No parece que el del euro digital
sea un proyecto destinado a acumular polvo en los anaqueles. Si todo marcha
según lo previsto, ya en el año 2026 podría estar en funcionamiento. El día en
el que se conmemoraba el 232º aniversario de la toma de la Bastilla, el Consejo
de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) anunciaba su decisión estratégica
de preparar la fortaleza digital del euro. Haciendo gala de la prudencia
tradicional de la institución, se matizaba que lo que se ha aprobado es la
puesta en marcha de un proyecto para estar preparados con vistas a la posible
emisión de un euro digital, no así la decisión firme de llevarla a cabo.
En cierto modo, a alguien le podría
extrañar que se hable del euro digital como una verdadera novedad, si está
acostumbrado a realizar sus transacciones económicas a través de euros que
viajan electrónicamente sin necesidad de contacto con monedas y billetes
físicos. Sin embargo, mientras que ahora ese uso se canaliza a través de las
cuentas abiertas en los bancos comerciales, el euro digital permitiría que
cualquier usuario particular operase directamente mediante una cuenta con el
BCE.
El propio BCE admite que las
soluciones privadas ya existentes para los pagos online y digitales aportan
importantes ventajas en términos de comodidad, velocidad y eficiencia, pero, al
mismo tiempo, apunta la existencia de posibles riesgos conectados con la
privacidad, la seguridad, la accesibilidad, y el coste para algunos usuarios.
Como ha destacado Fabio Panetta, miembro de la Comisión Ejecutiva del BCE y
presidente del grupo de trabajo sobre el euro digital, “a lo largo de muchos
siglos, los soberanos han proporcionado su propia moneda a los ciudadanos como
un símbolo de estabilidad, seguridad y confianza. Proveer dinero como bien
colectivo es esencial para la misión de los bancos centrales”[1].
Ante un panorama en el que surgen
diversas alternativas de dinero, muchas de ellas “deslocalizadas” y de enorme
alcance potencial, y no menos riesgos, el BCE no puede incurrir en el de que el
euro, el pilar de la Unión Monetaria Europea, se vea desplazado por otras soportes
ajenos al espacio europeo integrado[2].
Como la mayoría de los proyectos
económicos europeos, la adopción del euro digital se concibe en un marco
temporal por etapas[3]:
i) la primera consistió en la elaboración de un informe en el que se plasma la
fundamentación de su emisión[4];
ii) posteriormente se efectuó una consulta pública, en la que se ha constatado
un considerable interés de los europeos por el euro digital[5],
y se desarrolló un trabajo experimental para valorar su factibilidad técnica[6];
iii) se abre ahora una etapa de dos años con objeto de perfilar el diseño del
euro digital; y iv) finalmente, en caso de que se adoptara la decisión,
comenzaría el desarrollo definitivo, lo que requeriría de un período de unos
tres años de duración.
Algunos de los atributos de la
moneda digital europeo han sido anticipados. De entrada, se subraya que el euro
digital no pretende reemplazar totalmente al dinero en efectivo, sino
complementarlo. Reducir el coste de las transacciones, reforzar la seguridad y
proteger la privacidad personal frente a su uso comercial o a una intrusión
injustificada, igualar el terreno de juego de los operadores, y fomentar la
innovación son, a su vez, las encomiendas que figuran de partida en la agenda
de trabajo. A estas se añaden otros requerimientos como los de asegurar que el euro
digital sea utilizado como un medio pago en vez de como una forma de inversión,
y que se preserve la estabilidad financiera.
El euro digital inicia su camino
hacia la rampa de despegue, en línea con lo expresado en la declaración de la
Cumbre del Euro de marzo de 2021. En esta se hacía un llamamiento a favor de un
sector financiero digital innovador y más fuerte, y se recordaba algo no por
obvio menos fundamental: “El euro es la moneda de la Unión. Es tanto un símbolo
como un motor de la integración económica europea”[7].
Para poder seguir desempeñando esos roles, el euro necesita adaptarse a un
ecosistema sujeto a fuerzas disruptivas y en pleno proceso de transformación.
(Artículo publicado en “EdufiBlog”)
[1] Vid. F. Panetta, “Preparing for
the euro’s digital future”, The ECB Blog, 14 de julio de 2021.
[2] Vid. José M. Domínguez Martínez,
“La anunciación del euro digital”, diario Sur, 7 de diciembre de 2020.
[3] Vid. F. Panetta, op. cit.
[4] BCE, “Report on a digital euro”,
octubre 2020.
[5] BCE, “Eurosystem report
on the public consultation on a digital euro”, abril 2021.
[6] BCE, “Digital euro experimentation
scope and key learnings”, julio 2021.
[7] Vid.
Statement by the Members of the Euro Summit, Bruselas, 25 de marzo de 2021.