“Cuando uno
menciona el totalitarismo piensa de inmediato en [países como…]; pero creo que
debemos afrontar el riesgo de que este fenómeno pase a ser mundial. Es evidente
que el período de capitalismo liberal está tocando a su fin, y que los países,
uno detrás de otro, están adoptando una economía centralizada que podemos
llamar ‘socialismo’ o ‘capitalismo de Estado’ según se prefiera. Con ello, la
libertad económica del individuo, y en gran medida su libertad para hacer lo
que quiera, escoger trabajo y moverse de un lado a otro de la superficie del planeta,
llegan a su fin. Bueno, hasta hace poco no se habían previsto las implicaciones
de esto. No se había comprendido por completo que la desaparición de la
libertad económica tendría algún efecto sobre la libertad individual… El
totalitarismo ha abolido la libertad de pensamiento hasta unos límites
inauditos en cualquier época anterior. Y es importante que comprendamos que
este control del pensamiento no es solo de signo negativo, sino también
positivo: no solo nos prohíbe expresar -e incluso tener- ciertos pensamientos; también
nos dicta lo que debemos pensar, crea una ideología para nosotros, trata de
gobernar nuestra vida emocional al tiempo que establece un código de conducta…”.
¿Son las
anteriores las reflexiones de algún liberal compungido ante la imparable tendencia
a las restricciones factuales selectivas sobre ciertas formas de pensamiento y
de comportamiento? ¿Tal vez la expresión de un frustrado defensor a ultranza de
la libertad de empresa? ¿Quizás la plasmación de las inquietudes de alguien que
asiste alertado al avance incontenible del mantra del Gran Reinicio? ¿O simplemente
las disquisiciones de un observador preocupado por el hecho de que no aprecia
un reparto equitativo de los derechos subjetivos para discernir entre el bien y
el mal? ¿O, por qué no, de un futurólogo?
Las palabras
recogidas en el texto inicial son una transcripción de las lanzadas al aire
desde una emisora de la BBC hace algún tiempo. El locutor era Eric Blair, aunque
es más conocido como George Orwell. Corría el mes de mayo del año 1941[1].
[1] G.
Orwell, “Literatura y totalitarismo”, en George Orwell, “Opresión y
resistencia. Escritos contra el totalitarismo 1037-1949”, Penguin, 2021, págs.
102-103.