2 de noviembre de 2021

La “verdadera sabiduría” bíblica como fuente de inspiración didáctica

 

Tener una mente abierta significa estar siempre dispuestos a encontrar indicios en pensamientos, provenientes de las fuentes más diversas, que nos allanen el camino del aprendizaje y nos iluminen en la incesante búsqueda de la verdad. Es una fuerza que actúa sin cesar en todo aquel en quien late la pulsión docente. En este mismo espacio se ha recogido la influencia de la filosofía senequista en quienes de manera altruista compartimos la aventura del proyecto de educación financiera Edufinet: "Si la sabiduría se otorgara con la condición de mantenerla encerrada, sin que pudiese transferirse, la rechazaría". También nos hemos hecho eco de otras interpretaciones bastante más restrictivas de la acepción de sabiduría.

Los textos bíblicos contienen enseñanzas que van mucho más allá de cualquier connotación religiosa, como las del Eclesiastés, aquí evocadas en conexión con los principios económicos. El Eclesiástico, otro de los libros sapienciales, nos ilustra acerca de la noción de “verdadera sabiduría”. “Hay quien es sabio para sí mismo, y los frutos de su inteligencia solo le aprovechan a él. El sabio enseña a su pueblo y los frutos de su inteligencia son dignos de fe”, nos recuerda el libro sagrado.

También la siguiente máxima, de gran valor como criterio inspirador de los programas de educación financiera: “Principio de toda obra es el pensamiento, y antes de toda acción está la reflexión”.

No acaban ahí las utilidades del texto seleccionado, que nos deja también algunos pensamientos intrigantes: “Hay hombre hábil capaz de enseñar a muchos, pero para sí mismo es un inútil”.

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