1825 y 1832, la esclavitud era, lisa y llanamente, “un bien positivo”.

Más adelante, el economista francés reflexiona en el sentido de que “el observador extranjero, y a veces también el autóctono, se sorprende a menudo de que el partido demócrata, que en 1860 defendía la esclavitud frente al partido republicano de Lincoln, a menudo utilizando argumentos cercanos a los de Calhoun o de Jefferson (ambos eminentes demócratas), se convirtiese luego en 1932 en el partido de Rousevelt y del New Deal, después en 1960 en el de Kennedy, de Johnson, de los Civil Rights y de la War on Poverty, y, finalmente, en los años 1990-2020 en el de Clinton y Obama”.

Ciertamente, es un motivo de sorpresa y, por supuesto, de congratulación, que se produjera semejante viraje desde una ideología política que, durante el período de “reconstrucción” (1865-1880), podía ser calificada como “social-nativismo”, “social-racismo”, o “social-diferencialismo” (op. cit., edición original, “Capital et idéologie”, Éditions du Seuil, 2019, págs. 293-294). E incluso llega a afirmar (pág. 1.018), que “desde los años 1870 a los años 1960, sus representantes y sus administraciones policiales y jurisdiccionales [del partido demócrata] en los Estados del Sur impusieron la segregación a los Negros, impidieron a los niños ir a la mismas escuelas, sostuvieron o encubrieron los linchamientos punitivos organizados por el Ku Klux Klan y de otras organizaciones de este tipo”. Desde luego, cuesta trabajo asimilar esta información tan impactante como dolorosa en su evocación. Y, si no procediera de una fuente tan reconocida como la del mencionado autor, ideólogo del "nuevo socialismo participativo", uno estaría tentado a creer que está ante una fake news de grueso calibre.

En todo caso, según la tesis que Piketty (pág. 1.018) repite machaconamente a lo largo de la obra, “la idea según la cual esta trayectoria habría sido la única vía posible que permitiese llegar al New Deal y a los otros derechos cívicos no tiene ningún sentido. Existen siempre alternativas, otras trayectorias y bifurcaciones posibles que hubiesen podido producirse, en función de la capacidad de movilización de los actores”.


 

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