Tener una mente
abierta significa estar siempre dispuestos a encontrar indicios en pensamientos,
provenientes de las fuentes más diversas, que nos allanen el camino del
aprendizaje y nos iluminen en la incesante búsqueda de la verdad. Es una fuerza
que actúa sin cesar en todo aquel en quien late la pulsión docente. En este
mismo espacio se ha recogido la influencia de la filosofía senequista en
quienes de manera altruista compartimos la aventura del proyecto de educación
financiera Edufinet: "Si
la sabiduría se otorgara con la condición de mantenerla encerrada, sin que
pudiese transferirse, la rechazaría". También nos hemos hecho eco de
otras interpretaciones bastante más restrictivas de la acepción de sabiduría.
Los textos bíblicos contienen enseñanzas que van mucho más
allá de cualquier connotación religiosa, como las del Eclesiastés, aquí
evocadas en conexión con los principios económicos. El Eclesiástico, otro de
los libros sapienciales, nos ilustra acerca de la noción de “verdadera
sabiduría”. “Hay quien es sabio para sí mismo, y los frutos de su
inteligencia solo le aprovechan a él. El sabio enseña a su pueblo y los frutos
de su inteligencia son dignos de fe”, nos recuerda el libro sagrado.
También la siguiente máxima, de gran valor como criterio
inspirador de los programas de educación financiera: “Principio de toda obra
es el pensamiento, y antes de toda acción está la reflexión”.
No acaban ahí las utilidades del texto seleccionado, que nos
deja también algunos pensamientos intrigantes: “Hay hombre hábil capaz de
enseñar a muchos, pero para sí mismo es un inútil”.