Recuerdo
haber leído, hace años, algunos artículos suyos en las páginas del diario “El
País”. Últimamente han aparecido algunas contribuciones suyas en el diario
económico “Expansión”, las más recientes, relacionadas con la monarquía como
forma de gobierno.
El
último ensayo de Luis Meana en ese medio lleva por título “Indultos y
despotismo” (Expansión, 23-6-2021). Es un interesante texto para analizar, en
clave histórico-filosófico-política, la relevante decisión adoptada hace unos
días por el Gobierno español. De particular interés para quienes comulgan con
los principios que predicaron los Padres Fundadores.
Además
de esta perspectiva, en el texto, aunque breve, encontramos también un
muestrario de significadas formas de poder despótico que, con mayor o menor
alcance, han ido cuajando a lo largo de la historia. Entre éstas figura la denominada “robinocracia”, que, a mediados
del siglo XVIII, definió Bolingbroke[1] a
propósito del primer ministro británico Robert Walpole: “El Robinarca, o jefe
superior, es sólo nominalmente un [primer] ministro con hechura de Príncipe,
pero en realidad es un soberano, tan despótico y arbitrario como se puede ser
en esta parte de mundo… ha acumulado injustamente en sus manos todo el poder de
la nación”.
Por otro lado, en su aproximación a algunos procesos de la construcción de relatos sobre la configuración de “pueblos elegidos”, el autor del artículo nos previene de algunos supuestos “progresistas” que venden “falacias reaccionarias como milagroso crecepelo”.
Y acaba con una aleccionadora máxima de los Padres Fundadores, que, al parecer, dedica a algún célebre personaje al que denomina con un intrigante seudónimo: "la codicia de poder de los inicuos crece cuando se les gratifica". Hay frases que, más allá de su utilidad en contextos concretos, están dotadas de una belleza y de una sabiduría intrínsecas. La anterior es una de ellas.
Y hay artículos plagados de citas tan espléndidas que se corre el riesgo de que el lector se abstraiga de su objeto temático. Los de Luis Meana merecen ser leídos y releídos. Están por encima de su finalidad primaria.
[1]
Henry Saint-John, vizconde de Bolingbroke: “Político y escritor inglés…
(1678-1751). Afiliado al partido conservador, fue ministro de la Guerra en 1704
y de Relaciones Exteriores en 1710, y uno de los firmantes de la paz de Utrecht
(1713). Por intriga de los liberales, Jorge I le condenó a muerte, pero
Bolingbroke huyó a Francia y entró al servicio de los Stuart, permitiéndosele
en 1723 volver a Inglaterra…” [referencia tomada del Diccionario Enciclopédico
Espasa, 9ª edición, 1985, tomo 11. Según la misma fuente (tomo 12), Robert
Walpole, conde de Oxford, que estuvo encerrado en la Torre de Londres, “con su
gestión contribuyó al desarrollo de la prosperidad del país”]. N.B.: Podría
pensarse que buscar una referencia en una enciclopedia editada en papel genera
un efecto externo como consecuencia del placer de recorrer las páginas de un
libro. Sin embargo, hacerlo en esta era de digitalización avanzada se convierte
en un bien en sí mismo.