El déficit
de cultura financiera es un problema generalizado en la mayoría de los países
del mundo, hoy día reconocido a escala internacional. Aun cuando es igualmente
patente el elevado grado de correlación positiva existente entre el nivel de
conocimientos en materia financiera y la formación matemática, una preocupación
similar a la concerniente a la primera se extiende de manera específica a la
segunda de estas dos vertientes. Por la relevancia de los conocimientos
matemáticos, esa preocupación está más que justificada. Adicionalmente, la
subsanación de esa deficiencia es un requisito fundamental para el logro de una
adecuada alfabetización financiera.
Sin
embargo, ha de tenerse presente que la buena formación matemática es una
condición necesaria, pero no suficiente, para un buen desempeño en la gestión
de las finanzas personales. Como ha señalado Bobby Seagull (2018), “ser bueno
en matemáticas no te hace necesariamente bueno en la gestión de tu dinero. Uno
puede ser capaz de usar el teorema de Pitágoras, ¿pero, cómo puede comparar las
ventajas de una hipoteca a interés fijo con las de otra a interés variable? Y
aunque uno sepa desenvolverse con desigualdades cuadráticas, ¿cómo de confiado
puede sentirse al calcular el interés de una tarjeta de crédito?”.
La
concepción del conocimiento con una clara orientación hacia su aplicación para
la toma de decisiones en contextos concretos, que reflejen situaciones reales,
adquiere una gran trascendencia en ese sentido. Desde el campo de la docencia
de Matemáticas, el mencionado profesor efectúa un planteamiento basado en una
lógica aplastante: “Como profesores, nuestro rol primario es preparar a los
estudiantes para el progreso académico, con la esperanza de generar adultos
jóvenes capaces de desenvolverse en el mundo moderno, y que sean ciudadanos
responsables. ¿Pueden ser realmente responsables si no están instruidos
financieramente? Grandes decisiones en la vida financiera incluyen la de
alquiler o comprar propiedades, comprar un coche y ahorrar para atender a los
hijos. Mi inquietud es que demasiadas personas, a pesar de tener la
certificación de educación secundaria en Matemáticas, están mal equipadas
numéricamente para comprender las implicaciones de estas decisiones” (Seagull,
2018).
Esta
visión se ve reforzada si se tiene en cuenta que, en un país con un sistema
universitario tan prestigiado mundialmente como el Reino Unido, sólo uno de
cada cuatro adultos tiene niveles “aceptables” de preparación aritmética
(“numeracy”) (National Numeracy, 2020a, pág. 16)[1]. Además,
el Reino Unido destaca asimismo por ser uno de los pocos países de la OCDE
donde las competencias numéricas de las personas de 16 a 24 años de edad son
inferiores a las de personas de más de 55 años (Barrett, 2020). A mayor
abundamiento, casi la mitad de los adultos en edad laboral tienen competencias
matemáticas por debajo de las esperadas para un niño de 11 años de edad, lo que
origina importantes problemas en el lugar de trabajo (Barrett, 2021).
Como se
recoge en Pro Bono Economics (2021, pág. 11), “El Reino Unido tiene algunas de
las mejores Universidades del mundo y más Premios Nobel que ningún otro país
aparte de Estados Unidos. Sin embargo, aunque su sector de educación superior
es objeto de envidia global y tiene una enorme fortaleza competitiva, el Reino
Unido muestra dificultades en el escenario internacional en lo que concierne a
las competencias numéricas básicas”. Si este reconocimiento se hace respecto a
un país situado muy cerca de la media de la OCDE, con algo menos de un 60% de
la población adulta con competencias numéricas bajas, no debe perderse de vista
que el mismo indicador se sitúa en España en el 70% (Pro Bono Economics, 2021,
pág. 11).
La
existencia de ese bajo nivel de competencias matemáticas genera una merma de
potencial económico. Así, para el Reino Unido se ha estimado un valor total de
diferenciales salariales, debido a unas reducidas habilidades matemáticas, por
importe de 25.200 millones de libras (Pro Bono Economics, 2021, pág. 53).
Las
dificultades para la comprensión de la naturaleza y las características de una
serie de productos financieros, así como para la cuantificación de variables e
indicadores básicos quedan patentes en numerosos casos y se manifiestan en la
adopción de decisiones desfavorables (Barrett, 2020). Algunos estudios incluso
han identificado un vínculo entre unas bajas competencias matemáticas y un
nivel reducido de calificación crediticia[2].
No
obstante, debe tenerse presente que, según las conclusiones de estudios
llevados a cabo, la introducción de cambios en la forma en la que es presentada
la información a los usuarios de servicios financieros es un factor importante
de los resultados obtenidos. La aplicación de un enfoque orientado a la mejora
de la información puede llegar a duplicar el número de personas que comprenden
la información relacionada con los productos, y crear las condiciones para una
toma de decisiones consciente y responsable (Plain Numbers, 2021)[3].
El
suministro de una buena y clara información es primordial, como también lo es
impulsar las actividades prácticas en la aplicación de los conocimientos. Como
nos recuerda Seagull (2021), “al igual que montar en bicicleta o conducir un
vehículo, las matemáticas son una habilidad y algo que podemos mejorar con la
práctica”.
Ahora bien,
dado que, como señala Lusardi (2012, págs. 9-10), “es muy difícil mejorar las habilidades
numéricas matemáticas entre la población adulta, es importante mejorarlas y
enseñar destrezas matemáticas en la escuela y entre los jóvenes”.
Referencias bibliográficas
Barrett,
C. (2020): “Numeracy skills: what’s not adding up in the UK?”, Financial Times,
30 de octubre.
Barrett,
C. (2021): “How much is bad maths costing Britain?”, Financial Times, 1 de
julio.
Lusardi,
A. (2012). “Numeracy, financial literacy, and financial decision making”,
Scholar Commons, University of South Florida, vol. 5, nº 1.
Mason,
C. (2019): “Study reveals possible link between numeracy skills and credit
scores”, MoneSavingExpert, 5 de febrero, www.moneysavingexpert.com.
National
Numeracy (2020a): “National Numeracy 2019 Autumn Report”.
National
Numeracy (2020b): “Do interventions that improve financial capability work for
people with low numeracy?”, www.nationalnumeracy.org.uk.
National
Numeracy (2021): “What is numeracy”, www.nationalnumeracy.org.uk.
Plain
Numbers (2021): “Plain Numbers Project: Initial report”, plainnumbers.org.uk.
Pro
Bono Economics (2021): “Counting on the recovery. The role for numeracy skills
in ‘levelling up’ the UK”, abril.
Seagull,
B. (2018): “We need to change how maths is taught in schools”, Financial Times,
17 de mayo.
Seagull,
B. (2019): “To sum up, it pays ti be pernickety”, Financial Times, 15 de
febrero.
Seagull,
B. (2021): “The power of pandemic maths”, Financial Times, 14 de mayo.
(Artículo
publicado en EdufiAcademics/Edufinet)
[1]
Se entiende por “numeracy” la capacidad para usar de manera confiable las
matemáticas en la vida diaria y en el lugar de trabajo (National Numeracy,
2021). Se incide así en la combinación de competencias y confianza para adoptar
buenas decisiones financieras en la vida cotidiana. Vid. National Numeracy
(2020b, pág. 2).
[2]
La razón es que aquellas personas que no se desenvuelven bien con los números
es más probable que deterioren sus calificaciones crediticias con pagos futuros
de facturas. Vid. Seagull (2019) y Mason (2019).
[3]
La introducción de mejoras en la información y en la comunicación con los
clientes de lugar a una mayor capacidad efectiva para la adopción de decisiones
financieras adecuadas. Vid. National Numeracy (2020b).