25 de junio de 2023

El “(De)Long” siglo XX: ¿camino a la utopía?

 

Normalmente, los siglos suelen tener una duración de 100 años. Sin embargo, los historiadores hacen a veces uso de licencias analíticas para expandir o contraer su duración, a la búsqueda de un mejor ajuste a las tendencias históricas, o con vistas a la demarcación de ciclos completos. Es lo que propone J. Bradford DeLong (Universidad de California en Berkeley) respecto al siglo XX, al que convierte en el “largo” siglo XX.

Este comenzó, en torno a 1870, con una serie de acontecimientos que marcaron un hito, con el triple surgimiento de la globalización, el laboratorio de investigación industrial y la corporación moderna. La prolongada centuria llegaría a su ocaso hacia el año 2010, acotada por la Gran Recesión, heredera de la gran crisis financiera internacional desatada unos años antes. Un período, en suma, de 140 años, que el historiador económico estadounidense califica como los más prósperos en la historia de la humanidad. El ingreso per cápita promedio mundial era, en 2010, casi 9 veces el de 1870. De hecho, resalta que el componente económico ha sido el pilar conductor de toda la historia moderna.

Según DeLong, la fuente de la que fluye todo lo acontecido en la época moderna ha sido la multiplicación de la riqueza material, que vino a superar todos los registros anteriores. La innovación y la invención jugaron un papel determinante en las economías más avanzadas. A su vez, la contraposición de dos destacados pensadores generaría una tensión permanente entre sus modelos económicos y sociales: por una parte, Friedrich Hayek, adalid de la libertad de mercado como eje del sistema económico; por otra, Karl Polanyi, baluarte de la defensa de derechos individuales mucho más allá del reducto de los derechos de propiedad inherentes a la economía de mercado. La conjunción de ambos enfoques, dentro de un “matrimonio forzado” bendecido por John M. Keynes, quien sentó las bases para la intervención del sector público con fines de estabilización económica, daría lugar a un crucial punto de encuentro.

En la obra comentada (“Camino a la utopía: una historia económica del siglo XX”), DeLong traza una ilustrativa narración de la evolución de ese largo período, sujeto a grandes cambios económicos, marcado por conflictos bélicos mundiales, así como por el yugo de las más deleznables y sanguinarias dictaduras. Asistimos así, en una primera fase, entre otros muchos episodios, al derrumbe de imperios, al azote de la inflación y del desempleo, y al auge de ideologías de corte totalitario. Ferviente defensor de la socialdemocracia, sostiene que “los guardias de Auschwitz y demás campos de concentración eran muy parecidos a los guardias del archipiélago gulag”.

Respecto a la Guerra Fría, considera que no bloqueó ni obstaculizó el avance del progreso humano hacia la prosperidad, sino que, más bien, pudo haber ayudado a facilitarlo. Esto no impidió que la economía mundial se adentrara en una senda de profunda divergencia entre “el Norte” y “el Sur”. En el ámbito del primero, la combinación Hayek-Keynes-Polanyi, asumida por gobiernos socialdemócratas, propició un nuevo salto adelanto tras la posguerra, que se prolongó hasta mediados de los años setenta. Con la crisis energética apareció una situación de paro e inflación ante la que las políticas keynesianas quedaron desarboladas. La promesa socialdemócrata de lograr un nivel de prosperidad cada vez mayor dejó de cumplirse, y se abrió paso un giro de corte neoliberal, que logró afianzarse hasta el término de la primera década del siglo XXI propiamente dicho.

En fin, la historia del “largo” siglo XX es presentada por DeLong como un relato que comprende cuatro grandes desarrollos: i) un crecimiento económico impulsado por la tecnología; ii) una tendencia a una globalización creciente; iii) el ejercicio de un papel hegemónico por parte de Estados Unidos; y iv) una mayor confianza en que la humanidad podría progresar a medida que los gobiernos fueran resolviendo los problemas económicos.

DeLong manifiesta su desconocimiento de cómo será la narrativa que explique lo que está por venir, si bien está convencido de que ha comenzado una nueva historia. La del “largo” siglo XX recogida en su obra ofrece importantes lecciones que podrían evitar reincidir en errores que han tenido en el pasado costes inconmensurables. Su mero recuerdo hace que simplemente mencionar la palabra utopía pueda causar auténtico estupor.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



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