Como se recogía en una
anterior entrada de este blog, Mariana Mazzucato es una de las grandes divas
del pensamiento económico y político dominante en la actualidad. Sus obras,
traducidas a diferentes idiomas, logran destacados registros de ventas. Su
testimonio es reclamado y reverenciado en los más distinguidos foros económicos.
Su palabra es ley. Mazzucato y Piketty, Piketty y Mazzucato, son dos
referencias mundiales de primer orden, de enorme influencia, como pilares de la
ideología económica que, con fuerza renovada, arremete contra el capitalismo,
el mercado, el pensamiento liberal, y defiende la extensión y la
intensificación de la intervención del sector público, supuestamente reducido a
una mínima expresión, completamente desmantelado, en los denominados países
occidentales desarrollados.
No es, pues, sorprendente que Tedros
Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud la
eligiera personalmente en 2020 para liderar el Council on the Economics of
Health for All. Dicho Comité fue establecido por él mismo con el encargo “a
un grupo de distinguidas pensadoras, asesoras y activistas de no hacer otra cosa
que reimaginar completamente la relación entre la economía y la salud”.
El Comité -integrado por 10 mujeres-
ha elaborado el informe “Health for All: Transforming economies to deliver what
matters”, con la pretensión de “colocar la Salud para Todos en el centro de la
toma de decisiones del sector público y la colaboración con el sector privado a
escala regional, nacional e internacional”.
En el informe se concluye que
la economía está generando pobres y desiguales resultados de salud debido a
deficiencias de diseño. Hasta que se resideñe, continuará existiendo una
carencia de Salud para Todos. La salud debe ser vista como una inversión a
largo plazo, no como un coste a corto plazo. El coste de la inacción -no invertir
en salud- equivale a muchos múltiplos del coste de la acción. La salud es un
derecho humano fundamental, y una población sana no puede ser vista sólo como “capital
humano”. La finalidad de la inversión en salud no debe ser aumentar el PIB o la
productividad económica. La actividad económica debe estar al servicio de la
salud humana y del planeta.
Asimismo, se plantea un rediseño
fundamental de las finanzas nacionales e internacionales, no sólo sobre la
cantidad de financiación disponible para la salud, sino también sobre su
calidad y gobernanza. Se requiere que la innovación sea gobernada con vistas al
bien común. Hasta ahora, los derechos de propiedad intelectual han sido
gobernados erróneamente.
Según destaca Mazzucato[1],
“sólo a través de una política global, con compromisos financieros y legales de
gobiernos y organismos internacionales como la OMS, podremos prevenir y
prepararnos para la próxima pandemia”.
[1] “Preparing for the next
pandemic will take a global commitment”, Financial Times, 2 de junio de 2023.