Las
contribuciones de Tim Harford se caracterizan esencialmente por una lúcida y
brillante aplicación del análisis económico a las más variadas situaciones. La
relevancia social y económica de un evento como la pandemia de la Covid-19
viene espoleando, desde hace año y medio, su fértil actividad analítica. Muchos
son los artículos que ha dedicado a este evento tan adverso, cambiante y persistente.
También es típico de Harford motivar al lector con proposiciones que desafían
su intuición. Esto es lo que pretende hacer en un reciente artículo en el que
recoge lo que plantea como cinco verdades pandémicas en esa línea: “Five
pandemic truths that defy intuition” (Financial Times, 23-7-2021). La
consideración de las tesis que apunta tiene gran interés desde distintos puntos
de vista: sanitario, económico, filosófico, psicológico y sociológico.
Estas son las
verdades proclamadas:
1ª. Si una
elevada proporción de las personas hospitalizadas están vacunadas, ello es una
señal de éxito.
2ª. La
inmunidad de rebaño no es el fin de una pandemia.
3ª. Las
mascarillas importan, pero no por las razones que la gente cree.
4ª. Los
confinamientos también importan menos de lo que todo el mundo piensa.
5ª. El Covid
no ha sido, en el fondo, un fenómeno tan adverso.
Repasemos
sucintamente los argumentos esgrimidos por el economista británico:
1ª. La
aplicación de una vacuna no llega a proteger al 100% de la población vacunada,
sino, por ejemplo, al 95%. Supongamos que, en una población de 1.000.000 de
habitantes, se vacunan 950.000 personas y el resto (50.000) no. De estos
últimos, un 1% es ingresado (500). De las 950.000 personas vacunadas, 9.500 estarían
en riesgo de ingreso hospitalario, pero son protegidas por la vacuna, salvo un
5% (475). Las personas vacunadas representan un 48,7% del total de ingresos
hospitalarios, pero la vacuna ha logrado que, en lugar de 10.000 ingresos
potenciales, haya solo 975 ingresos efectivos. Si nos atenemos a los grandes
números, la efectividad de las vacunas, desde el prisma del análisis
coste-beneficio, está fuera de toda duda. No obstante, a escala individual,
desde un punto de vista estrictamente estadístico, cada persona debería hacerse
el siguiente planteamiento: comparar la probabilidad de contraer secuelas
graves e incluso de fallecer, en caso de no recibir la vacuna, con la
probabilidad de tales situaciones por la misma enfermedad, teniendo también presente
la probabilidad de posibles efectos negativos derivados de la propia vacuna. Aunque
sólo sea como un ejemplo ilustrativo de una toma de decisiones bastante
relevante, merecería la pena una consideración específica.
2ª. Por
inmunidad de rebaño se entiende el momento en el que ya hay muchas personas
inmunes, de manera que la epidemia empieza a remitir por sí misma. Sin embargo,
puede llevar mucho tiempo que se detenga totalmente.
3ª. Aunque
hay posiciones contrapuestas respecto al uso de las mascarillas, aporta una
serie de ventajas apreciables en comparación con la incomodidad que generan. Su
uso puede quedar más justificado si se interpreta como una señal de "lealtad
tribal".
4ª. Harford
considera que, en ausencia de un confinamiento forzoso, la mayoría de la gente
lo habría practicado de forma voluntaria. Un confinamiento que no sea
ampliamente aceptado no es efectivo ni sostenible.
5ª. En verdad
cuesta trabajo situar algunos de los anteriores argumentos entre los más
brillantes y ocurrentes del economista camuflado, pero esa apreciación
se da singularmente cuando nos recuerda que la incidencia de la pandemia podía
haber sido mucho peor. No cabe duda de que podría haber sido así. Su
planteamiento lleva, sin dejar de computar los costes, a agradecer lo que se
tiene, y, de manera especial, nuestra preparación para la próxima pandemia.