10 de julio de 2022

Ciudadanía: entre el ámbito nacional y la perspectiva europea

 

El concepto de ciudadanía está revestido de un estatus especial. Del mero vocablo parece emanar una fuerza que proyecta un halo de respeto y dignidad. Aunque cabe extender esa consideración, vocacional y actitudinalmente, a los confines del planeta, su materialización real, ligada al ejercicio efectivo de derechos políticos y al sometimiento al imperio de la ley, queda, en la práctica, circunscrita a espacios estatales concretos.


La ampliación del ámbito territorial en el que puede ejercerse la ciudadanía sólo puede tener efectos positivos, máxime cuando ese hecho no implique la pérdida de esa condición en el estrato de origen. Ese fue el importante paso que se dio al constituir la Unión Europea (UE), aunque a veces, en el fragor de los asuntos domésticos, pueda pasar un tanto desapercibido. El Tratado de la Unión Europea lo expresa de manera clara y reiterativa, en sus artículos 9 y 20.


Así, en el primero se recoge que “La Unión respetará en todas sus actividades el principio de la igualdad de sus ciudadanos, que se beneficiarán por igual de la atención de sus instituciones, órganos y organismos. Será ciudadano de la Unión toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla”.


En el segundo: “Se crea una ciudadanía de la Unión. Será ciudadano de la Unión toda persona que ostente la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla”.


El proceso de construcción europea ha avanzado mucho, pero queda aún bastante camino por recorrer. Para seguir avanzando, es preciso interiorizar una serie de situaciones que están amparadas por el marco legal vigente. Aunque ser ciudadano del mundo, en su contenido real, es una meta aún lejana, hay que empezar por integrar la perspectiva europea en la estructura existente, dotada de múltiples niveles, compatibles entre sí: municipal, provincial, regional, nacional y supranacional. La concepción de la UE como una especie de apéndice externo desconectado del resto es un obstáculo notable.




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