31 de agosto de 2023

La alfabetización sobre la longevidad: ¿un nuevo campo educativo?

Una nueva necesidad de conocimientos es constatada en el ámbito de las finanzas personales, la relativa a los relacionados con la longevidad. Se entiende por alfabetización sobre la longevidad (longevity literacy) (LL) una comprensión de cuánto tiempo tienden a vivir las personas una vez que alcanzan la edad de jubilación. Puesto que las pensiones públicas son vitalicias, al menos en España, la cuestión tiene relevancia, en principio, sólo para aquellas personas que cuentan con otros ingresos complementarios, o bien tienen algunas estrategias de acumulación de activos en la etapa del retiro laboral.

No obstante, se trata de un aspecto al que se viene concediendo una creciente atención, singularmente en Estados Unidos. Según un reciente estudio del TIAA Institute–Global Financial Literacy Excelence Center (GFLEC)[1], existe una falta de LL entre la gran mayoría de adultos estadounidenses. Sólo el 12% de los adultos tienen una apreciable LL, esto es, demuestran un entendimiento de cuánto tiempo, en promedio, viven las personas de 65 años, así como la probabilidad de vivir hasta una avanzada edad, frente a la probabilidad de fallecer relativamente pronto.

El cuestionario utilizado en el estudio plantea una serie de preguntas, en algunos casos engañosamente fáciles, con objeto de “valorar el entendimiento general de la esperanza de vida, como algo opuesto a cuánto tiempo espera vivir una persona”.

Una de las preguntas, para evaluar el conocimiento del concepto de “esperanza de vida”, es del siguiente tenor:

“Si la esperanza de vida entre las personas de 65 años es de 20 años, ¿cuál de las siguientes afirmaciones es correcta?: a) Aproximadamente la mitad de las personas de 65 años vivirá más de 85 años; b) La gran mayoría de las personas de 65 años no vivirá más de 85 años; c) Aproximadamente la mitad de las personas de 65 años morirá con una edad entre 84 y 86 años”.

En el estudio se define la esperanza de vida de un grupo poblacional como el número de años adicionales más allá del cual la mitad de los miembros del grupo vivirá, mientras que la otra mitad no.

La anterior definición, que toma como referencia la mediana, es algo diferente a la empleada por la OCDE, que define la esperanza de vida a los 65 años como el número medio de años que una persona a esa edad puede esperar vivir, suponiendo que los niveles de mortalidad específicos de esa edad permanezcan constantes.

En el informe del TIAA Institute–GFLEC se señala que las conclusiones obtenidas son importantes dados los desafíos a la seguridad de la renta en la fase de jubilación que se afrontan en Estados Unidos. Desafíos que se agudizan si se tiene en cuenta que muchos adultos carecen de LL, además de una falta de cultura financiera. En consecuencia, se estima que las iniciativas para mejorar la LL junto con la cultura financiera pueden promover mejor la seguridad en la fase de retiro laboral.

Ahora bien, parece que tiene más sentido que ese tipo de conocimientos ligados a la LL, más que conformar una disciplina específica, se encajen dentro de los programas de educación financiera, que, por su naturaleza, extiende su campo mucho más allá de las cuestiones estrictamente del campo de las finanzas.





[1] Vid.: Paul J. Yakoboski, Annamaria Lusardi, y Andrea Sticha, “An unrecognized barrier to retirement income security: poor longevity literacy”, 2023.



30 de agosto de 2023

La brecha entre el valor en libros y el valor de mercado: el caso de la banca

 

Desde hace algunos años, especialmente para algunos bancos europeos y españoles, se ha abierto una brecha muy importante entre el valor contable y el valor del mercado bursátil. En una primera aproximación, que exista una diferencia tan abultada -en algunos casos, hasta de un 70%- entre el precio al que los inversores están dispuestos a adquirir acciones y el valor que resulta de los libros contables sería explicable por dos motivos básicos: i) por una notoria desconfianza de los inversores respecto a que las cifras contables estén reflejando adecuadamente los verdaderos riesgos de la actividad; ii) porque la rentabilidad que esperan de las inversiones en acciones es muy baja en comparación con la que requieren para invertir, de manera que procuran alcanzar las tasas de rentabilidad deseadas ofreciendo un precio bajo por entrar en el capital. Por supuesto, intervienen otros factores de alcance general y también específicos de cada entidad, pero los dos señalados, no excluyentes entre sí, juegan un papel destacado.

No es, sin embargo, una cuestión fácil de objetivar en términos cuantitativos. De entrada, porque la tasa de rentabilidad exigida por los inversores para llevar a cabo una inversión, el denominado coste del capital, no es una variable observable directamente, como sí lo es el coste de la deuda. El coste del capital suele estimarse a partir de sofisticados modelos o de estudios de mercado.

Es significativo, como ha puesto de relieve el Banco Central Europeo[1], que el coste del capital (COE) de los bancos haya sido consistentemente más elevado que la rentabilidad sobre el capital (ROE) de los bancos desde el inicio de la crisis financiera de 2008-09, según se aprecia en el gráfico adjunto.

Igualmente se señala que, bajo ciertas condiciones (como la de la expectativa de los inversores de un crecimiento nulo en los dividendos), la brecha ROE-COE puede coincidir con la ratio del precio de mercado respecto al valor en libros: “En consecuencia, el hecho de que el COE de los bancos ha excedido de manera consistente y significativa de sus ROE puede explicar por qué las ratios precio/valor contable de los principales bancos han caído en la pasada década en la medida en que el valor de mercado de las acciones de los bancos se intercambian con un significativo descuento respecto al valor en libros de las acciones” (pág. 28).



[1] C. Altavilla, P. Bochmann, J. De Ryck, A.-M. Dumitru, M. Grodzicki, H. Kick, C. Melo Fernandes, J. Mosthaf, C. O’Donnell, S. Palligkinis, “Measuring the cost of equity of euro area banks”, ECB Occasional Paper Series, No. 254, enero 2021,


29 de agosto de 2023

El engañoso significado de algunas estadísticas sobre la pobreza

 

Narra Chris Giles, editor económico del diario Financial Times, que, en 2018, recibió el encargo de actuar como árbitro acerca de cuál de dos economistas que pronosticaron, en ese año, la tasa de pobreza infantil, en Reino Unido, para el período 2021-2022 resultaría, en su momento, ganador de una apuesta. Uno de ellos -el perdedor de las 1.000 libras apostadas- pronosticó que dicha tasa pasaría del 30% en 2016-17 al 41% en 2021-22. El dato real resultó ser del 29%.

El articulista aprovecha el episodio para extraer algunas lecciones de la referida pifia[1]. Parte de recordar que la medida de pobreza infantil utilizada era la proporción de niños que viven en hogares con rentas (después de los costes de la vivienda) por debajo del 60% de la mediana. El problema para el perdedor de la apuesta no fue que el gobierno hubiese aplicado una mayor generosidad en sus políticas sociales, sino, simplemente, no haber previsto que las rentas medianas pudiesen crecer tan lentamente. De aquí concluye que “los resultados demuestran que la medidas relativas globales abusan de la palabra ‘pobreza’. La pobreza medida tiende a aumentar en los tiempos buenos, ya que las rentas medianas reales aumentan más rápidamente, y más personas quedan por debajo del umbral vinculado a la mediana. Aquellas caen en los malos tiempos malos cuando la verdadera pobreza está aumentando”[2].

Finalmente, después de desacreditar de esta manera al indicador utilizado habitualmente para cuantificar la pobreza, destaca como aspecto más importante, “que lo que realmente importa para una genuina reducción de la pobreza es el crecimiento económico”.



[1] Vid. “Lessons from a big bet on poverty statistics”, Financial Times, 30-3-2023.

[2] Algunas cuestiones metodológicas relacionadas con la desigualdad se abordan en el número 13 de la revista eXtoikos (http://www.extoikos.es/n13/pdf/2.pdf).

28 de agosto de 2023

El capitalismo, ¿ángel o demonio?

 

A pesar de las características intrínsecas de las ciencias sociales, no deja de ser sorprendente cómo una misma realidad económica puede dar lugar a interpretaciones tan divergentes. Las valoraciones sobre el sistema capitalista difieren, no ya acusadamente, sino de manera radical, irreconciliable, entre sus detractores y sus defensores. De uno y otro lado, los ensayos sobre el capitalismo no cesan de acumularse, con sucesivas entregas, en las librerías. Simplemente pretender hacer un seguimiento de todas las contribuciones, en libros y artículos, aparte de otros soportes, es una tarea que escapa a las posibilidades de un analista individual. Salvo, quizás, si ha consagrado toda una vida académica a ese empeño. No es este mi caso, que se ha limitado prácticamente a la recopilación de distintas referencias significativas, a la espera de la ocasión, que nunca ha llegado, de intentar ordenar ideas y hacer una sistematización, aunque sólo fuera, como tantas otras iniciativas, para uso propio.

En un viejo cuaderno de anotaciones, encuentro el índice tentativo de un posible trabajo que no llegó a arrancar: i) ¿cómo medir objetivamente el alcance una economía capitalista?, ¿qué indicadores objetivos deben utilizarse?, ¿cómo han evolucionado en el tiempo algunos países seleccionados con arreglo a dicha metodología?; ii) ¿qué indicadores deben utilizarse para juzgar la actuación de un sistema económico?; iii) ¿cuál ha sido la actuación de los países seleccionados?; iv) ¿cómo se compara con la de países no capitalistas?; v) ¿cuáles son las teorías más relevantes sobre la evolución del capitalismo, y en qué medida la realidad las ha reflejado?...

Mucho por analizar y estudiar, mientras la pregunta clave sigue desafiando: el capitalismo, ¿ángel o demonio?

27 de agosto de 2023

Una nueva regla Buffett: analfabetismo económico vs demagogia parlanchina

 

La carta que, cada año, con motivo de la junta general de Berkshire Hathaway, Warren Buffet dirige a sus accionistas es una fuente extraordinaria de enseñanzas. La mayoría de ellas, proyectadas al mundo de las inversiones financieras. También, con frecuencia, hay otras de alcance más general. En la misiva de este año, el sabio de Omaha introduce lo que podríamos considerar una nueva regla Buffett. Aun cuando su enunciado está circunscrito al tratamiento de una cuestión técnica, la valoración de las operaciones de recompra de acciones por las corporaciones, su mensaje central puede, sin duda, extrapolarse a otros contextos.

Sostiene Buffett que, cuando se oyen determinados afirmaciones contundentes (evidentemente, han de ser erróneas) sobre ciertas cuestiones, necesariamente debe ocurrir una de estas dos cosas: quien las expone es un analfabeto en términos económicos, o un demagogo con mucha labia. Sin embargo, advierte de que ambas características no son excluyentes entre sí.

Por supuesto, no cabe presuponer que se trate de un principio infalible. Entre otras cosas, habría que contar con la sapiencia buffettiana para disponer de las referencias doctrinales correctas, ante cada una de las cuestiones planteadas, y luego discernir los posibles atributos de los postulantes. Ahora bien, la nueva regla sí se perfila en un plano general: el analfabetismo económico no está reñido con la demagogia parlanchina, como tampoco ésta con aquél. Por supuesto, la recomendación galdosiana recogida recientemente aquí permitiría ahorrar costes transaccionales a la hora de emitir un veredicto.

26 de agosto de 2023

Lo que está mal en el mundo

 

Era Chesterton un pensador profundo e ingenioso, pero no menos enrevesado. Raro es encontrar una frase suya, en muchos de sus ensayos, que no tenga más de una intención. Premeditadamente, confunde al lector y le hace caer en trampas interpretativas, cuando no lo deja sumido en la incertidumbre. “Lo que está mal en el mundo”, título de una colección de ensayos -enmendado, curiosamente, porque el originario, “Lo que está mal”, había dado lugar a muchos malentendidos-, nos deja, de entrada, con alguna que otra duda respecto a su verdadero alcance: “He llamado a este libro Lo que está mal en el mundo y el resultado del título puede [según él] entenderse fácil y claramente. Lo que está mal es que no nos preguntamos qué está bien”. Parafraseando al escritor británico, ¿qué nos deberíamos plantearnos en el plano individual: lo que está mal o lo que está bien?

Ya en el primer capítulo arremete contra ciertas pautas metodológicas seguidas en el campo de la sociología: ¿debe declararse la enfermedad antes de encontrar la cura, o primero encontrar la cura y luego declarar la enfermedad? E incide en la idea de que “la gran dificultad en nuestros problemas públicos es que algunos hombres [y algunas mujeres] pretenden imponer remedios que otros hombres [y otras mujeres] contemplarían como la peor de las enfermedades; ofrecen como estados de salud unas condiciones definitivas que otros [y otras] llamarían de buena gana estados de enfermedad”.

Sin embargo, a veces, alguien puede llegar a catalogar como situación de bienestar personal el padecimiento de una enfermedad en estado latente o incluso perceptible. “La cura del bienestar” muestra un repertorio de ejemplos escalofriantes.



25 de agosto de 2023

Conversaciones en el parque: la aritmética de la democracia

 

Cerca de donde vivo, hay un pequeño parque. Justamente enfrente están ultimando las instalaciones de una residencia de mayores. Es una especie de refugio, donde unos frondosos árboles protegen al visitante del implacable sol del mediodía. Ignoro si su acondicionamiento forma parte de alguna posible carga urbanística exigida a los promotores del nuevo centro, o si es una zona concebida para el esparcimiento de los numerosos canes que residen en la zona, como, de forma palpable, evidencian sus ubicuas huellas. Pero, hasta ahora, a ciertas horas, ofrecen sus bancos un remanso de paz donde reflexionar tranquilamente.

No hace mucho, allí tuve la oportunidad de conocer a Baldo, profesor de instituto que, por sólo algunos años, me ha tomado la delantera en el acceso a la etapa de la jubilación. Aunque no estoy muy seguro de que un profesor vocacional pueda llegar a jubilarse de verdad. Basta hablar diez minutos con él para tener la convicción de que Baldo ha sido un docente vocacional en grado acusado, y de que, fuera de las aulas, mantiene su inquietud intelectual, ávido de compartirla.

Así lo pude comprobar en nuestro segundo encuentro, cuando me trasladó un planteamiento suscitado por Juan Díez Nicolás. Me llamó la atención reencontrarme, de esta manera, con quien fuera catedrático de Sociología en la Facultad de Económicas de Málaga. Aún conservo el ejemplar del conocido texto “Sociología: entre el funcionalismo y la dialéctica”, que compré en el año 1975, aunque no tuve ocasión de recibir sus clases. Juan del Pino Artacho fue el encargado de impartir las clases -verdaderamente magistrales- de Sociología en la incomparable aula magna de la añorada antigua Facultad.

El argumento del profesor Díez Nicolás que me traslada Baldo es, en síntesis, el siguiente: dado que, en el sistema parlamentario español, los diputados no disponen, de facto, de autonomía individual para el ejercicio de su voto, que ha de encauzarse dentro de la disciplina de los respectivos partidos políticos, plantea la posibilidad de que, en aras de una mayor simplificación y operatividad, pudiera aplicarse un sistema de votación similar al existente en las juntas de accionistas de las sociedades mercantiles. Es decir, si hay, por ejemplo, once partidos con representación parlamentaria, bastaría con que compareciera sólo un representante por cada uno de esos partidos y se aplicara el voto ponderado correspondiente al peso en escaños de cada uno de ellos.

Le comenté a Baldo que, en mi opinión, la cuestión es lo suficientemente compleja como para analizarla detenidamente. La propuesta, aunque no creo, prima facie, que pudiera encajar en los mecanismos constitucionales, tiene un interés en el contexto de los sistemas de votación. A este respecto, me vino a la cabeza una controversia suscitada en relación con la composición de las mesas de negociación laboral en el ámbito empresarial. Aunque suele concederse mucha importancia al número de miembros de cada organización sindical con derecho a forma parte de aquéllas, lo cierto es que es, para validar la eficacia de un acuerdo, lo relevante no es el número de miembros presentes, sino el porcentaje de representación atribuido a cada organización.



24 de agosto de 2023

El ave del paraíso muere de pena

 

Este año, las strelitzias tuvieron una aparición especialmente efímera. Quizás la primavera temprana y el calor sofocante fueron demasiado exigentes para su delicado esplendor. Había perdido las esperanzas de volver a ver su imagen inconfundible, cuando, en uno de las semanas más calurosas del interminable estío, encontré un ejemplar de esa flor en uno de los jardines cercanos. Allí había emergido solitaria, desafiando el castigo solar, como un regalo inesperado a los sentidos, como un símbolo de esperanza, como una muestra de que la belleza puede florecer en la adversidad.

Pronto, sin embargo, se marchitó, sin duda apenada por la devastación de los paraísos forestales de la bella isla en la que por primera vez vi la flor. El infierno se ha adueñado de Tenerife, isla en la que uno tenía la oportunidad de disfrutar de maravillosos paisajes.

Puede que, en última instancia, el cambio climático de origen antropogénico tenga la culpa de todo, pero no deja de ser lamentable que los efectos de ese temible cambio se vean ayudados por actuaciones humanas premeditadas. Es ciertamente difícil evitar totalmente siniestros medioambientales, pero surge la duda de si, teniendo en cuenta la relevancia de unos bienes tan preciados, existe un sistema suficientemente eficaz de prevención multijurisdiccional dotado de unos medios y recursos acordes con las características del bien a proteger.

 


23 de agosto de 2023

¿Existe el sistema fiscal óptimo?

 

La teoría de la imposición parte de que sí. No uno aplicable con carácter universal, sino uno que, preservando los principios impositivos básicos en los ámbitos de la justicia, la economía, la estabilidad presupuestaria, y su implementación en un contexto determinado, sea el que mejor combinación ofrezca, sin perder de vista que la misión esencial del sistema es obtener recursos para las arcas públicas. Hay unas pautas esenciales en cada uno de estos ámbitos, si bien existe un considerable margen en la asunción efectiva de los distintos preceptos. De manera sintética y simplista, podría decirse que un sistema fiscal óptimo es aquel que, en una realidad concreta, permite aportar recursos tributarios suficientes, ocasionando las menores distorsiones económicas posibles, y respetando de forma aceptable los cánones de la justicia.

No obstante, Joost Haddinga se plantea la pregunta que da título a esta entrada, y se muestra bastante escéptico[1]. A este respecto, apunta que “mientras que la investigación sobre la imposición óptima se centra a menudo en las implicaciones económicas puras, raramente considera las diferencias culturales y sociales que pueden llevar a soluciones muy diferentes cuando se trata de implementar un sistema fiscal óptimo”.

Propone, en consecuencia, diferenciar dos clases de optimalidad: la económica y la cultural: “la optimalidad económica sostiene que los impuestos deben limitar las distorsiones económicas y no alterar drásticamente la toma de decisiones de los individuos… la optimalidad cultural, por otro lado, reconoce que los países tienen valores diferentes y sugiere que la política impositiva debe reflejar tales valores. Como resultado de ello, las mismas políticas impositivas pueden llevar a diferentes soluciones en diferentes países debido a variables culturales”.

Sin embargo, considera que, a tenor de una serie de factores y restricciones, “al final, un sistema fiscal óptimo culturalmente puede ser imposible de alcanzar. Pero los responsables políticos no deben ignorar los factores culturales cuando diseñen e implementen políticas óptimas económicamente”.

Aun cuando, dentro de principio impositivo de factibilidad podrían tener cabida algunas de las consideraciones de raíz cultural, que también impregnan en alguna medida otros principios impositivos clásicos, como el de reparto justo de la carga tributaria y el de redistribución, la incorporación explícita de la optimalidad cultural puede resultar de gran utilidad en la búsqueda del mirlo blanco del sistema fiscal óptimo.

No en vano, hace años recogíamos en un proyecto docente lo siguiente: “Lo anteriormente expuesto justifica, pues, plenamente la descripción que, en su conocido ensayo, hiciera Colm (1948, pp. 20-23) de la Hacienda Pública como una ciencia fronteriza, en el sentido de que la misma atraviesa los límites de una serie de ciencias tradicionales. Abundando en la misma idea, hay que convenir con el profesor Musgrave (1983, p. 1) en que "ciertamente, sería difícil hallar otra disciplina tan central a la interacción del análisis económico, filosofía social, pensamiento político, e instituciones cambiantes" como la Hacienda Pública”.



[1] “Does the optimal tax system exist?”, Tax Foundation, 8 de mayo de 2023.


22 de agosto de 2023

El recuerdo imborrable de Serguei Babkov

Sobrecogido y desolado por el pesar de la triste y terrible noticia, soy incapaz de hilvanar tres palabras seguidas sobre S. Babkov, jugador único e irrepetible. Las imágenes, los recuerdos y los sentimientos se agolpan en tropel, y tan sólo dejan paso a la tristeza. Entre esos recuerdos, en su mayoría de dicha y felicidad, están también otros más amargos de una intrahistoria que a punto estuvo de provocar un desatino. Si recupero la paz interior, quizás algun día me decida a rememorarla. Mientras tanto, reproduzco el texto de un artículo publicado, el día 3 de enero de 2009, en el diario digital “Ymálaga”, dirigido por Paco Rengel, gran admirador de Bob, a quien, en sus crónicas del diario “Sur”, concedió el título de “Zar” del baloncesto. El artículo está incluido en la recopilación de “Caleidoscopio en blanco y negro” (Manca Editorial, Málaga, 2010).

Serguei Babkov: testimonio personal

José M. Domínguez Martínez, ex-Presidente del Club Baloncesto Málaga (escribe este artículo a título personal)

Su nombre forma parte de la leyenda del deporte malagueño. Su figura, que durante años fue algo próximo y familiar para nosotros, casi instalada en una especie de rutina semanal, se agiganta con el paso del tiempo, adquiriendo su verdadera dimensión, ésa que sólo se percibe cuando se traspasa la barrera imperceptible a partir de la que ya el tiempo ajusta el prisma de nuestra mirada.

Serguei Babkov cambió los fríos esteparios de su Siberia natal por la incomparable luz de la costa mediterránea malacitana, llegando a convertirse durante años en un símbolo del primer equipo de baloncesto de la provincia, que todavía sigue visitando con cierta regularidad. Mucho se ha escrito sobre Babkov como jugador de baloncesto, muchos son los apelativos con los que se ha ensalzado su trayectoria deportiva. Yo, sin embargo, me quedo con la expresión que, en una prolija crónica publicada, hace algún tiempo, en un periódico local, dejó escrita Alejandro G. Puig: Serguei Babkov, Bob para sus compañeros de equipo, condensaba la quintaesencia del baloncesto. Las videotecas son testigos del enorme y extraordinario repertorio de actuaciones y jugadas que el escolta ruso dejó alojadas en nuestras retinas, como parte indisociable de una época ilusionante, yo diría que irrepetible e incluso gloriosa, a pesar de que estuviese huérfana de títulos. Su imagen inconfundible conduciendo el balón para encarar la canasta contraria sintetiza el recuerdo imborrable de un conjunto que contribuyó decisivamente a cimentar la senda del Unicaja en la élite europea.

La conmemoración de una efeméride como la del trigésimo aniversario de la fundación del Club Baloncesto Málaga es un momento propicio para hacer balance, para recordar a todos los que han puesto su granito de arena, de una u otra forma, en esa trayectoria. Todos, efectivamente, merecen ser recordados; muchos, por sus aportaciones singulares, destacados; pero, desde luego, algunos, como es el caso de Babkov, son acreedores a un reconocimiento especial, por la rara combinación de unos méritos profesionales relevantes y de una actitud personal encomiable.

Con un espíritu retraído e introvertido, pero, por encima de todo, noble y deportivo, el jugador de Novosibirsk protagonizó episodios inolvidables, siempre desde la más absoluta discreción y con la mayor humildad. No pocas especulaciones se efectuaron en su día acerca del techo potencial de su rendimiento deportivo si hubiese tenido otro carácter. Tal vez podría haber sido superior, pero, indudablemente, nos habríamos encontrado con otro perfil de jugador, seguramente carente de otras cualidades.

Baste una anécdota para sustentar dicha tesis. Recuerdo que, en la fase de las eliminatorias por el título de la Liga ACB del año 1996, en la que el Unicaja, contra todo pronóstico, fue superado por el TDK Manresa, Babkov no pudo completar el tercer y definitivo partido, celebrado en el mítico pabellón de Ciudad Jardín, al caer lesionado durante el transcurso de aquél. Al término del encuentro, como era costumbre, acudí al túnel de vestuarios para saludar a los técnicos y a los jugadores. Antes de tener ocasión de decirle nada, Babkov se acercó a mí ... para pedirme disculpas ... ¡por haberse lesionado! Puede que, como algunas personas solían decir, no fuera un ganador nato, aunque yo no estoy muy seguro del significado exacto de esa expresión, pero sí, creo que bastante más, de cuáles deben ser las principales motivaciones y actitudes, así como los límites éticos, de los deportistas, incluso aunque sean profesionales.

Gran conocedor de las técnicas baloncestísticas, algunos creíamos que podría haber prolongado su vinculación con el club de Los Guindos en tareas de formación de la cantera, a la que también podría haber transmitido sus valores humanos. Su vida profesional siguió, sin embargo, por otros derroteros, que le llevaron, años más tarde, a dirigir la selección rusa y, tras esa experiencia fugaz carente de fortuna (en cierto modo, como el genial ajedrecista con el que lo asociaba el citado cronista), a explorar nuevos horizontes en los confines del continente asiático. Nosotros, en cambio, sí la tuvimos de que permaneciese defendiendo nuestros colores durante cinco temporadas, gracias a que, siendo presidente de la entidad deportiva el añorado Raimundo Trespalacios, se desestimaron algunas ofertas económicas para su traspaso a otros equipos, y sin tampoco olvidar algunas decisiones posteriores, no precisamente fáciles en críticos momentos deportivos.

La historia de un club se va forjando día a día mediante la suma de muchos elementos, unos tangibles y otros no. El paso por nuestras filas de determinados profesionales llega a adquirir un significado tan especial que se convierten en auténticos activos, llenos de valor y simbolismo, que podemos exhibir con orgullo y satisfacción. Algunos de ellos, por su actitud dentro y fuera de la pista, se han ganado, para siempre, un sitio en nuestros corazones. Aún no es demasiado tarde para dejar testimonio de ello, ya sea institucional o personalmente, como modestamente se ha pretendido a través de estas líneas”.

(Artículo publicado en el diario “Ymálaga” con fecha 3-1-2009)



21 de agosto de 2023

Innovaciones fiscales antiguas: impuestos en el reino de Balnibarbi

 

“Oí un acalorado debate entre dos profesores que discutían los caminos y procedimientos más cómodos y eficaces para allegar recursos de dinero sin oprimir a los súbditos”.

Un debate como ese no conoce límite. La meta es como una especie de trabajo de Hércules que no tiene fin; forma parte, desde hace siglos, del sino de la humanidad, y todo apunta a que seguirá así en los años venideros. A través de la historia, la imaginación fiscal se ha mostrado con grandes dosis de fertilidad, aunque no siempre las figuras planteadas han presentado un suficiente potencial recaudatorio y, en ocasiones, ni siquiera superaban los estándares mínimos de la coherencia. En cualquier caso, siempre es de interés, por uno u otro motivo, detenerse en las propuestas realizadas, en los más diversos ámbitos, para construir un buen sistema fiscal o abordar situaciones específicas dentro de éste. Las cuestiones relacionadas con los impuestos, de manera explícita o implícita, están presentes en la literatura.

La obra “Los viajes de Gulliver”, publicada en 1726, no se aparta de dicha pauta. Quien oía ese “acalorado debate” era el personaje de los relatos de Jonathan Swift. Como señala Enrique Ossorio Crespo, realmente, no se trataba de un cuento infantil sino de una sátira fantástica sobre la sociedad inglesa de los inicios del siglo XVIII. Entre las curiosidades que Gulliver observó en aquellos lejanos países se encontraban dos sistemas impositivos que propugnaban unos extravagantes sabios del reino de Balnibarbi”[1].

Para uno de ellos, “el método más justo era establecer un impuesto sobre los vicios y la necedad, debiendo fijar, según los medios más perfectos, la cantidad por que cada uno hubiera de contribuir un jurado de sus vecinos”.

En cambio, el segundo “quería imponer tributo a aquellas cualidades del cuerpo y de la inteligencia en las cuales basan principalmente los hombres su valor; la cuota sería mayor o menor, según los grados de superioridad, y su determinación quedaría por entero a la conciencia de cada uno. El impuesto más alto pesaría sobre los hombres que se ven particularmente favorecidos por el sexo contrario, y la tasa estaría de acuerdo con el número y la naturaleza de los favores que hubiesen recibido, lo que los interesados mismos serían llamados a atestiguar. El talento, el valor y la cortesía debían ser asimismo fuertemente gravados, y el cobro, igualmente fundado en la palabra que diese cada persona respecto de la cantidad que poseyera. Pero el honor, la justicia, la prudencia y el estudio no habían de ser gravados en absoluto, pues son cualidades de índole tan singular, que nadie se las reconoce a su vecino ni en sí mismo las estima”.

Respecto a las mujeres, proponía que “contribuyeran según su belleza y su gracia para vestir; para lo cual, como con los hombres se hacía, tendrían el privilegio de ser clasificadas según su criterio propio”.

Y no falta un cierto sentido de pragmatismo, toda vez que propugnaba no gravar “la constancia, la castidad, la bondad ni el buen sentido, porque no compensarían el gasto de la recaudación”[2].

Pero, como ilustra E. Ossorio, a través de esta propuesta fiscal, “el sacerdote anglicano que fue Jonathan Swift criticaba a la sociedad de su época, por boca del sabio de Balnibarbi, afirmando que en ningún caso el impuesto debía girar sobre el honor, la justicia, la prudencia, la castidad, el estudio o el buen sentido, a la vista de que, en este caso, la escasez de estas virtudes entre los humanos originaría que las arcas del Estado permanecieran permanentemente vacías”.

No obstante, si la preocupación fuera sólo la de los costes administrativos, éstos podrían obviarse instaurando un “impuesto-sombra” de cumplimentación voluntaria en el que cada persona se autoevaluara en cada uno de los aspectos seleccionados. Incluso podría considerarse exigir cuotas y otorgar a las abonadas el carácter de gasto deducible limitado en la declaración del impuesto personal sobre la renta. La exhibición de los atributos tendría un coste impositivo, pero también, al mismo tiempo, sería un indicador apriorístico de su posible existencia. Si, según Swift, eran virtudes tan escasas a comienzos del siglo XVIII, ¿qué opinaría del panorama existente trescientos años después? ¿Cuál sería hoy, en promedio individual, la materia imponible basada en esos valiosos atributos?





[1] “Así fueron… los viajes de Gulliver”, La ventana de la Agencia, Agencia Tributaria, Portal de Educación Cívico-Tributaria.

[2] Jonathan Swift, “Viajes de Gulliver”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.


20 de agosto de 2023

El coleccionismo de medidas económicas para el pleno empleo

 

Coincidí con Eulogio Pérez Sánchez (EPS) en el colegio. Fue el primer comunista que conocí. Así se declaraba a pesar de su temprana edad. Su padre había vivido un tiempo en la Unión Soviética, después de la Guerra Civil española. Ya entonces era un gran admirador y firme defensor de ese país. Sus posiciones no habían variado, sino que se habían intensificado, cuando me reencontré con él en la Facultad de Económicas, a mediados de los años 70. Entusiasta de los planes quinquenales, su sueño era poder ir a estudiar planificación económica a Moscú. No pudo cumplir esa aspiración, por lo que tuvo que contentarse con un estudio minucioso y exhaustivo de la amplia selección bibliográfica de obras de economistas marxistas recomendada por un prestigioso e influyente profesor de Política Económica.

Con el paso de los años había crecido su admiración por la joya de los países socialistas, la RDA, que defendía como una especie de paraíso terrenal, prueba empírica de la superioridad de la doctrina comunista. Según aseguraba, para evitar que su modelo causara estragos en Occidente, poniendo en entredicho las miserias del capitalismo, los jerarcas del sistema manipulaban la realidad para hacer creer que el Muro de Berlín había sido levantado para evitar la emigración a la RFA, cuando, en realidad, su misión era impedir un aluvión de inmigrantes hacia la RDA, donde los insatisfechos obreros de la parte occidental ansiaban llegar. El 9 de noviembre de 1989 no fue un día feliz para él, aunque se repuso bastante rápidamente, ya que, según afirmaba, existía evidencia de que, en el proceso de desmantelamiento, habían intervenido agentes ocultos con artimañas que, por su verdadero significado para la paz internacional, no habían podido hacerse públicas. En todo caso, esa sensación de duda se tornó en alborozo en septiembre de 2008, cuando se produjo la caída de Lehman Brothers, y el capitalismo se vio contra las cuerdas. Emocionado, vino a verme con el ejemplar de The Economist en el que aparecía aquella inolvidable portada con una frase lapidaria: “Capitalism at bay”. Sus tesis se confirmaban, aunque el sistema se mantuvo en pie a duras penas gracias a la concertación de los dueños de las grandes fortunas que dieron instrucciones a los bancos centrales para auxiliar al poder financiero.

EPS ha recuperado completamente la moral, al percibir que los días del capitalismo están cerca de su final. El “gran reseteo” marca ya la ruta de manera inexorable. Mientras tanto, prosigue en su faceta de coleccionista de medidas económicas para propiciar una situación de pleno empleo. En la última relación que me remitió figuraban, entre otras: a) el establecimiento de una jornada laboral de tres o cuatro días a la semana, con mantenimiento de los niveles retributivos; b) aprobación de una renta básica universal por importe de 20.000 euros anuales; c) puesta en marcha de un programa de dotación económica al alcanzar la mayoría de edad, por importe de 120.000 euros, en línea con la propuesta de Piketty, no con otras menos ambiciosas; d) supresión de las reglas fiscales proclives a la austeridad presupuestaria; e) implantación irrestricta de la teoría monetaria moderna; e) incremento de la la dotación de funcionarios públicos, en línea con los países escandinavos; y f) inclusión lingüística plena en el mundo empresarial, de manera que el conocimiento de idiomas deje de ser una traba discriminatoria para el acceso a un empleo, mediante la creación de una gran cantidad de puestos para traductores in company.

Deseoso de compartir sus propuestas, a comienzos del próximo otoño impartirá una conferencia abierta al público. Por si albergara algún escepticismo, me recomienda que me atenga a la regla de Bastiat que yo mismo recordaba hace algún tiempo[1], y que, según me dice, es también esgrimida por un afamado economista que escribe en Project Syndicate sobre el populismo económico. Los interesados pueden estar atentos, pero EPS era el heterónimo que utilizaba en los tiempos de la clandestinidad.



[1] https://neotiempovivo.blogspot.com/2021/12/economistas-buenos-vs-economistas-malos_02144132974.html.

19 de agosto de 2023

A la búsqueda de las claves de la justicia rawlsiana

 

La noción de justicia formulada por John Rawls se ha encaramado a la cúspide de los planteamientos doctrinales relacionados con la equidad. La figura de Rawls ocupa un lugar preeminente entre los filósofos contemporáneos en relación con el tratamiento de la justicia. El grado de devoción es máximo en los aledaños de las posiciones autodenominadas “liberales” en la acepción estadounidense.

El criterio de equidad propugnado por Rawls tiene un lugar reservado en todos los manuales de Economía del Sector Público, en los que constituye una referencia obligada al abordad el estudio de la distribución de la renta y la riqueza. En todos esos textos suele ser fácil percibir la esencia del planteamiento filosófico e ilustrar su aplicación en la práctica[1].

Sin embargo, esa sencillez expositiva contrasta enormemente con las dificultades que se encuentran cuando se acude a la fuente original, la celebrada obra “Teoría de la justicia” (1971; versión española, FCE, 1978). El lector se las promete muy felices al acceder al capítulo primero, donde se exponen los fundamentos de la justicia como imparcialidad. Pero no tarda en inquietarse al comprobar que el contenido es bastante más denso y enrevesado que el del manual utilizado en sus incursiones previas.

Merece, sin embargo, la pena el esfuerzo que hay que desplegar para avanzar en el hilo argumental de un razonamiento que a veces se antoja recursivo, o para desentrañar el significado de algunas frases conspicuas (e.g., “Si podemos caracterizar el sentido de la justicia de una persona [adecuada], podríamos tener un buen comienzo para una teoría de la justicia”), sin dejar de preguntarse por qué el significado de los juicios de valor se demora hasta la página 447, o si una mayor sistematización habría posibilitado una más fácil asimilación.

No en menor medida, a veces se enfrenta el lector a proposiciones que pudieran albergar algún tipo de contradicción. Así, aunque, de entrada, se expresa “la razón por la que la justicia niega que la pérdida de libertad para algunos sea correcta por el hecho de que un mayor bien sea compartido por otros”, más adelante, después de haber incluido el derecho a la propiedad personal entre las libertades básicas, se cataloga como libertades no básicas “el derecho a poseer ciertos tipos de propiedad (por ejemplo, los medios de producción) y la libertad contractual”.

De particular relevancia resulta la concepción general de la justicia a la que se alude en el capítulo segundo: “Todos los valores sociales -libertad y oportunidad, ingreso y riqueza, así como las bases sociales y el respeto a sí mismo- habrán de ser distribuidos igualitariamente a menos que una distribución desigual de alguno o de todos estos valores redunde en una ventaja para todos. La injusticia consistirá entonces, simplemente, en las desigualdades que no benefician a todos”.

“Teoría de la justicia” está considerada, con justicia, una cumbre del pensamiento filosófico, aunque sea una cumbre difícil de conquistar sin un adecuado entrenamiento y un equipamiento sofisticado.



18 de agosto de 2023

Los límites del debate político según Revel

 

Hay obras cuyo valor se engrandece con el paso del tiempo. Es la sensación que uno tiene cuando vuelve a adentrarse en sus páginas, acompañada de un sentimiento de orfandad respecto a una lucidez intelectual que sería de gran ayuda para tratar de entender todo cuanto acontece en un mundo lleno de convulsiones. En todo caso, hay reflexiones que perviven y nos aportan luz para afrontar los hechos, para tomar distancia de la realidad y, sin embargo, acercarnos a ella con mayor tino.

Predicaba Jean-François Revel en “El conocimiento inútil” que “En tal punto de imputación calumniosa, nos salimos de la democracia. El combate político en la democracia autoriza, tal vez (no estoy de acuerdo [yo tampoco], pero me resigno a ello [¿es inevitable?]), una cierta dosis de falsificación de los hechos por las necesidades de la polémica, pero no la falsificación absoluta. Esto es justamente lo que caracteriza a los regímenes totalitarios”.

Circunstancialmente, alguien me pide que le ayude a interpretar este párrafo de Alexis de Tocqueville de “La democracia en América”: “En efecto, se hace difícil concebir cómo hombres que han renunciado enteramente al hábito de dirigirse a ellos mismos podrían elegir acertadamente a quienes han de conducirles; y no es posible que un gobierno liberal, enérgico y sabio, se establezca con los sufragios de un pueblo de esclavos”.

Ardua tarea la que se plantea, que, por un momento, me ha evocado aquellos temibles encargos para ilustrar las consignas diarias en un apartado campamento juvenil en Marbella. Hace justamente cincuenta años. Han cambiado muchas cosas en la forma, pero no tanto en el fondo. Las preguntas siguen martilleando sin cesar, mientras que las respuestas se muestran evanescentes.

17 de agosto de 2023

Ötzi, el antepasado ilustrado

 

Aparece en los periódicos la noticia de que, tras nuevos análisis, los rasgos morfológicos de Ötzi, nuestro antepasado que, hace más de 5.000 años, encontró un triste final en las cumbres alpinas, son diferentes a los inicialmente percibidos. Es Ötzi protagonista destacado en el libro “Abierto: la historia del progreso humano” (Ediciones Deusto, 2021). Su autor, Johan Norberg, aborda minuciosamente este personaje y nos muestra una serie de detalles sorprendentes. Portador de un kit de minerales, así como de varias cuchillas puntas de flecha o dagas, tenía, además, nada menos que 61 tatuajes, “que podrían estar relacionados con tratamientos pensados para aliviar el dolor”. La conclusión más relevante del análisis es que aquel hombre, “hace más de cinco mil años, era un beneficiario más de una compleja división del trabajo que abarcaba grandes superficies geográficas. Ya entonces se daba el tipo de comercio que hace posible que la gente se especialice en perfeccionar ciertas formas de producción para luego intercambiarlas por los mejores bienes y servicios ofrecidos por otros”.

Norberg sostiene la tesis de que los apogeos históricos no dependen de la ubicación geográfica, la etnia de los protagonistas o las creencias de las poblaciones que los protagonizaron: “el denominador común es que todos estos pueblos estaban abiertos a nuevas ideas, conocimientos, hábitos, personas, tecnologías y modelos de negocio, vinieran de donde vinieran… actuando bajo un marco de instituciones abiertas, las personas resuelven más problemas de los que crean, sin importar sus rasgos de personalidad”.

El ejemplo de Ötzi pone de manifiesto las ventajas de la cooperación, pero también muestra un lado menos positivo: no murió congelado en una tormenta de nueve, como también erróneamente se consideró en un principio, sino en un combate cuerpo a cuerpo.



16 de agosto de 2023

El vicio de la locuacidad

 

Doy de nuevo las gracias a Stevenson, cuya identidad no he podido averiguar aún, por la valiosa referencia que me aportó para la resolución de un acertijo literario[1]. La antología de textos políticos de Benito Pérez Galdós es una joya de inestimable valor que, con una prosa franca y directa, nos sumerge en una época llena de jugosos episodios nacionales también en esa esfera. Aunque, a decir, verdad, algunos pasajes nos crean dudas acerca del verdadero momento histórico al que corresponden.

Impregnado de un espíritu pragmático, muestra Galdós su escepticismo, cuando no hastío, respecto a todo tipo de verborreas, incluso las que alcanzan los más altos cánones de la retórica, si no se traducen pronto en resultados tangibles en la vida de los pueblos. “Valdría más, mucho más, que nuestros hombres de Estado hablaran peor, con tal de que hablaran menos”, proclamaba abiertamente hace más de ciento treinta años. ¿En qué sentido se manifestaría hoy, después de atender los discursos parlamentarios más representativos?

Muchas son las perlas que nos dejó escritas. En una de ellas nos recuerda que “En nuestra vida política es fenómeno antiguo esto de las coaliciones parlamentarias para alcanzar el poder. La historia del sistema constitucional en España ofrece ejemplos deplorables de la facilidad con que se unen tres o cuatro caciques para derribar y suplantar al jefe”. Efectúa Galdós esta apostilla en el mismo texto en el que abomina de la locuacidad estéril, fechado el 27 de julio de 1889.



[1] https://neotiempovivo.blogspot.com/2021/06/lecciones-del-ayer-para-el-presente.html.

15 de agosto de 2023

Lecciones del fraude fiscal en tiempos bíblicos

 

No puede decirse que el fraude fiscal sea un fenómeno novedoso, ni siquiera que surgiera con la formación de los modernos Estados fiscales. En los textos bíblicos encontramos indicios que así lo avalan. De forma bastante ilustrativa, en el Libro de Malaquías encontramos el relato de cómo el Señor recrimina al pueblo elegido que lo estuviera defraudando en los diezmos y en los tributos. Quien actúa como sujeto activo especialmente cualificado conmina a los sujetos pasivos a poner fin a sus censurables prácticas.

Al igual que algunos de los planes antifraude puestos en marcha en diversos países recurren -sin renunciar, por supuesto, a las pertinentes sanciones- al gancho de los estímulos, el plan divino ofrecía una gama de irresistibles parabienes: “Traed todos los diezmos al templo… y veréis cómo abro las compuertas del cielo y derramo bendición sin medida. Ahuyentaré de vosotros el insecto devorador y no se os echarán a perder los frutos de la tierra, ni se estropeará la viña”.

Los sujetos activos terrenales no cuentan, sin embargo, con semejante munición para tratar de frenar el fraude fiscal en sus diversas manifestaciones. A la vista de la persistencia de éstas, se antoja bastante difícil su erradicación sin la posibilidad de disponer de artillería de corte celestial, o, en su defecto, el acaecimiento de algún milagro transformador.

14 de agosto de 2023

Los orígenes de la filosofía del mercado libre

 

La defensa de la doctrina del mercado libre, dentro del pensamiento económico moderno, suele asociarse a la figura de Adam Smith. Sin embargo, no se trata de una filosofía que surgió por generación espontánea en la última parte del siglo dieciocho, sino que, por el contrario, es fruto de un largo proceso de gestación intelectual. Jacob Soll, en “Free Market: the history of an idea” (Basic Books, 2022), ofrece un detallado y minucioso recorrido histórico de dicho proceso. En dicha obra encontramos una serie de hitos que suelen pasar desapercibidos, pero que, según el relato de este profesor en The University of Southern California, desempeñaron un papel importante.

Llama la atención la importancia atribuida a Cicerón, cuyo “ideal de Roma sería una fuente de inspiración para los pensadores del mercado libre en el siglo diecinueve”. Según Soll, “los historiadores no han visto a Cicerón como un elemento clave para comprender los orígenes del pensamiento económico moderno. Pero Cicerón fue el primero el proclamar que los valores y los sentimientos morales llevaron a que el mercado funcionara autónomamente para crear un equilibrio económico”.

A raíz de la obra de Soll, nos vemos impelidos a ampliar la nómina de los pensadores que han fundamentado la filosofía del mercado libre, dentro de la que Cicerón se sitúa en una posición muy elevada: “La visión económica de Cicerón… era que la amistad y la búsqueda del conocimiento propiciarían la armonía y la paz, protegían la propiedad, y producían una sociedad justa basada en el servicio político, el afecto, la bondad, y la liberalidad. Las buenas virtudes morales, en otras palabras, conducían un mercado saludable, permitiendo que las personas éticas realizaran intercambios en confianza. La confianza era un mecanismo que liberaba el intercambio”.

A su conocida imagen como estandarte de la denuncia pública de las prácticas corruptas de una república en desintegración se une esta otra faceta, menos conocida, como precursor del ideario del mercado libre.



13 de agosto de 2023

El Apocalipsis según Roubini

 

El cambio tecnológico sacó a los seres humanos de los niveles de vida de la Edad de Piedra. En los escenarios más extremos, el cambio climático amenaza con devolvernos económicamente al lugar de donde venimos”… “El incumplimiento de las promesas hechas a los jubilados y a los trabajadores que pronto se jubilarán es una invitación a la inestabilidad política. Para cuadrar las cuentas, dependemos cada vez más de la única alternativa que nos queda: una deuda adicional que nunca podremos pagar”… “Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocar. Y el primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra. Una tercera parte de la tierra se abrasó, una tercera parte de los árboles se abrasó, y toda la hierba verde se abrasó.”

Al leer párrafos como los anteriores, en realidad no sabemos si nos situamos en el libro del Apocalipsis o en alguno de los textos económicos recientes que alertan sobre los riesgos que afronta la humanidad. Si William Nordhaus se centra en los de carácter medioambiental, Nouriel Roubini hace un recorrido de amplio espectro en su obra “MegaThreats”, publicada en España como “Megamenazas”, palabro sustitutivo de la construcción más expresiva que sería “Mega-Amenazas”. Precipitadamente descalificado en su día como el “doctor Catástrofe”, el prolífico analista económico recuerda que él fue uno de los pocos que presagió la llegada de la gran crisis financiera internacional de 2007-2009.

Son diez las grandes amenazas que, según él, se ciernen sobre la civilización actual:

i.Una crisis de deuda de proporciones gigantescas, “la madre de todas las crisis de deuda”. Con un crecimiento de la renta mundial atenuado, los países, las empresas, los bancos y las familias adeudan importes que exceden de lo que podrán pagar en los escenarios más predecibles.

ii.Existe, además, una deuda implícita vinculada a los compromisos públicos contraídos en materia de sanidad y pensiones, y a los costes del cambio climático y de futuras pandemias.

iii.Debido al envejecimiento poblacional, aunque absorbieran a un número sin precedentes de inmigrantes, en los países avanzados pronto serán insostenibles las promesas hechas sobre pensiones y asistencia sanitaria. La bomba de relojería demográfica lleva tiempo activándose.

iv.Grandes oscilaciones de los precios de los activos como consecuencia del recurso al dinero fácil, a través de políticas monetarias, crediticias y fiscales expansivas.

v.Escenarios de coexistencia de paro e inflación (estanflación) ante la incidencia de diversas perturbaciones ligadas a procesos en curso.

vi.Crisis monetarias e inestabilidad financiera, en un contexto de devaluación de las monedas fiduciarias y de retroceso de los sistemas de pago tradicionales ante la implantación de monedas digitales de los bancos centrales.

vii.Adopción de medidas restrictivas, con efectos multiplicadores, dentro de una fase de desglobalización económica.

viii.Alteraciones de la vida humana provocadas por la inteligencia artificial.

ix.Inicio de una nueva e inquietante etapa de guerra fría, con una China en alza, cuyo sistema político no ha evolucionado según las expectativas iniciales.

x.Drásticas consecuencias derivadas del cambio climático.

En las próximas dos décadas, en opinión de Roubini, “las megamenazas provocarán una colisión titánica de fuerzas económicas, financieras, tecnológicas, medioambientales, geopolíticas, sanitarias y sociales. Cualquiera de ellas es formidable. Si convergen, las consecuencias serán devastadoras. Para resolverlas es necesario un ajuste cuántico para todos los habitantes de la Tierra”.

Cuando uno lee el libro de Roubini no puede dejar de experimentar una inquietud y una desazón crecientes. Resulta difícil refrenar la tentación de interrumpir la lectura y arrumbar el libro, que ojalá fuera producto de un puro instinto catastrofista. Sin embargo, no es fácil detener el avance de las páginas, especialmente cuando nos topamos con una batería de argumentos bien elaborados, un análisis económico que cuesta trabajo rebatir en muchos apartados, y un cuerpo de evidencias empíricas desconcertantes.

Hay certezas, pero, sobre todo -y ahí es donde radica algo de esperanza-, escenarios probabilísticos de distinta severidad. Los retos son enormes y las amenazas extraordinarias. Existen recetas factibles para afrontar éstas y superar aquéllos, pero se ven dificultadas por la confluencia de intereses contrapuestos difíciles de armonizar en un mundo interrelacionado sumamente complejo. Además, ante una amalgama de problemas dispares, es inevitable afrontar marcados conflictos de objetivos a la hora de diseñar y aplicar medidas. La cuenta atrás ya se ha iniciado, las trompetas han comenzado a sonar, y cada vez queda menos tiempo para erigir parapetos.

(Artículo publicado en diario “Sur”)



Entradas más vistas del Blog