Es
la cuestión que se plantea Tim Harford en un reciente artículo publicado en el
diario Financial Times (“How to really change someone’s mind”, julio 2022). En él
cita un libro de David McRaney en el que se examina por qué algunas visiones
del mundo parecen tan obstinadamente inmunes a la razón, y por qué hay gente
que nunca cambiará sus opiniones en las circunstancias adecuadas. El autor sugiere
que la mayoría de la gente cree lo que cree sobre la base de señales sociales y
que ésta es una forma razonable para que los primates sociales se conduzcan a sí
mismos. Una consecuencia de este tribalismo es que raramente examinamos en
detalle ninguna de las razones por las que creemos cualquier cosa.
Según
otros analistas, el problema puede resolverse mediante algún tipo de debate
lógico, basado en la buena fe. Sin embargo, Harford considera que los
individuos cambian su forma de pensar cuando se persuaden a sí mismos: “El
entendimiento, el oír a las personas e invitarlas a elaborar pueden abrir un
espacio para que ocurra la autopersuasión. Pero un campeón mundial en debates
no puede cambiar tu mente; sólo tú puedes hacerlo”.
Al
hilo de esta discusión acude discretamente aquella controvertida observación de
Bertrand Russell: “El problema con el mundo es que los estúpidos son
presuntuosos, mientras que los inteligentes están llenos de dudas”.