14 de febrero de 2023

De policrisis en policrisis

 

Policrisis. Es uno de los términos elegidos en influyentes medios internacionales como representativo de lo acontecido en el año 2022. En un artículo de octubre de dicho año, el historiador Adam Tooze daba “la bienvenida al mundo de las policrisis”. Sin embargo, como él mismo reconocía, la denominación proviene del sociólogo francés Edgar Morin, quien abordó la noción hace ya varias décadas. Estamos ante una policrisis cuando confluyen diversas perturbaciones negativas económicas y no económicas, una serie de factores adversos de diferente procedencia, que tienden a retroalimentarse entre sí.

El resultado global es más negativo que el que se desprende de la suma de cada uno de los componentes aisladamente considerados. Pandemias, inflación, conflictos bélicos, crecimiento económico escaso, limitaciones en la oferta de productos, aumento de la desigualdad económica, inestabilidad política, cambio climático, elevados niveles de endeudamiento, alteración de la competencia en las relaciones comerciales entre Europa y Estados Unidos… son algunas de las piezas de ese complejo y perturbador mosaico en el que estamos inmersos. Algunos factores específicos se incorporan para añadir tonos singulares a la composición que se visualiza en tierras hispanas.

Según Tooze, en los años setenta del pasado siglo, las preocupaciones principales se centraban en causas concretas y existían soluciones potenciales sustentadas en recetas también específicas. Lo que hace que las crisis de los últimos tiempos sean tan desconcertantes es que ya no parece posible identificar una sola causa, ni tampoco, por implicación, una sola solución. Ahora bien, no es necesario que haya superposición de desastres para que los efectos sean deletéreos. De hecho, las diez plagas de Egipto, narradas en el libro del “Éxodo”, se fueron produciendo secuencialmente.

Ya no sólo es una verdad teórica, como recuerda Martin Wolf, que todo depende de todo lo demás; es una verdad que no podemos ignorar en la práctica. Una cuestión clave es que necesitamos analizar los problemas, atendiendo a sus especialidades, dentro de silos, pero también es preciso un análisis sistemático de las interrelaciones existentes. Así, los análisis económicos estándares acerca de la inflación y el crecimiento económico no pueden hacer abstracción de procesos relevantes como la guerra de Ucrania, la política sanitaria de China, o la financiación a los países en desarrollo en su proceso de transición energética. El panorama, en general, no es muy halagüeño, hasta el punto de que Nouriel Roubini recurre a otro calificativo de la crisis, “inevitable”.

Otros analistas menos pesimistas (o, tal vez, menos realistas) consideran que la innovación ha jugado históricamente un papel crucial para la superación de graves desafíos, y apuntan que las crisis aceleran la innovación. Algunos basan sus esperanzas en la “poli-innovación”. Más a corto plazo, The Economist, aunque estima que es demasiado pronto para declarar el final de los problemas de la economía mundial, no descarta que pueda haber una “poli-recuperación”.

No obstante, desde Davos, recientemente, nos advertían de que el mundo afronta una serie de riesgos interconectados que amenazan con dar lugar a una policrisis. En un horizonte de dos años, los expertos pronostican que el coste de la vida se convertirá en el primer riesgo dentro de la agenda global, seguido de los desastres naturales y de los eventos climáticos extremos, y de la confrontación geoeconómica. A su vez, a diez años vista, seis de los diez principales riesgos globales estarán dominados por los riesgos climáticos y medioambientales asociados, tales como las migraciones involuntarias a gran escala.

Ante un panorama tan amenazante, se hace imprescindible algún rearme psicológico a fin de no caer en el derrotismo. Por ello, conviene evocar el alentador mensaje de Alan Greenspan, cuando aún era un venerado maestro de las finanzas mundiales: “El progreso, sin embargo, no es automático, sino que exigirá adaptaciones hasta ahora inimaginables. Pero la frontera de la esperanza que todos innatamente perseguimos nunca se cerrará”.

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