Circunstancialmente, hace unos días, en una conversación sobre el papel y la preparación de distintas categorías de profesionales, tuve ocasión de referirle a un acreditado odontólogo la elevada opinión que tenía Keynes sobre los representantes de su gremio, que colocaba como modelo a imitar por los economistas. Me dio la impresión de que se sintió sumamente complacido por el reconocimiento del gran economista británico.
Creo que esa valoración es
merecida, lo que digo con pleno convencimiento. De todas formas, si no lo
pensara así, quizás no me atrevería a expresar por escrito lo contrario. El
texto en cuestión podría llegar a caer -quién sabe- en las
manos de un facultativo que me tuviera que atender. El recuerdo de la conocida escena
de la película “Marathon man” no puede echarse en saco rato.
Curiosamente
hoy he visto, de pasada, la referencia al dictado keynesiano en una entrevista
realizada a dos economistas galardonados con el Premio Nobel de Economía en
2019, Esther Duflo y Abhijit Banerjee, más propensos, sin embargo, a utilizar como metáfora la
figura del fontanero[1].
En
la entrevista, la economista sorprende al entrevistador -algo bastante raro,
dada la amplitud de la información que maneja y su conocida posición crítica
hacia la profesión económica- cuando afirma que “Nosotros [los economistas]
somos la profesión más desacreditada entre una serie de expertos, excepto
respecto a los políticos”. Singularmente, Esther Duflo afirma esto después de
señalar que “no somos perfectos pero no somos tan malos como la imagen de
cartel que la gente tiene de nosotros”. Ciertamente, cabría duda de si la
extrañeza del entrevistador obedeciera a esto último -en sí mismo sorprendente- o a lo anteriormente
señalado.
Salimos totalmente de dudas cuando la laureada economista se remite a los resultados de una encuesta realizada en Reino Unido donde se confirma la referida apreciación. Las enfermeras, los médicos (incluido los personales de cabecera -GP-) ocupan las primeras posiciones, con un grado de confianza del 80% o más entre la población. Los economistas, que sólo aglutinan un 25% de personas que confían en ellos, se sitúan en la parte inferior, únicamente por encima de los parlamentarios locales y de los políticos.
Muy sagazmente, los dos Premios
Nobel corroboran que los meteorólogos lo hacen mucho mejor que los economistas.
Está claro que han debido de mejorar mucho desde la memorable experiencia de
Kenneth J. Arrow hace poco aquí reseñada.
[1] Vid. M.
Sandbu, “Esther Duflo y Abhijit Banerjee: ‘Ours is a social science’”,
Financial Times, 21 de junio de 2021.