Deambular por el sendero de El Parque, paralelo
al Paseo de los Curas, y, de vez en cuando, perderse por alguno de sus
vericuetos, es uno de los mejores escenarios, al alcance de la mano, a los que
uno puede acudir para disfrutar de unos momentos de sosiego y quietud. Sobre
todo, si quiere reencontrarse con algunas de las mejores vivencias de la
infancia o la adolescencia. En una de esas breves incursiones estaba, no hace
mucho, cuando, de los aledaños del recinto musical, emergió la inconfundible
figura de Arsenio, a quien no veía desde nuestro último encuentro en la
Facultad. En esta ocasión, no sé si su aparición era fruto del azar o de alguna
de sus pesquisas inherentes a sus inclinaciones detectivescas.
Como no podía ser de otra forma, aprovechó la
oportunidad para exponerme su punto de vista sobre el panorama actual de la
novela de intriga. Según él, asistimos hoy día a una inflación desbordada de
títulos -que desafían los cánones de la rentabilidad económica-, en paralelo a
un patente deterioro de la calidad literaria y del interés de las historias
narradas. Es algo que, al no tener una mínima capacidad de seguimiento, ni
directo ni indirecto, no estoy en condiciones de corroborar, aunque sí de
asombrarme de la enorme ampliación de la oferta editorial.
De los comentarios del lector impenitente
destaca por su negatividad el relativo a la última novela de Terry Hayes, autor
del best seller “Soy Pilgrin”. Recuerdo haber leído, hace algunos años, ese
libro, ciertamente trepidante en cuanto a ritmo, aunque fantasioso y
extravagante en algunos episodios que se antojaban desmedidos incluso para un
texto de esa naturaleza. Era muy esperada una nueva entrega de ese autor, que,
por fin, ha tenido lugar hace poco en su versión española con “El año de la
langosta”. Le confesé a Arsenio que lo había comprado con la intención de
buscar alguna evasión con la que combatir el calor agosteño y contrarrestar el peso de la "literatura no de ficción". Su recomendación,
sin embargo, fue claramente desestimulante, pues, según él, pese a las altas
expectativas que pueden albergarse al iniciar su lectura, no puede sino
catalogarse como una pifia total. Aunque se resistió a hacer un spoiler
integral, no pudo dejar de decir que, después de muchos prolegómenos y algún
que otro viaje en el tiempo, la obra abocaba a una completa alucinación.
Preguntado por qué, no quiso revelar más detalles, con lo que,
involuntariamente, introdujo un elemento de intriga adicional.
Tampoco salía muy bien parado de su rápido
repaso John Connolly, cuyo último libro, titulado “Las furias”, recoge
realmente dos relatos diferenciados, el primero dedicado a las extrañas
hermanas Strange. En la historia, la numismática tiene un sitio destacado, pero
parece claro que las monedas connollianas han entrado en una fase de
devaluación que no se sabe si podrá ser frenada. Tampoco por qué
algunas editoriales optan por prácticas como las de denominar el todo por el
nombre de una parte, reeditar un libro cambiando la portada bajo la apariencia
de nuevos contenidos, o publicar libros consistentes simplemente en la reproducción de un
capítulo de una obra. Todo ello sin advertencia alguna.
Aproveché la conversación para preguntar por “La luz del norte”, novela de Hideo Yokoyama, que me han regalado recientemente. Es Yokoyama el autor de la exitosa “Seis Cuatro”. Arsenio se limitó a decirme que tal vez podría instituirse un premio literario dirigido a los lectores, asignando el galardón entre aquellos capaces de completar la lectura de una obra seleccionada y, sobre todo, sin perder la paciencia. Sin darme más explicaciones, se retiró de manera un tanto precipitada, pues debía acudir a una tertulia literaria.
Pocos días después, alguien muy versado en textos de ensayo, me recomendó la lectura de "Superabundancia", en la que se sostiene la tesis de que, a medida que crece la población, los recursos disponibles no escasean. Se trata de una posición desafiante, que apunta a la línea de flotación de la misma concepción de la Economía. Al menos sí puede afirmarse que la tesis, y, especialmente, el título, se ajustan como anillo al dedo a la oferta de novela (supuestamente) de intriga.