El conocido problema del bate y la pelota,
formulado en distintas versiones numéricas, tiene un atractivo especial[1]: “Si un bate y una pelota
cuestan conjuntamente $110, y el bate cuesta 100 dólares más que la pelota,
¿cuánto cuesta la pelota?”.
El problema es objeto de estudio en diversos
trabajos de psicología financiera. Uno de ellos es el de Andrew Meyer y Shane
Frederick, “The formation and revision of intuitions” (Cognition, 240,
2023). En él evalúan cómo varía el porcentaje de respuestas correctas en
función de la información que se ofrece en el enunciado, que, en algunos casos,
incluye pautas para abordar la respuesta, llegando incluso a proporcionar la
correcta.
Así, el experimento centrado en la pregunta se
llevó a cabo según distintas opciones, aquí recogidas de forma homogeneizada:
a)
Pregunta sin ningún tipo de indicación.
b) Pregunta,
incluyendo una advertencia en el sentido de prestar atención, ya sea genérica,
relativa a la comprensión del texto, o a la realización del cálculo.
c)
Pregunta con una pista: “10 dólares no es la respuesta”.
d) Pregunta
con una pista: “Antes de responder, considere si la respuesta podría ser 5 dólares”.
e)
Pregunta con indicación de la respuesta correcta: “La respuesta es
5 dólares. Introduzca ‘5 dólares en el espacio para la respuesta”.
Del estudio se desprende que la introducción de
pistas tiende a elevar el porcentaje de repuestas correctas, pero no de forma
muy acusada. Resulta llamativo que, incluso cuando se indica la respuesta
correcta, queda un porcentaje sustancial, del orden de un 25%, que no consigna
dicha respuesta. En este caso, aparentemente, se da un exceso de desconfianza,
que, en algunos contextos, puede estar justificado.
En sus conclusiones, Meyer y Frederick recogen
unas reflexiones interesantes (subrayado añadido): “When we began studying the
bat and ball problem, we assumed respondents missed it because they didn't
bother to check. Accordingly, we assumed that they'd be able to solve it if we
directed their attention to the features of the problem… We discovered instead
that many respondents maintain the erroneous response in the face of facts that
plainly falsify it, even after their attention has been directed to those
facts. Although subjects' apparent sensitivity to the size of the heuristic
error merits further research, the remarkable durability of that error
paints a more pessimistic picture of human reasoning than we were initially
inclined to accept; those whose thoughts most require additional
deliberation benefit little from what ever additional deliberation can be
induced”.