El Impuesto sobre la Renta
de las Personas Físicas (IRPF) es el pilar fundamental del sistema tributario
español. La recaudación gestionada por la Agencia Estatal de la Administración
Tributaria (AEAT) ascendió en 2022 a la cifra de 108.978 millones de euros. El
tributo aporta un 36% del total de los ingresos impositivos (en sentido
estricto, sin incluir las cotizaciones sociales) y una quinta parte del total
de los ingresos públicos (no financieros).
Aun cuando la hora de rendir
cuentas ante Hacienda tiene lugar en la estación primaveral, el proceso queda
muy atemperado gracias al sistema de retenciones a cuenta, que permite graduar
la carga a lo largo de los meses. El conjunto de los mecanismos de pagos a
cuenta del Impuesto cubre más de un 90% de la cuota tributaria.
El IRPF está plenamente
consolidado en España como impuesto personal, directo y progresivo, pero no ha
logrado liberarse completamente del sambenito de que se trata de un impuesto
injusto e incluso regresivo. ¿Está justificada esa negativa percepción social?
¿Es cierto que las contribuciones personales por el IRPF están alejadas de una
distribución equitativa y progresiva?
Las Memorias de la
Administración Tributaria nos ofrecen una valiosa información para contrastar
tales creencias. Aunque los últimos datos desagregados disponibles corresponden
al ejercicio 2019, es interesante observar las pautas constatables en las
declaraciones efectuadas. A este respecto, es oportuno tener en cuenta algunas
dificultades metodológicas, como las asociadas a que los datos del IRPF se
refieren a las declaraciones presentadas, que comprenden tanto las individuales
(claramente mayoritarias) como las conjuntas. Lo ideal sería poder efectuar una
comparación tomando como referencia las unidades familiares. Por otro lado, no
hay que olvidar que, evidentemente, no se incluyen los datos referentes a
personas que, por distintos motivos, no han presentado declaración, como
tampoco los ingresos eventualmente no declarados por los integrantes de los
distintos tramos de renta. Y, todo ello, sin entrar a la consideración de otras
matizaciones que exigiría la aplicación de un concepto de renta en sentido
económico, que difiere del empleado por la normativa fiscal.
El número de declaraciones
del ejercicio 2019 presentadas fue de algo más de 20 millones, si bien la cuota
total (86.600 millones de euros) recayó en 13,7 millones. A efectos de
análisis, agrupamos los datos en nueve intervalos de renta (en euros): 1º,
hasta 10.500; 2º, de 10.500 a 21.000; 3º, de 21.000 a 30.000; 4º, de 30.000 a
45.000; 5º, de 45.000 a 60.000; 6º, de 60.000 a 90.000; 7º, de 90.000 a
120.000; 8º, de 120.000 a 240.000; 9º: más de 240.000.
A partir de un análisis
simple de la información pueden destacarse los siguientes aspectos:
a.
De
los datos de la base imponible se constata que la renta declarada se distribuye
de manera desigual: el 90% de los declarantes con menor renta concentra los dos
tercios de la renta total, mientras que el 10% con más renta aglutina un
tercio.
b.
Tomando
como referencia las declaraciones con cuota positiva, al primer 90% le
corresponde aproximadamente la mitad de la cuota total y, al último 10%, la
otra mitad.
c.
En
los tres primeros intervalos de ingresos considerados, el porcentaje de la
renta sobre el total es inferior a la participación respectiva en la cuota
total, mientras que a partir del cuarto tramo ocurre lo contrario.
d.
Esa diferencia
es cada vez más acusada, hasta llegar a los dos últimos (1% de los declarantes),
que, con un 12% de la renta agregada, aportan un 21% de la cuota total.
Otro indicador fundamental
es el tipo medio de gravamen, esto es, el cociente entre la cuantía del
impuesto y la renta correspondiente. Dicho tipo medio, dejando al margen los
niveles más bajos, que no tributan, va desde el 2%, para los declarantes con
renta de 10.000 euros, hasta el 33%, para los contribuyentes con renta superior
a 200.000 euros. Entre estos extremos, el tipo medio es cada vez mayor.
Sin perjuicio de entrar en
un análisis pormenorizado, que depure los datos de las declaraciones conjuntas
y evalúe el impacto del tratamiento de las rentas del capital mobiliario en los
mayores niveles de ingresos, de lo anterior se desprende claramente que el IRPF
español es un impuesto progresivo. La renta antes de impuesto se distribuye de
manera bastante desigual entre los declarantes del IRPF, pero la carga de este
impuesto se distribuye de forma más desigual, lo que es indicativo de un efecto
corrector de las desigualdades resultantes del mercado.
(Artículo publicado en el
diario “Sur”)