Se
conmemora esta temporada deportiva el 30º aniversario de la fusión de los dos
clubes malagueños del baloncesto profesional, el Caja de Ronda (ya entonces
Unicaja Ronda) y el Mayoral Maristas. Fue aquella una decisión trascendental
que cambió el rumbo del deporte malacitano y el destino profesional de
numerosas personas. No fue un proceso fácil ni exento de trabas y escollos.
Pero dejemos descansar en la intrahistoria aquel ya lejano, pero no olvidado,
período. Recordar simplemente la agónica batalla del primero de dichos equipos
para salvar la categoría en la temporada 1991-1992 sigue produciendo
escalofríos. La historia real del deporte no suele caracterizarse por la
prevalencia de la justicia en los resultados obtenidos. Ni para los clubes, ni
para las aficiones, ni para los protagonistas deportivos.
De
manera dolorosa, una de las figuras más significativas y respetadas del
baloncesto malagueño viene a unirse a la larga lista de personajes que, en
distintos momentos, fueron dejándonos huérfanos: Raimundo Trespalacios, Paco
Rengel, Alfonso Queipo de Llano, Javier Imbroda… Con ellos mantuve estrechas relaciones
afectivas, y los sigo echando de menos. También con José María Martín Urbano,
de quien siempre lamenté que no hubiese podido alcanzar la gloria deportiva que
sus extensos conocimientos técnicos, su pasión baloncestística y su compromiso
profesional merecían. Así lo esperaba cuando a principios de 1991 me incorporé
a la junta directiva del Caja de Ronda, pero, pese a su entrega y su buen
hacer, no nos sonrió la fortuna…
Eso
no impidió que siguiera viéndolo como un grandísimo técnico ni que valorara
especialmente sus cualidades como instructor de jóvenes, en habilidades y en
actitudes. En una comunidad de amantes del baloncesto era Martín Urbano
idolatrado por sus conocimientos y su sapiencia. Ahí sí encontró la justicia
que le fue esquiva en otros apartados. Son, desde luego, muchas las
circunstancias y los factores que influyen en la actuación de un equipo.
Aunque
ahora la gran familia baloncestística malagueña se vea privada de sus enseñanzas,
el maestro podrá reunirse con sus más afectos colegas, Alfonso y Paco, para
seguir ideando nuevos sistemas e inventando proyectos que un día alcanzarán el
firmamento deportivo.