15 de agosto de 2023

Lecciones del fraude fiscal en tiempos bíblicos

 

No puede decirse que el fraude fiscal sea un fenómeno novedoso, ni siquiera que surgiera con la formación de los modernos Estados fiscales. En los textos bíblicos encontramos indicios que así lo avalan. De forma bastante ilustrativa, en el Libro de Malaquías encontramos el relato de cómo el Señor recrimina al pueblo elegido que lo estuviera defraudando en los diezmos y en los tributos. Quien actúa como sujeto activo especialmente cualificado conmina a los sujetos pasivos a poner fin a sus censurables prácticas.

Al igual que algunos de los planes antifraude puestos en marcha en diversos países recurren -sin renunciar, por supuesto, a las pertinentes sanciones- al gancho de los estímulos, el plan divino ofrecía una gama de irresistibles parabienes: “Traed todos los diezmos al templo… y veréis cómo abro las compuertas del cielo y derramo bendición sin medida. Ahuyentaré de vosotros el insecto devorador y no se os echarán a perder los frutos de la tierra, ni se estropeará la viña”.

Los sujetos activos terrenales no cuentan, sin embargo, con semejante munición para tratar de frenar el fraude fiscal en sus diversas manifestaciones. A la vista de la persistencia de éstas, se antoja bastante difícil su erradicación sin la posibilidad de disponer de artillería de corte celestial, o, en su defecto, el acaecimiento de algún milagro transformador.

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