14 de febrero de 2021

La vacuna contra la Covid-19: una perspectiva económica elemental

 

La pandemia del coronavirus no para de segar vidas humanas, además de acarrear extraordinarias consecuencias personales, sociales y económicas, ahora, y otras que se proyectarán en el futuro. La aplicación de una vacuna se erige como elemento imprescindible para la que la economía y la sociedad puedan aspirar a recuperar su tono e instalarse en una senda de normalidad sin adjetivos. Dicha aplicación se presta a un análisis desde una perspectiva económica en el que se suscitan diversas cuestiones de gran relevancia, como las que, como simple ejercicio de reflexión inicial, se relacionan a continuación:

       i.          La Covid-19, como enfermedad con tan alta tasa de transmisibilidad y un elevado índice de severidad potencial, representa un mal colectivo o social en toda regla. Su incidencia se va extendiendo a millones de personas en todo el mundo sin que, en condiciones normales, se le pueda poner freno. Sólo el fin de la vida en sociedad, o, lo que es lo mismo, el fin de la vida misma, o el suministro extensivo a toda la población de una vacuna eficaz pueden erradicar ese carácter de mal colectivo puro, incontenible.

      ii.          La vacuna se convierte así en un bien colectivo, ya que permitiría contener la propagación de la enfermedad, beneficiando a la colectividad (neotiempovivo.blogspot.com, 17-5-2020). La utilización de la expresión “bien público” para aludir a este tipo de situaciones es una fuente de confusiones y de conclusiones falaces. Lo verdaderamente “público” hace referencia a algo que afecta simultáneamente a muchas personas, sin que, de entrada, tenga nada que ver con la distinción entre el sector público y el privado.

     iii.          En una situación en la que estemos ante un bien colectivo puro, del que se beneficiará cualquier persona, aunque no esté dispuesta a pagar por él, la teoría económica establece que el Estado debe encargarse de garantizar su suministro utilizando una forma de financiación coercitiva, la de los impuestos.

    iv.          En el caso que nos ocupa, la disposición a pagar es distinta, pero eso no quita para que el Estado se encargue de garantizar el suministro generalizado de la vacuna a toda la población. Ahora bien, esto no significa que esa actuación deba basarse necesariamente en medios públicos. Tan pública en sentido económico es una actuación de ese tenor como otra en la que, bajo la coordinación del Estado, se utilicen medios privados, algo que ya se da en la propia producción. Y es más, ante un panorama de emergencia sanitaria, lo absurdo es no emplear todos los recursos disponibles, garantizando en todo momento la planificación, la priorización de colectivos y el acceso equitativo a la prestación.

      v.          Todo el mundo tiene derecho a disponer de la mayor información relativa a los tratamientos médicos que vaya a recibir, pero debe tener presente que la decisión de aceptarlos o de rechazarlos no le concierne exclusivamente, sino que afecta al resto de la población. De ahí que pueda justificarse un régimen de vacunación obligatoria o, en su defecto, la adopción de medidas preventivas alternativas.

    vi.          La implementación de un programa preventivo ante una enfermedad tan acuciante requiere, idealmente, cumplir con toda una serie de principios básicos, como los de perentoriedad, igualdad, eficacia, eficiencia, o economía, pero, en la práctica, a veces resulta inevitable afrontar determinados conflictos de objetivos. A este respecto, surge la duda de si debería aplicarse una especie de “principio de mejora paretiana sanitaria”: por ejemplo, ¿deberían permitirse iniciativas que beneficiaran a personas de algunos colectivos, como los trabajadores de los servicios esenciales, siempre que ello no fuera en detrimento de nadie?

   vii.          Y una última reflexión. La existencia de administraciones territoriales encuentra una justificación económica para el suministro de bienes y servicios colectivos de carácter territorial. ¿Tiene sentido recurrir a ellas como instrumento esencial cuando está en juego un problema de alcance nacional y supranacional?

Las lecciones de Economía que se desprenden de la pandemia del coronavirus pueden esperar a que los estudiantes regresen presencialmente a las aulas, pero lo que no admite espera es aprovechar todas las opciones y optimizar todos los recursos disponibles para hacerle frente.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

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