Es “Leviatán” un sesudo
tratado sobre “La materia, forma y poder de una república, eclesiástica y
civil”. En su primera parte (“Del hombre”), lleva a cabo Hobbes una serie de
reflexiones filosóficas que le sirven de soporte para la elaboración de su conocida
teoría sobre el surgimiento del Estado (Leviatán).
En su alegato contra la
ignorancia, afirma que “bajo el pretexto de que Dios puede hacer cualquier
cosa, algunos malvados tienen la audacia de decir también cualquier cosa cuando
sirve a su conveniencia, aunque la consideren falsa; y corresponde a un hombre
sabio no creerles más allá de lo que parece sensato con arreglo a recta razón”.
La tarea de las escuelas,
según el filósofo británico, debería ser suprimir “este miedo supersticioso
a los espíritus y, junto con él, los pronósticos a partir de sueños, las falsas
profecías y muchas otras cosas dependientes de ello, mediante las cuales personas
astutamente ambiciosas abusan de la simpleza popular”.
Sin embargo, las escuelas “alimenta[ban]
más bien tal doctrina, pues enseña[ba]n lo recibido (desconociendo qué son la
imaginación y los sentidos)”.
Corría el año 1651 cuando
Hobbes firmaba, en París, la dedicatoria de su obra, en la que manifestaba que “[era]
un hombre amante de [sus] propias opiniones y cre[ía] en la verdad de todo cuanto
d[ecía]”.