23 de agosto de 2023

¿Existe el sistema fiscal óptimo?

 

La teoría de la imposición parte de que sí. No uno aplicable con carácter universal, sino uno que, preservando los principios impositivos básicos en los ámbitos de la justicia, la economía, la estabilidad presupuestaria, y su implementación en un contexto determinado, sea el que mejor combinación ofrezca, sin perder de vista que la misión esencial del sistema es obtener recursos para las arcas públicas. Hay unas pautas esenciales en cada uno de estos ámbitos, si bien existe un considerable margen en la asunción efectiva de los distintos preceptos. De manera sintética y simplista, podría decirse que un sistema fiscal óptimo es aquel que, en una realidad concreta, permite aportar recursos tributarios suficientes, ocasionando las menores distorsiones económicas posibles, y respetando de forma aceptable los cánones de la justicia.

No obstante, Joost Haddinga se plantea la pregunta que da título a esta entrada, y se muestra bastante escéptico[1]. A este respecto, apunta que “mientras que la investigación sobre la imposición óptima se centra a menudo en las implicaciones económicas puras, raramente considera las diferencias culturales y sociales que pueden llevar a soluciones muy diferentes cuando se trata de implementar un sistema fiscal óptimo”.

Propone, en consecuencia, diferenciar dos clases de optimalidad: la económica y la cultural: “la optimalidad económica sostiene que los impuestos deben limitar las distorsiones económicas y no alterar drásticamente la toma de decisiones de los individuos… la optimalidad cultural, por otro lado, reconoce que los países tienen valores diferentes y sugiere que la política impositiva debe reflejar tales valores. Como resultado de ello, las mismas políticas impositivas pueden llevar a diferentes soluciones en diferentes países debido a variables culturales”.

Sin embargo, considera que, a tenor de una serie de factores y restricciones, “al final, un sistema fiscal óptimo culturalmente puede ser imposible de alcanzar. Pero los responsables políticos no deben ignorar los factores culturales cuando diseñen e implementen políticas óptimas económicamente”.

Aun cuando, dentro de principio impositivo de factibilidad podrían tener cabida algunas de las consideraciones de raíz cultural, que también impregnan en alguna medida otros principios impositivos clásicos, como el de reparto justo de la carga tributaria y el de redistribución, la incorporación explícita de la optimalidad cultural puede resultar de gran utilidad en la búsqueda del mirlo blanco del sistema fiscal óptimo.

No en vano, hace años recogíamos en un proyecto docente lo siguiente: “Lo anteriormente expuesto justifica, pues, plenamente la descripción que, en su conocido ensayo, hiciera Colm (1948, pp. 20-23) de la Hacienda Pública como una ciencia fronteriza, en el sentido de que la misma atraviesa los límites de una serie de ciencias tradicionales. Abundando en la misma idea, hay que convenir con el profesor Musgrave (1983, p. 1) en que "ciertamente, sería difícil hallar otra disciplina tan central a la interacción del análisis económico, filosofía social, pensamiento político, e instituciones cambiantes" como la Hacienda Pública”.



[1] “Does the optimal tax system exist?”, Tax Foundation, 8 de mayo de 2023.


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