29 de julio de 2022

El problema del talento en las democracias occidentales

 

El déficit de talento en el ámbito de la política se ha convertido en un tópico. Cada vez es más frecuente oír opiniones que ponen el foco en las escasamente atractivas condiciones que ofrece el mundo de la política para atraer a personas con gran talento. Es el tema de análisis de un reciente artículo de Janan Ganesh (“Western democracies have a talent problem”, Financial Times, julio 2022), centrado en el caso británico.

Según este reputado articulista, el problema de personal de las democracias occidentales tiene sus raíces en los lados de la demanda y de la oferta, especialmente en este último. Las razones esenciales radican en el “desfase salarial” respecto a otras posiciones en el sector privado, y en la exposición personal por estar en un cargo público, aumentada exponencialmente en la época de las redes sociales.

La cuestión del “desfase salarial” es más que evidente en algunos supuestos, pero no pueden dejar de mencionarse los grandes errores metodológicos habitualmente cometidos en las comparaciones de las retribuciones de los principales mandatarios públicos. Éstas suelen circunscribirse a las retribuciones dinerarias presentes, sin tener en cuenta otras compensaciones actuales, ni tampoco las futuras. Se ignora también el hecho de la importancia de ciertas gratificaciones personales no cuantificables económicamente.

Estas consideraciones no tienen cabida en la reflexión de Ganesh, para quien “la cuestión es si, para un tamaño muestral bastante amplio, un país puede sobrevivir al envío de sus personas más capacitadas al sector privado”.

24 de julio de 2022

El impulso a los planes de pensiones de empleo

 

Los planes de pensiones como instrumentos de ahorro acreditan una trayectoria de más de treinta años en España. Fueron instaurados por la Ley 8/1987, que dejaba claro su rol al señalar que dichos planes quedaban configurados como instituciones de previsión voluntaria y libre, con unas prestaciones de carácter privado y complementarias o no a las de la Seguridad Social, a las que en ningún caso venían a sustituir.

Las tres modalidades establecidas (planes de pensiones individuales, de empleo y asociados) han tenido un desarrollo dispar a lo largo del tiempo. Actualmente, son 7,5 millones los partícipes en los planes individuales, que acumulan un patrimonio de unos 86.000 millones de euros; los de empleo tienen cerca de 2 millones de partícipes y un patrimonio de algo más de 36.000 millones de euros; muy lejos quedan las cifras de la tercera modalidad.

La recién promulgada Ley 12/2022, de regulación para el impulso de los planes de pensiones de empleo, se plantea como objetivo revertir dicha tendencia. Algo a lo que, a lo largo de los últimos años, han venido contribuyendo otras disposiciones que han reducido drásticamente los importes de las aportaciones a los planes individuales que son deducibles en el IRPF. La nueva Ley incide en esa línea, potenciando la figura de los planes de pensiones de empleo, tanto en su configuración y operativa como a través de ciertos incentivos fiscales a las empresas, especialmente vinculados a las contribuciones para rentas medias y bajas.

Tradicionalmente, los planes de pensiones han estado rodeados de un considerable estigma. Sin embargo, son un instrumento óptimo para el tratamiento del ahorro personal, tanto desde el punto de vista de la eficiencia económica como desde el de la equidad en términos del conjunto del ciclo vital. Lo que se ahorra a través de estos instrumentos no tributa inicialmente, de manera que el importe de lo ahorrado, más el de los rendimientos acumulados, tributan en el momento de la jubilación. De esta forma se logra que el ahorro obtenga una retribución igual a la del tipo de interés del mercado. Cuestión distinta es que, naturalmente, para poder ahorrar hay que tener un nivel de renta suficiente.

La nueva Ley despliega una serie de medidas para potenciar los planes de pensiones de empleo en el marco de la negociación colectiva:

                                 i.Creación de un fondo de pensiones de empleo de promoción pública (por la Comisión Promotora y de Seguimiento), bajo la gestión del sector privado, al que pueden adscribirse planes de pensiones del sistema de empleo.

                                ii.Los planes de pensiones serán administrados por una entidad gestora con el concurso de una entidad depositaria y bajo la supervisión de una única Comisión de Control Especial para todos los fondos de pensiones de promoción pública abiertos. Esta Comisión estará formada por personas con reconocida experiencia, conocimiento, capacidad de supervisión y gestión, y serán nombradas por la Comisión Promotora y de Seguimiento.

                              iii.Aprobación de medidas orientadas a la simplificación de los trámites de adscripción y gestión, cuyos costes (en la forma de comisiones aplicables) quedan limitados.

                               iv.Establecimiento de un nuevo marco de incentivos fiscales:

a.                   Las aportaciones personales y las contribuciones empresariales son deducibles en el IRPF del partícipe, con un límite conjunto de 10.000 euros anuales (5.750 en el caso de los autónomos).

b.                   La cuantía anual de las aportaciones personales depende del importe de la contribución empresarial, y tiene un tope de 2.250 euros.

c.                   Las contribuciones empresariales a los planes de empleo de la plantilla darán derecho a una reducción de las cotizaciones sociales correspondientes a tales contribuciones.

d.                   Se establece una deducción en la cuota del Impuesto sobre Sociedades, por el 10% de las contribuciones empresariales imputadas a favor de los trabajadores con retribuciones brutas anuales inferiores a 27.000 euros; cuando se trate de trabajadores con retribuciones brutas anuales iguales o superiores a 27.000 euros, dicha deducción se aplicará sobre la parte proporcional de las contribuciones empresariales que se corresponda con este importe.

e.                   Las adquisiciones realizadas por Fondos de pensiones de Empleo y por Mutualidades de Previsión Social o Entidades de Previsión Social Voluntaria sin ánimo de lucro quedan exentas del Impuesto sobre Transacciones Financieras, que grava las adquisiciones de determinados títulos en el mercado de valores.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

23 de julio de 2022

¿Cañones o mantequilla, o mantequilla y cañones?

 

Una de las conclusiones de la reciente cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha sido la necesidad de incrementar el gasto en defensa nacional. El dilema entre cañones y mantequilla, al que se refería Samuelson en su exitoso manual –“la famosa dualidad hitleriana formada por cañones y mantequilla”- vuelve a estar de actualidad.  Y con ello se renueva el interés por analizar los efectos del gasto militar en la economía, como se recoge en un artículo de The Economist publicado hace varios meses (“Guns and butter”, 16-4-2022).

La creencia general es que un gasto adicional en defensa es perjudicial para el crecimiento y el desarrollo. La noción de coste de oportunidad -las actuaciones (educación, infraestructuras, sanidad…) a las que hay que renunciar al tener que asumir los mayores compromisos ligados a la defensa- vendría a dictar su ley implacable. En particular, si los gastos militares implican el sacrificio de programas que mejoran la productividad, el ritmo de crecimiento económico se verá afectado negativamente.

Así se pone de manifiesto en un estudio publicado por la RAND Corporation: “How does defense spending affect economic growth”, de B. Rooney, G. Johnson, y M. Priebe, 2021. En dicho estudio se afirma lo siguiente: “Prioritizing defense spending over infrastructure investment, a long-standing domestic concern, might undermine economic growth and, therefore, resources available for defense in the long run”.

No obstante, recuerda The Economist que “un elemento fundacional para cualquier economía exitosa es la paz y la estabilidad, dando a las empresas la confianza para invertir y a los ciudadanos el espacio para florecer. Los libros de texto pueden hablar de armas o mantequilla. Pero en un mundo inestable por poderes revanchistas, la verdad es que hacen falta armas y mantequilla. Una fuerte defensa es, lamentablemente, una necesidad para una fuerte economía”.




18 de julio de 2022

Alfredo Landa y el IRPF de 1967

 

Aunque aún no había hecho estragos el cambio climático, algunos veranos de los años sesenta eran bastante calurosos. Sólo con evocar el título de una popular película de la época, “40 grados a la sombra”, vienen a la mente los recuerdos de aquellos veranos interminables cuyos rigores había que afrontar de formas bastantes distintas a las de ahora.

En una de las escenas de aquella película, en la que es fácil apreciar distintas fuentes de calor, un jovencísimo Alfredo Landa, incipiente treintañero, llegaba a proclamar que “una mujer es más difícil de entender que el IRPF”. De ciertas connotaciones einstenianas -que no se diga del nivel del irrepetible gran actor-, la frase es realmente memorable, teniendo en cuenta el conocido escaso desarrollo del principal impuesto directo en la España de entonces, aunque no pueda obviarse el grado de avance del entorno general. Corría el año 1967.

A principios del año siguiente, el Boletín Oficial del Estado publicaba el Texto Refundido del Impuesto General sobre la Renta de las Personas Físicas. Baste señalar el número del páginas- tan solo 7- y el de artículos -únicamente 48- para calibrar la magnitud de la disposición, que haría las delicias de los partidarios de la simplicidad y de los defensores del principio de economicidad.

¿Qué diría hoy el añorado actor ante un texto como el de la Ley del actual IRPF español, después de recorrer las más 150 páginas en las que se despliega, tan solo para abrir boca, la regulación del tributo en el supremo Boletín?



17 de julio de 2022

Cómo cambiar realmente la opinión de una persona

 

Es la cuestión que se plantea Tim Harford en un reciente artículo publicado en el diario Financial Times (“How to really change someone’s mind”, julio 2022). En él cita un libro de David McRaney en el que se examina por qué algunas visiones del mundo parecen tan obstinadamente inmunes a la razón, y por qué hay gente que nunca cambiará sus opiniones en las circunstancias adecuadas. El autor sugiere que la mayoría de la gente cree lo que cree sobre la base de señales sociales y que ésta es una forma razonable para que los primates sociales se conduzcan a sí mismos. Una consecuencia de este tribalismo es que raramente examinamos en detalle ninguna de las razones por las que creemos cualquier cosa.

Según otros analistas, el problema puede resolverse mediante algún tipo de debate lógico, basado en la buena fe. Sin embargo, Harford considera que los individuos cambian su forma de pensar cuando se persuaden a sí mismos: “El entendimiento, el oír a las personas e invitarlas a elaborar pueden abrir un espacio para que ocurra la autopersuasión. Pero un campeón mundial en debates no puede cambiar tu mente; sólo tú puedes hacerlo”.

Al hilo de esta discusión acude discretamente aquella controvertida observación de Bertrand Russell: “El problema con el mundo es que los estúpidos son presuntuosos, mientras que los inteligentes están llenos de dudas”.

16 de julio de 2022

El nuevo marco fiscal internacional de las multinacionales

 

El marco impositivo aplicable a las empresas que operan a escala internacional fue establecido hace casi cien años, y desde entonces se ha mantenido sin grandes cambios. Se trata de un sistema que funcionaba bastante bien cuando las economías nacionales estaban poco integradas y el grueso de las transacciones económicas correspondía a bienes y servicios tangibles. A medida que se daba una mayor integración económica, se avanzaba en la digitalización y aumentaba el peso de los intangibles, sus deficiencias se fueron poniendo de manifiesto.

Ante un panorama tributario con amplios contrastes entre países, tiende a producirse el fenómeno conocido como BEPS (“Base Erosion and Profit Shifting”), consistente en la erosión de las bases imponibles del impuesto sobre sociedades (IS) mediante el traslado artificioso de beneficios a filiales radicadas en territorios de baja tributación. Se estiman unas mermas de recaudación, por esta vía, cifradas entre 100.000 y 240.000 millones de dólares anuales.

La reforma del marco internacional de tributación de las corporaciones multinacionales se venía planteando desde hace años en diferentes foros, con un claro protagonismo de la OCDE. En la reunión del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) celebrada a primeros de junio de 2021 se alcanzó un acuerdo, posteriormente asumido por el G20 y, en octubre del mismo año, por 136 países del Marco Inclusivo OCDE/G20 sobre BEPS, que representan más del 90% del PIB global.

El acuerdo del G7 fue calificado como “sísmico”, con la implicación esperada de “que los mayores gigantes tecnológicos multinacionales paguen su parte justa de impuestos en los países en los que operan, con un tipo mínimo global del 15%”.

Dos son los pilares en los que se sustenta el nuevo marco de la fiscalidad internacional de las grandes corporaciones, aplicable a partir del año 2023. Bajo el denominado Pilar Uno, las multinacionales mayores (cifra de negocio superior a 20.000 millones de euros anuales) y más rentables (tasa de beneficio igual o superior al 10%) pagarán impuesto en los países donde tienen actividad y no sólo donde tienen su sede. Un 25% del beneficio de las multinacionales por encima de ese margen se reasignará y quedará sujeto a tributación en los países donde operen y tengan ventas. Se prevén mecanismos para evitar supuestos de doble tributación. La segmentación de divisiones empresariales, dentro de los grandes conglomerados, sólo se llevará a cabo en circunstancias excepcionales, cuando algún segmento de negocio, diferenciado en los estados financieros, cumpla las reglas de sujeción al sistema.

Se espera que, cada año, se reasignen derechos de gravamen sobre más de 125.000 millones de dólares de beneficio. Una cien compañías se verán afectadas inicialmente en todo el mundo por las disposiciones del Pilar Uno, si bien el umbral de la cifra de negocios podrá ser reducido después de un período de revisión de siete años. Quedan excluidos del sistema las industrias extractivas y los servicios financieros regulados.

Por otro lado, bajo el Pilar Dos, para las empresas con ventas superiores a los 750 millones de euros anuales (en dos de los cuatro últimos años fiscales), se ha acordado un IS mínimo global del 15%, operado según una base país a país. Es decir, si una filial tributa, por ejemplo, un 5% en el país B, sobre la matriz del grupo, en el país A, se aplicaría un gravamen complementario (top-up tax) hasta alcanzar el mínimo establecido. La denominada “carrera hacia el suelo”, plasmada en un descenso de tipos de gravamen para ganar una posición competitiva, tiene los días contados.

A efectos del cálculo del impuesto complementario, el tipo de gravamen se aplicará sobre un resultado del que se excluye un porcentaje de los activos tangibles y los costes salariales correspondientes a cada jurisdicción. Se estima que, mediante el nuevo tipo mínimo, pueden generarse unos ingresos adicionales de más de 150.000 millones de dólares anuales. Ahora bien, la adopción del nuevo sistema irá acompañada de la supresión de los impuestos sobre servicios digitales implantados por algunos países como España, Francia o Reino Unido.

Según las estimaciones de la OCDE, como resultado del Pilar Uno, los tres grupos de países por niveles de renta (baja, media y alta) van a registrar ganancias de ingresos, que serán más importantes, en términos relativos, para las jurisdicciones de renta baja. Al mismo tiempo, las nuevas reglas para la tributación mínima aliviarán la presión existente sobre los países en desarrollo para ofrecer generosos paquetes de incentivos fiscales para atraer inversión extranjera.

Aunque son diversas las cuestiones y las dudas que aún se suscitan, el acuerdo alcanzado implica una transformación de gran calado, y nos adentra en una nueva fase de tributación de las multinacionales, de gran trascendencia histórica. Cuestión de gran interés, desde el punto de vista del análisis económico, es cómo se repartirá el coste de la mayor carga impositiva soportada por las multinacionales, entre accionistas, clientes, proveedores y empleados.

(Artículo publicado en el “Anuario Joly 2022”)



15 de julio de 2022

La economía de los cortes de pelo

 

Una de las ventajas de la ubicación de la Facultad de Económicas en el campus del Ejido es la cercanía respecto al centro de la ciudad. Ir caminando desde el histórico campus hasta la plaza de la Constitución es un paseo corto y agradable que permite sumergirse en el ambiente urbano y tomar el pulso a la vida de la metrópoli. Con el paso de los años, ha ido cambiando en buena medida su configuración y también su fisonomía. Ahora se percibe mucha más afluencia de visitantes, se vislumbra un mayor movimiento, y se echa de menos la presencia de aquellos establecimientos comerciales que, durante mucho tiempo, formaban parte del paisaje urbano.

Hacer esa ruta a pie posibilita adquirir un conocimiento de primera mano de las condiciones económicas de la prestación de algunos servicios personales que siguen teniendo un carácter eminentemente presencial. El del corte de pelo es uno de ellos.

El servicio del corte de pelo constituye un caso de interés desde el punto de vista del análisis económico. The Economist ha acuñado incluso un término ad hoc, que recoge en el título de un breve artículo centrado en el precio de dicho servicio en diferentes países: “Haircutonomics. Cutting costs” (18-6-2022).

En el texto se hace una reflexión en torno a una típica recomendación de los docentes que explican los bienes no comercializables: “Cuando estés en país pobre, hazte un corte de pelo”. Se parte de la proposición de que los precios de los bienes que son comercializados internacionalmente no deben variar tanto como los de aquellas otras cosas -como los cortes de pelo- que no pueden almacenarse ni transportarse. Esto obedece a que el precio de un corte de pelo depende mucho de los costes locales, que son muy inferiores en los países menos avanzados económicamente.

No obstante, el articulista de The Economist relata algun episodio en el que se comprueba cómo esa regla no se cumple siempre. Incluso en una ciudad de un país con bajo nivel de renta, una peluquería puede tener un precio alto como señal de que el profesional es tan bueno como uno de París. Así, sostiene que los cortes de pelo son claramente menos fungibles de lo que proclaman los profesores, ya que los precios difieren fuertemente dentro de la misma ciudad: “Esto sugiere otro de los supuestos de los economistas que raramente se cumplen: el de la competencia perfecta”. “Los estudiantes deben cortarse el pelo no tanto en los países pobres, sino, una vez que estén allí, en las partes más pobres de la ciudad”, acaba recomendando The Economist.

Al transitar desde la zona alta de la ciudad hasta los confines del lugar que un día fue visualizado como el corazón del núcleo financiero incipiente de Andalucía, de manera imperceptible, se van atravesando líneas inexistentes que marcan los límites ficticios de hábitats diferenciados. En algunos de ellos conviven personas de distintas nacionalidades que se han afincado en esta tierra acogedora.

Los precios de los cortes de pelos y afeitados que se exhiben en la entrada de los establecimientos son a veces un reclamo para los transeúntes. En una ruta de apenas dos kilómetros, nos encontramos un abanico de precios para el corte de pelo sin necesidad de viajar al extranjero. Una alto en el camino, para un demandante de ese servicio, le puede hacer ahorrar hasta dos tercios del coste que tendría que afrontar en centros de servicios múltiples que no suelen exhibir las tarifas en la cartelería exterior.

12 de julio de 2022

La revisión del análisis económico: el planteamiento de Diane Coyle

Hay dos cuestiones centrales que motivan la reflexión metodológica en el ámbito económico realizada por Diane Coyle[1]: i) ¿puede una ciencia social aspirar a la objetividad cuando sus practicantes son parte de la sociedad?; ii) ¿cómo debe cambiar el análisis económico ante la forma en que está cambiando la economía, particularmente a causa de la digitalización?

Después de un recorrido por un conjunto de cuestiones seleccionadas, en el que parte de criticar el negativo “dominio masculino” en la Economía, sostiene la tesis de que ésta debe cambiar para continuar haciendo tantas contribuciones como sea posible a la política económica, y sirviendo a los ciudadanos. En su opinión, “los economistas son influyentes en el gobierno (y en las empresas), pero aún no son capaces de abordar de forma práctica algunos de los importantes desafíos planteados por la transformación de la economía moderna”.

Entre otros, pone de relieve los siguientes planteamientos:

a.      La necesidad de que los economistas tengan más en cuenta la forma en la que sus propias acciones cambian la economía.

b.      La aceptación de que lo que “es” y lo que “debería ser” no pueden separarse en última instancia. Aunque debemos pretender ser siempre imparciales y basarnos en la evidencia, no puede ignorarse que los economistas son en sí mismos agentes poderosos.

c.      La exigencia de prestar más atención al significado de bienestar.

d.      El requerimiento de ensamblar los bloques disponibles en la investigación económica existente en un marco de referencia apropiado para la economía digital, y ofrecer apropiados instrumentos de política económica dentro de ese marco.

Finalmente, se declara convencida de que se requiere un cambio de paradigma de la corriente principal y, asimismo, de que éste emergerá. Apunta hacia los eventos como razones principales, en la medida en que las tecnologías digitales han cambiado de forma fundamental y permanente las estructuras tanto en el consumo como en la producción.





[1] “Cogs and monsters. What economics is, and what it should be”, Princeton University Press, 2021. 

11 de julio de 2022

El análisis histórico a través de modelos matemáticos

 

¿Por qué algunos sistemas de gobierno se expanden en unos momentos concretos, y se contraen en otros? Es ésta una pregunta de gran interés que puede abordarse desde diversas perspectivas. Fukuyama, por ejemplo, lleva a cabo un lúcido análisis a través del prisma de la teoría política. En varias de sus obras proporciona una sólida explicación a la pregunta de por qué surgen y caen las civilizaciones y los Estados.


Esta misma pregunta es la que figura como subtítulo de la obra “Dinámicas históricas” (Almuzara, 2021), en la que su autor, Peter Turchin, intenta ofrecer una exégesis basándose en el uso de modelos matemáticos. De la lectura del planteamiento de la obra se desprenden distintos alicientes que no es fácil corroborar luego en el contenido, marcado por un alto grado de complejidad expositiva, unida a una no menos considerable simplificación en los supuestos empleados para la construcción de los modelos.


A título ilustrativo, en el tildado como “modelo analítico sencillo” nos encontramos con la siguiente formulación: = cA(1 – A/h) – a, donde el primer término de la ecuación representa la variación del tamaño territorial del Estado (A), c refleja los recursos del Estado en su poder geopolítico, h es la escala espacial de la proyección del poder, y a es la presión política generada en el interior.


En este modelo se supone que el poder de un sistema gubernamental es proporcional al volumen de sus recursos (cA): Los recursos se refieren “principalmente a los recursos humanos del Estado, pues es la población la que paga impuestos y proporciona los reclutas necesarios para la defensa y la expansión del territorio”.


Según Turnin, “el desarrollo más novedoso en el libro quizá sea la teoría de asabiya, la capacidad de un grupo para llevar a cabo una acción conjunta”.




10 de julio de 2022

Ciudadanía: entre el ámbito nacional y la perspectiva europea

 

El concepto de ciudadanía está revestido de un estatus especial. Del mero vocablo parece emanar una fuerza que proyecta un halo de respeto y dignidad. Aunque cabe extender esa consideración, vocacional y actitudinalmente, a los confines del planeta, su materialización real, ligada al ejercicio efectivo de derechos políticos y al sometimiento al imperio de la ley, queda, en la práctica, circunscrita a espacios estatales concretos.


La ampliación del ámbito territorial en el que puede ejercerse la ciudadanía sólo puede tener efectos positivos, máxime cuando ese hecho no implique la pérdida de esa condición en el estrato de origen. Ese fue el importante paso que se dio al constituir la Unión Europea (UE), aunque a veces, en el fragor de los asuntos domésticos, pueda pasar un tanto desapercibido. El Tratado de la Unión Europea lo expresa de manera clara y reiterativa, en sus artículos 9 y 20.


Así, en el primero se recoge que “La Unión respetará en todas sus actividades el principio de la igualdad de sus ciudadanos, que se beneficiarán por igual de la atención de sus instituciones, órganos y organismos. Será ciudadano de la Unión toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla”.


En el segundo: “Se crea una ciudadanía de la Unión. Será ciudadano de la Unión toda persona que ostente la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla”.


El proceso de construcción europea ha avanzado mucho, pero queda aún bastante camino por recorrer. Para seguir avanzando, es preciso interiorizar una serie de situaciones que están amparadas por el marco legal vigente. Aunque ser ciudadano del mundo, en su contenido real, es una meta aún lejana, hay que empezar por integrar la perspectiva europea en la estructura existente, dotada de múltiples niveles, compatibles entre sí: municipal, provincial, regional, nacional y supranacional. La concepción de la UE como una especie de apéndice externo desconectado del resto es un obstáculo notable.




7 de julio de 2022

¿Estanflación a la vista?

Una gran parte de los años 70 y 80 del siglo pasado estuvo marcada por el fenómeno de la estanflación. Era entonces éste un neologismo que evocaba nefastas consecuencias económicas, derivadas de una combinación atípica: estancamiento económico y, a pesar de ello, un proceso inflacionario sostenido. Una pregunta planea en la actualidad de manera ineludible: ¿estamos asistiendo a los inicios de un nuevo período de estanflación?

Las inquietudes son lógicas cuando observamos que se dan bastantes coincidencias entre lo que ocurría hace más de 40 años y lo que ocurre ahora: surgimiento de una inflación general inesperadamente elevada, existencia de conflictos bélicos, explosión de los precios de la energía, disminución de los salarios reales, ralentización del crecimiento económico, endurecimiento de la política monetaria, y aparición de turbulencias en los mercados bursátiles.

No obstante, los analistas subrayan también algunas diferencias significativas entre ambos períodos. De entrada, se señala que el alza del precio del petróleo fue mucho más acusada en 1973 y 1979 que en la actualidad, si bien no puede obviarse el gran incremento reciente del precio del gas. Por otro lado, la inflación global es algo menos intensa, en particular la subyacente (en la que se excluyen los precios de los productos energéticos y de los alimentos no elaborados). A su vez, el marco de la política monetaria es más creíble, y está más orientado hacia la estabilidad de precios.

Hay diferencias que pueden verse como alentadoras, pero no todas lo son. La fragilidad de la economía mundial, el retorno de prácticas proteccionistas o los excesivos niveles de deuda pública acumulados actúan como amenazas más o menos larvadas.

Después de una larga etapa de relajación y expansión monetaria impulsada por los bancos centrales, a tenor de las tensiones inflacionistas, aquellos se han visto obligados a variar el rumbo de sus políticas. El objetivo básico es poder retomar el control de los precios sin abocar a la economía a una recesión, ni desatar el pánico en los mercados de deuda de los países más vulnerables. No es nada fácil encontrar el equilibrio adecuado, ni la gradualidad necesaria que impida el desencadenamiento de espirales difíciles de frenar de manera no traumática.

Un peligro acuciante es que un crecimiento desbordado de los precios se instale en las expectativas de los agentes económicos. Los responsables de los bancos centrales consideran que las expectativas de las variaciones de precios en un horizonte a medio plazo siguen ancladas en tasas moderadas del orden del 2 o del 3 por cien, pero es algo que será difícil sostener, de persistir la dinámica actual.

En un informe reciente, el Banco Mundial señalaba que una de las razones de que, en los años 70, se intensificase el proceso inflacionario fue la incapacidad de reconocer a tiempo la desaceleración de la tasa de crecimiento del PIB potencial. Y ahora nos encontramos con la que Chris Giles ha calificado como “la verdad brutal [de que] Europa necesita gastar menos en otras cosas, porque, como importadores netos de energía, el aumento en el coste del petróleo y del gas nos ha hecho a todos más pobres. Si esto no se reconoce, la demanda continuará excediendo de la oferta y convertirá un aumento temporal, predominantemente en los precios de la energía, en una inflación general más problemática y duradera”.

La experiencia de los años 70 nos ilustra acerca de las posibles vías y de sus consecuencias. Aquellos países que combatieron las presiones inflacionistas con políticas de contención afrontaron un deterioro económico corto y poco profundo; aquellos otros que adoptaron una senda más acomodaticia acabaron con unas tasas de inflación persistentemente altas que requirieron de unas recesiones mucho mayores para poder erradicarlas.

El panorama no es halagüeño. Existen riesgos apreciables, pero éstos pueden ser mayores si no se adoptan medidas antiinflacionistas, en su justo término, y si no se lleva a cabo un pacto de rentas que evite que se desate una espiral inflacionista imparable.

El Banco Internacional de Pagos de Basilea recuerda que podemos estar alcanzando un punto de no retorno, más allá del cual la psicología inflacionaria se extiende y arraiga. Para vencer la inflación es inevitable asumir algunos inconvenientes, pero serían bastante menores que los ligados a una inflación estructural.

(Artículo publicado en el diario “Sur”) 


3 de julio de 2022

Con algún género de dudas

 

El uso del denominado “lenguaje inclusivo” se va extendiendo de manera imparable. Como decíamos hace ya bastantes años, ha llegado el fin de la economía del lenguaje. Ya no resultan válidos en la práctica algunos usos gramaticales que antaño se tenían como representativos del conjunto de la población, como el mandato recogido en el artículo 31.1 de la Constitución española: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos…”.

Aunque nadie podía pretender que ese pronombre pudiera incorporar algún sesgo discriminatorio por sexo respecto a la obligación de contribuir a las cargas públicas, el panorama ha cambiado radicalmente y, ya desde hace algún tiempo, los textos normativos han emprendido una adaptación a marchas forzadas.

Así, por ejemplo, en la recién publicada Ley 12/2022, relativa a los planes de pensiones de empleo, se recoge que “… se han de establecer mecanismos e incentivos que hagan efectiva esta extensión con el fin de alcanzar la universalidad de estos planes de pensiones de empleo para todos los trabajadores y trabajadoras”.

De entrada, ante este estilo inclusivo, cabe albergar alguna duda sobre la corrección del uso extensivo de “todos”. La coherencia ha de imponerse, y es obligado preservarla en el uso de todas las expresiones duales. De no respetarla, podrían plantearse algunas dudas. Si, cuando una sola palabra podía entenderse como representativa del todo, el margen interpretativo tendía a ser nulo, la situación cambia notoriamente cuando se emplean diferenciaciones específicas. Así, ¿Qué procede entender, en el mismo texto antes referido, cuando, después de incidir en la distinción entre “trabajadores” y “trabajadoras”, aparece una alusión exclusivamente centrada en uno de los dos colectivos: “… para incorporar una deducción en la cuota íntegra del 10 por ciento por contribuciones empresariales a sistemas de previsión social empresarial imputadas a favor de los trabajadores”?

Aunque puedan descartarse por el mero uso del sentido común, es casi inevitable que, al menos en un plano formal, si no se aplica una “universalidad inclusiva” estricta, se susciten algunos géneros de duda, y no debería darse ninguno, por supuesto en el fondo, pero tampoco, ya, en la forma.

2 de julio de 2022

La defensa del liberalismo clásico por Fukuyama: la historia continúa

No deja de ser significativo que, antes de entrar en materia, haya que detenerse en precisar el significado de un término tan extendido como el de liberalismo. Es lo que primero que hace Francis Fukuyama en su último libro: “Liberalism and its discontents” (Profile Books, 2022). Hay nociones, ya sean económicas, sociales o políticas, que, pese a su predominio en el lenguaje, se ven lastradas por significados, a veces no ya diferentes, sino abiertamente contrapuestos. La de liberalismo es una de ellas. Y no ayuda mucho el hecho de tener que recurrir continuamente a calificativos pretendidamente clarificadores: liberalismo clásico, ordoliberalismo, liberalismo estadounidense, liberalismo europeo, neoliberalismo…


La acepción clásica es la que centra el análisis de Fukuyama, quien, aunque reconoce que incluso esta interpretación acoge una gama de visiones políticas, presenta como denominador común el reconocimiento de la importancia fundamental de los derechos individuales iguales, el imperio de la ley, y la libertad.


En este nuevo ensayo pretende llevar a cabo una defensa de ese liberalismo clásico, que, según él, afronta severas amenazas hoy día en todo el mundo: “El liberalismo ha sido desafiado en los últimos años no sólo por los populistas de la derecha, sino también por una renovada izquierda progresista”. 


Cree que ambas posiciones están descontentas, no debido a una debilidad fundamental en la doctrina, sino con la forma en la que el liberalismo ha evolucionado en las dos últimas generaciones. En el origen del descontento sitúa el denostado neoliberalismo, causante de una enorme desigualdad económica y desencadenante de devastadoras crisis financieras. Desde ambos lados del espectro político se reclama su sustitución por un sistema diferente, de naturaleza distinta en uno y otro caso.


Para Fukuyama, ambas “amenazas al liberalismo no son simétricas. La que proviene de la derecha es más inmediata y política; la de la izquierda es principalmente cultural y, por tanto, de actuación más lenta”.

El autor de “El fin de la historia y el último hombre” sostiene que “la respuesta a estos descontentos no es abandonar el liberalismo como tal, sino moderarlo”. 



1 de julio de 2022

Cuando el pájaro vuela bajo

 

Hacía tiempo que no salía a pasear por el barrio. Pero me dio la impresión de que estaba al acecho. Ni siquiera había llegado al parque en miniatura que ahora se ofrece como refugio momentáneo cuando, sin poder saber de dónde había surgido, reclamaba mi atención mostrándome el ejemplar de un libro con la inequívoca apariencia de las novelas que protagoniza Bird. Ya te lo advertía, el deterioro es acusado y creciente. Esta vez, ni se te ocurra comprar esta enésima entrega, ni, mucho menos, leerla. Leí lo que la última vez que hablamos escribías en tu blog acerca del coste de oportunidad de la lectura de un libro, y, puedo asegurarte, que, en este caso, sería bastante elevado[1].

Así de contundente se expresaba Arsenio, que, a todas luces, había recuperado su entusiasmo y su ímpetu aleccionador como versado lector de novelas policíacas. Dado que los prolegómenos no parecían ser muy necesarios, a pesar del tiempo transcurrido desde nuestro último encuentro, fuimos directos al grano. Le agradecí el consejo, aunque, como otras veces, no había podido resistir la tentación de hacerme con el último producto de la prolífica factoría de John Connolly, aunque sin haber abierto aún sus páginas. Pese a todo, el autor de historias tan impactantes merecía otra oportunidad.

Eso es lo que pensaba hasta oír el juicio de Arsenio, auténtico devorador de thrillers. Hay novelas que hacen realidad el tópico de que atrapan al lector desde la primera página, me decía. Algunas de las escritas por Connolly entran dentro de esa categoría. En contraposición, hay otros textos que, ya desde su arranque, invitan al lector a renunciar a su empeño. A medida que avanzan las páginas, los méritos para esa inclinación no dejan de acrecentarse. “En lo más profundo del Sur” es, según el ávido lector, un ejemplo paradigmático al respecto.

No sé si será cierto. Tan rotundo dictamen es, en sí mismo, un aliciente para iniciar una incursión exploratoria. Y, de hecho, no sé cual es la verdadera intención de alguien tan dado a los enigmas. De momento, tal vez es oportuno no aventurarse, y puede ser una buena ocasión para retomar el curso de la fatigosa -en horas nocturnas- lectura de “El Enigma de las Arenas”, de Robert Erskine Childers, tan altamente ponderada por Arturo Pérez-Reverte, y que marca una cima en la descripción de la pericia en el arte de la navegación.



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