3 de septiembre de 2021

Toma de decisiones financieras y competencias aritméticas

 

El déficit de cultura financiera es un problema generalizado en la mayoría de los países del mundo, hoy día reconocido a escala internacional. Aun cuando es igualmente patente el elevado grado de correlación positiva existente entre el nivel de conocimientos en materia financiera y la formación matemática, una preocupación similar a la concerniente a la primera se extiende de manera específica a la segunda de estas dos vertientes. Por la relevancia de los conocimientos matemáticos, esa preocupación está más que justificada. Adicionalmente, la subsanación de esa deficiencia es un requisito fundamental para el logro de una adecuada alfabetización financiera.

Sin embargo, ha de tenerse presente que la buena formación matemática es una condición necesaria, pero no suficiente, para un buen desempeño en la gestión de las finanzas personales. Como ha señalado Bobby Seagull (2018), “ser bueno en matemáticas no te hace necesariamente bueno en la gestión de tu dinero. Uno puede ser capaz de usar el teorema de Pitágoras, ¿pero, cómo puede comparar las ventajas de una hipoteca a interés fijo con las de otra a interés variable? Y aunque uno sepa desenvolverse con desigualdades cuadráticas, ¿cómo de confiado puede sentirse al calcular el interés de una tarjeta de crédito?”.

La concepción del conocimiento con una clara orientación hacia su aplicación para la toma de decisiones en contextos concretos, que reflejen situaciones reales, adquiere una gran trascendencia en ese sentido. Desde el campo de la docencia de Matemáticas, el mencionado profesor efectúa un planteamiento basado en una lógica aplastante: “Como profesores, nuestro rol primario es preparar a los estudiantes para el progreso académico, con la esperanza de generar adultos jóvenes capaces de desenvolverse en el mundo moderno, y que sean ciudadanos responsables. ¿Pueden ser realmente responsables si no están instruidos financieramente? Grandes decisiones en la vida financiera incluyen la de alquiler o comprar propiedades, comprar un coche y ahorrar para atender a los hijos. Mi inquietud es que demasiadas personas, a pesar de tener la certificación de educación secundaria en Matemáticas, están mal equipadas numéricamente para comprender las implicaciones de estas decisiones” (Seagull, 2018).

Esta visión se ve reforzada si se tiene en cuenta que, en un país con un sistema universitario tan prestigiado mundialmente como el Reino Unido, sólo uno de cada cuatro adultos tiene niveles “aceptables” de preparación aritmética (“numeracy”) (National Numeracy, 2020a, pág. 16)[1]. Además, el Reino Unido destaca asimismo por ser uno de los pocos países de la OCDE donde las competencias numéricas de las personas de 16 a 24 años de edad son inferiores a las de personas de más de 55 años (Barrett, 2020). A mayor abundamiento, casi la mitad de los adultos en edad laboral tienen competencias matemáticas por debajo de las esperadas para un niño de 11 años de edad, lo que origina importantes problemas en el lugar de trabajo (Barrett, 2021).

Como se recoge en Pro Bono Economics (2021, pág. 11), “El Reino Unido tiene algunas de las mejores Universidades del mundo y más Premios Nobel que ningún otro país aparte de Estados Unidos. Sin embargo, aunque su sector de educación superior es objeto de envidia global y tiene una enorme fortaleza competitiva, el Reino Unido muestra dificultades en el escenario internacional en lo que concierne a las competencias numéricas básicas”. Si este reconocimiento se hace respecto a un país situado muy cerca de la media de la OCDE, con algo menos de un 60% de la población adulta con competencias numéricas bajas, no debe perderse de vista que el mismo indicador se sitúa en España en el 70% (Pro Bono Economics, 2021, pág. 11).

La existencia de ese bajo nivel de competencias matemáticas genera una merma de potencial económico. Así, para el Reino Unido se ha estimado un valor total de diferenciales salariales, debido a unas reducidas habilidades matemáticas, por importe de 25.200 millones de libras (Pro Bono Economics, 2021, pág. 53).

Las dificultades para la comprensión de la naturaleza y las características de una serie de productos financieros, así como para la cuantificación de variables e indicadores básicos quedan patentes en numerosos casos y se manifiestan en la adopción de decisiones desfavorables (Barrett, 2020). Algunos estudios incluso han identificado un vínculo entre unas bajas competencias matemáticas y un nivel reducido de calificación crediticia[2].

No obstante, debe tenerse presente que, según las conclusiones de estudios llevados a cabo, la introducción de cambios en la forma en la que es presentada la información a los usuarios de servicios financieros es un factor importante de los resultados obtenidos. La aplicación de un enfoque orientado a la mejora de la información puede llegar a duplicar el número de personas que comprenden la información relacionada con los productos, y crear las condiciones para una toma de decisiones consciente y responsable (Plain Numbers, 2021)[3].

El suministro de una buena y clara información es primordial, como también lo es impulsar las actividades prácticas en la aplicación de los conocimientos. Como nos recuerda Seagull (2021), “al igual que montar en bicicleta o conducir un vehículo, las matemáticas son una habilidad y algo que podemos mejorar con la práctica”.

Ahora bien, dado que, como señala Lusardi (2012, págs. 9-10), “es muy difícil mejorar las habilidades numéricas matemáticas entre la población adulta, es importante mejorarlas y enseñar destrezas matemáticas en la escuela y entre los jóvenes”.

 


Referencias bibliográficas

Barrett, C. (2020): “Numeracy skills: what’s not adding up in the UK?”, Financial Times, 30 de octubre.

Barrett, C. (2021): “How much is bad maths costing Britain?”, Financial Times, 1 de julio.

Lusardi, A. (2012). “Numeracy, financial literacy, and financial decision making”, Scholar Commons, University of South Florida, vol. 5, nº 1.

Mason, C. (2019): “Study reveals possible link between numeracy skills and credit scores”, MoneSavingExpert, 5 de febrero, www.moneysavingexpert.com.

National Numeracy (2020a): “National Numeracy 2019 Autumn Report”.

National Numeracy (2020b): “Do interventions that improve financial capability work for people with low numeracy?”, www.nationalnumeracy.org.uk.

National Numeracy (2021): “What is numeracy”, www.nationalnumeracy.org.uk.

Plain Numbers (2021): “Plain Numbers Project: Initial report”, plainnumbers.org.uk.

Pro Bono Economics (2021): “Counting on the recovery. The role for numeracy skills in ‘levelling up’ the UK”, abril.

Seagull, B. (2018): “We need to change how maths is taught in schools”, Financial Times, 17 de mayo.

Seagull, B. (2019): “To sum up, it pays ti be pernickety”, Financial Times, 15 de febrero.

Seagull, B. (2021): “The power of pandemic maths”, Financial Times, 14 de mayo.

(Artículo publicado en EdufiAcademics/Edufinet)



[1] Se entiende por “numeracy” la capacidad para usar de manera confiable las matemáticas en la vida diaria y en el lugar de trabajo (National Numeracy, 2021). Se incide así en la combinación de competencias y confianza para adoptar buenas decisiones financieras en la vida cotidiana. Vid. National Numeracy (2020b, pág. 2).

[2] La razón es que aquellas personas que no se desenvuelven bien con los números es más probable que deterioren sus calificaciones crediticias con pagos futuros de facturas. Vid. Seagull (2019) y Mason (2019).

[3] La introducción de mejoras en la información y en la comunicación con los clientes de lugar a una mayor capacidad efectiva para la adopción de decisiones financieras adecuadas. Vid. National Numeracy (2020b).

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