2 de diciembre de 2023

Carretera de Las Pedrizas: un hito en la historia económica y social de Málaga

 

Tan cerca, pero tan lejos. Era uno de los momentos más esperados por el viajero que, ya extenuado, anhelaba llegar a la ciudad de Málaga. Por fin, desde algún lugar de la tortuosa ruta que serpenteaba por los elevados cerros, se dibujaba a lo lejos el paisaje urbano. Al fondo, la luminosidad del mar ya se intuía, o el crepúsculo comenzaba a dar paso a luces itinerantes. Pero, entonces, el pasajero se daba cuenta de que aquello era un espejismo. En vez de avanzar, el tiempo parecía detenerse y la ciudad se mostraba cada vez más distante. Aparecía y desaparecía, en una secuencia inacabable. Cuando, al fin, las últimas curvas depositaban al viajero en Fuente Olletas, allí se adentraba en un circuito urbano que se asemejaba más a una carretera nacional salpicada de cruces y semáforos. Llegar o salir de Málaga por carretera era una auténtica proeza.

En un documento reciente, el Banco Mundial califica el transporte como el “conector esencial”, y la movilidad, como “la savia de nuestras comunidades: con carreteras, tenemos el poder de sanar, de educar, de generar prosperidad”. Si esto es así, no cabe duda, entonces, de que, durante mucho tiempo, hasta completar los tres primeros cuartos del siglo veinte, la ciudad de Málaga careció de ese elemento vital, lo que acarreó importantes consecuencias negativas no sólo para la propia urbe, sino también para muchos de los municipios integrantes de una misma demarcación provincial que, en la práctica, quedaban segregados económica y socialmente.

Es evidente que la disponibilidad de infraestructuras no es una condición suficiente para el progreso económico y social, pero sí una condición necesaria. Visto desde una perspectiva histórica, es ciertamente admirable que Málaga pudiera transitar durante la mayor parte de la pasada centuria con esa limitación tan severa, derivada de una intrincada orografía no desafiada durante siglos, no ya sólo por obras, sino ni siquiera por proyectos de ingeniería. Aunque no faltaran voces que clamaron en el desierto sin ver atendidas las súplicas evocadas en los escritos del profeta Isaías: “… los caminos tortuosos se enderezarán y los ásperos se nivelarán”.

Aun cuando podría simularse, a partir de hipótesis más o menos razonables, cómo habría evolucionado la economía malagueña de haber contado varias décadas antes con vías de comunicación terrestre más modernas, hacerlo no tendría ya demasiada utilidad. Pero eso no impide constatar que tan señalada carencia actuaba como un poderoso corsé que segaba posibilidades de crecimiento. Pero, a pesar de ello, la sociedad malagueña no se quedó anclada en el lamento. Lejos de aislarse y retraerse, siguió trabajando denodadamente y abriéndose al mundo, en consonancia con su carácter e idiosincrasia de raíces milenarias. En ese empeño, la aportación de otros medios de transporte -el ferrocarril, la navegación aérea y la marítima- resultó crucial.

Casi doscientos años después de la planificación de las primeras carreteras en la provincia, la orografía seguía mostrándose inexpugnable. La única ruta existente para salvar las alturas de mil metros que, en un corto intervalo, separaban el litoral del interior de la provincia y de la puerta de la España peninsular tenía un trazado que rayaba en lo épico, con dificultades acentuadas a medida que se expandían las necesidades del transporte de personas y del tráfico de mercancías. Afortunadamente, aunque con décadas de retraso, hace ahora cincuenta años, a los malagueños nos tocó lo que se entonces se valoraba más que un premio gordo de lotería que vino a transformar nuestras vidas y a incorporarnos de facto al siglo veinte, justamente en unas fechas en las que el mundo occidental se veía impactado abruptamente por la primera gran crisis del petróleo. El nuevo acceso a Málaga por carretera, a través de la N-331, marca un antes y un después en la historia de la capital y de la provincia malacitanas.

Desde entonces, la ciudad y la provincia han protagonizado un destacado proceso de crecimiento económico, con altibajos, pero con un rasgo de dinamismo como vector permanente. Los numerosos informes elaborados por Analistas Económicos de Andalucía así lo atestiguan. Si antes decíamos que es ahora un tanto fútil tratar de conocer con precisión el lastre que supuso en su momento no tener una vía de comunicación intraprovincial como la carretera de Las Pedrizas, tal vez no sea muy exagerado afirmar que el curso efectivo de la economía provincial en el último cuarto del siglo veinte, base de lo acontecido posteriormente, no habría sido posible sin haber contado con el “nuevo acceso a Málaga” por carretera. En este sentido, aquella infraestructura representa hoy algo más que un mero capital físico y, por su significado, trascendencia y alcance, forma también parte de nuestro capital social. Es el malagueño un pueblo agradecido, y así esa carretera forma parte de nuestro propio acervo cultural.

Con motivo del quincuagésimo aniversario de la entrada en funcionamiento de esa vía, estaba plenamente justificado rendirle una especie de homenaje simbólico mediante una publicación en la que quedara constancia del contexto, de sus antecedentes, de su génesis, de su realización, de su finalización, y de sus implicaciones. A la dotación de una infraestructura que vino a romper la losa del aislamiento que atenazaba el dinamismo provincial. “Elogio de una carretera… que cambió a Málaga”, cuyos autores son José Pedro Alba García y Esther de León Ramírez, viene a cumplir ese papel.

Esta obra, que cuenta con las aportaciones de Analistas Económicos de Andalucía, ofrece un compendio de las connotaciones históricas y de las implicaciones económicas y sociales de la construcción de la carretera de Las Pedrizas, además de recoger los aspectos principales desde la vertiente técnica. El libro incluye igualmente un conjunto de testimonios de protagonistas y usuarios de la emblemática infraestructura, así como abundante información gráfica y documental.

La carretera de Las Pedrizas vino a cambiar la existencia de los malagueños, a quienes situó en otra longitud de onda, y facilitó la llegada de visitantes y residentes a la ciudad y a la provincia. No sé si puede decirse tajantemente que alteró el curso de la historia provincial. Es algo opinable y sujeto a contraste. Lo que sí es seguro es que buena parte de la historia de las últimas décadas pasó de escribirse con los renglones, si no torcidos, sí tortuosos, de la carretera de Los Montes, a hacerlo con otros que descubrieron que también existían trazos rectilíneos.

(Texto procedente del Prólogo del libro "Elogio de una carretera... que cambió a Málaga")



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