27 de febrero de 2023

De títulos (deportivos) también se vive

 

El nacimiento del Club Baloncesto Málaga se remonta al año 1977, con la fundación de la Sociedad Deportiva Caja de Ronda, de la que es heredero. En 1992 se produjo la transformación en sociedad anónima deportiva (SAD), que dio lugar a una nueva etapa, coincidente en el tiempo con la fusión de los dos equipos malagueños -Unicaja Ronda y Mayoral-Maristas- que militaban en la liga ACB, la máxima competición del baloncesto masculino en España. Esta temporada se celebra el trigésimo aniversario de dichas efemérides, que marcaron un antes y un después. Fue un proceso arduo, bastante complejo, pero también muy ilusionante. Los comienzos no fueron fáciles, hubo que superar muchas trabas, y hay toda una intrahistoria plagada de anécdotas. Había también entonces cierto escepticismo ante la nueva etapa, y no todas las expectativas eran muy prometedoras. Incluso se extendió la idea de que las siglas “SAD”, en realidad, auguraban una “sociedad a desaparecer”. Afortunadamente, no se cumplió ese vaticinio, gracias al respaldo económico fundamental de la caja de ahorros Unicaja y al apoyo de una afición que vibraba en el mítico Pabellón de Ciudad Jardín.

El Club se consolidó, se afianzó en las competiciones nacionales e internacionales, y fue el motor decisivo para la construcción de un nuevo palacio de deportes. Durante décadas ha sido buque insignia del deporte malagueño y andaluz en España y en Europa. A lo largo de estos treinta años, el Club ha vivido distintas fases dentro de los ciclos, que también se dan en el deporte, en un entorno muy exigente y competitivo.

A mediados del mes de febrero, a largo de tres días mágicos, el Unicaja ha protagonizado una de las páginas más gloriosas del deporte malagueño y andaluz, y, por sus connotaciones, también del español. Hay acontecimientos deportivos que, por su importancia, son acreedores para ocupar un lugar destacado en la historia. Pero hay otros que, por sus singularidades y la concurrencia de circunstancias excepcionales, acceden directamente al terreno de la épica, a formar parte de la leyenda. Corresponden a eventos extraordinarios, a auténticos “cisnes negros” con los que nadie contaba, o solo algunos soñadores. La conquista del título de la Copa del Rey de Baloncesto 2023 por el Unicaja entra, por derecho propio, en esa categoría.

Apenas nadie puede explicarse cómo ha podido lograr semejante proeza. La fuerte convicción de los integrantes de la plantilla en sus posibilidades es, sin duda, uno de los factores explicativos. La prevalencia de un espíritu de equipo por encima de las individualidades es otro. La conjunción de una serie de valores, como el esfuerzo, el tesón, el pundonor y, de manera destacada, la resiliencia, jugó un papel primordial. Hubo, desde luego, otros aspectos, unos de carácter emocional, como la entonación in situ del “siempre te llevo conmigo” por parte de la afición. Otros, de carácter táctico -condición sine qua non- emanados de la batuta técnica del entrenador y su equipo, actuaron como un factor diferenciador clave.

De alguna manera, jugadores y técnicos han venido a demostrar que una célebre meditación del emperador Marco Aurelio puede ser algo más que una mera construcción retórica: “Si algo te resulta difícil de realizar, no supongas por ello que es imposible. Piensa que, si algo es humanamente posible y propio, tú lo puedes lograr”.

Desde la cima del Palacio de Deportes Martín Carpena, el recuerdo de los cuatro grandes títulos anteriormente conquistados por el Unicaja planea sobre la conciencia del público. El nuevo emblema que ahora viene a añadirse servirá como testimonio de la hazaña deportiva conseguida, y como un elemento de inspiración y de estímulo para aspirar a nuevas metas y afrontar grandes retos, dentro y fuera de las canchas deportivas.

A la inmensa alegría por la obtención de un título que ha venido a superar todas las expectativas, se une la satisfacción de comprobar cómo un estilo deportivo basado en principios y valores como el esfuerzo, el sentimiento de equipo, la deportividad, el juego limpio, el respeto al rival, el espíritu de superación, o el compromiso social, puede tener éxito y ayudar a alcanzar elevadas metas.

De títulos deportivos también se vive, pero, sobre todo, de ilusión y devoción. El Club de Los Guindos formaba ya parte del capital social de Málaga, y ahora acrecienta esa posición. Cuarenta y cinco años después de su nacimiento, el Club agranda su leyenda.



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