La defensa de la doctrina del
mercado libre, dentro del pensamiento económico moderno, suele asociarse a la
figura de Adam Smith. Sin embargo, no se trata de una filosofía que surgió por generación
espontánea en la última parte del siglo dieciocho, sino que, por el contrario,
es fruto de un largo proceso de gestación intelectual. Jacob Soll, en “Free Market:
the history of an idea” (Basic Books, 2022), ofrece un detallado y minucioso
recorrido histórico de dicho proceso. En dicha obra encontramos una serie de
hitos que suelen pasar desapercibidos, pero que, según el relato de este
profesor en The University of Southern California, desempeñaron un papel
importante.
Llama la atención la importancia
atribuida a Cicerón, cuyo “ideal de Roma sería una fuente de inspiración para
los pensadores del mercado libre en el siglo diecinueve”. Según Soll, “los historiadores
no han visto a Cicerón como un elemento clave para comprender los orígenes del
pensamiento económico moderno. Pero Cicerón fue el primero el proclamar que los
valores y los sentimientos morales llevaron a que el mercado funcionara autónomamente
para crear un equilibrio económico”.
A raíz de la obra de Soll, nos
vemos impelidos a ampliar la nómina de los pensadores que han fundamentado la
filosofía del mercado libre, dentro de la que Cicerón se sitúa en una posición
muy elevada: “La visión económica de Cicerón… era que la amistad y la búsqueda
del conocimiento propiciarían la armonía y la paz, protegían la propiedad, y producían
una sociedad justa basada en el servicio político, el afecto, la bondad, y la
liberalidad. Las buenas virtudes morales, en otras palabras, conducían un
mercado saludable, permitiendo que las personas éticas realizaran intercambios
en confianza. La confianza era un mecanismo que liberaba el intercambio”.
A su conocida imagen como estandarte
de la denuncia pública de las prácticas corruptas de una república en desintegración
se une esta otra faceta, menos conocida, como precursor del ideario del mercado
libre.