18 de febrero de 2023

Actividad financiera vs actividad financiera

 No, no se trata de un error o descuido. La noción de actividad financiera ha tenido distintas acepciones.

Actividad financiera o hacienda pública. Con esta equiparación arrancaba el genuino manual de “Hacienda Pública (Introducción, Presupuesto e Ingresos Públicos)”, editado en la Imprenta Rufino García Blanco de Madrid, en el año 1973, en el que se recogían los Apuntes de Cátedra del Profesor Enrique Fuentes Quintana. Como el propio catedrático señala en la nota introductoria, el profesor Victorio Valle tuvo un destacado protagonismo en su revisión y actualización. Muchas promociones de economistas de toda España se han formado con las valiosas y rigurosas lecciones contenidas en ese icónico texto. Al repasarlo, cincuenta años después de su publicación, uno no puede dejar de asombrarse de muchos de sus detalles y de la minuciosidad de su impecable prosa.

Según se expone en el capítulo primero, “… ha constituido una práctica de antiguo uso, la de diferenciar, dentro del campo de la economía del estado, una parcela concreta: la de la actividad financiera o hacienda pública… referida siempre al proceso de ingresos y gastos públicos realizados por el estado y la adecuación correspondiente entre ellos”.

No obstante, se matiza luego, siguiendo la exposición de Pigou, “que aunque el dinero sea siempre el  medio a través del que la actividad financiera se produce, no es, sin embargo, la materia de la que realmente trata. El dinero es simplemente la apariencia que reviste el proceso de ingresos y gastos públicos…”.

Hace ya más de treinta años, cuando me disponía a adentrarme profesionalmente en los dominios del sistema financiero, un ilustre hacendista me comentaba, distendidamente, que, por fin, podíamos llegar a entender la célebre matización de Fuentes Quintana acerca del significado de la actividad financiera del estado. En realidad, muchos hacendistas acabábamos incorporándonos, de una u otra forma, al sistema financiero. La actividad financiera cobraba así su auténtico significado. Quedaba así resuelta la abstrusa paradoja.

Fueron pasando los años, y el ilustre hacendista, en este caso por su acreditado talento y su elevada solvencia profesional, acabó siendo reclutado por dicho sistema, llegando a escalar hasta las más altas cimas supervisoras y monetarias.

Sin embargo, el espíritu del hacendista vocacional nunca muere.



Entradas más vistas del Blog