“… la muerte de cualquier
hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad; así, nunca pidas a
alguien que pregunte por quién doblan las campanas; están doblando por ti”.
Con esta arrebatadora
meditación de John Donne da inicio Nuccio Ordine a su libro “Los hombres no son
islas”. Ningún lo es, afirma Donne en la misma composición reseñada.
Escuchar el tañido de las
campañas que anuncia la “muerte del otro” es, según Ordine, “no sólo … una
oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia muerte, sino que es asimismo
una valiosa oportunidad para entender que los seres humanos están ligados entre
sí y que la vida de cada hombre es parte de nuestra vida”.
Oímos un tañido triste de
campanas, que, en esta ocasión, no puede llegar a los oídos de Ordine, tras
decirnos adiós de manera inesperada. Tenemos que consolarnos con la selección
de clásicos que nos lega en el libro citado, que viene a complementar el de
“Clásicos para la vida: una pequeña biblioteca ideal”.
No se limita el autor a
recoger una reseña de las obras seleccionadas, sino que también efectúa una
ardiente defensa de las políticas favorecedoras de los movimientos migratorios
internacionales sin ningún tipo de restricciones, así como de la aplicación de
medidas tributarias que acorten las acusadas diferencias de renta y riqueza. La
crítica de los modelos educativos basados en la mercantilización constituye
otro de sus destacados focos de atención.
El título elegido para su
último libro no es gratuito. A pesar de la un tanto sorprendente utilización de
un lenguaje nada inclusivo según los cánones actuales, es toda una declaración
de principios, la base de una filosofía personal y de una forma de entender la
vida y nuestro papel en la sociedad.