El déficit de talento en el ámbito
de la política se ha convertido en un tópico. Cada vez es más frecuente oír opiniones
que ponen el foco en las escasamente atractivas condiciones que ofrece el mundo
de la política para atraer a personas con gran talento. Es el tema de análisis
de un reciente artículo de Janan Ganesh (“Western democracies have a talent problem”,
Financial Times, julio 2022), centrado en el caso británico.
Según este reputado articulista,
el problema de personal de las democracias occidentales tiene sus raíces en los
lados de la demanda y de la oferta, especialmente en este último. Las razones
esenciales radican en el “desfase salarial” respecto a otras posiciones en el
sector privado, y en la exposición personal por estar en un cargo público, aumentada
exponencialmente en la época de las redes sociales.
La cuestión del “desfase salarial”
es más que evidente en algunos supuestos, pero no pueden dejar de mencionarse
los grandes errores metodológicos habitualmente cometidos en las comparaciones
de las retribuciones de los principales mandatarios públicos. Éstas suelen
circunscribirse a las retribuciones dinerarias presentes, sin tener en cuenta
otras compensaciones actuales, ni tampoco las futuras. Se ignora también el
hecho de la importancia de ciertas gratificaciones personales no cuantificables
económicamente.
Estas consideraciones no tienen
cabida en la reflexión de Ganesh, para quien “la cuestión es si, para un tamaño
muestral bastante amplio, un país puede sobrevivir al envío de sus personas más
capacitadas al sector privado”.