9 de febrero de 2023

La soledad de Liz Truss ante el establishment económico

 

Pocos gobernantes occidentales han sido tan denostados como lo fue Liz Truss (¿o “Trustless Liz”?) durante su efímero mandato (49 días) como “primer minister” de Reino Unido. No obstante, al menos desde la distancia, resultaba un tanto sorprendente que alguien que había concitado un amplio respaldo inicial a su candidatura, sustentada en un programa de actuaciones económicas conocido o intuido, se encontrara, a las primeras de cambio, con semejante rechazo. No es menos cierto que el rechazo no se limitaba a la esfera argumental, sino que contaba con un poderoso aliado, el veredicto implacable de los mercados, que no ofrecían ninguna vía de escape. Una pretendida rebaja fiscal cifrada en 45.000 millones de libras significaba una sentencia no recurrible, al tratarse de unas medidas “debt-funded”.

También llamaba la atención la aparente renuncia a la defensa de la frustrada propuesta, como el abandono, incluso moral, de los supuestos beneficiarios de las medidas diseñadas. Ha habido que esperar unos meses para conocer la posición y el estado de ánimo de la exmandataria, a través de un artículo publicado en la portada de The Sunday Telegraph del pasado 5 de febrero. En él, afirma que se vio empujada a abandonar su cargo debido a las presiones de un “poderoso establishment económico” que, en su opinión, había renunciado a poner el crecimiento en un lugar prioritario.

No obstante, según recoge el diario Financial Times, “su argumento de que las mayores rebajas fiscales generadoras de déficit en 50 años eran la política correcta para lograr el crecimiento de la economía de Reino Unido fue rechazado el domingo por miembros de su propio partido y participantes en los mercados financieros, que dijeron que su falta de atención a las finanzas públicas asustó a los prestamistas de Reino Unido”. En cualquier caso, recuperada del golpe, Truss, junto con algunos correligionarios, se ha dispuesto a constituir un grupo para promover una propuesta de rebajas fiscales y de desregulación[1].

Muchas son las lecciones que extraer de la experiencia “trussiana”. Los economistas no disponen de un laboratorio para probar sus teorías, pero la realidad ofrece a menudo impagables “experimentos naturales”. En este caso, no va a ser posible contrastar las tesis lafferianas, pero sí se ha podido constatar el celo de los mercados por la preservación de la ortodoxia presupuestaria. Además, la apelación a la influencia del “establishment económico” ha cambiado de acera.



[1] C. Giles, J. Cameron-Chileshe y G. Parker, “Liz Truss draws fire after blaming ‘economic establishment’ for her downfall”, 6-2-2023.

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