2 de agosto de 2024

El problema del bate y la pelota: ¿exceso de confianza, pereza mental…?

 

El conocido problema del bate y la pelota, formulado en distintas versiones numéricas, tiene un atractivo especial[1]: “Si un bate y una pelota cuestan conjuntamente $110, y el bate cuesta 100 dólares más que la pelota, ¿cuánto cuesta la pelota?”.

El problema es objeto de estudio en diversos trabajos de psicología financiera. Uno de ellos es el de Andrew Meyer y Shane Frederick, “The formation and revision of intuitions” (Cognition, 240, 2023). En él evalúan cómo varía el porcentaje de respuestas correctas en función de la información que se ofrece en el enunciado, que, en algunos casos, incluye pautas para abordar la respuesta, llegando incluso a proporcionar la correcta.

Así, el experimento centrado en la pregunta se llevó a cabo según distintas opciones, aquí recogidas de forma homogeneizada:

a)        Pregunta sin ningún tipo de indicación.

b)       Pregunta, incluyendo una advertencia en el sentido de prestar atención, ya sea genérica, relativa a la comprensión del texto, o a la realización del cálculo.

c)        Pregunta con una pista: “10 dólares no es la respuesta”.

d)       Pregunta con una pista: “Antes de responder, considere si la respuesta podría ser 5 dólares”.

e)        Pregunta con indicación de la respuesta correcta: “La respuesta es 5 dólares. Introduzca ‘5 dólares en el espacio para la respuesta”.

Del estudio se desprende que la introducción de pistas tiende a elevar el porcentaje de repuestas correctas, pero no de forma muy acusada. Resulta llamativo que, incluso cuando se indica la respuesta correcta, queda un porcentaje sustancial, del orden de un 25%, que no consigna dicha respuesta. En este caso, aparentemente, se da un exceso de desconfianza, que, en algunos contextos, puede estar justificado.

En sus conclusiones, Meyer y Frederick recogen unas reflexiones interesantes (subrayado añadido): “When we began studying the bat and ball problem, we assumed respondents missed it because they didn't bother to check. Accordingly, we assumed that they'd be able to solve it if we directed their attention to the features of the problem… We discovered instead that many respondents maintain the erroneous response in the face of facts that plainly falsify it, even after their attention has been directed to those facts. Although subjects' apparent sensitivity to the size of the heuristic error merits further research, the remarkable durability of that error paints a more pessimistic picture of human reasoning than we were initially inclined to accept; those whose thoughts most require additional deliberation benefit little from what ever additional deliberation can be induced”.


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