El nacimiento del Club Baloncesto Málaga se remonta al año
1977, con la fundación de la Sociedad Deportiva Caja de Ronda, de la que es
heredero. En 1992 se produjo la transformación en sociedad anónima deportiva
(SAD), que dio lugar a una nueva etapa, coincidente en el tiempo con la fusión
de los dos equipos malagueños -Unicaja Ronda y Mayoral-Maristas- que militaban
en la liga ACB, la máxima competición del baloncesto masculino en España. Esta
temporada se celebra el trigésimo aniversario de dichas efemérides, que
marcaron un antes y un después. Fue un proceso arduo, bastante complejo, pero
también muy ilusionante. Los comienzos no fueron fáciles, hubo que superar
muchas trabas, y hay toda una intrahistoria plagada de anécdotas. Había también
entonces cierto escepticismo ante la nueva etapa, y no todas las expectativas
eran muy prometedoras. Incluso se extendió la idea de que las siglas “SAD”, en
realidad, auguraban una “sociedad a desaparecer”. Afortunadamente, no se
cumplió ese vaticinio, gracias al respaldo económico fundamental de la caja de
ahorros Unicaja y al apoyo de una afición que vibraba en el mítico Pabellón de
Ciudad Jardín.
El Club se consolidó, se afianzó en las competiciones
nacionales e internacionales, y fue el motor decisivo para la construcción de
un nuevo palacio de deportes. Durante décadas ha sido buque insignia del
deporte malagueño y andaluz en España y en Europa. A lo largo de estos treinta
años, el Club ha vivido distintas fases dentro de los ciclos, que también se
dan en el deporte, en un entorno muy exigente y competitivo.
A mediados del mes de febrero, a largo de tres días mágicos,
el Unicaja ha protagonizado una de las páginas más gloriosas del deporte
malagueño y andaluz, y, por sus connotaciones, también del español. Hay
acontecimientos deportivos que, por su importancia, son acreedores para ocupar
un lugar destacado en la historia. Pero hay otros que, por sus singularidades y
la concurrencia de circunstancias excepcionales, acceden directamente al
terreno de la épica, a formar parte de la leyenda. Corresponden a eventos
extraordinarios, a auténticos “cisnes negros” con los que nadie contaba, o solo
algunos soñadores. La conquista del título de la Copa del Rey de Baloncesto
2023 por el Unicaja entra, por derecho propio, en esa categoría.
Apenas nadie puede explicarse cómo ha podido lograr semejante
proeza. La fuerte convicción de los integrantes de la plantilla en sus
posibilidades es, sin duda, uno de los factores explicativos. La prevalencia de
un espíritu de equipo por encima de las individualidades es otro. La conjunción
de una serie de valores, como el esfuerzo, el tesón, el pundonor y, de manera
destacada, la resiliencia, jugó un papel primordial. Hubo, desde luego, otros
aspectos, unos de carácter emocional, como la entonación in situ del “siempre
te llevo conmigo” por parte de la afición. Otros, de carácter táctico
-condición sine qua non- emanados de la batuta técnica del entrenador y
su equipo, actuaron como un factor diferenciador clave.
De alguna manera, jugadores y técnicos han venido a demostrar
que una célebre meditación del emperador Marco Aurelio puede ser algo más que
una mera construcción retórica: “Si algo te resulta difícil de realizar, no
supongas por ello que es imposible. Piensa que, si algo es humanamente posible
y propio, tú lo puedes lograr”.
Desde la cima del Palacio de Deportes Martín Carpena, el
recuerdo de los cuatro grandes títulos anteriormente conquistados por el
Unicaja planea sobre la conciencia del público. El nuevo emblema que ahora
viene a añadirse servirá como testimonio de la hazaña deportiva conseguida, y
como un elemento de inspiración y de estímulo para aspirar a nuevas metas y
afrontar grandes retos, dentro y fuera de las canchas deportivas.
A la inmensa alegría por la obtención de un título que ha
venido a superar todas las expectativas, se une la satisfacción de comprobar
cómo un estilo deportivo basado en principios y valores como el esfuerzo, el sentimiento
de equipo, la deportividad, el juego limpio, el respeto al rival, el espíritu
de superación, o el compromiso social, puede tener éxito y ayudar a alcanzar elevadas
metas.
De títulos deportivos también se vive, pero, sobre todo, de
ilusión y devoción. El Club de Los Guindos formaba ya parte del capital social
de Málaga, y ahora acrecienta esa posición. Cuarenta y cinco años después de su
nacimiento, el Club agranda su leyenda.