Sobrecogido y desolado por el pesar de la triste y
terrible noticia, soy incapaz de hilvanar tres palabras seguidas sobre S. Babkov,
jugador único e irrepetible. Las imágenes, los recuerdos y los sentimientos se
agolpan en tropel, y tan sólo dejan paso a la tristeza. Entre esos recuerdos,
en su mayoría de dicha y felicidad, están también otros más amargos de una
intrahistoria que a punto estuvo de provocar un desatino. Si recupero la paz
interior, quizás algun día me decida a rememorarla. Mientras tanto, reproduzco
el texto de un artículo publicado, el día 3 de enero de 2009, en el diario
digital “Ymálaga”, dirigido por Paco Rengel, gran admirador de Bob, a quien, en
sus crónicas del diario “Sur”, concedió el título de “Zar” del baloncesto. El
artículo está incluido en la recopilación de “Caleidoscopio en blanco y negro”
(Manca Editorial, Málaga, 2010).
“Serguei
Babkov: testimonio personal
José M. Domínguez Martínez, ex-Presidente del Club Baloncesto Málaga (escribe este artículo a título personal)
Su nombre forma parte de la leyenda del deporte malagueño. Su figura,
que durante años fue algo próximo y familiar para nosotros, casi instalada en una
especie de rutina semanal, se agiganta con el paso del tiempo, adquiriendo su
verdadera dimensión, ésa que sólo se percibe cuando se traspasa la barrera
imperceptible a partir de la que ya el tiempo ajusta el prisma de nuestra
mirada.
Serguei Babkov cambió los fríos esteparios de su Siberia natal por la
incomparable luz de la costa mediterránea malacitana, llegando a convertirse
durante años en un símbolo del primer equipo de baloncesto de la provincia, que
todavía sigue visitando con cierta regularidad. Mucho se ha escrito sobre
Babkov como jugador de baloncesto, muchos son los apelativos con los que se ha
ensalzado su trayectoria deportiva. Yo, sin embargo, me quedo con la expresión
que, en una prolija crónica publicada, hace algún tiempo, en un periódico
local, dejó escrita Alejandro G. Puig: Serguei Babkov, Bob para sus
compañeros de equipo, condensaba la quintaesencia del baloncesto. Las
videotecas son testigos del enorme y extraordinario repertorio de actuaciones y
jugadas que el escolta ruso dejó alojadas en nuestras retinas, como parte
indisociable de una época ilusionante, yo diría que irrepetible e incluso
gloriosa, a pesar de que estuviese huérfana de títulos. Su imagen inconfundible
conduciendo el balón para encarar la canasta contraria sintetiza el recuerdo
imborrable de un conjunto que contribuyó decisivamente a cimentar la senda del
Unicaja en la élite europea.
La conmemoración de una efeméride como la del trigésimo aniversario de
la fundación del Club Baloncesto Málaga es un momento propicio para hacer
balance, para recordar a todos los que han puesto su granito de arena, de una u
otra forma, en esa trayectoria. Todos, efectivamente, merecen ser recordados;
muchos, por sus aportaciones singulares, destacados; pero, desde luego,
algunos, como es el caso de Babkov, son acreedores a un reconocimiento
especial, por la rara combinación de unos méritos profesionales relevantes y de
una actitud personal encomiable.
Con un espíritu retraído e introvertido, pero, por encima de todo,
noble y deportivo, el jugador de Novosibirsk protagonizó episodios
inolvidables, siempre desde la más absoluta discreción y con la mayor humildad.
No pocas especulaciones se efectuaron en su día acerca del techo potencial de
su rendimiento deportivo si hubiese tenido otro carácter. Tal vez podría haber
sido superior, pero, indudablemente, nos habríamos encontrado con otro perfil
de jugador, seguramente carente de otras cualidades.
Baste una anécdota para sustentar dicha tesis. Recuerdo que, en la fase
de las eliminatorias por el título de la Liga ACB del año 1996, en la que el
Unicaja, contra todo pronóstico, fue superado por el TDK Manresa, Babkov no
pudo completar el tercer y definitivo partido, celebrado en el mítico pabellón
de Ciudad Jardín, al caer lesionado durante el transcurso de aquél. Al término
del encuentro, como era costumbre, acudí al túnel de vestuarios para saludar a
los técnicos y a los jugadores. Antes de tener ocasión de decirle nada, Babkov
se acercó a mí ... para pedirme disculpas ... ¡por haberse lesionado! Puede
que, como algunas personas solían decir, no fuera un ganador nato,
aunque yo no estoy muy seguro del significado exacto de esa expresión, pero sí,
creo que bastante más, de cuáles deben ser las principales motivaciones y
actitudes, así como los límites éticos, de los deportistas, incluso aunque sean
profesionales.
Gran conocedor de las técnicas baloncestísticas, algunos creíamos que
podría haber prolongado su vinculación con el club de Los Guindos en tareas de
formación de la cantera, a la que también podría haber transmitido sus valores
humanos. Su vida profesional siguió, sin embargo, por otros derroteros, que le
llevaron, años más tarde, a dirigir la selección rusa y, tras esa experiencia
fugaz carente de fortuna (en cierto modo, como el genial ajedrecista con el que
lo asociaba el citado cronista), a explorar nuevos horizontes en los confines
del continente asiático. Nosotros, en cambio, sí la tuvimos de que permaneciese
defendiendo nuestros colores durante cinco temporadas, gracias a que, siendo
presidente de la entidad deportiva el añorado Raimundo Trespalacios, se
desestimaron algunas ofertas económicas para su traspaso a otros equipos, y sin
tampoco olvidar algunas decisiones posteriores, no precisamente fáciles en
críticos momentos deportivos.
La historia de un club se va forjando día a día mediante la suma de
muchos elementos, unos tangibles y otros no. El paso por nuestras filas de
determinados profesionales llega a adquirir un significado tan especial que se
convierten en auténticos activos, llenos de valor y simbolismo, que podemos
exhibir con orgullo y satisfacción. Algunos de ellos, por su actitud dentro y
fuera de la pista, se han ganado, para siempre, un sitio en nuestros corazones.
Aún no es demasiado tarde para dejar testimonio de ello, ya sea institucional o
personalmente, como modestamente se ha pretendido a través de estas líneas”.
(Artículo publicado en el diario “Ymálaga” con fecha 3-1-2009)