25 de junio de 2021

Formas de poder despótico en perspectiva histórica

 

Recuerdo haber leído, hace años, algunos artículos suyos en las páginas del diario “El País”. Últimamente han aparecido algunas contribuciones suyas en el diario económico “Expansión”, las más recientes, relacionadas con la monarquía como forma de gobierno.

El último ensayo de Luis Meana en ese medio lleva por título “Indultos y despotismo” (Expansión, 23-6-2021). Es un interesante texto para analizar, en clave histórico-filosófico-política, la relevante decisión adoptada hace unos días por el Gobierno español. De particular interés para quienes comulgan con los principios que predicaron los Padres Fundadores.

Además de esta perspectiva, en el texto, aunque breve, encontramos también un muestrario de significadas formas de poder despótico que, con mayor o menor alcance, han ido cuajando a lo largo de la historia. Entre éstas figura la  denominada “robinocracia”, que, a mediados del siglo XVIII, definió Bolingbroke[1] a propósito del primer ministro británico Robert Walpole: “El Robinarca, o jefe superior, es sólo nominalmente un [primer] ministro con hechura de Príncipe, pero en realidad es un soberano, tan despótico y arbitrario como se puede ser en esta parte de mundo… ha acumulado injustamente en sus manos todo el poder de la nación”.

Por otro lado, en su aproximación a algunos procesos de la construcción de relatos sobre la configuración de “pueblos elegidos”, el autor del artículo nos previene de algunos supuestos “progresistas” que venden “falacias reaccionarias como milagroso crecepelo”. 

Y acaba con una aleccionadora máxima de los Padres Fundadores, que, al parecer, dedica a algún célebre personaje al que denomina con un intrigante seudónimo: "la codicia de poder de los inicuos crece cuando se les gratifica". Hay frases que, más allá de su utilidad en contextos concretos, están dotadas de una belleza y de una sabiduría intrínsecas. La anterior es una de ellas.

Y hay artículos plagados de citas tan espléndidas que se corre el riesgo de que el lector se abstraiga de su objeto temático. Los de Luis Meana merecen ser leídos y releídos. Están por encima de su finalidad primaria.



[1] Henry Saint-John, vizconde de Bolingbroke: “Político y escritor inglés… (1678-1751). Afiliado al partido conservador, fue ministro de la Guerra en 1704 y de Relaciones Exteriores en 1710, y uno de los firmantes de la paz de Utrecht (1713). Por intriga de los liberales, Jorge I le condenó a muerte, pero Bolingbroke huyó a Francia y entró al servicio de los Stuart, permitiéndosele en 1723 volver a Inglaterra…” [referencia tomada del Diccionario Enciclopédico Espasa, 9ª edición, 1985, tomo 11. Según la misma fuente (tomo 12), Robert Walpole, conde de Oxford, que estuvo encerrado en la Torre de Londres, “con su gestión contribuyó al desarrollo de la prosperidad del país”]. N.B.: Podría pensarse que buscar una referencia en una enciclopedia editada en papel genera un efecto externo como consecuencia del placer de recorrer las páginas de un libro. Sin embargo, hacerlo en esta era de digitalización avanzada se convierte en un bien en sí mismo.

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