20 de septiembre de 2021

El cálculo del esfuerzo fiscal: el apunte olvidado de Bird

 

Después de años de estar sumido en el olvido, el índice Frank (IF), como expresión del esfuerzo fiscal desplegado por los diferentes países, parece haber recuperado terreno. Cada vez es más frecuente verlo recogido, no sólo en publicaciones de alcance general sino también en algunos trabajos de corte académico. Dicho índice se define usualmente del siguiente modo: IF = Presión fiscal/PIB per cápita = [(T/PIB) x 100]/(PIB/POB), siendo T el importe de la recaudación fiscal, PIB el producto interior bruto, y POB, la población del país considerado.

En diversas ocasiones nos hemos pronunciado acerca de la significación económica de este índice, cuando lo expresamos como sigue: [(T x POB) x 100]/(PIB2).

Realmente, la búsqueda de un adecuado indicador del esfuerzo o del sacrificio fiscal realizado por los ciudadanos en diferentes países sigue abierta, a pesar de las contribuciones de los hacendistas, especialmente desde mediados del siglo pasado. El gran hacendista Richard Bird, desgraciadamente, fallecido hace pocos meses[1], propuso un índice basado en una reformulación del de Frank, conocido hoy como el índice de Bird[2].

Merece la pena reflexionar en torno a este último índice, pero antes conviene repescar una interesante observación que, en el mismo artículo, el economista canadiense realizaba sobre el índice de Frank[3]. Bird ponía un ejemplo del siguiente tenor: consideremos un país A con un PIB per cápita de $10.000, y una presión fiscal (T/Y) del 25%. Con estos datos obtendríamos el siguiente IF: [(T/PIB) x 100]/(PIB/POB) = (0,25 x 100)/(10.000) = 0,0025. A su vez, un país B con la misma presión fiscal y un PIB per cápita de $40.000 tendría un IF de 0,000625.

¿Qué presión fiscal sería necesaria en el país B para que éste alcanzara el mismo esfuerzo fiscal que el país A?: 0,0025 = [(T/PIB) x 100]/40.000. Nos encontramos con que: 100 = [(T/PIB) x 100], o, lo que es lo mismo, T/PIB tendría que ser igual a 1, es decir, haría falta una presión fiscal… ¡del 100%!, para alcanzar el mismo esfuerzo fiscal, lo que no parece muy razonable, al menos de entrada.

Dejo al hipotético lector que calcule la presión fiscal necesaria en caso de que la presión fiscal de A fuese del 30%.

De lo anterior parece que, cuando menos, se desprende la conveniencia de adoptar algunas cautelas respecto a la interpretación mecánica del índice de Frank. Eso sí, con permiso de que a alguien no se le ocurra decir que se trata de una excepción que confirma la bondad de este indicador.



[2] “A note on ‘tax sacrifice’ comparisons”, National Tax Journal, vol. 17, nº 3, 1964.

[3] Vid. op. cit., pág. 306.

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