23 de julio de 2022

¿Cañones o mantequilla, o mantequilla y cañones?

 

Una de las conclusiones de la reciente cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha sido la necesidad de incrementar el gasto en defensa nacional. El dilema entre cañones y mantequilla, al que se refería Samuelson en su exitoso manual –“la famosa dualidad hitleriana formada por cañones y mantequilla”- vuelve a estar de actualidad.  Y con ello se renueva el interés por analizar los efectos del gasto militar en la economía, como se recoge en un artículo de The Economist publicado hace varios meses (“Guns and butter”, 16-4-2022).

La creencia general es que un gasto adicional en defensa es perjudicial para el crecimiento y el desarrollo. La noción de coste de oportunidad -las actuaciones (educación, infraestructuras, sanidad…) a las que hay que renunciar al tener que asumir los mayores compromisos ligados a la defensa- vendría a dictar su ley implacable. En particular, si los gastos militares implican el sacrificio de programas que mejoran la productividad, el ritmo de crecimiento económico se verá afectado negativamente.

Así se pone de manifiesto en un estudio publicado por la RAND Corporation: “How does defense spending affect economic growth”, de B. Rooney, G. Johnson, y M. Priebe, 2021. En dicho estudio se afirma lo siguiente: “Prioritizing defense spending over infrastructure investment, a long-standing domestic concern, might undermine economic growth and, therefore, resources available for defense in the long run”.

No obstante, recuerda The Economist que “un elemento fundacional para cualquier economía exitosa es la paz y la estabilidad, dando a las empresas la confianza para invertir y a los ciudadanos el espacio para florecer. Los libros de texto pueden hablar de armas o mantequilla. Pero en un mundo inestable por poderes revanchistas, la verdad es que hacen falta armas y mantequilla. Una fuerte defensa es, lamentablemente, una necesidad para una fuerte economía”.




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