Policrisis. Es uno de los términos elegidos en influyentes
medios internacionales como representativo de lo acontecido en el año 2022. En
un artículo de octubre de dicho año, el historiador Adam Tooze daba “la
bienvenida al mundo de las policrisis”. Sin embargo, como él mismo reconocía,
la denominación proviene del sociólogo francés Edgar Morin, quien abordó la
noción hace ya varias décadas. Estamos ante una policrisis cuando confluyen
diversas perturbaciones negativas económicas y no económicas, una serie de
factores adversos de diferente procedencia, que tienden a retroalimentarse
entre sí.
El resultado global es más negativo que el que se desprende
de la suma de cada uno de los componentes aisladamente considerados. Pandemias,
inflación, conflictos bélicos, crecimiento económico escaso, limitaciones en la
oferta de productos, aumento de la desigualdad económica, inestabilidad
política, cambio climático, elevados niveles de endeudamiento, alteración de la
competencia en las relaciones comerciales entre Europa y Estados Unidos… son
algunas de las piezas de ese complejo y perturbador mosaico en el que estamos
inmersos. Algunos factores específicos se incorporan para añadir tonos
singulares a la composición que se visualiza en tierras hispanas.
Según Tooze, en los años setenta del pasado siglo, las
preocupaciones principales se centraban en causas concretas y existían
soluciones potenciales sustentadas en recetas también específicas. Lo que hace
que las crisis de los últimos tiempos sean tan desconcertantes es que ya no
parece posible identificar una sola causa, ni tampoco, por implicación, una
sola solución. Ahora bien, no es necesario que haya superposición de desastres
para que los efectos sean deletéreos. De hecho, las diez plagas de Egipto,
narradas en el libro del “Éxodo”, se fueron produciendo secuencialmente.
Ya no sólo es una verdad teórica, como recuerda Martin Wolf,
que todo depende de todo lo demás; es una verdad que no podemos ignorar en la
práctica. Una cuestión clave es que necesitamos analizar los problemas,
atendiendo a sus especialidades, dentro de silos, pero también es preciso un
análisis sistemático de las interrelaciones existentes. Así, los análisis
económicos estándares acerca de la inflación y el crecimiento económico no
pueden hacer abstracción de procesos relevantes como la guerra de Ucrania, la
política sanitaria de China, o la financiación a los países en desarrollo en su
proceso de transición energética. El panorama, en general, no es muy halagüeño,
hasta el punto de que Nouriel Roubini recurre a otro calificativo de la crisis,
“inevitable”.
Otros analistas menos pesimistas (o, tal vez, menos
realistas) consideran que la innovación ha jugado históricamente un papel
crucial para la superación de graves desafíos, y apuntan que las crisis aceleran
la innovación. Algunos basan sus esperanzas en la “poli-innovación”. Más a
corto plazo, The Economist, aunque estima que es demasiado pronto para declarar
el final de los problemas de la economía mundial, no descarta que pueda haber
una “poli-recuperación”.
No obstante, desde Davos, recientemente, nos advertían de que
el mundo afronta una serie de riesgos interconectados que amenazan con dar
lugar a una policrisis. En un horizonte de dos años, los expertos pronostican
que el coste de la vida se convertirá en el primer riesgo dentro de la agenda
global, seguido de los desastres naturales y de los eventos climáticos
extremos, y de la confrontación geoeconómica. A su vez, a diez años vista, seis
de los diez principales riesgos globales estarán dominados por los riesgos
climáticos y medioambientales asociados, tales como las migraciones
involuntarias a gran escala.
Ante un panorama tan amenazante, se hace imprescindible algún
rearme psicológico a fin de no caer en el derrotismo. Por ello, conviene evocar
el alentador mensaje de Alan Greenspan, cuando aún era un venerado maestro de
las finanzas mundiales: “El progreso, sin embargo, no es automático, sino que
exigirá adaptaciones hasta ahora inimaginables. Pero la frontera de la esperanza
que todos innatamente perseguimos nunca se cerrará”.