Después de años
de estar sumido en el olvido, el índice Frank (IF), como expresión del esfuerzo
fiscal desplegado por los diferentes países, parece haber recuperado terreno.
Cada vez es más frecuente verlo recogido, no sólo en publicaciones de alcance
general sino también en algunos trabajos de corte académico. Dicho índice se
define usualmente del siguiente modo: IF = Presión fiscal/PIB per cápita = [(T/PIB)
x 100]/(PIB/POB), siendo T el importe de la recaudación fiscal, PIB el producto
interior bruto, y POB, la población del país considerado.
En diversas
ocasiones nos hemos pronunciado acerca de la significación económica de este
índice, cuando lo expresamos como sigue: [(T x POB) x 100]/(PIB2).
Realmente, la
búsqueda de un adecuado indicador del esfuerzo o del sacrificio fiscal
realizado por los ciudadanos en diferentes países sigue abierta, a pesar de las
contribuciones de los hacendistas, especialmente desde mediados del siglo
pasado. El gran hacendista Richard Bird, desgraciadamente, fallecido hace pocos
meses[1], propuso
un índice basado en una reformulación del de Frank, conocido hoy como el índice
de Bird[2].
Merece la
pena reflexionar en torno a este último índice, pero antes conviene repescar
una interesante observación que, en el mismo artículo, el economista canadiense
realizaba sobre el índice de Frank[3]. Bird
ponía un ejemplo del siguiente tenor: consideremos un país A con un PIB per
cápita de $10.000, y una presión fiscal (T/Y) del 25%. Con estos datos
obtendríamos el siguiente IF: [(T/PIB) x 100]/(PIB/POB) = (0,25 x 100)/(10.000)
= 0,0025. A su vez, un país B con la misma presión fiscal y un PIB per cápita
de $40.000 tendría un IF de 0,000625.
¿Qué presión
fiscal sería necesaria en el país B para que éste alcanzara el mismo esfuerzo
fiscal que el país A?: 0,0025 = [(T/PIB) x 100]/40.000. Nos encontramos con
que: 100 = [(T/PIB) x 100], o, lo que es lo mismo, T/PIB tendría que ser igual
a 1, es decir, haría falta una presión fiscal… ¡del 100%!, para alcanzar el
mismo esfuerzo fiscal, lo que no parece muy razonable, al menos de entrada.
Dejo al
hipotético lector que calcule la presión fiscal necesaria en caso de que la
presión fiscal de A fuese del 30%.
De lo
anterior parece que, cuando menos, se desprende la conveniencia de adoptar
algunas cautelas respecto a la interpretación mecánica del índice de Frank. Eso
sí, con permiso de que a alguien no se le ocurra decir que se trata de una
excepción que confirma la bondad de este indicador.