30 de junio de 2021

El diseño de los programas de educación financiera: contexto, tendencias y retos

 Cualquier programa educativo se proyecta sobre una realidad cambiante, como cambiantes son los perfiles y las necesidades de los destinatarios de las acciones formativas. Si esto es un rasgo intrínseco en todos los ámbitos del conocimiento, lo es de manera acentuada en conexión con las materias económicas y financieras, sujetas a movimientos y cambios incesantes. Si bien es cierto que hay conceptos básicos que permanecen inmutables en su esencia, la realidad económica y financiera está inmersa en un proceso de transformación permanente, acentuado en los últimos años, bajo el impulso de tendencias estructurales y del impacto de acontecimientos imprevistos, lo que exige que los programas de educación financiera sean objeto de una revisión continua. A ello se une la necesidad de contrastar la validez de los enfoques didácticos, y de calibrar la capacidad de los distintos canales y de los instrumentos utilizados para su impartición.

El diseño de programas de educación financiera eficaces se enfrenta a un amplio conjunto de condicionantes y retos del entorno que no pueden pasar desapercibidos. A continuación se recogen algunos aspectos significativos que, en nuestra opinión, deben tenerse presentes en dicha tarea:

       i.          A nuestro entender, el diseño de una propuesta formativa en este ámbito debe partir de una visión holística del proceso de toma de decisiones financieras, a fin de apreciar e incidir en el papel de la educación financiera. El foco debe ponerse en la toma de decisiones: qué elementos son necesarios para que una persona pueda adoptar sus decisiones financieras de una manera consciente, sistemática y coherente.

      ii.          Como referencia, cobran una gran utilidad los cuadros de competencias elaborados por la OCDE para los diferentes colectivos según edad y circunstancias. Sobre dicho marco se proyectan las nuevas tendencias.

     iii.          Proceso de digitalización:

a.      Éste afecta de manera especial al sistema financiero, con una profunda transformación tanto en la vertiente de la oferta como en la de demanda de servicios financieros, y en la forma de relación entre los proveedores de tales servicios y los clientes. Al mismo tiempo, han hecho acto de aparición nuevos operadores especializados (Fintechs) que ofrecen servicios financieros específicos a través de canales telemáticos. De igual modo, las Bigtechs aprovechan su enorme potencial de penetración para ofrecer servicios financieros, bien exclusivamente o en alianza con operadores especializados. Los desarrollos han sido particularmente intensos en el terreno de los medios de pago, en el que la entrada en vigor de nuevas normas (vgr., PSD2) habilita la provisión de nuevos servicios y espolea la competencia empresarial.

b.      La digitalización lleva aparejados, no obstante, algunos problemas. La exclusión de facto de personas integrantes de algunos colectivos poblacionales es un hecho. También lo es el aumento de los ciberriesgos para las entidades financieras, como igualmente la mayor exposición de los clientes a actuaciones fraudulentas cada vez más sofisticadas y perniciosas. El desarrollo de competencias sobre finanzas digitales, en definitiva, ha adquirido una importancia de primer orden.

c.      La digitalización, además de aflorar nuevos contenidos formativos a tener en cuenta, aporta distintas alternativas para su elaboración y transmisión.

     iv.          Otros desarrollos ligados a los avances tecnológicos deben ser igualmente objeto de consideración, tales como los big data, la analítica avanzada, el machine learning o la inteligencia artificial.

      v.          A lo largo de los últimos años han irrumpido, en algunos casos reviviendo viejos planteamientos, diversos paradigmas de gran relevancia:

a.      en el plano económico, con la consolidación de nuevas formas de actividad económica real (economía colaborativa, economía informal, economía circular…) o las adaptaciones a nuevas tendencias (cambio tecnológico teletrabajo, envejecimiento poblacional…);

b.      en el plano financiero (tipos de interés negativos, finanzas sostenibles, salud financiera…);

c.      en el plano fiscal (marco para la tributación internacional de las sociedades, nuevas opciones fiscales…);

d.      en el plano de los mercados de capitales (aparición de nuevos vehículos e instrumentos de inversión, modos de operatoria…);

e.      en el plano monetario (criptomonedas, monedas digitales de los bancos centrales, revisión del papel de los bancos centrales…).

f.       en el plano doctrinal (teoría monetaria moderna, Plan Chicago…).

     vi.          La educación financiera como disciplina fronteriza: este carácter se ha acentuado, de manera que la “flor de la educación financiera” tiene que amoldarse para acoger “nuevos pétalos”.  Aparte de los tradicionales, el de la Psicología financiera cobra cada vez más prestancia, así como el de la Estadística. Igualmente, el del Análisis económico, sobre la base de que la consideración de las implicaciones financieras de una decisión ha de pasar previamente por el tamiz del prisma económico. Tratar de evitar sesgos conductuales en la adopción de decisiones financieras es una faceta primordial, que ha de partir de la corrección de la situación generalizada de sobreconfianza acerca de los propios conocimientos financieros.

   vii.          Vinculado con lo anterior, el nivel de cultura financiera juega un papel de primer orden en la percepción social de los problemas económicos y, en este sentido, en la extensión de distintas narrativas económicas.

  viii.          Ante la importancia económica y social del emprendimiento, los programas de educación financiera deben contemplar el desarrollo de acciones específicas centradas en ese ámbito.

     ix.          El respeto a los preceptos del Código de Buenas Prácticas promovido por el Banco de España y la CNMV ha de ser una referencia permanente, máxime cuando, como es el caso del proyecto Edufinet, tales preceptos forman parte de su ADN constitutivo.

      x.          La evaluación de la eficacia de los programas, a fin de calibrar el verdadero impacto de las actuaciones debe ser una prioridad. La formación de los formadores es un requisito fundamental en este sentido. Según un estudio del Global Financial Literacy Excellence Center, dicha formación tiene una gran importancia, además, para aumentar la motivación y la confianza entre los profesores.

     xi.          Atendiendo a la orientación última de la educación financiera según los estándares internacionales, debe tenerse presente el objetivo final de la mejora del bienestar de las personas. Resulta, pues, necesario incorporar esta dimensión, si bien de manera diferenciada. Todo empieza con la toma de conciencia de los problemas que se afrontan y de las necesidades financiera que surgen. A esto sigue la contextualización, la aplicación de conocimientos y competencias para la toma de decisiones, complementados con actitudes personales, finalmente traducidas en comportamientos concretos. La capacidad para valorar las consecuencias de la asunción de deudas juega un papel esencial en relación con la finalidad apuntada.

   xii.          Ligado con lo anterior, la aproximación a la posición del sector público en relación con la provisión de bienes y servicios, y el otorgamiento de prestaciones sociales constituye, dadas sus evidentes repercusiones en las finanzas personales, un componente indispensable en los programas de educación financiera.

  xiii.          Ante la multiplicación de iniciativas de educación financiera, sería conveniente promover la configuración de redes a fin de aprovechar sinergias y ventajas  tanto para los proveedores de recursos como para los usuarios.

  xiv.          La potenciación de los elementos de interactividad es una línea básica en aras de lograr la implicación de los usuarios de los programas y de la mayor eficacia de éstos.

   xv.          A este respecto, la dotación de una mayor recurrencia, o incluso presencia estructural, de la educación financiera podría ser un factor determinante. Ese rasgo sería plenamente coherente con el enfoque de la planificación financiera que debe informar el proceso de adopción de decisiones.

  xvi.          Dada la importancia contrastada del papel que ejercen los padres sobre el nivel de cultura financiera de sus hijos, son en la práctica agentes esenciales en la transmisión de los conocimientos financieros. Por ello, su participación en programas de educación financiera tiene repercusiones directas e indirectas.

Aunque el recuento anterior no haya sido exhaustivo, ni se ha pretendido que lo sea, la diversidad de los requerimientos y la magnitud de los retos que se esbozan configuran unas tareas y exigencias que bien podrían calificarse como abrumadoras. Puede que realmente lo sean, pero no en menor medida son también apasionantes para cualquier persona motivada por la participación en la formación dentro un campo tan relevante para la sociedad, y que desee involucrarse en alguna de las múltiples facetas que integran el proceso productivo de la educación financiera. Para esas personas, especialmente para los docentes vocacionales altruistas, es de aplicación el paradigma expuesto en el III Congreso de Educación Financiera de Edufinet, celebrado en noviembre de 2020: L24LT: Lifetime Learning for Lifetime Teaching.

(Nota preparada para la reunión anual del Equipo de Trabajo de Edufinet, de 1 de julio de 2021)


29 de junio de 2021

El CO2 y el calentamiento global: dudas desconcertantes

 

La toma de conciencia respecto a la magnitud de los riesgos relacionados con el clima y a la necesidad de adoptar un conjunto de medidas para hacerles frente se ha extendido e intensificado en el curso de los últimos años. A pesar de ello, no han desaparecido algunas posiciones minoritarias marcadas por un considerable grado de escepticismo, con base en argumentos más o menos controvertidos, como tampoco otras más extremas catalogadas normalmente como "negacionistas".

Teniendo en cuenta que, al parecer, aún hoy día existen "terraplanistas" convencidos -visión que, contrariamente a algunas creencias extendidas, ya se había superado en la época de Colón-, apenas puede sorprender que haya posturas discrepantes de las visiones respaldadas por la corriente principal de la comunidad científica. 

Más desconcertante es, sin embargo, encontrarse con manifestaciones de estudiosos aparentemente respaldados por un bagaje técnico no despreciable que manejan argumentos no tan fácil ni directamente desechables como las burdas oposiciones frontales a todo lo que tenga alguna connotación de cambio climático.

Tal es el caso del diagnóstico que efectúa Pascal Richet (Expansión, 26-6-2021). Este científico, miembro del Institut de Physique du Globe de París, apunta una serie de cuestiones que al menos suscitan alguna reflexión. La limitación de los períodos de tiempo incorporados en los modelos climáticos por ordenador es una de ellas. Otra, potencialmente de enorme importancia, es la aseveración de que la evidencia paleoclimática muestra que los períodos de altos niveles de CO2 no preceden a los períodos de altas temperaturas, sino que son posteriores y sistemáticamente más largos.

De hecho, no sólo los economistas, por la imposibilidad de realizar experimentos (reales y a escala macroeconómica) en el laboratorio, tienen dificultades para el contraste empírico de sus teorías. El transcurso de unas décadas puede ser bastante para la vida normal de una persona, pero para los ciclos geológicos resulta sólo un instante.

Lejos de ser meros juicios de valor, se trata de proposiciones que debieran ser sometidas al filtro del método científico, con arreglo a los estándares habituales. Con independencia de que las implicaciones de tales proposiciones se adecuen o no a nuestras percepciones, no parece que sea muy científico desecharlas categóricamente sin entrar a evaluarlas y, mucho menos, excomulgar a quienes osen proclamarlas. Sin embargo, a tenor de lo indicado en el artículo referido, eso es justamente lo que ha ocurrido en este caso: "Como he podido experimentar, el rasgo más inquietante del debate sobre el clima es el deseo de descalificar de entrada al adversario arrastrándolo a otros campos no relacionados con el problema, en lugar de ofrecerle comentarios críticos a los que podría responder científicamente. Sorprendentemente, el libre debate en que se ha basado el progreso científico en la Historia ha sido sustituido por acciones propias del totalitarismo…". Desde luego, si esto fuera así -lo que sería, en su caso, un hecho contrastable-, no podría afirmarse que se estuviese adoptando una actitud demasiado científica.

Las dudas sobre la acreditación del cambio climático se antojan desconcertantes, como también lo son las que conciernen a la esfera metodológica, pero éstas se convierten en inquietantes cuando queda en entredicho la posibilidad de desafiar, aunque sea de manera inverosímil, el estado del conocimiento. ¿Qué habría sido del progreso científico si, a lo largo de la historia, hubiese prevalecido el enfoque inquisitorial?



28 de junio de 2021

Resultados empresariales al microscopio: no todas las pérdidas son iguales

 

La cifra de los resultados empresariales es, evidentemente, una magnitud clave como representativa del comportamiento de una empresa en un ejercicio concreto. También es patente que una cifra negativa determinada, aisladamente considerada, no aporta toda la información necesaria para poder evaluar ponderadamente la posición económica de la empresa ni tampoco su potencial. Son muchos los factores a considerar antes de emitir un veredicto al respecto: la antigüedad de la empresa, la coyuntura económica, el montante de las pérdidas incurridas, su carácter excepcional o recurrente, el rigor en la aplicación de los criterios contables, la política de amortización de los activos y, entre otros, la adecuada cobertura de los riesgos.

Tendemos a pensar que las pérdidas contables suele ser una situación excepcional en un contexto económico de crecimiento tendencial. El panorama real es algo diferente, Como destaca Baruch Lev, durante la década previa a la irrupción de la Covid-19, en Estados Unidos, casi el 50% de las compañías cotizadas reportaron pérdidas anuales, en tanto que en Europa la cifra se situó en el 35-40%[1].

Según señala este profesor de contabilidad y finanzas en la New York University Stern School of Business, la frecuencia de las pérdidas contables comenzó a acelerarse en Estados Unidos y Europa a partir de los años ochenta del pasado siglo. Dicho proceso viene explicado por el despegue de las inversiones en intangibles corporativos en áreas tales como I+D, tecnologías de la información y marcas.

¿Es preocupante la situación de una empresa que haya incurrido en una pérdida contable? Antes de pronunciarnos al respecto puede ser conveniente calibrar la incidencia que el tratamiento contable de las inversiones en intangibles ha podido tener en dicho resultado. Como nos recuerda el profesor Lev (2021), las normas contables diferencian claramente entre el cómputo de los gastos y el de las inversiones. Los primeros corresponden a pagos por servicios pasados y, como tales, se cargan contra los ingresos al calcular el resultado. Además, dado que normalmente los gastos considerados como corrientes se circunscriben a un solo ejercicio, es lógico que se imputen al mismo. Por el contrario, las inversiones se plasman en activos, reflejados en el balance, que van a utilizarse durante una serie de ejercicios para la generación de beneficios futuros[2]. A medida  que se hace uso de tales activos, su valor se va disminuyendo mediante la imputación de los gastos correspondientes.

La clave está en dilucidar la naturaleza del gasto en intangibles y si, efectivamente, se trata de inversiones que permitirán generar beneficios futuros[3]. Si es así, y según las normas contables se consideran gasto corriente, se estará imponiendo una carga excesiva en el ejercicio de adquisición. Esto puede llevar, según Lev (2021), a un resultado absurdo: “cuanto más innovadora es una empresa, mayores serán las pérdidas contables. Este tratamiento contable de los intangibles explica gran parte del fuerte aumento de las pérdidas societarias. Obviamente, muchas de las supuestas ‘perdedoras’ son de hecho exitosas impulsoras del crecimiento, pero la mayoría de los inversores, centrados en las ganancias reportadas, no se dan cuenta de ello”.

En este contexto, Feng Gu, Baruch Lev y Ghenqi Zhu han llevado a cabo un estudio de todas las compañías estadounidenses cotizadas con pérdidas en los últimos 25 años[4]. En dicho estudio, con objeto de eliminar el referido efecto penalizador del tratamiento contable de los intangibles (“sesgo contable” del tratamiento de éstos), añaden a la cifra de resultados anuales el importe de las inversiones y restan las amortizaciones anuales correspondientes. Concretamente, a la cifra de resultado contable añaden la cuantía del gasto anual en I+D neta de la amortización anual del gasto en I+D, y, asimismo, suman un tercio de los gastos de explotación anuales[5].

Tras dicho ajuste concluyen que un 40% de las empresas que reportan pérdidas habrían sido “rentables” sin el cargo inmediato del gasto en intangibles. Denominan a estas compañías “perdedoras contables”, en contraste con las “perdedoras reales”.

Los autores del estudio (Gu et al., 2021, pág. 27) concluyen, “contrariamente a la visión habitual acerca de la irrelevancia de las pérdidas, … que las pérdidas atribuibles al cargo inmediato de las inversiones intangibles son altamente informativas y son de hecho tan informativas como los beneficios”. Así, sus resultados “muestran claramente que la relevancia de las pérdidas GAAP [Generally Accepted Accounting Principles] está relacionada con los inversores que ven las inversiones intangibles de las perdedoras GAAP como una potente fuente de valor para el accionista en vez de como un factor de pérdidas… encuentran que las perdedoras GAAP son más exitosas en crear valor de la innovación tecnológica y del capital humano que las perdedoras reales e incluso que las empresas rentables”.

En definitiva, sostienen (Gu et al., 2021, págs. 27-28) que “los estados contables de las perdedoras GAAP distorsionan seriamente el valor intrínseco y la actuación de estas empresas. Ésta es una alarmante consecuencia para un grupo de empresas altamente dinámicas e innovadoras que son la fuerza motriz que está detrás de la revolución intangible en nuestra economía”.

A tenor de los resultados del estudio reseñado se reafirma la necesidad de un buen conocimiento de los criterios contables para la correcta interpretación de los resultados empresariales, y se avala la utilidad de la especialidad de la “Microcontabilidad”.

(Artículo publicado en "EdufiAcademics")



[1] Vid. B. Lev, “Don’t be fooled by corporate losses”, Financial Times, 2 de junio de 2021.

[2] Según el art. 5º.1 del Plan General de Contabilidad (PGC) vigente en España, “Los activos deben reconocerse en el balance cuando sea probable la obtención a partir de los mismos de beneficios o rendimientos económicos para la empresa en el futuro, y siempre que se puedan valorar con fiabilidad”. A su vez, el art. 5.4º indica que “El reconocimiento de un gasto tiene lugar como consecuencia de una disminución de los recursos de la empresa, y siempre que su cuantía pueda valorarse o estimarse con fiabilidad. Por lo tanto, conlleva el reconocimiento simultáneo o el incremento de un pasivo, o la desaparición o disminución de un activo y, en ocasiones, el reconocimiento de un ingreso o de una partida de patrimonio neto”. Vid. Real Decreto 1514/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el Plan General de Contabilidad (BOE, Legislación Consolidada).

[3] Según el PGC (art. 5º), “Los gastos de investigación serán gastos del ejercicio en que se realicen. No obstante podrán activarse como inmovilizado intangible desde el momento en que cumplan las siguientes condiciones: – Estar específicamente individualizados por proyectos y su coste claramente establecido para que pueda ser distribuido en el tiempo. – Tener motivos fundados del éxito técnico y de la rentabilidad económico-comercial del proyecto o proyectos de que se trate. Los gastos de investigación que figuren en el activo deberán amortizarse durante su vida útil, y siempre dentro del plazo de cinco años; en el caso en que existan dudas razonables sobre el éxito técnico o la rentabilidad económico-comercial del proyecto, los importes registrados en el activo, deberán imputarse directamente a pérdidas del ejercicio”.

[4]Vid. “All losses are not alike: real versus accounting-driven reported losses”, https://ssrn.com/abstract=3847359, mayo 2021.

[5] Datos de una empresa en un ejercicio (ejemplo; cifras en millones de dólares): resultado: -50; gasto en I+D: 40 (30, 20 y 22 en los 3 años anteriores); gastos de explotación: 180. El resultado ajustado sería: -50 + 40 - [(30 + 20 + 22)/3] + 180/3 = 26. El gasto en I+D se amortiza en un período de 3 a 5 años; por otro lado, se considera que una tercera parte de los gastos de explotación anuales corresponde a gastos de inversión en intangibles. Vid. Gu et al. (2021, pág. 9).

27 de junio de 2021

Hacia un nuevo mundo sin propiedades personales

 

Uno de los rasgos del modelo de civilización en el que nos encontramos inmersos es la aparición de una poderosa casta de sumos sacerdotes que, catapultados por sus éxitos empresariales o profesionales, o simplemente por su notoriedad personal, y apoyados en la fortaleza de las redes sociales, han asumido de manera espontánea la misión de marcar el rumbo de la humanidad. Normalmente ejercen el apostolado a tiempo parcial, gracias al extraordinario alcance y a la capacidad de penetración de tales herramientas de comunicación.

Aunque no se sabe si pueden existir algunos mecanismos de coordinación entre ellos, el Gran Reinicio cuenta con un selecto elenco de figuras de enorme influencia que mentalizan al pueblo llano acerca de cómo será el nuevo paisaje. Tampoco se sabe con certeza hasta qué punto validan con el ejemplo las pautas que recomiendan al común de los mortales.

Lo que sí es claramente llamativa es la coincidencia en el lanzamiento de una serie de propuestas que apuntan a un sistema donde no existirían propiedades, no ya sólo de los medios de producción, sino incluso en el ámbito personal.

En este contexto, Elon Musk, director, entre otras, de corporaciones como Tesla, ha manifestado recientemente que está desinvirtiendo la mayor parte de sus posesiones personales y también sus viviendas. Después de esto, llama a sus seguidores a no poseer (más estrictamente, a no ser propietario) de ninguna vivienda. Según los antecedentes recordados en un artículo que aborda dicha decisión, el referido magnate no muestra el perfil más idóneo para ilustrar el principio de predicar con el ejemplo (rechazo de la inteligencia artificial, para, posteriormente, constituir su propia fundación sobre la materia; posiciones oscilantes sobre el bitcoin; promoción de una empresa de fabricación de ladrillos destinados a viviendas asequibles)[1].

En dicho artículo se evoca un pasaje del Evangelio según Mateo: "Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?… Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme".

El articulista se pregunta si Elon Musk se imaginaría siendo el joven rico o quizás el propio Jesús. No lo sabemos, pero, por la información conocida, parece que está bastante cómodo tratando de emular al segundo.



[1] Vid. J. Lo Dico, “Imagine no possessions - it’s easy if you’re Elon Musk”, Financial Times, 22 de junio de 2021.

26 de junio de 2021

El principio de rendición de cuentas en la Lex Flavia Malacitana

 

El principio de rendición de cuentas, la accountability, forma parte de la doctrina moderna de la gestión de las finanzas públicas. Sin embargo, sus raíces se remontan, al menos, a la primera centuria de la era cristiana. Así se desprende del articulado de la ley vigente en el Municipio Flavio Malacitano.

De entrada, la Lex Flavia Malacitana disponía que quienes aspiraran al duunvirato[1] o a la cuestura[2] debían "presentar fiadores a la hacienda municipal, garantizando que conservarán intacto el caudal común que habrían de manejar en razón de su cargo… Quien convoque las elecciones exigirá, a su arbitrio, garantía hipotecaria, si estimare que la fianza personal no es suficiente…"[3].

Más adelante, la rúbrica 67ª, en la versión de Rafael León y Alfonso Canales, menciona expresamente la noción de "rendición de cuentas": "… Quien hubiera manejado negocios o cuentas pertenecientes al caudal de este Ayuntamiento, su heredero o aquél a quien en definitiva corresponda, hará su liquidación y entrega a los decuriones o conscriptos… debiendo llevarlas a cabo en el término de treinta días contados a partir de la fecha en que hubiera dejado de intervenir en tales asuntos… Y quien persista en no restituir o ingresar los fondos, o se demore en ello, su heredero o aquél a quien tal proceder corresponda, será condenado a pagar a este Ayuntamiento el duplo de la entidad del negocio"[4]. Las dos normas posteriores regulan el procedimiento a seguir en la censura de la rendición de cuentas.

En la edición originaria de la Lex Flavia Malacitana del año 1864[5], la norma 67ª se titula "De los fondos públicos de los munícipes, y de sus cuentas". En su comentario explicativo, señala el editor lo siguiente: "… qué sea lo que con estas tres frases iguales quiso significar el redactor de la presente ley no parece muy oscuro. Tratando de evitar todo abuso que pudiera hacerse del caudal ó de los negocios municipales se declaró responsable de ellos…"[6].

Es una pena que no se hallaran otros vestigios que permitieran completar el acervo legislativo por el que se regían, hace casi dos mil años, nuestros antepasados malagueños. Lo que sí sabemos es que a los candidatos a los cargos públicos no se les daban demasiadas facilidades para hacer triquiñuelas en los juramentos: "… antes de anunciarlos como elegidos y de proclamarlos magistrados, [quien convoque las elecciones] les tomará juramento por Júpiter, por el divino Augusto, por el divino Claudio, por el divino Vespasiano augusto, por el divino Tito augusto, por el genio del emperador césar Domiciano augusto y por los dioses penates, ante el pueblo reunido, de que cumplirán los preceptos de esta Ley, de que no los han infringido y de que no los infringirán con conocimiento y malicia"… "… eum qu[a]e ex hac lege facere oportebit facturum neque adversus hanc legem fecisse aut facturum esse scientem dolo malo"[7]. Eso sí que era un juramento "por imperativo legal".








[1] Duunviro: “Cada uno de los dos presidentes de los decuriones [miembros de las corporaciones municipales] en las colonias y municipios romanos” (DRAE).

[2] Cuestor: “Magistrado romano que en la ciudad y en los ejércitos tenía funciones de carácter fiscal principalmente” (DRAE).

[3] Lex Flavia Malacitana, Colegio de Abogados de Málaga, 2014, pág. 39.

[4] Ibíd., pág. 53.

[5] Vid. Dr. Rodríguez de Berlanga, “Lex Flavia Malacitana (Separata de ´Monumentos Históricos Malacitanos’, Málaga 1864)”, Jefatura Provincial del Movimiento, Málaga, 1969. Agradezco a MVCI la cesión de este valioso y significativo ejemplar, que perteneció a su querido padre. No deja de ser una responsabilidad erigirse en depositario de obras que traspasan límites intergeneracionales. Espero que dicho ejemplar, junto a otros muchos libros por aquí desparramados, puedan preservarse, en su momento, por miembros de generaciones más jóvenes o que, en su caso, los cedan para su uso público cuando, en razón del interés de los originales, merezca la pena hacerlo. Todo libro, aunque hoy tal vez nos pueda incomodar, está revestido de algunas connotaciones sentimentales. A través de ellos se ha ido forjando nuestra existencia.

[6] Ibíd., pág. 78.

[7] Ibíd., págs. 36-37.

25 de junio de 2021

Formas de poder despótico en perspectiva histórica

 

Recuerdo haber leído, hace años, algunos artículos suyos en las páginas del diario “El País”. Últimamente han aparecido algunas contribuciones suyas en el diario económico “Expansión”, las más recientes, relacionadas con la monarquía como forma de gobierno.

El último ensayo de Luis Meana en ese medio lleva por título “Indultos y despotismo” (Expansión, 23-6-2021). Es un interesante texto para analizar, en clave histórico-filosófico-política, la relevante decisión adoptada hace unos días por el Gobierno español. De particular interés para quienes comulgan con los principios que predicaron los Padres Fundadores.

Además de esta perspectiva, en el texto, aunque breve, encontramos también un muestrario de significadas formas de poder despótico que, con mayor o menor alcance, han ido cuajando a lo largo de la historia. Entre éstas figura la  denominada “robinocracia”, que, a mediados del siglo XVIII, definió Bolingbroke[1] a propósito del primer ministro británico Robert Walpole: “El Robinarca, o jefe superior, es sólo nominalmente un [primer] ministro con hechura de Príncipe, pero en realidad es un soberano, tan despótico y arbitrario como se puede ser en esta parte de mundo… ha acumulado injustamente en sus manos todo el poder de la nación”.

Por otro lado, en su aproximación a algunos procesos de la construcción de relatos sobre la configuración de “pueblos elegidos”, el autor del artículo nos previene de algunos supuestos “progresistas” que venden “falacias reaccionarias como milagroso crecepelo”. 

Y acaba con una aleccionadora máxima de los Padres Fundadores, que, al parecer, dedica a algún célebre personaje al que denomina con un intrigante seudónimo: "la codicia de poder de los inicuos crece cuando se les gratifica". Hay frases que, más allá de su utilidad en contextos concretos, están dotadas de una belleza y de una sabiduría intrínsecas. La anterior es una de ellas.

Y hay artículos plagados de citas tan espléndidas que se corre el riesgo de que el lector se abstraiga de su objeto temático. Los de Luis Meana merecen ser leídos y releídos. Están por encima de su finalidad primaria.



[1] Henry Saint-John, vizconde de Bolingbroke: “Político y escritor inglés… (1678-1751). Afiliado al partido conservador, fue ministro de la Guerra en 1704 y de Relaciones Exteriores en 1710, y uno de los firmantes de la paz de Utrecht (1713). Por intriga de los liberales, Jorge I le condenó a muerte, pero Bolingbroke huyó a Francia y entró al servicio de los Stuart, permitiéndosele en 1723 volver a Inglaterra…” [referencia tomada del Diccionario Enciclopédico Espasa, 9ª edición, 1985, tomo 11. Según la misma fuente (tomo 12), Robert Walpole, conde de Oxford, que estuvo encerrado en la Torre de Londres, “con su gestión contribuyó al desarrollo de la prosperidad del país”]. N.B.: Podría pensarse que buscar una referencia en una enciclopedia editada en papel genera un efecto externo como consecuencia del placer de recorrer las páginas de un libro. Sin embargo, hacerlo en esta era de digitalización avanzada se convierte en un bien en sí mismo.

22 de junio de 2021

Los economistas como aspirantes a dentistas

 

Circunstancialmente, hace unos días, en una conversación sobre el papel y la preparación de distintas categorías de profesionales, tuve ocasión de referirle a un acreditado odontólogo la elevada opinión que tenía Keynes sobre los representantes de su gremio, que colocaba como modelo a imitar por los economistas. Me dio la impresión de que se sintió sumamente complacido por el reconocimiento del gran economista británico.

Creo que esa valoración es merecida, lo que digo con pleno convencimiento. De todas formas, si no lo pensara así, quizás no me atrevería a expresar por escrito lo contrario. El texto en cuestión podría llegar a caer -quién sabe- en las manos de un facultativo que me tuviera que atender. El recuerdo de la conocida escena de la película “Marathon man” no puede echarse en saco rato.

Curiosamente hoy he visto, de pasada, la referencia al dictado keynesiano en una entrevista realizada a dos economistas galardonados con el Premio Nobel de Economía en 2019, Esther Duflo y Abhijit Banerjee, más propensos, sin embargo, a utilizar como metáfora la figura del fontanero[1].

En la entrevista, la economista sorprende al entrevistador -algo bastante raro, dada la amplitud de la información que maneja y su conocida posición crítica hacia la profesión económica- cuando afirma que “Nosotros [los economistas] somos la profesión más desacreditada entre una serie de expertos, excepto respecto a los políticos”. Singularmente, Esther Duflo afirma esto después de señalar que “no somos perfectos pero no somos tan malos como la imagen de cartel que la gente tiene de nosotros”. Ciertamente, cabría duda de si la extrañeza del entrevistador obedeciera a esto último -en sí mismo sorprendente- o a lo anteriormente señalado.

Salimos totalmente de dudas cuando la laureada economista se remite a los resultados de una encuesta realizada en Reino Unido donde se confirma la referida apreciación. Las enfermeras, los médicos (incluido los personales de cabecera -GP-) ocupan las primeras posiciones, con un grado de confianza del 80% o más entre la población. Los economistas, que sólo aglutinan un 25% de personas que confían en ellos, se sitúan en la parte inferior, únicamente por encima de los parlamentarios locales y de los políticos. 

Muy sagazmente, los dos Premios Nobel corroboran que los meteorólogos lo hacen mucho mejor que los economistas. Está claro que han debido de mejorar mucho desde la memorable experiencia de Kenneth J. Arrow hace poco aquí reseñada.





[1] Vid. M. Sandbu, “Esther Duflo y Abhijit Banerjee: ‘Ours is a social science’”, Financial Times, 21 de junio de 2021.

 

21 de junio de 2021

El valor económico de la naturaleza: de las musas al teatro

 

La perspectiva del equilibrio medioambiental ha penetrado definitivamente en el ámbito financiero. El papel del sistema financiero es imprescindible para llevar a cabo una transición hacia un sistema económico más sostenible. La cuantificación del impacto medioambiental de las decisiones de inversión resulta crucial para que ese papel pueda desempeñarse de manera coherente y eficaz. Sin embargo, la dificultad de valorar correctamente los recursos naturales se erige como una importante barrera para el desarrollo de productos financieros innovadores ligados a la naturaleza[1].

En este contexto resulta de gran utilidad un proyecto impulsado por la Universidad de Stanford, el Natural Capital Project, dentro del que se desarrollan modelos “que cuantifican y mapean los valores de los servicios de los ecosistemas”[2]. El software InVEST (“Integrated Valuation of Ecosystem Services and Trade-Offs”/”Evaluación Integrada de Servicios Ecosistémicos y Compensaciones”) ofrece un conjunto de herramientas para valorar las formas en las que los ecosistemas contribuyen a la economía.

Este programa “está diseñado para informar las decisiones sobre el manejo de los recursos naturales. Esencialmente, proporciona información sobre cómo los cambios en los ecosistemas pueden conducir a cambios en los flujos de beneficios para las personas”[3].

InVEST “utiliza un marco simple que delimita ‘oferta, servicio y valor’ para vincular las funciones de producción con los beneficios proporcionados a las personas” (figura adjunta)[4].

Cuando uno se adentra en las hojas de cálculo facilitadas comprueba que la aplicación de ese marco no es tan simple, pero al mismo tiempo toma conciencia de que es ineludible adoptar ese tipo de enfoques a fin de “pasar de las musas al teatro”.

Si bien tampoco podemos ignorar que, como advierte Gretchen Daily, directora del Natural Capital Project, poner un precio a la naturaleza no es suficiente para preservarla: “Decir esto es lo que vale servirá absolutamente de nada en ausencia de una política y de algún mecanismo para dirigir la inversión hacia el aseguramiento del capital natural”[5].

                                                Fuente: Natural Capital Project, Stanford University.



[1] Vid. C. Godgson y B. Nauman, “How much is a tree worth? Investors seek to build a market for nature”, Financial Times, 19 de mayo de 2021.

[2] Vid. Stanford University, Natural Capital Proyect, InVEST, Guía, versión española, pág. 10.

[3] Ibíd., págs. 10-11.

[4] Ibíd., pág. 12.

[5] Vid. Godgson y Nauman, op. cit.

20 de junio de 2021

El poder de la autosugestión y la relatividad del éxito

 

En su obra “Narrative Economics” (2019), horriblemente traducida como “Narrativas económicas” en la edición española (Ed. Planeta, 2021), el Premio Nobel de Economía Robert J. Shiller “plantea las bases para un cambio en la teoría económica que pasa por incorporar un importante y nuevo elemento a la lista habitual de factores económicos que estimulan la economía: las historias populares contagiosas que se difunden a través del boca a boca, los medios de comunicación o las redes sociales” (pág. 45).

En el libro analiza el papel desempeñado por una serie de factores en las fluctuaciones económicas. La contraposición entre el pánico y la confianza de distintos colectivos económicos y sociales acapara la atención en primer término.

Dentro del análisis realizado se pone el foco en la psicología de la sugestión. En este contexto (pág. 298) se menciona la tesis del psicólogo francés Émile Coué. La idea clave de sus trabajos (en la década de los años 20 del pasado siglo) “era que la mayoría de las personas no tienen éxito porque no creen que puedan tenerlo. Para lograr el éxito, decía Coué, uno debe sugerirse repetidamente a uno mismo que va a alcanzarlo”.

Más concretamente, al término de sus seminarios, afirmaba lo siguiente: “… y esto es lo más esencial para cualquiera. Si hasta el presente has sentido una cierta desconfianza en ti mismo, esta desconfianza, a partir de ahora, desaparecerá gradualmente, y dará paso a un sentimiento de confianza en ti mismo. TENDRÁS CONFIANZA EN TI MISMO[1]… Lo repito, y esta confianza te permitirá hacer bien cualquier cosa que desees, incluso muy bien, cualquier cosa que sea, a condición, naturalmente, de que sea razonable…”[2].

“A buenas horas, mangas verdes”, es la primera idea que podría acudir a la mente si se percibiera esa recomendación después de una larga trayectoria personal y profesional. Hemos de tener cuidado, pues, de a quién se la transmitimos. Se trata, sin duda, de una competencia individual bastante interesante que no puede decirse tuviese mucho peso dentro de los planes de estudio antiguos ni en la cultura imperante tradicionalmente en medios populares. En cambio, es un valor intrínseco entre las élites, pero también entre algunas personas que, en el marco de unas condiciones poco propicias, han podido abrirse camino en la adversidad y dejado una huella, grande o pequeña, a partir de su quehacer diario.

En cualquier caso, hay muchas clases de éxito. Para hacer comparaciones más o menos homogéneas haría falta: i) medir el éxito; ii) cuantificar los recursos disponibles; iii) evaluar las condiciones y las circunstancias. Y, si hacemos caso a Coué, quien haya dispuesto del factor de la confianza en sí mismo lo habrá tenido más fácil. Contar con la ayuda de uno mismo es una importante ventaja, sobre todo frente a quienes tienen que luchar contra un enemigo interior, íntimo, que, cuando se afianza bien, es el más difícil de derrotar.



[1] En mayúsculas en el texto consultado.

[2] Vid. D. Robertson, “Émile Coué’s method of 'Conscious Autosuggestion'”, The UK College of Hypnosis & Hypnotherapy”, www.ukhypnosis.com, 26 de agosto de 2019.

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